Todos los argentinos de bien por la recuperación de las Islas Malvinas, junto a América Latina
En el conflicto por la soberanía de las Islas Malvinas, Argentina ha recibido el apoyo de todos los países latinoamericanos -además de China y los países árabes-, poniendo en guardia al pirata inglés, pues el conflicto dejó de ser bilateral y adquirió tintes regionales. Ya no es un sólo país, es el conjunto de la región -incluído Brasil y Chile- quienes reclaman la soberanía argentina sobre las islas.
El envío del destructor Dauntless al Atlántico Sur -al que se le agregaría el de un submarino de propulsión nuclear-, la prolongada estadía del Príncipe Guillermo en las Malvinas y considerar nuestra reclamo como “colonialista”, constituyen la nueva escalada de inaceptables provocaciones del imperialismo británico. Ante ellas, la Argentina vuelve a responder con su paciente apelación a los organismos internacionales para que se cumplan sus propias resoluciones y se pueda negociar, pacíficamente, la eliminación del enclave colonial.
La posición de Argentina, expresada en el discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner -que debe considerarse como parte de la construcción de la renovada estrategia diplomática que se afirma en el carácter latinoamericano del conflicto-, volcó el peso de la activa solidaridad de los gobiernos del subcontinente, sobre la decisión que deberá tomar las Naciones Unidas.
Nuestro país, cuya estrategia de defensa prescindió del rearme militar, adoptó, como política de defensa, la integración latinoamericana. “Una suerte de defensa conjunta de la región, porque (los británicos) vienen a depredar nuestros recursos naturales", sostuvo la Presidenta.
Argentina tiene la legítima potestad de responder, todavía, con una serie de medidas de carácter económico destinadas a robustecer nuestra posición y a afectar al usurpador en su flanco más sensible. La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte -CATT-, puso en marcha las mismas, decidiendo un boicot a los buques y aviones de bandera inglesa , de conveniencia o mentirosas, y obtuvo, en el mismo sentido, el apoyo de distintas centrales latinoamericanas. Esas medidas marcan también un camino para la negociación.
La campaña desmalvinizadora
La influencia cultural del imperialismo en nuestro país está intacta. Dice presente en las operaciones aplastantes de las editoriales de la canalla periodística agrupada en la gran prensa. Los plumíferos que defendieron sumisamente a la última dictadura cívico-militar, hoy golpean la posición argentina por “xenófoba” (Joaquín Morales Solá, La Nación, 05/02/2012), poniendo en duda si las Malvinas son nuestras (Luis Alberto Romero, La Nación, 14/02/2012) y suplicando que “por favor, dejemos en paz a esos isleños” (Silvina Walger, La Nación, 15/02/2012). Los mismos que sostuvieron que la gesta del 2 de abril tenía el único fin de prolongar el calvario de la dictadura cívico-militar oligárquica son los que hoy dicen que la causa Malvinas es una cortina de humo del gobierno nacional, popular y democrático, persiguiendo fines reelectorales. Estos mismos sedicentes intelectuales acaban de crear el “partido kelper” proponiendo, con gran auspicio de los medios coloniales, el reconocimiento de los pocos habitantes ingleses de las islas, un arrastrado y sumiso punto de vista que ni las Naciones Unidas consideran. Por eso hay que armarse de los mejores argumentos, no sólo para responder al usurpador, sino también para desarticular a la prensa colonizada y a los agentes ingleses disfrazados de hombres y mujeres ecuánimes. No hay ecuanimidad en cuestiones de la Patria.
Si el informe Rattenbach puede agregar datos sobre la incapacidad de la Junta Militar que dirigió el conflicto bélico contra las dos mayores potencias militares y económicas mundiales de la época –como las enfrentamos en la Vuelta de Obligado-, no podrá borrar de nuestra historia ni de la realidad, la Guerra de Malvinas, que es la que debe dar sustento ideológico a la estrategia diplomática argentina y nuevo impulso a la conciencia nacional y democrática del país.
La causa Malvinas reclama de la participación de todos los argentinos de bien
Si conviene a los intereses nacionales, el pueblo argentino debe respaldar toda negociación con el pirata inglés, sin olvidar que para defender la soberanía territorial, enfrentando a las grandes potencias, dueñas de los recursos de la presión económica, del favor de la prensa mundial, del más sofisticado sistema de espionaje y del terrorismo ideológico, hay que defender la soberanía política y económica, los salarios, las demandas obreras y la de los pequeños empresarios y las condiciones de vida de los sectores aún excluidos, presentando un frente férreamente nacional, popular y democrático.
Este año se cumplen 30 años de la Gesta de Malvinas. Junto con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner los argentinos, más allá de cualquier filiación política, debemos redoblar nuestro convencimiento acerca de la legítima soberanía sobre los territorios australes y nuestra exigencia de que el usurpador colonial, que, además, es una de las potencias con presencia permanente en todas las guerras imperialistas contra el mundo semicolonial, debe retirarse de las Islas Malvinas y terminar con uno de los últimos residuos del colonialismo del siglo XIX.
Buenos Aires, 22 de febrero de 2012
MESA NACIONAL de la CORRIENTE CAUSA POPULAR
Luis Gargiulo (Necochea), Eduardo González (Córdoba), Julio Fernández Baraibar (Cap. Fed.), Eduardo Fossati (Cap. Fed.), Laura Rubio (Cap. Fed.), Juan Osorio (GBA), Cacho Lezcano (GBA), Marta Gorsky (Gral. Roca), Ismael Daona (Tucumán), Alberto Silvestri (Esquina), Magdalena García Hernando (Cap. Fed.), Marcelo Faure (La Paz ER), Tuti Pereira (Santiago del Estero), Ricardo Franchini (Córdoba), Liliana Chourrout (GBA), Oscar Alvarado (Azul); Ricardo Vallejos (Cap. Fed.), Alfredo Cafferata (Mendoza), Juan Luis Gardes (Cipoletti), Omar Staltari (Bahía Blanca), Gabriel Claverí (Cnel. Dorrego), Rodolfo Pioli (Jujuy) y Horacio Cesarini (GBA).
Ateneo Arturo Jauretche - Jujuy
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