Seminario
de Historia Política Argentina. Clase
del 7 de diciembre de 2012.
Tema:
La Revolución Peruana. Goulart y el golpe militar en Brasil. El
retorno de Perón. La doctrina de seguridad nacional y los golpes
militares en América Latina. La Guerra Fría. Implicancias de la
Guerra Fría en América Latina.
A
medida que ha ido transcurriendo este seminario de Historia Política
Argentina, los hechos que narramos se acercan cada vez más a
nosotros y, en alguna medida, la historia empieza a mezclarse de una
manera nítida, evidente, con la política. Cuanto más cerca de
nosotros están los hechos históricos que analizamos y comentamos,
más se empapan de política. Por eso es que se ha dicho que la
historia es la política del pasado y la política es historia del
presente, la historia que estamos viviendo.
Este
período, que la inmensa mayoría de quienes estamos en esta sala de
alguna manera vivimos, aunque más no sea periodísticamente, por la
lectura de los diarios, ha sido particularmente interesante, rico y
trágico, tanto para la Argentina como para América Latina y, en
particular, Suramérica.
El
golpe militar del Brasil de 1964
En
primer lugar vamos a referirnos al golpe militar que tiene lugar en
Brasil en el año 1964. Ustedes saben que el Brasil moderno que hoy conocemos es el resultado de la obra política de un
gran dirigente, el gaúcho Getulio Vargas.
Getulio
Vargas fue quien forjó el Brasil moderno que entra lenta
y dificultosamente en la edad industrial, a partir de lo que se
conoce en su historia como la República Vieja, a
Republica Velha. Esta fue la continuación del Imperio que se
caracterizó por un exacerbado federalismo, una presencia muy fuerte
y decisiva de los estados agroexportadores que se alternaban de
manera acordada en el ejercicio de la presidencia de la República.
Esta República Velha fue llamada la República de los
Coroneles, porque los viejos coroneles de las luchas civiles del
siglo XIX, se habían ido convirtiendo, montados en un sistema
clientelístico, en gobernadores de los estados brasileños y
ejercían un poder omnímodo en cada uno de ellos. Todo ese andamiaje
republicano reposaba en un sistema basado en la exportación de café,
de cacao y algunos otros productos agropecuarios, a punto tal que
también se la llamó República Café con Leche, debido a la
preeminencia de San Pablo (productor de café) y de Minas Gerais
(productor de ganado vacuno y, por ende, leche). Las oligarquías
estaduales asociadas a las burguesías importadoras y exportadoras de
los puertos, sobre todo del de Río de Janeiro, constituían las
clases dominantes de aquella república que existió entre el 16 de
noviembre de 1889 -cuando Pedro II se embarcó a Europa- y el 24 de
octubre de 1930 – cuando asumió la junta militar que depuso al
presidente Washington Luis-.
Esta
Revolución del 30, que llevó a Getulio Vargas al poder, pese a la
coincidencia de nombre y de fecha, tuvo características
completamente distintas a las del golpe de Estado del 30 de
septiembre de 1930, en nuestro país. En la República Argentina, al
voltear al presidente popular Hipólito Yrigoyen, se pretendieron
restaurar las condiciones políticas de hegemonía de la oligarquía
agroexportadora -sobre todo pampeana- sobre el conjunto del país,
arrancando de cuajo todos los rasgos democratizadores que imprimieron
los gobiernos yrigoyenistas. Se reintronizaron los símbolos, las
maneras y la iconografía de la vieja república oligárquica
anterior a 1916.
El golpe del 30 en Brasil tuvo un contenido político
radicalmente distinto. Expresó, por el contrario, el surgimiento de
nuevos sectores económicos que pretendían romper, justamente, el
federalismo disgregante de la vieja república brasileña, crear un
estado nacional más centralizado y en condiciones de imponer
criterios económicos sobre cada uno de los estados y los distintos
sectores productivos del país. Tan es así que la primera medida que tomó Getulio Vargas en el gobierno es la quema en acto público de
los escudos y las banderas estaduales. Destruyó así toda la
simbología de la República Vieja y, sobre la base del ejército y
de una burocracia estatal muy fuerte, logró crear el estado brasileño
moderno.
Todo
esto viene a cuento para entender lo que ocurrió en 1964. Getulio
Vargas, en sus gobiernos, tuvo la oposición muy tenaz de toda esa
oligarquía agraria terrateniente y los sectores ligados a la
economía agroexportadora. Tuvo un conato de revolución, en el
Estado de San Pablo, conducido por los llamados
“constitucionalistas”, que pretendían restablecer los viejos
privilegios de los estados brasileños. Terminada la Segunda
Guerra Mundial, fue obligado a renunciar en 1945 por un movimiento
militar. No obstante logró mantener su influencia y nombrar
presidente a un ex ministro de Guerra, el general Eurico Gaspar
Dutra, que expresaba, de alguna manera, a un Getulio podado de sus
arborescencias más transformadoras. Volvió a ganar las siguientes elecciones
presidenciales.
