16 de febrero de 2013


Políticas del presente en las que resuena 
el eco de antiguos entreveros

Quienes, como el autor de estas líneas, hemos sido formados en nuestra juventud, cuando nos iniciamos en la política militante, por el pensamiento y la palabra de don Arturo Jauretche, las políticas -y la retórica que ha sostenido esas políticas- iniciadas en el 2003 nos han convencido que mucho de lo escrito y pensado por el fundador de FORJA ha influido en el curso que Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner lograron imponer al país.

El 4 de abril de 1946, unos pocos días después de las elecciones que convirtieron por primera vez a Juan Domingo Perón en presidente de los argentinos, Jauretche escribió en el diario Democracia, las siguientes líneas:

“En el espacio de tiempo que media entre una fe que muere y una fe que nace, la frivolidad pone su imperio. Los viejos altares se van apagando y los nuevos tienen sólo una llamita incipiente, que no alumbra aún el camino de las oscuras catacumbas donde fermenta el futuro. Antes del tornado se produce el vacío. Así pasa con las revoluciones; es en el momento del máximo descreimiento que se dan las condiciones para el nacimiento de una nueva fe”.

Ese, exactamente, era el espíritu del pueblo argentino en los finales del siglo XX y principios del XXI. La frivolidad, la chatura intelectual, la llamada vídeo-política habían ocupado el lugar de una fe que el paso de la historia había hecho agonizar. La nueva fe era imprecisa. Había crecido en los intersticios del ciclo contrarrevolucionario, había resistido el bombardeo mediático y sobrevivía solo como una tenaz voluntad que se aferraba a los resplandores del octubre de 1945.

La presidencia de Néstor Kirchner, primero, y la de Cristina Fernández de Kirchner después dieron expresión a esa “nueva fe” de la que habla Jauretche: una nueva fe que se inspiraba explicitamente en las mejores enseñanzas del anterior ciclo revolucionario.

La restauración del estado nacional como instrumento de una política capaz de imponerse sobre la arbitrariedad del mercado había sido enunciada por Raúl Scalabrini Ortiz en su temprano “El hombre que está solo y espera”, como una emanación de las multitudes argentinas:

“El Estado brota de abajo, de la muchedumbre, y es casi una redención, una creación del pueblo solidario”.

Y ese concepto, que de alguna manera es el basamento del pensamiento nacional a lo largo del siglo XX, se aparece en el presidente Néstor Kirchner cuando en Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas y frente al presidente de los EE.UU. George Bush, sostiene:

“Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad del acceso a la educación, la salud y la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno”.

En realidad, lo que se ha experimentado en la política, tanto nacional como internacional, y en la economía, con las presidencias de Néstor y Cristina, ha sido una actualización, en las condiciones del siglo XXI -en muchos aspectos muy diferentes a las de la década del '50 en el siglo XX- de esa concepción de la que Arturo Jauretche fue un maestro.

En el terreno de la economía, el eclipse forzado de todos los gurúes del establishment liberal y neoliberal y la restitución de la política y los objetivos de la política por encima del mercado, que ha caracterizado este ciclo fue anticipado por Jauretche, en Filo Contrafilo y Punta, cuando escribió:

“El problema que tenemos por delante no es un problema técnico: es un problema de mentalidad, los llamados técnicos pertenecen a la mentalidad antinacional y nunca posibilitarán una política de conjunto porque ésta tiene que revisar todos los fundamentos de su técnica que es la técnica del colonialismo. Que se vaya Krieger Vasena1 y venga Alemann2 o Alsogaray3 o Cueto Rúa4 o Verrier5, es lo mismo6, porque lo que el país necesita es precisamente eliminar esa mentalidad antinacional y no andar buscando recetas un día a Doña Lola y otro día a Doña Petrona7, por que siempre los expertos lo van a ilusionar con soluciones fáciles”.

Néstor Kirchner se hizo eco de estas advertencias y el 11 de marzo de 2004, decía:

“Qué razón tenía Jauretche en su libro Zonceras Argentinas: creen que porque se juntan cinco, ponen cara de serios, se colocan anteojos, cara de pensadores y dicen hay que hacer con la Argentina esto y esto. Nosotros los conocemos porque los vimos, nos dijeron durante toda la década del 90: tengan paciencia, esperen que el vaso va a derramar. Derramó en hambre, en exclusión, en olvido...”

