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28 de enero de 2013


El Bicentenario de nuestra primera Asamblea Constituyente
El 8 de octubre de 1812 la pequeña aldea que era Buenos Aires se despertó con alboroto. En la Plaza de la Victoria había tropas, entre las que sobresalían por sus uniformes y aspecto marcial los Granaderos a Caballo, recientemente creados por el coronel José de San Martín. En la Recova los artilleros habían montado dos obuses que apuntaban al Cabildo. Bernardo de Monteagudo y otros jóvenes miembros de la Sociedad Patriótica armaban barullo en la plaza y gritaban contra el Primer Triunvirato.

Dentro del Cabildo ya había varios representantes que, muy temprano en la madrugada, fueron despertados por mensajeros que los convocaban a reunión.

A las nueve de la mañana comenzaron las deliberaciones, mientras unos doscientos vecinos, desde la plaza, presionaban con sus gritos para que fuese nombrado un nuevo Triunvirato. Por la sesión, que duró todo el día, desfilaron los jefes militares. Los principales eran San Martín y Alvear. Pero también entraron Francisco Ortiz de Ocampo, coronel del Regimiento N° 2 de Infantería, su sargento mayor Román Fernández y el comandante de la artillería volante, Manuel Pinto, responsable de esos dos amenazantes obuses.

Ese alzamiento de civiles y militares patriotas será el origen del Segundo Triunvirato y la convocatoria a la Asamblea General Constituyente que iniciará sus sesiones el 31 de enero de 1813, hace 200 años.

Como muy bien señala el injustamente olvidado historiador A.J. Pérez Amuchástegui: “En esta oportunidad los porteños, sin embargo, apoyados por las tropas de la Capital y conducidos secretamente por la Logia Lautaro, retornaron al principio sostenido el 25 de mayo de 1810, referente a la consulta de los demás pueblos (…) La toma del poder por los triunviros quedó sujeta a condiciones que aseguraban la próxima reunión de los representantes de todas las provincias”.

La fórmula del juramento de los triunviros tuvo entonces un perfil distintivo: “¿Juran vuestras mercedes a Dios y a la Patria desempeñar fielmente y como Ciudadanos de honor la alta confianza con que los ha honrado el Pueblo libre de las Provincias Unidas del Río de la Plata bajo las condiciones que se han expresado y se contienene en el Bando de este excelentísimo Ayuntamiento?” No aparecía en el juramento ninguna fidelidad al rey cautivo, Fernando VII, o a cualquier forma de gobierno en su representación. Es el Pueblo libre de las Provincias Unidas el que los ha nombrado. Bernardino Rivadavia, el monje negro del primer Triunvirato fue arrestado y alejado de la ciudad por su actuación, justamente, en esos escasos dos años.

Manuel Belgrano y el Éxodo del pueblo jujeño en la interpretación del artista plástico tucumano Víctor Quiroga.


El triunfo de Manuel Belgrano en Tucumán, realizado en desobediencia a las órdenes emanadas de Buenos Aires que le conminaban a retirarse hasta Córdoba, había insuflado con renovados bríos el espíritu de independencia.

El espíritu negociador y derrotista que caracterizó al Primer Triunvirato, dominado por Rivadavia, es reemplazado por un espíritu de ruptura con España que será, parcialmente, concretado en la Asamblea del año XIII. La Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro se hicieron cargo del gobierno y reavivaron los gritos de Independencia de los chisperos del 25 de Mayo.
Como la política en todas las épocas, al igual que la física, aborrece el vacío, fue en el seno de la Logia donde se dio la disputa política central. Los dos militares que habían llegado en la George Canning, el año anterior, José de San Martín y Carlos María de Alvear, se convirtieron en cabeza de las dos fracciones que pugnaban por imponerse. Mientras el correntino expresaba la voluntad de una inmediata declaración de la independencia, el porteño se allanaba a los deseos de Inglaterra que, desde Río de Janeiro y a través de Lord Strangford, se oponía a esos intentos.

El 31 de enero de 1813, diecisiete representantes de trece ciudades se reunieron en el edificio que había pertenecido al Consulado -en el solar que hoy ocupa el Banco Provincia en la calle San Martín, llamada entonces de la Santísima Trinidad-. Ese mismo día, asumió el ejercicio de la soberanía y la representación de las Provincias Unidas del Río de la Plata, convirtiéndose en la única autoridad y delegó las funciones ejecutivas en el segundo Triunvirato, confirmando a sus miembros hasta que ella misma “tenga a bien disponer otra cosa”.

El espíritu de Moreno, Castelli, Monteagudo y los patriotas de Mayo volvió a encarnarse en las principales medidas republicanas tomadas por la Asamblea durante los primeros meses.

La esclavitud y la condición de los negros
El 2 de febrero la Asamblea declaró libres a los hijos de los esclavos nacidos en las Provincias Unidas a partir del 31 de enero de 1813.

Dos días después, publicó un decreto que establecía que “todos los esclavos de países extranjeros, que de cualquier modo se introduzcan desde este día en adelante” serán libres al pisar el territorio de las Provincias Unidas. Esta medida generó un conflicto con Brasil, ya que muchos esclavos se fugaban para obtener su libertad en las Provincias Unidas y, por presión de Lord Strangford, Carlos de Alvear acotó los alcances de la medida, exceptuando a los fugitivos y los que llegaban con extranjeros al país. En marzo del año siguiente la Asamblea determinó que serán libres los esclavos introducidos por vía de comercio o venta, y recién en el año 1818 se abolió definitivamente la esclavitud.