El
suicidio de Getulio
Esta
segunda -en realidad, tercera si se cuenta el período del Estado
Novo- presidencia termina con un intento de golpe de Estado liderado
por los sectores exportadores, por el gran capital imperialista y el
viejo Brasil latifundista, que culmina con el suicidio del propio
Getulio Vargas, el 24 de agosto de 1954. El alma mater del golpe era
el periodista Carlos Lacerda, quien desde Tribuna da Imprensa
realizó una contumaz campaña de oposición, de injurias y ataques
personales a Getulio. Ante la inevitabilidad del golpe de estado
militar, Getulio Vargas escribió un testamento, se encerró en su
dormitorio y se pegó un tiro en el corazón. Si viajan a Río les
recomiendo una visita al Palacio do Catete, la vieja residencia
presidencial, donde vivía y trabajaba el presidente Vargas. Allí
está el dormitorio, en las mismas condiciones de aquella noche
fatal, iluminado con una luz muy tenue, y, sobre la cama, el pijamas
que usaba Getulio con el agujero ensangrentado a la altura del
corazón. Algo sobrecogedor.
Fue
con Getulio con quien Juan Domingo Perón trató de establecer aquel
famoso Nuevo ABC, propuesta que no logró formalizarse por la
oposición férrea de los sectores más concentrados de la economía
brasileña y por la aparición, dentro del estado brasileño, de un
organismo con un poder casi superior al de ese
propio estado: el Palacio de Itamaraty, residencia del
ministerio de Relaciones Exteriores. El Imperio -y lo heredó la
República Vieja- había creado una gran estructura burocrática
diplomática, con un pensamiento y una concepción propias, que llegó
a convertirse en un poder dentro del Brasil.
Hay
dos personas que en este momento, en la caída y suicidio de Getulio,
tenían una participación muy especial: uno es Tancredo Neves. Es la
última persona que lo vio a Getulio con vida. Estaba en el cuarto de
al lado, conversando con el presidente Vargas, cuando éste se
levantó, se fue a su cuarto, cerró y se oyó un disparo. Tancredo Neves fue, años después, en 1985, el primer presidente electo después de la dictadura militar y que murió antes de la asunción al cargo, lo que convirtió en presidente a su vice Jose Sarney.
Y
la otra persona que tuvo un importantísimo papel en este período fue el hombre a quien Getulio había nombrado para negociar y
conversar con Juan Domingo Perón, el también gaúcho João
Goulart, conocido en la historia como “Jango”, su sobrenombre
familiar.
Goulart,
era el vicepresidente de Janio Quadros, en 1961. Es importante aclarar
que el vicepresidente se elegía, en ese entonces en Brasil, por
votación popular. Goulart se había presentado como vicepresidente
por el partido cuyo candidato a presidente salió segundo. Pero él
obtuvo más votos que el candidato del partido cuyo candidato
presidencial fue electo. De manera que presidente y vicepresidente
pertenecían a dos partidos distintos. Janio Quadros renunció,
entonces, en un intento de que su renuncia le fuese rechazada y
obtener así más poder, pero la misma le fue aceptada y debió retirarse. Asumió entonces João Goulart como representante del
Partido Travalhista, creado por Getulio. Y dentro de ese
amplio movimiento, expresaba al ala más radical de ese partido.
Los
altos mandos militares, que ya en ese momento estaban fuertemente
colonizados por la Doctrina de Seguridad Nacional, por la alineación
con EE.UU. en la Guerra Fría, comenzaron una resistencia muy grande
al nuevo presidente. Y con esos artilugios parlamentarios en que los
políticos brasileños son muy hábiles, el Partido Travalhista,
a efectos de sostenerse en el poder, negoció una reforma
constitucional para crear la figura de un primer ministro. Y ese
primer ministro que el parlamento le pone a Jango fue Tancredo Neves.
Los
militares al poder
Este
período se caracterizó por una serie de tires y aflojes entre el
poder político y el militar. Goulart era cuñado de otro gran
dirigente del travalhismo brasileño, que llegó casi hasta
nuestros días, Lionel Brizola. Jango Goulart y Lionel
Brizola se convirtieron en las figuras más populares de la política
del Brasil, que trataban de sobrevivir bajo esa enorme presión que
ponían el ejército y la embajada de los EE.UU., sobre las políticas
de corte populista que el presidente llevaba adelante.
Inevitablemente, y con la participación de la Iglesia Católica, en
1964 se produjo el golpe militar que derrocó a João Goulart y lo
envió al exilio, junto con Lionel Brizola y la inmensa mayoría de
dirigentes del Partido Travalhista.
Los
militares prohibieron todos los partidos pero no disolvieron el
parlamento. Contrariamente a lo que ha sido la mecánica y la forma
de los regímenes dictatoriales en América Latina, el régimen
dictatorial del Brasil trató de mantener una cierta estructura
burocrático-administrativa no centrada en la figura de un dictador,
por así decir. En su lugar, estructuró una serie de acuerdos con un
parlamento que le era favorable. Creó dos partidos políticos, el
oficialismo y la oposición. El primero bajo la sigla de ARENA y el
segundo bajo la sigla de MDB. De alguna manera, el único espacio
posible dentro del cual hacer política era el del MDB, donde se
metió todo el mundo que quedaba fuera del oficialismo.
