Los
liderazgos no se heredan, se ganan
Los
movimientos populares latinoamericanos han sido y son fuertemente
personalistas, justamente por su naturaleza anti-institucional. Que
la desaparición de Chávez haya producido una baja en los votos no
es, por ello, algo para horrorizarse. Los liderazgos no se heredan,
se ganan. La voluntad de Chávez permitió mantener esa exigua
mayoría, que constituye el núcleo de hierro de la revolución
chavista. Ahora hay que construir un nuevo liderazgo desde el
gobierno y, sobre todo, ampliar la base política y social del
gobierno. Hay entre un cinco y un diez por ciento de votos de
Capriles que corresponderían al chavismo y que hay que conquistar
con política, con gestión y con patriotismo.
El
personalismo de Chávez
Preguntarse
si el chavismo no habrá sido demasiado personalista es, por lo
tanto, un ejercicio inútil. El chavismo es como lo parió la
historia de la sociedad venezolana y latinoamericana. No obstante la
decisión de Chávez de dejar un heredero inmediato fue sabia y salvó
a su movimiento y al país de una desgastante lucha interna por el
poder. Ahora Nicolás Maduro deberá ratificar y acrecentar el apoyo
que le han dado las masas desposeídas de Venezuela. Es hora de bajar
la retórica electoral y asumirse como gobierno y gobernar.
Por
otra parte, la inflación, la corrupción, la inseguridad, la
ineficiencia administrativa juegan en el estado de ánimo de las
masas. No solo por la resonancia que le da la prensa imperialista a
estos problemas, sino porque esos problemas existen y pesan en las
coyunturas electorales. Lo que de ninguna manera se puede admitir es
sentirse deprimido o desilusionado por este resultado. Hubo algo de
triunfalismo, de desprecio al enemigo en la actitud del oficialismo
venezolano. Eso nunca es bueno porque empaña el pensamiento. El
resultado demostró que HCR no era tan mal rival como lo pintaba con
demasiada facilidad el chavismo y sus voceros y que una sola virtud
no alcanza. En este caso, a la virtud de la decisión del viejo
caudillo deberá agregar su capacidad de conducir un conjunto de
fuerzas políticas y sociales diversas, ser reconocido y aceptado en
el seno de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, de la que Hugo
Chávez había surgido y donde su jefatura e influencia era decisiva.
Todos
estos chisporroteos que se están manifestando en algunas ciudades
con francas manifestaciones de violencia fascista y las desaforadas
expresiones del candidato perdedor desprestigian seguramente a
Capriles en la cabeza de muchos de sus recientes votantes que
creyeron en el discurso de la paz y la concordia. Mantener la cabeza
fría y no responder a las provocaciones es, me parece, la consigna
del momento para las fuerzas oficialistas de Venezuela.
Fuerzas Armadas y Patria Grande
En este
momento y por un largo período, la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana es la garantía de la democracia en el país. Su unidad y
su identificación con el proceso chavista son la última barrera del
imperialismo que intentará por todos los medios quebrar la primera y
sobornar para traicionar la segunda.
A
su vez, todos los gobiernos latinoamericanos han reconocido de
inmediato el triunfo de Nicolás Maduro, dejando en claro su
distancia con toda maniobra de desconocimiento de la voluntad
popular. Como nunca antes, Latinoamérica es hoy un factor interno en
cada uno de nuestros países. Poco importa la opinión del gobierno
español, sumido en una profunda crisis política, económica, social
y moral, o de los EE.UU. que no ha podido más que apoyar secreta y
vergonzantemente a la oposición venezolana. Que México, Brasil y
Argentina reconozcan la legitimidad de Maduro es señal suficiente
para unos EE.UU. tironeados por acuciantes cuestiones en otros
lugares del mundo. Hugo Chávez fue uno de los principales
constructores de esta Patria Grande que hoy vivimos y es esta Patria
Grande la que permitirá que su legado se realice en el continente y
que la soberanía de su pueblo no pueda ser burlada.
Buenos Aires, 15 de abril de 2013
No hay comentarios.:
Publicar un comentario