El 6 de marzo de 1813, pocos días después de la libertad de vientres, la Asamblea completó esta medida dictando un reglamento para “proteger a los negros nacidos en nuestro territorio” después del 31 de enero, asegurando su educación, manutención y trabajo hasta que cumpliesen veinte años.

Pueblos Indígenas
La Asamblea del año XIII confirmó el decreto de la Junta grande por el cual se derogaban, la encomienda, el yaconazgo y la mita, diferentes formas de trabajo servil que eran impuestos a los integrantes de los pueblos originarios. También “se reconoce a los indios de todas las provincias como hombres perfectamente libres e iguales en derechos a todos los demás ciudadanos que viven en ellas”. Este decreto fue traducido al guaraní, quichua y aymara.

La primer moneda nacional
El triunfo de Salta y la recuperación de Potosí y sus caudales dio nuevas alas a los asambleístas. El 13 de abril dispusieron que “bajo la misma ley y peso que ha tenido la moneda de oro y plata se abran y esculpan nuevos sellos”. Se acuñó entonces la primera moneda nacional. En el anverso la moneda ostentaba el sello de la Asamblea general, sin el sol y con la leyenda “Provincias Unidas del Río de la Plata”. En el reverso el sol ocupaba todo el centro y a su alrededor se inscribía la leyenda “En Unión y Libertad”.

La Igualdad
El 21 de mayo la Asamblea adoptó una resolución por la que se suprimían todos los títulos de nobleza en el territorio de las Provincias Unidas: condes, marqueses y barones. En agosto resolvió, además, la prohibición de establecer mayorazgos (institución que permitía mantener de forma indivisible un conjunto de bienes heredados por el hijo mayor). En la sesión del 26 de octubre dispuso la prohibición de exhibir “en las fachadas de las casas y demás parajes públicos, armas, jeroglíficos ni distinciones de nobleza”.

Tan presente estaba el legado de Moreno en la Asamblea que el 5 de marzo decretó el aumento a mil pesos en la escasa pensión que había sido otorgada a Guadalupe Cuenca, la viuda altoperuana del secretario de la Primera Junta.

La Inquisición y la Tortura
En el mes de marzo se declara extinguida la autoridad del tribunal de la inquisición, residente en Lima. Y un mes después “ordena la prohibición del detestable uso de los tormentos, adoptados por una tirana legislación para el esclarecimiento de la verdad e investigación de los crímenes”. Los instrumentos de tortura fueron destruídos en la Plaza Mayor.

El Escudo Nacional
Existen constancias documentales de que fue grabado por el cuzqueño Juan de Dios Rivera, inspirado en algunos sellos similares de la Revolución Francesa. Las manos entrelazadas expresan la unión de las Provincias Unidas, la pica vertical simboliza la fuerza y el gorro frigio la libertad. La laúrea o corona de laurel que rodea el óvalo celeste y blanco, representa la victoria, mientras el Sol incaico es una afirmación de lo americano y el nacimiento de una nueva Nación. Fue este escudo nuestro primer símbolo patrio, adoptado por una asamblea soberana y el primero de Hispanoamérica.

La Marcha Patriótica o Himno Nacional
El 11 de mayo la Asamblea resolvió adoptar como “Marcha Nacional” el himno patriótico que un año antes habían compuesto el criollo Vicente López y Planes y el español Blas Parera. La Asamblea encargó a los autores una actualización de aquella marcha. López y Planes incorporó hechos posteriores a aquella primera letra -las batallas de Salta y Tucumán, por ejemplo- y le agregó un tono de independencia nacional y de ruptura con España que, un año antes hubiera sido impensado bajo un Triunvirato que había ordenado a Belgrano ocultar la bandera que había creado.

El Himno Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata tuvo una extraordinaria difusión en todo el continente suramericano. Hay testimonios de viajeros de haberlo oído en los campamentos de Artigas en la Banda Oriental y hasta en la sabana venezolana durante la gesta bolivariana. Su letra completa, que la versión actual ha dejado en el olvido, deja bien a las claras la naturaleza continental del proyecto independentista, a la vez que entrega a la posteridad lo que luego será el nombre por el que somos conocidos en el mundo: argentinos.

La asamblea no se expidió formalmente sobre la bandera nacional. Pero en los hechos reemplazó la española por la azul y blanca y cuando crea el cargo de Director Supremo le asigna una banda con los colores patrios.

La Asamblea del Año XIII expresó, con sus claroscuros, un fortalecido renacer de la voluntad de independencia y soberanía, convirtió en leyes las aspiraciones más republicanas y radicales de la generación de Mayo, nos dotó de algunos de nuestros más preciados símbolos patrios. Sobre sus concepciones políticas San Martín partió hacia el Norte para no volver a Buenos Aires, sino cuando sus armas garantizaron la independencia. En su igualitarismo, republicanismo y voluntad de ser una nueva nación se inspiran sin duda los nuevos tiempos que recorren el continente.

Lamentablemente, al desconocer, en el mes de junio, el mandato de los delegados enviados desde la Banda Oriental agravó el pleito con los pueblos litoraleños y con su gran caudillo José Gervasio Artigas. La grieta de la desunión había comenzado su trabajo de zapa.

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