Esta
dictadura, si bien, como he dicho, estaba fuertemente influida por la
embajada norteamericana, participaba con tambores y redoblantes del
espíritu anticomunista de la Guerra Fría -voltearon a Goulart con
el argumento de que éste quería convertir al Brasil en una nueva
China, en una campaña de corte brutalmente anticomunista-, tuvo, a
su vez, un matiz diferenciador muy importante con respecto a los
regímenes militares que aparecieron durante este período en América
Latina.
Pese al carácter reaccionario y proimperialista de este
gobierno brasileño, tuvo una línea de pensamiento económico de
naturaleza desarrollista industrialista. Contrariamente a lo que
ocurrió con la llamada Revolución Libertadora en Argentina en 1955,
con la Revolución Argentina de Onganía en 1966 o con el Proceso de
1976, cuyo pensamiento económico fue siempre retrotraer al país a
las condiciones de 1930, condiciones ya agotadas para esa fecha, la
dictadura brasileña tuvo una política económica de carácter
desarrollista industrialista. Si por un lado se diferenciaba de
Goulart y del travalhismo por no ceder a las presiones
sindicales y por fortalecer el sistema de la gran propiedad
latifundista en los estados más atrasados -el Nordeste-, tuvo a su
vez una política de fomento y crecimiento industrial, sobre todo en
el estado de San Pablo, con la participación muy activa del capital
extranjero. Yo viví en Suecia durante siete años y, entonces, era
muy popular un chiste que decía que la tercera ciudad industrial de
Suecia era San Pablo, tal era la cantidad de capital industrial sueco
invertido en esa ciudad.
Esto
fue, entonces, una característica esencial del golpe militar de 1964
en el Brasil que lo diferenció de otros golpes militares,
ideológicamente parecidos, en el resto de América Latina. Y esto
tendrá consecuencias posteriores muy distintas a las que hubo en
otros países de la región.
Ese
golpe tuvo un cerebro político de alto refinamiento intelectual. El
ejército brasileño era un ejército muy formado profesionalmente. Era y es un ejército con un pensamiento estratégico muy
sólido y que generó oficiales que llegaron a ser grandes
pensadores geopolíticos, grandes pensadores estratégicos. Y esto
más allá del interés que defendieran. Se trata de individuos de una
alta formación académica, de un gran conocimiento histórico,
científico y tecnológico, que han pensado desde el Brasil el papel
de su país y el modo en que Brasil debe jugar ese papel que ellos
consideran tiene asignado.
El
más importante ideólogo del golpe militar fue Gobery do Couto e
Silva, también de Río Grande del Sur. Couto e Silva fue quien
estableció, en primer lugar, esta ideología anticomunista,
pronorteamericana, desarrollista e industrialista. Y en segundo
lugar, fue el que concibió el sistema político que rigió durante
todo el período. No se olviden ustedes que la dictadura militar
brasileña duró desde 1964 hasta 1985. Veintiún años duró esta
dictadura de carácter muy particular, ya que tenía un sistema
parlamentario, donde había elecciones periódicas, se renovaba el
congreso nacional, pero con un control de las FF.AA que impidiera
cualquier desborde plebeyo. Gobery
do Couto e Silva fue el arquitecto de esta estructura de ARENA y MDB.
No
obstante seguían teniendo un gran enemigo: el Partido Travalhista,
el legado de Getulio, con Lionel Brizola y João Goulart. ¿Qué
hizo, entonces, este general? Tenían un partido oficialista y un
partido opositor, pero había matices en la realidad política que escapaban a ese simplificado esquema. El populismo,
los sectores nacionales y populares brasileños no estaban representados en ninguno de estos dos bloques. Creó, entonces, aunque
les parezca mentira lo que les voy a decir, el Partido de los
Trabajadores, el PT. Sobre la base del crecimiento industrial de San
Pablo y la aparición de elementos obreros de nuevo cuño, de nuevo
origen, sin experiencia anterior, influidos de manera importante por
grupos trotskistas, Couto e Silva -que de tonto, como ven, no tenía
un pelo- se propuso ayudar a que este nuevo movimiento sindical
paulista, nuevo y distinto a lo anterior, con escasa relación con Getulio, con Goulart, con Brizola, a los que ni siquiera conocen, y cuando los conocern están en contra ya que los califican de
burgueses. Reconociendo al PT, pensó Gobery do Couto e Silva,vamos a lograr extirpar -y en cierta
medida lo lograron- la herencia y continuidad del viejo Partido
Travalhista.
Digo
que en cierta medida lo lograron porque es evidente, para quien mire
la política brasileña de hoy, el eclipse sufrido por el travalhismo,
después de la muerte de Lionel Brizola. En realidad, el PT reemplazó
al Partido Travalhista y logró ganar la presidencia de la
república.
