El Bicentenario de nuestra primera Asamblea Constituyente
El 8 de octubre de 1812 la pequeña
aldea que era Buenos Aires se despertó con alboroto. En la Plaza de
la Victoria había tropas, entre las que sobresalían por sus
uniformes y aspecto marcial los Granaderos a Caballo, recientemente
creados por el coronel José de San Martín. En la Recova los
artilleros habían montado dos obuses que apuntaban al Cabildo.
Bernardo de Monteagudo y otros jóvenes miembros de la Sociedad
Patriótica armaban barullo en la plaza y gritaban contra el Primer
Triunvirato.
Dentro del Cabildo ya había varios
representantes que, muy temprano en la madrugada, fueron despertados
por mensajeros que los convocaban a reunión.
A las nueve de la mañana comenzaron
las deliberaciones, mientras unos doscientos vecinos, desde la plaza,
presionaban con sus gritos para que fuese nombrado un nuevo
Triunvirato. Por la sesión, que duró todo el día, desfilaron los
jefes militares. Los principales eran San Martín y Alvear. Pero
también entraron Francisco Ortiz de Ocampo, coronel del Regimiento
N° 2 de Infantería, su sargento mayor Román Fernández y el
comandante de la artillería volante, Manuel Pinto, responsable de
esos dos amenazantes obuses.
Ese alzamiento de civiles y militares
patriotas será el origen del Segundo Triunvirato y la convocatoria a
la Asamblea General Constituyente que iniciará sus sesiones el 31 de
enero de 1813, hace 200 años.
Como muy bien señala el injustamente
olvidado historiador A.J. Pérez Amuchástegui: “En esta
oportunidad los porteños, sin embargo, apoyados por las tropas de la
Capital y conducidos secretamente por la Logia Lautaro, retornaron al
principio sostenido el 25 de mayo de 1810, referente a la consulta de
los demás pueblos (…) La toma del poder por los triunviros quedó
sujeta a condiciones que aseguraban la próxima reunión de los
representantes de todas las provincias”.
La fórmula del juramento de los
triunviros tuvo entonces un perfil distintivo: “¿Juran vuestras
mercedes a Dios y a la Patria desempeñar fielmente y como Ciudadanos
de honor la alta confianza con que los ha honrado el Pueblo libre de
las Provincias Unidas del Río de la Plata bajo las condiciones que
se han expresado y se contienene en el Bando de este excelentísimo
Ayuntamiento?” No aparecía en el juramento ninguna fidelidad
al rey cautivo, Fernando VII, o a cualquier forma de gobierno en su
representación. Es el Pueblo libre de las Provincias Unidas el que
los ha nombrado. Bernardino Rivadavia, el monje negro del primer
Triunvirato fue arrestado y alejado de la ciudad por su actuación,
justamente, en esos escasos dos años.
Manuel Belgrano y el Éxodo del pueblo jujeño en la interpretación del artista plástico tucumano Víctor Quiroga.
El triunfo de Manuel Belgrano en
Tucumán, realizado en desobediencia a las órdenes emanadas de
Buenos Aires que le conminaban a retirarse hasta Córdoba, había
insuflado con renovados bríos el espíritu de independencia.
El espíritu negociador y derrotista
que caracterizó al Primer Triunvirato, dominado por Rivadavia, es
reemplazado por un espíritu de ruptura con España que será,
parcialmente, concretado en la Asamblea del año XIII. La Sociedad
Patriótica y la Logia Lautaro se hicieron cargo del gobierno y
reavivaron los gritos de Independencia de los chisperos del 25 de
Mayo.
Como la política en todas las épocas,
al igual que la física, aborrece el vacío, fue en el seno de la
Logia donde se dio la disputa política central. Los dos militares
que habían llegado en la George Canning, el año anterior,
José de San Martín y Carlos María de Alvear, se convirtieron en
cabeza de las dos fracciones que pugnaban por imponerse. Mientras el
correntino expresaba la voluntad de una inmediata declaración de la
independencia, el porteño se allanaba a los deseos de Inglaterra
que, desde Río de Janeiro y a través de Lord Strangford, se oponía
a esos intentos.
El 31 de enero de 1813, diecisiete
representantes de trece ciudades se reunieron en el edificio que
había pertenecido al Consulado -en el solar que hoy ocupa el Banco
Provincia en la calle San Martín, llamada entonces de la Santísima
Trinidad-. Ese mismo día, asumió el ejercicio de la soberanía y la
representación de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
convirtiéndose en la única autoridad y delegó las funciones
ejecutivas en el segundo Triunvirato, confirmando a sus miembros
hasta que ella misma “tenga
a bien disponer otra cosa”.
El
espíritu de Moreno, Castelli, Monteagudo y los patriotas de Mayo
volvió a encarnarse en las principales medidas republicanas tomadas
por la Asamblea durante los primeros meses.
La esclavitud y la condición de los
negros
El 2 de febrero la Asamblea declaró libres a los hijos de los esclavos nacidos en las Provincias Unidas
a partir del 31 de enero de 1813.
Dos días después, publicó un decreto
que establecía que “todos los esclavos de países extranjeros,
que de cualquier modo se introduzcan desde este día en adelante”
serán libres al pisar el territorio de las Provincias Unidas. Esta
medida generó un conflicto con Brasil, ya que muchos esclavos se
fugaban para obtener su libertad en las Provincias Unidas y, por
presión de Lord Strangford, Carlos de Alvear acotó los alcances de
la medida, exceptuando a los fugitivos y los que llegaban con
extranjeros al país. En marzo del año siguiente la Asamblea
determinó que serán libres los esclavos introducidos por vía de
comercio o venta, y recién en el año 1818 se abolió
definitivamente la esclavitud.
