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13 de agosto de 2011
La Unasur rescata la creación del chileno Felipe Herrera
La reunión de ministros de Economía del Unasur, realizada en Buenos Aires el 12 de agosto de 2011, silenciada torpemente por los grandes monopolios informativos, ha sido uno de los jalones más importantes en la consolidación de nuestro gran bloque continental. Ante el pavoroso desarrollo de la crisis general del sistema imperialista basado en el capitalismo financiero, nuestra región ha respondido como nunca antes en nuestra historia pudo hacerlo.
La crisis del año 1929 sacudió todas nuestras economías sin control alguno, generó una ola de desocupación y empobrecimiento que aún hoy recuerdan los más ancianos y dio inicio a una dolorosa y espontánea migración hacia las grandes ciudades de millones de hombres y mujeres que habían perdido toda esperanza en sus pagos natales.
Por primera vez esta crisis, que eclipsa en poder destructor a la de aquellos años, encuentra a nuestro continente en un exitoso proceso de integración y unificación política y económica. La idea del blindaje de Suramérica, para evitar que la producción industrial excedente y los capitales especulativos se vuelquen a nuestros mercados nacionales, complicando el lento camino de recuperación iniciado en la última década, tuvo una respuesta unánime. Tanto Argentina, Brasil y Venezuela, como Colombia, Perú y Ecuador han acordado medidas, con el resto de los países de la región, que impidan la contaminación de nuestras economías y el resguardo de las mejorías alcanzadas por nuestros pueblos.
En ese marco es que se ha discutido el replanteamiento del papel que debe jugar el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al considerar que, más allá de la creación, en un plazo más mediato del Banco del Sur -dificultado por los complejos trámites políticos y administrativos- la región debe tomar en sus manos aquel instituto que creara, en 1960, el insigne chileno Felipe Herrera.
Vale la pena recordar quien fue este gran patriota latinoamericano.
El abogado y economista Felipe Herrera nació en Valparaíso en 1922, fue militante del Partido Socialista, primero, y del Partido Socialista Popular, posteriormente. En 1953 fue nombrado ministro de Hacienda por el presidente Carlos Ibáñez del Campo, en el mismo año en que Perón, desde Buenos Aires lanza su proyecto del Nuevo ABC. El joven ministro se convirtió en un admirador de la propuesta integradora del presidente argentino, a punto de que Alberto Methol Ferré lo considera el principal discípulo y continuador del ideario continental de Perón. Puede decirse, sin exagerar, que a partir de 1955, fue el chileno Felipe Herrera quien desde los libros, la acción política y diplomática continuó esos proyectos disueltos con la caída de Perón ese año y el suicidio del brasileño Getulio Vargas en el año 1954, en el momento en que el imperialismo norteamericano se despliega en el continente. En sus memorias, escribe Herrera: “Hasta ese momento (finales de los años cincuenta) la política norteamericana frente a América Latina estaba fundada en tres objetivos globales y permanentes: prevenir cualquier alineamiento de algún país del hemisferio con una potencia rival; asegurar la presencia económica de los Estados Unidos en América Latina, y procurar el establecimiento de regímenes estables en Latinoamérica, lo que en muchos países se tradujo en la instalación de prolongadas dictaduras”.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue el resultado de los ingentes trabajos de Felipe Herrera en la búsqueda de la integración de nuestra región. Fue creado originalmente con la finalidad de financiar las grandes obras de infraestructura que nuestro continente reclamaba para la modernización de sus economías primarias y el intercambio en el seno de la región. Detrás de su construcción estaba el convencimiento de Herrera en las posibilidades de la Nación Latinoamericana. Decía en su discurso “Integración económica y reintegración política”, pronunciado en Salvador de Bahía, en agosto de 1962: “No es una entidad ficticia la nación latinoamericana. Subyace en la raíz de nuestros Estados modernos, persiste como fuerza vital y realidad profunda. Sobre su singular material indígena, diverso en sus formas y maneras pero similar en su esencia, lleva el sello de tres siglos de dominación ibera. Experiencia, instituciones, cultura e influencias afines la formaron desde México hasta el Estrecho de Magallanes. Así, unitaria en su espíritu y en su fuerza, se levantó para su independencia”.
La presión norteamericana y la deserción de gran parte de las burguesías latinoamericana a la causa de la independencia económica del continente fueron convirtiendo a la creación del doctor Felipe Herrera en un instrumento del imperialismo norteamericano. Las sucesivas direcciones, posteriores a las del fundador, resistieron, en el mejor de los casos, los designios yanquis, convirtiéndose en voceros de intereses que no eran respetados en las decisiones financieras de la entidad. Que la reunión de ministros de Economía de la Unasur hayan decidido rescatar esta institución hace evidente que la prédica de Felipe Herrera, colaborador del gobierno de Salvador Allende derrocado en 1973, no fue en vano. El ministro brasileño Guido Mantegna ha declarado: “El BID ha otorgado un financiamiento importante hacia América Latina, pero fue desvirtuado a lo largo del tiempo, y no es controlado por los países latinoamericanos. Debería ser el Fondo Monetario de los países latinoamericanos”.
No era otro el pensamiento y el deseo del chileno Felipe Herrera. A quince años de su muerte América del Sur se está reencontrando con este precursor, al que el predominio del Consenso de Washington sepultó en un injusto olvido.
Con la asunción de nuestros destinos, comenzamos también a asumir nuestro gran pasado y sus héroes.
Buenos Aires, 13 de agosto de 2011
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