Ahora
bien, al ganar la presidencia y hacerse cargo de esa gigantesca nave
del estado que es Brasil, el Partido Travalhista se reencarnó,
en lo que hace a las respuestas que
tiene que dar a la sociedad, en ese PT que tenía originariamente una
característica de partido de clase, de partido solamente de los
trabajadores. El travalhismo, de alguna manera, se mete en el
PT de Lula, sobre todo a partir de su triunfo electoral cuando tiene que
dar respuestas a los problemas del Brasil. Tan es así, ya para
terminar, que la actual presidenta Dilma Roussef no viene de esos
viejos grupos trotskistas que habían fundado el PT, sino que viene
de un grupo guerrillero influido por el travalhismo, que entran
en el PT. O sea que el origen político último de Dilma es aquel movimiento
fundado por Getulio Vargas, aún cuando el mismo esté oculto y tergisversado en la izquierdista historiografía petista.
Esta
dictadura militar tuvo un punto de contacto con la política
argentina que, como recordarán los más veteranos, adquirió una significación muy
especial. Ese mismo año de 1964, en diciembre, el gobierno
sedicentemente democrático de Arturo Umberto Illia le pidió a la
dictadura militar brasileña que acababa de derrocar a un gobierno
constitucional que impidiera la continuación del viaje de Juan
Domingo Perón a la Argentina. El vuelo que lo traía de Madrid había hecho una escala en el aeropuerto del Galeão, en Río de Janeiro. El tan
respetado anciano Illia le solicitó al presidente militar de facto
del Brasil que no le permitiera continuar su vuelo a Buenos Aires y
lo devolviera de inmediato al aeropuerto de origen. Pedido que la
dictadura militar brasileña cumplió meticulosamente. Perón fue
reembarcado después de pasar 24 horas en el Galeão en condiciones
de detenido político.
La
otra vinculación de esta dictadura con la Argentina fue que bajo su
sombra y la de distintos gobiernos militares argentinos, se tensaron
al máximo las relaciones políticas y, fundamentalmente, militares
entre Argentina y Brasil. Se creó en ambas FF.AA. la guerra entre
los dos países como principal hipótesis de conflicto. Esos años
estuvieron impregnados de esa tensión. Nuestros militares más
nacionalistas vivían desvelados por la idea de una invasión
relámpago por parte del Brasil. Se decidió que la provincia de
Formosa no tuviera ningún tipo de desarrollo o crecimiento
económico, que quedara congelada en el tiempo, para crear una
especie de desierto, una suerte de nueva zanja de Alsina, por así
decir, de distancia y defensa ante el peligro inminente de una
invasión.
La
Revolución Peruana
En
la misma época se produce un hecho de características totalmente
distintas en otro país de gran peso en este continente que fue la
Revolución Peruana de 1968.
El
país había vivido una serie de intentos guerrilleros de distinta
naturaleza. Uno como el de Luis de la Puente Uceda, influenciado por
el pensamiento de Víctor Haya de la Torre, por el APRA. De la Puente
Uceda había sido un discípulo personal de Haya y presidente de las
juventudes del APRA y se levantó en armas y organiza un movimiento
guerrillero. Por otro lado, se organizó otro intento guerrillero
influido básicamente por el trotskismo argentino de Nahuel Moreno.
Hugo Blanco, un joven peruano que había estudiado en la Universidad
de La Plata y que entró en contacto con el grupo de Nahuel Moreno,
volvió al Perú y se convirtió en un importante dirigente sindical
campesino en su tierra de origen. Ese movimiento sindical intentó un
levantamiento armado campesino guerrillero. Ambos movimientos
fracasaron militar y políticamente. De todo ese proceso surgió un
ejército que en 1968 derrocó al presidente Belaunde Terry e inició un proceso político y social absolutamente novedoso, progresista y
socializante en el Perú. Ese proceso se caracterizó, básicamente,
por algo que al decirlo hoy cuesta creerlo. La principal medida
revolucionaria que tomó el presidente Velazco Alvarado fue la
abolición del pongo, de la mita y el yanaconazgo que, en 1968,
todavía estaban vigentes en el Perú. En ese país, después de que
el hombre llegara a la luna, todavía estaba en vigencia la
servidumbre personal: hombres y mujeres que nacían, vivían y morían
en servidumbre, al servicio de los dueños de la tierra donde habían
nacido. Ni más ni menos que esa inhumana rémora del pasado colonial
logró cambiar el ejército de Velazco Alvarado, a partir de 1968.
Esa
revolución tuvo una gran influencia en el espíritu colectivo de la
época. Tuvo intelectuales muy destacados, como Carlos Delgado,
creador y responsable del SINAMOS. Los militares peruanos tenían una
enorme sospecha sobre la capacidad de los partidos políticos para
movilizar al pueblo. Intentaron, entonces, crear mecanismos de
participación en las decisiones políticas del estado y de
movilización popular, evitando la creación de partidos políticos.
Una de ellas fue el SINAMOS que tenía que ver con la reforma agraria
que llevaba adelante la revolución. La revolución peruana tomó
importantes medidas agrarias de redistribución de la tierra e
influyó sobre muchos jóvenes militares de la época. Le he
escuchado decir a Hugo Chávez que él, como joven cadete, estaba
influido y leía materiales políticos que producía la revolución
peruana.
