Con el fallecimiento de Antonio Cafiero
se va uno de los últimos muchachos peronistas del 17 de octubre de
1945, esa juventud obrera y de clase media humilde que hizo la
jornada histórica que dio luz al peronismo.
Discípulo de Diego Luis Molinari, el
antiguo yrigoyenista y uno de los primeros historiadores de nuestra
economía, Antonio Cafiero, un estudiante católico de 23 años,
acudió con sus amigos a la Plaza donde habían comenzado a reunirse
miles y miles de trabajadores del conurbano porteño. Fue uno de los
más jóvenes funcionarios del gobierno de Juan Domingo Perón, quien
reconoció en el flamante doctor en Ciencias Económicas, un talento
que la revolución nacional en marcha no podía perder.
No compartió -y lo explicó muchos
años después- la campaña anticatólica que se desató desde
algunos pasillos del poder. Pero no por ello abandonó o enfrentó al
gobierno que había abierto las puertas a las masas argentinas y
lanzado al país al camino de la industrialización y la justicia
social.
Con el golpe de estado oligárquico e
imperialista del 1955, y junto a miles de peronistas de todos los
sectores sociales, sufrió carcel y persecución.
Lejos de abjurar de sus convicciones,
Cafiero publicó un libro que es un permanente recordatorio de la
tarea transformadora de los gobiernos peronistas y del sentido
reaccionario, antipopular y cipayo de los “libertadores” del 55:
“Cinco Años Después” (1).
Desde ese año hasta su fallecimiento
en esta mañana de octubre, Antonio Cafiero fue un militante cabal y
entregado a la causa del movimiento nacido aquel 17 de octubre. El
golpe de 1976 volvió a detenerlo y recluirlo en un barco fondeado en
el medio del Río de la Plata.
La historia, los meandros inesperados
de la política argentina, no permitieron que fuese presidente de la
República, un cargo por el que luchó con hidalguía, desde las
postrimerías de la dictadura cívico militar hasta las elecciones de
1989. Una vez más, la maldición de Mitre volvería a impedir que un
gobernador de la provincia de Buenos Aires se convirtiese en
presidente de la Nación.
Su pensamiento y su acción política
expresaban el carácter nacional burgués y de un capitalismo
autónomo, con base popular y obrera, que caracterizó al peronismo
desde su nacimiento. La "renovación" justicialista que Cafiero
expresó y por la que recibió fuertes críticas de sectores
autodenominados ortodoxos, nunca tuvo, ni en las palabras, ni en los
hechos, el carácter de cínica aceptación del status quo vigente y
de resignación a la hegemonía imperialista que adquirió la
política de gobierno de quien lo derrotase en las internas de 1988.
Y cualquier intento ucrónico de suponer su eventual gobierno no es
más que un ejercicio de la imaginación.
Su papel, en defensa del gobierno
constitucional, durante los sucesos del levantamiento carapintada,
siendo presidente del Partido Justicialista, enfrentado políticamente
con el gobierno de Ricardo Alfonsín, muestran la diferencia que
siempre existió entre el peronismo y los partidos liberales, de
izquierda o derecha. No vaciló en concurrir a la Casa Rosada y
manifestar con su presencia la solidaridad peronista con un gobierno
constitucional amenazado. No fue, en esa oportunidad, un dirigente
“de la democracia”, como si fuera una excepción a una regla. Fue
un peronista experimentado en sufrir la cárcel y la persecución en
cada momento en que la voluntad popular fue pisoteada por el
despotismo oligárquico.
La política me dio la posibilidad de
conocerlo personalmente y hasta de tratarlo cercanamente. Era un
porteño elegante de los años '60, que recibía a sus amigos, a sus
compañeros o al periodismo con algún chiste, con algún cuento de
doble sentido, y con su voz un tanto engolada, que los imitadores no
tardaron en remedar, daba una síntesis política o un informe de
situación, siempre informado y justo.
En 1992, viajé a Chile para exhibir en
una universidad la película “Cipayos” que dirigió Jorge Coscia.
Un diario me hizo un reportaje, que salió a la mañana siguiente. A
las 10 de esa misma mañana, una llamada en mi habitación puso en
mis oídos la voz de Antonio Cafiero. Me invitaba personalmente a
exhibir la película en la embajada para todo el personal. Y me
recordaba que el helicóptero que aparece en la misma era el de la
gobernación de Buenos Aires, que él mismo me había prestado para
la filmación. Proyectamos la película en la hermosa mansión que es
la sede de nuestra embajada mapochina y ahí explicó a su personal e
invitados el origen del término cipayo en la política argentina.
Recordó a Jauretche y los forjistas y volvió a mencionar que el
helicóptero había sido su aporte a la filmación.
La muerte de Antonio Cafiero pone, en
cierto sentido, punto final a un período de la vida política
argentina: la que comenzó en 1983, con la derrota de Malvinas y el
abandono del poder por parte de la dictadura. Se trata de un período
que se extendió desde 1983 hasta el 2001. Las jornadas del 19 y 20
de diciembre cerraron ese ciclo y la vieja Patria de la dignidad
nacional, los derechos sociales y la unidad latinoamericana volvió
por sus fueros. Antonio Cafiero supo reconocerlo. No fue ese el menor
de sus méritos para que el gran movimiento popular argentino hoy lo
recuerde con dolor.
(1) Por un error de mi frágil memoria escribí primeramente "Ayer, Hoy y Mañana", libro del que es autor el nacionalista Mario Amadeo, participante del golpe oligárquico de 1955 en el sector que encabezaba el general Eduardo Lonardi. En noviembre del 56 este sector fue barrido del gobierno y el liberalismo se adueñó por completo del gobierno dictatorial. Martín Güemes, que evidentemente lee con atención, observo mi equivocación y aprovecho para corregirla (22 de Octubre de 2014)
(1) Por un error de mi frágil memoria escribí primeramente "Ayer, Hoy y Mañana", libro del que es autor el nacionalista Mario Amadeo, participante del golpe oligárquico de 1955 en el sector que encabezaba el general Eduardo Lonardi. En noviembre del 56 este sector fue barrido del gobierno y el liberalismo se adueñó por completo del gobierno dictatorial. Martín Güemes, que evidentemente lee con atención, observo mi equivocación y aprovecho para corregirla (22 de Octubre de 2014)
Buenos Aires, 13 de octubre de 2014
Muy bueno Julio!!
ResponderBorrarSe cierra una época de lo que pudo ser y no fue.
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