El 6 de marzo de 1813, pocos días
después de la libertad de vientres, la Asamblea completó esta medida
dictando un reglamento para “proteger a los negros nacidos en
nuestro territorio” después del 31 de enero, asegurando su
educación, manutención y trabajo hasta que cumpliesen veinte años.
Pueblos Indígenas
La Asamblea del año XIII confirmó el
decreto de la Junta grande por el cual se derogaban, la encomienda, el
yaconazgo y la mita, diferentes formas de trabajo servil que eran
impuestos a los integrantes de los pueblos originarios. También “se
reconoce a los indios de todas las provincias como hombres
perfectamente libres e iguales en derechos a todos los demás
ciudadanos que viven en ellas”. Este decreto fue traducido al
guaraní, quichua y aymara.
La primer moneda nacional
El triunfo de Salta y la recuperación
de Potosí y sus caudales dio nuevas alas a los asambleístas. El 13
de abril dispusieron que “bajo la misma ley y peso que ha tenido la
moneda de oro y plata se abran y esculpan nuevos sellos”. Se
acuñó entonces la primera moneda nacional. En el anverso la moneda
ostentaba el sello de la Asamblea general, sin el sol y con la
leyenda “Provincias Unidas del Río de la Plata”. En el
reverso el sol ocupaba todo el centro y a su alrededor se inscribía la leyenda “En Unión y Libertad”.
La Igualdad
El 21 de mayo la Asamblea adoptó una
resolución por la que se suprimían todos los títulos de nobleza en
el territorio de las Provincias Unidas: condes, marqueses y barones.
En agosto resolvió, además, la prohibición de establecer mayorazgos
(institución que permitía mantener de forma indivisible un conjunto
de bienes heredados por el hijo mayor). En la sesión del 26 de
octubre dispuso la prohibición de exhibir “en las fachadas de
las casas y demás parajes públicos, armas, jeroglíficos ni
distinciones de nobleza”.
Tan presente estaba el legado de Moreno en la Asamblea que el 5 de
marzo decretó el aumento a mil pesos en la escasa pensión que había
sido otorgada a Guadalupe Cuenca, la viuda altoperuana del secretario
de la Primera Junta.
La Inquisición y la Tortura
En
el mes de marzo se declara extinguida la autoridad del tribunal de la
inquisición, residente en Lima. Y un mes después
“ordena la prohibición del detestable uso de los tormentos,
adoptados por una tirana legislación para el esclarecimiento de la
verdad e investigación de los crímenes”. Los instrumentos de
tortura fueron destruídos en la Plaza Mayor.
El Escudo Nacional
Existen
constancias documentales de que fue grabado por el cuzqueño Juan de
Dios Rivera, inspirado en algunos sellos similares de la Revolución
Francesa. Las manos entrelazadas expresan la unión de las
Provincias Unidas, la pica vertical simboliza la fuerza y el gorro
frigio la libertad. La laúrea
o corona de laurel que rodea el óvalo celeste y blanco, representa
la victoria, mientras el Sol incaico es una afirmación de lo
americano y el nacimiento de una nueva Nación. Fue este escudo
nuestro primer símbolo patrio, adoptado por una asamblea soberana y
el primero de Hispanoamérica.
La Marcha Patriótica o Himno
Nacional
El 11 de mayo la Asamblea resolvió adoptar como “Marcha Nacional” el himno patriótico que un
año antes habían compuesto el criollo Vicente López y Planes y el
español Blas Parera. La Asamblea encargó a los autores una
actualización de aquella marcha. López y Planes incorporó hechos posteriores a aquella primera letra -las batallas de Salta y Tucumán,
por ejemplo- y le agregó un tono de independencia nacional y de
ruptura con España que,
un año antes hubiera sido impensado bajo un Triunvirato que había
ordenado a Belgrano ocultar la bandera que había creado.
El
Himno Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata tuvo una
extraordinaria difusión en todo el continente suramericano. Hay
testimonios de viajeros de haberlo oído en los campamentos de
Artigas en la Banda Oriental y hasta en la sabana venezolana durante
la gesta bolivariana. Su letra completa, que la versión actual ha
dejado en el olvido, deja bien a las claras la naturaleza continental
del proyecto independentista, a la vez que entrega a la posteridad lo
que luego será el nombre por el que somos conocidos en el mundo:
argentinos.
La
asamblea no se expidió formalmente sobre la bandera nacional. Pero
en los hechos reemplazó la española por la azul y blanca y cuando
crea el cargo de Director Supremo le asigna una banda con los colores
patrios.
La Asamblea del Año XIII expresó, con
sus claroscuros, un fortalecido renacer de la voluntad de
independencia y soberanía, convirtió en leyes las aspiraciones más
republicanas y radicales de la generación de Mayo, nos dotó de
algunos de nuestros más preciados símbolos patrios. Sobre sus
concepciones políticas San Martín partió hacia el Norte para no
volver a Buenos Aires, sino cuando sus armas garantizaron la
independencia. En su igualitarismo, republicanismo y voluntad de ser
una nueva nación se inspiran sin duda los nuevos tiempos que
recorren el continente.
Lamentablemente, al desconocer, en el
mes de junio, el mandato de los delegados enviados desde la Banda
Oriental agravó el pleito con los pueblos litoraleños y con su gran
caudillo José Gervasio Artigas. La grieta de la desunión había
comenzado su trabajo de zapa.
Buen artículo
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