Ese
proceso tenía su base política esencialmente en el ejército. La
única estructura que brindaba sostén y apoyo para dirigir el estado
era el ejército. Cuando los EE.UU. y las clases propietarias del
Perú lograron modificar la relación de fuerzas en el seno del
ejército, la revolución peruana continuó con su carácter militar,
pero modificó radicalmente el contenido de sus políticas con la
asunción como presidente del general Bermúdez Morales que se
convirtió en un dictador pronorteamericano.
La
Guerra Fría
¿Que
ocurrió? A mi modo de ver, una de las grandes desgracias que vivió
nuestro continente durante este período -desde los '50 hasta casi el
fin del siglo XX- fue la Guerra Fría.
La
Guerra Fría ahogó, empapó, tiñó la mayoría de los esfuerzos
nacionalistas, democráticos, liberadores que se generaron en el
continente. Esa división ideológica del mundo, en realidad, más
que confrontar dos modos de producción económicos, lo que
confrontaba era dos poderes hegemónicos mundiales. El modo de
producción, las características económicas de sus sociedades eran un justificativo ideológico de este enfrentamiento puramente
hegemónico. Esto tiñó toda la política latinoamericana de esos
años, no dejando resquicio para lo que Perón llamó “Tercera
Posición”, un tercerismo que fuese equidistante, aunque
simultáneamente usase las fuerzas de ambos, de la Unión Soviética
y de los Estados Unidos. La expresión popular, a mi modo de ver mal
acuñada, de “ni yanquis ni marxistas” opone dos cosas de
distinto tipo. Una es el sobrenombre de una nacionalidad, mientras la
otra es un sistema de pensamiento, un método de análisis, una
manera de ver las cosas. Son dos entidades de distinta naturaleza, de
distinto carácter. Pero, en fin, así se dieron las cosas.
La
revolución cubana, como explicó Víctor Ramos, quedó aislada por
el carácter justamente insular de Cuba y el cerco ideológico que le
tiende la Guerra Fría que la obliga al mecanismo extremo al que debe
apelar para no ser nuevamente invadida por los norteamericanos:
asociarse sin beneficio de inventario a la URSS. Agreguemos la
calificación de comunista a todo movimiento y a toda política que
intentase caminos de liberación nacional, desarrollo autónomo de
las fuerzas productivas. Todo esto tiñó por completo la época
ahogando en sangre estos intentos liberadores.
La
propia Revolución Peruana se impregna también de una fuerte
influencia soviética. El mundo era así. Si uno no le podía comprar
aviones a los EE.UU. no tenía más remedio que comprarle aviones a
la URSS. Si uno no le compraba fusiles a los yanquis se los tenía
que comprar a los rusos. El Perú de la revolución queda, de alguna
manera, vinculado a la provisión de armas de parte de la URSS y,
entonces, todos los esfuerzos terceristas en el continente son
ahogados en la Guerra Fría, con el objetivo de la lucha contra el
comunismo.
Eso
es lo que EE.UU. llamó Doctrina de la Seguridad Nacional y convirtió
en amenaza a ésta a todos aquellos gobiernos los que, aun intentando una
política tercerista, de nacionalismo democrático popular autónomo,
caían bajo la influencia o se veían obligados a solicitar
ayuda de la Unión Soviética, porque sin ella quedbaa ahogada por los
EE.UU. toda posibilidad de liberación nacional. Esta doctrina fue la
que, en última instancia, llenó de ideología los golpes militares
que sobrevinieron en el continente a partir de la década del '70.
Después
del golpe brasileño comenzó una serie de golpes militares en toda
América Latina que estuviern definidos por la lucha contra el
comunismo. La única expresión ideológica que estos golpes ofrecían
para explicar sus objetivos era evitar que el país cayese en manos del
comunismo. Y comunismo era todo conato liberador nacionalista popular
con pretensiones de autonomía política y económica.
Esto
fue lo que dio carácter los movimientos guerrilleros que aparecieron
en el continente y los condenó a una brutal y sangrienta derrota.
La
Revolución Cubana y los movimientos guerrilleros en AL
La
Revolución Cubana fue un hecho que cambió por completo la situación
política de todo el continente, por muchas razones. En primer lugar,
Cuba siempre tuvo un papel muy importante a lo largo de toda la
historia colonial e independiente de América Latina. De Cuba salió
la expedición de Hernán Cortés. Cuba era la retaguardia
estratégica de la expedición de Cortés para conquistar México.
Cuba era el centro de distribución de todo el comercio ultramarino
de España con las colonias. Cuba fue la última colonia española en
el continente. No se olviden que la bandera española flameó en Cuba
hasta fines del siglo XIX, 85 años después del 25 de mayo de 1810.
Por otro lado, tiene una localización estratégica en eso que, desde
fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, se convirtió en el
Mediterráneo de los EE.UU. El Mar Caribe es a los EE.UU. lo que el
Mediterráneo fue para Roma, el Mare Nostrum. Y Cuba es el centro, la
llave del Mar Caribe. Y en la Guerra de Independencia de Cuba se jugó
tanto la libertad de un pueblo hispanoamericano de un poder colonial,
como una disputa interimperialista entre ese viejo poder colonial
agónico y la nueva potencia imperial que despertaba al siglo XX y
la influencia que los EE.UU. pudiesen tener sobre ese hinterland
natural que son Centro y Suramérica. Cuba concentra todas estas
particularidades. Un viejo chiste decía que Cuba y Argentina son
importantes porque a cualquier parte que uno vaya tiene que pasar por
Cuba y, en cambio, a cualquier parte que uno vaya no tiene que pasar
por Argentina.
La
Revolución Cubana fue singular. Allí había una especie de virrey
norteamericano, Fulgencio Batista, que había convertido a la isla en
una estrella más de la bandera yanqui, sin ninguno de los beneficios
que tiene ser un estado norteamericano. Cuba era el territorio sobre
el cual la mafia norteamericana, con sus garitos, sus casinos, sus
prostíbulos. Toda la estructura cubana estaba basada en la
monoproducción de azúcar y la explotación del turismo, con la
ecuación de las 3 C: calor, casino y coño.
El
movimiento guerrillero cubano era de origen pequeño burgués, de
estudiantes universitarios de la clase media, liberales,
democráticos, nacionalistas, herederos del pensamiento de la Reforma
Universitaria de Córdoba de 1918. Concitó la adhesión de la clase
media e, incluso, de sectores liberales oligárquicos, de toda
América Latina, en la medida en que se enfrentaba a una dictadura
apabullante, a un régimen que era tan conspicuamente dictatorial, que
no necesitaba demostración. A punto tal que el gobierno de la
Revolución Libertadora, concretamente la Marina del Almirante Rojas, envió al campamento de Sierra Maestra un equipo de radio. El
almirante Isaac Rojas colaboró con la Revolución Cubana con un
equipo de radio. Recuerdo como si fuera hoy, yo era un niño de once
años, un verano que fue el único en que mis padres me llevaron a
Necochea. Vivíamos en Tandil y ese verano viajamos a Necochea.
Nunca antes habíamos ido y fue el único veraneo en ese blaneario. Era el mes de enero de 1959 y recuerdo los titulares de los
diarios sobre la entrada de Fidel Castro en La Habana y las noticias
que daban cuenta de que Fidel Castro estaba fusilando agentes del
régimen de Batista. Y recuerdo a mi padre, que era un hombre
típicamente de clase media, muy antiperonista, decir “esto es lo
que no hicimos acá con los peronistas y lo deberíamos haber hecho”.
Fusilar a los peronistas, decía mi papá. Se hacía una identificación entre la dictadura de Batista y la “dictadura” de Perón.
Ese era el espíritu de la época en el cual se produjo la Revolución
Cubana.
Obviamente,
la Revolución Cubana contó con el apoyo de los Estados Unidos. El
principal vocero internacional del grupo guerrillero insurgente en
Sierra Maestra fue el Coronel Jules Dubois, presidente y fundador de
la Sociedad Interamericana de Prensa, la SIP. Todavía se puede
encontrar en las librerías de viejo o en Mercado Libre el libro de
Jules Dubois sobre Fidel Castro y la Revolución Cubana, explicando
el carácter democrático antidictatorial de este proceso político.
De modo tal que en esas condiciones que estoy explicando la guerrilla logra el
poder en Cuba.
Fidel
y ese grupo de jóvenes, imaginen que Fidel tenía 34 años -hoy los
muchachos de 34 años viven con la mamá-, empiezan a desarrollar su
programa de reforma agraria, algo que no había ocultado y que había
ido haciendo a medida que ganaba territorio. Esto es algo muy
importante. Lo que producía el gran apoyo campesino a Fidel era que,
por donde pasaba, lo que dejaban era tierra distribuida entre los
campesinos. Cuando Fidel y sus amigos empiezan a desarrollar a nivel
nacional este programa, cuando empieza a nacionalizar propiedad
extranjera, cuando empieza a incautarse de las fortunas de los
grandes terratenientes y de los dueños de los ingenios azucareros de
Cuba, EE.UU. comienza a tomar distancia porque empieza a afectar sus
propios intereses.
Cuba, para que entendamos, es geopolíticamente
más importante que Nicaragua. EE.UU vio que había una política en
curso que colisionaba con sus intereses en la isla, empezó a oponerse
y, en el mecanismo de la Guerra Fría, los cubanos no tuvieron más
remedio que salir a buscar el apoyo soviético. Ahora bien, ese apoyo fue un abrazo de oso. Los ayudó a sostenerse frente a un enemigo que
está a 200 millas marinas, a tiro de piedra, pero los condicionó de
una manera brutal.
En
ese momento tuvo lugar la reunión de la OEA de Punta del Este, con
la presencia del Che Guevara. Una noche, el presidente Frondizi lo
hizo traer en un helicóptero hasta la Casa Rosada, lo que produjo una gran reacción entre el alto mando militar, porque ya estaba planteado el esquema de la Guerra Fría. Y ese esquema condenó a
Cuba a la alianza necesaria, pero asfixiante, con la URSS.
Cuba
se enfrentó con varios problemas. Su economía se basaba exclusivamente
en la producción de azúcar, producto que cada vez menos se hace con
la caña. Por lo tanto, su producción considerada estratégica
durante un largo período pasó a ser no estratégica. Se consume
menos azúcar, la remolacha azucarera reemplaza a la caña, se
produce azúcar casi con cualquier cosa. Por otra lado, su carácter
insular que con un mínimo cerco le impidió establecer relaciones con
el conjunto del continente al cual está integrado por historia, por
lenguaje, por tradiciones, por cultura, etc. Y entonces la Revolución
Cubana se encontró triplemente asfixiada: asfixiada por
los EE.UU; asfixiada por el apoyo y la ayuda de la Unión
Soviética; y asfixiada por su carácter insular.
La
teoría del foco
Y
en estas condiciones es que apareció, como una intento desesperado de
ampliar el horizonte de la Revolución Cubana, el tema de la
guerrilla y de la lucha armada. Fue un intento desesperado de los
cubanos por expandir el proyecto nacional, democrático, socializante
cubano al conjunto del continente para obtener un respaldo que, en
ese momento, no logran sino de la URSS.
Mientras tanto el conjunto de América Latina, a través de la OEA, bajo la batuta
de los EE.UU., la condenaba al bloqueo y al aislamiento.
Es
esto lo que determinó centralmente el famoso discurso de Fidel,
cuando afirmó: “he sido, soy y seré marxista-leninista”. Fue una
afirmación más retórica que científica, que tenía más que ver
con un desafío político a los EE.UU. que con una definición
filosófica. Pero, por otra parte, era también la exigencia
ideológica que le imponía la Unión Soviética para darle su apoyo.
Es el reconocimiento de que Cuba quedaba satelizada a las decisiones
de gran potencia de la Unión Soviética, para la cual el interés
principal no era el desarrollo de la revolución mundial o el triunfo
de la revolución en Cuba, sino el afianzamiento de su política de
gran potencia. Este fue el tema central de la Guerra Fría.
Como
resultado de ello apelaron a la lucha armada y a la guerrilla, convocaron
a la Conferencia Tricontinental de La Habana, tratando de convertir a
Cuba en un centro revolucionario mundial al viejo estilo de la
Comintern, de centro de expansión de la revolución en los países
del Tercer Mundo, de Asia, África y América Latina. No se olviden
ustedes que estamos en medio de la Guerra de Vietnam. Dien Bien Phu,
la derrota de los franceses en Vietnam, acababa de ocurrir hacía sólo
unos años . Estamos ya en la Guerra de Vietnam con la participación
de los EE.UU.
Apareció entonces la Teoría del Foco que fue, desde mi punto de vista, la idea
dramáticamente errónea de pretender aplicar a cada uno de los
países de América Latina una táctica que solo fue capaz de
dar resultados en Cuba por razones muy específicas. Razones que no tienen
que ver con la virtud de esa táctica, sino con las condiciones
particulares en que ésta se desenvolvió. Es decir, con el apoyo de
todos los sectores liberales progresistas de América Latina, más el
apoyo de los Estados Unidos, en un país que no tenía ejército sino
una especie de policía manejada por un tirano cuya base de
sustentación no era la General Motors, la Ford, sino la mafia, sus
casinos y prostíbulos.
Esa fue la Teoría del Foco, un dramático error que costó miles y miles
de vidas jóvenes a América Latina que produjo esta ola de
movimientos guerrilleros en toda América Latina.
Empezaron en Venezuela, que ha tenido tradicionalmente una gran relación con
Cuba, por su proximidad geográfica, tradiciones comunes, un modo de
hablar, un léxico común. Venezuela tenía, como Cuba, una economía
de plantación. Producía azúcar y el ron es una bebida común a
todos los países del área.
Era la idea abstracta y casi mesiánica de que solamente se necesitaba un
grupo muy esforzado de cuadros políticos con alguna formación
militar, impartida durante veinte días en un campamento de Piñar
del Río, para generar el foco guerrillero capaz de expandirse y
tomar el poder. Para esta teoría los cubanos encontraron un
expositor que poseía una gran virtud: era un gran escritor -una virtud no infusa, sino producto del sistema educativo
francés- que fue Regis Debray. Todo francés que termina su escuela
secundaria escribe bien. Debray presentó esta teoría y cundió en las
clases medias universitarias de América Latina que se enfrentaban a
dos dificultades. Una, eran y son bastante incapaces en comprender los
movimientos nacionales y populares concretos que se han desarrollado
en cada uno de sus países. Dos, sufrían el peso de partidos
comunistas que no habían servido absolutamente para nada más que para
crear grandes estructuras financieras y experimentados vendedores de
bonos contribución.
Se
popularizó, así, la idea de que se había encontrado una especie de panacea
universal al tema de la revolución y las transformaciones en América
Latina: el grupo guerrillero honesto, sacrificado, probo, que se
expande y logra la conquista del poder.
El
principal y más estrepitoso fracaso de esa teoría fue la muerte del
Che Guevara en Bolivia. ¿Por qué digo esto? En esta dificultad para
comprender las condiciones reales, en Bolivia, los cubanos ignoraron
que ya había habido una reforma agraria, que los campesinos a los
que querían convocar no eran campesinos sin tierra, siervos de la
gleba de un gran propietario, de un gran plantador de caña de
azúcar, sino que se trataba de campesinos a los que la Revolución
de 1952, del MNR, les había dado la escritura de propiedad del lote.
De modo que cuando aparecieron estos barbudos hablando en un español
extraño, los denunciaron a la policía: "ahí hay una gente rara que no sabemos que está haciendo". Y esa fue, lamentable y dramáticamente, la
experiencia boliviana, que demostró, con el sacrificio del creador
de esa teoría -y en ello encuentro un enorme valor moral- que no se
trataba de diez o quince hombres probos, sacrificados y con una
formación militar, sino que eran necesarias condiciones similares a
las de la Revolución Cubana. Y entre otras, la de ir haciendo la
reforma agraria a medida que conquistaba territorio del enemigo. Esto
en Bolivia era imposible ab initio porque donde se instalaron
ya había habido una reforma agraria y los campesinos ya eran
propietarios de la tierra.
Todo
eso terminó, lamentablemente, muy mal, pero signó toda la política
latinoamericana y estuvo marcado por el problema
central del período, que fue la Guerra Fría. Esta empapó toda la
política en América Latina, confundió a sus mejores cabezas, a los
espíritus más desinteresados y nobles, les hizo perder la
perspectiva del combate que se estaba librando.
El
fin de la Guerra Fría y la hegemonía del capital financiero
Creo,
y fíjense lo que les voy a decir, que este momento que estamos
viviendo a partir de la entrada en el siglo XXI, esta situación en
la que sentimos que estamos obteniendo mayores libertades -no en el
plano individual, donde seguramente también las estamos obteniendo-
mayor autonomía como pueblo, como nación, el avance de nuestro
proyecto unificado,r tiene que ver con la desaparición del planeta de
la Guerra Fría.
Pese
a que la implosión de la Unión Soviética tuvo, por supuesto, un
costo dramático para el pueblo ruso y para los pueblos vinculados a
ella, y generó en nuestra región una década y media de una
absoluta hegemonía norteamericana, que caracterizó a los años '90,
la desaparición de la amenaza comunista como justificativo a nivel
global de la política defensiva de los EE.UU. permitió la aparición
de Hugo Chávez, Correa, Morales, de Lula en Brasil lo que cambió
completamente la fisonomía del continente. No propongo que
celebremos entusiasmados la implosión de la Unión Soviética o la
caída del Muro de Berlín, pero tampoco es algo que los
latinoamericanos específicamente tengamos que llorar. Otros pueblos
posiblemente hayan debido hacerlo y ellos serán los encargados de
juzgarlo y hacer su propia historia. Pero para los latinoamericanos
se inició con dolor y dificultad un camino que hoy nos ha permitido
alcanzar la realidad que estamos viviendo.
La
lucha contra el terrorismo es un problema de otro orden. La Unión
Soviética era un estado con pretensiones hegemónicas que se
enfrentaba a otra gran potencia con las mismas pretensiones. El
terrorismo es una amenaza más metafísica, como luchar contra el
consumo de drogas. No existe ningún centro mundial con armas
atómicas que sostenga “yo estoy por el terrorismo”. Es sólo una
excusa para actuar por parte de los EE.UU., pero que no genera zonas
de influencia, no tiene embajadas, acuerdos comerciales, provisión
de alimentos, etc.
No
estamos en el área estratégica de Europa Occidental, como lo están
los países de la costa africana del Mediterráneo. El conflicto
mundial no está planteado, por ahora, en términos de dos o más
potencias hegemónicas. China no tiene aún, por lo menos en esta
área, una política de gran potencia, aunque Vietnam la considera
una amenaza. No compite en zonas de influencia con los Estados
Unidos, de manera tal que nuestro problema son, más bien, las fuerzas del mercado,
las grandes concentraciones empresarias y el capital financiero, que
es un fenómeno relativamente nuevo.
La capacidad disolvente y
destructiva de las economías nacionales del capital financiero es un
fenómeno que se ha hecho evidente a partir de la caída de la Unión
Soviética. La existencia de esta le exigía al mundo capitalista un
estado de bienestar que le permitiera decir "acá se vive mejor que
allá". Al desaparecer esa competencia se desataron las fuerzas que
estaban sujetadas por la necesidad del estado de bienestar, se
desataron las fuerzas delicuescentes del capital financiero y pasó a
ocupar el lugar central que antes tenía el capital industrial. Es
una financiarización de la globalización. Ya no es el estado
norteamericano, sino la corporación financiera la amenaza de las
economías nacionales, sin que ello convierta al estado
norteamericano en amigable y pacífico. Hoy hay una crisis económica
muy fuerte en el propio centro imperialista, como consecuencia de
esta dictadura del capital financiero.