O el discurso de Cristina Fernández de Kirchner, en marzo de 2008, donde vuelve a resonar el consejo jauretchiano:

“Un país no solamente es importante porque puede acumular reservas en el Banco Central; un país no solamente es importante porque cumple con sus condiciones macroeconómicas. Estos no son los fines, simplemente son los instrumentos para tener una mejor economía, y tener una mejor economía, significa mejorar la calidad de vida de la gente (…) Estas son las cosas, creo, que nos deben importar a los argentinos. La construcción cotidiana, sin pausa, sin descanso, de un país mejor”.

En Parque Norte el 27 de marzo de 2008, en medio de la reacción generada en los sectores agroexportadores por la política de retenciones, especialmente a la exportación de soja, la presidenta sostenía, en clara consonancia con el pensamiento de Jauretche:

“Hemos probado de todo los argentinos. Hemos probado desde 1900 para adelante muchas fórmulas. La fórmula de 'la Argentina del Centenario', agroexportadora únicamente, la riqueza concentreada en unos pocos y el resto, la 'ñata contra el vidrio'. Duró poco. Con el voto popular sube al gobierno Hipólito Yrigoyen. Luego, probaron, a partir de 1930, con los golpes militares”.

En la apertura del ciclo legislativo, el 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner exponía:

“Basta ver como los países más desarrollados protegen a sus trabajadores, a sus industrias y a sus productores. Se trata, entonces, de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”.

Muchos años antes, en Política Nacional y Revisionismo Histórico, Arturo Jauretche había escrito:

“En los países escasamente indujstrializados el subsidio debe venir, inversamente, del agro a la industria para que ésta alcance el nivel de desarrollo que permita mantener a la vez una población abundante y con buen nivel de vida”.

En ese mismo libro, el fundador de Forja, explicó para siempre algo que los gobiernos de Néstor y Cristina tuvieron notoriamente en cuenta. Dice Jauretche:

“El Fondo Monetario Internacional, al precio de momentáneos y precarios préstamos, obtiene la garantía, sine die, de la renuncia al ejercicio de la soberanía en lo económico, la limitación de los poderes nacionales en el gobierno y defensa de la economía propia y su comercio, y ata el futuro de los países que se somenten a la rueda estranguladora del interés compuesto reuniendo en una misma mano las capitulaciones nacionales y el establecimiento de la usura internacional”.

Y un eco de esa clara advertencia ser escucha en las palabras con que, el 21 de Septiembre de 2006, Néstor Kirchner se dirige al Consejo de las Américas:

“...decidimos cancelar al Fondo Monetario Internacional porque era imposible llevar la economía con la intervención de funcionarios burocráticos del Fondo, que no tenían una comprensión real del país. Le abonamos 10.800 millones de dólares y terminamos con un problema importante para el desarrollo de las acciones que debíamos llevar adelante”.

Como el lector podrá ver en estas citas que hemos escogido de los discursos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner y su contraste con algunos textos de don Arturo Jauretche, el pensamiento de éste, la tradición nacional en materia de Estado y economía que desarrolló a lo largo de innumerables artículos y libros están presentes en la política que sacó al país del marasmo neliberal. Se necesitaba tan sólo buscar soluciones propias, romper con la dependencia mental e ideológica impuesta en más de treinta años de predominio oligárquico, y las soluciones a cada requerimiento surgirían con claridad. Hubo argentinos, como Arturo Jauretche. que a lo largo del siglo XX pensaron al país y su destino. Su reencuentro con la política ha iluminado estos diez años de Proyecto Nacional.

Y para terminar: la reaparición de la juventud en la lucha política y el espacio que tanto Néstor como Cristina han abierto para las nuevas generaciones no es otra cosa el claro entendimiento de una advertencia jauretchiana expresada cuando la Argentina veía que una nueva generación pugnaba por tomar la posta. Decía don Arturo:

“No es posible quedarse a contemplar el ombligo del ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes. No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila; porque siempre es así: se gana con los nuevos”.

Néstor y Cristina eran parte de esos recién venidos, en sus años juveniles, y entendieron la enseñanza del viejo maestro. Con los nuevos, con los recién venidos ocupando los primeros puestos se están ganando nuevos combates contra una vieja Argentina que se resiste a los nuevos tiempos. En palabras de nuestra presidenta:

“Por primera vez ustedes -generación del Bicentenario- se están incorporando a la política no contra alguien, sino por alguien: por una historia, por la Argentina, por seguir mejorando las cosas”.

Notas
1Adalbert Krieger Vasena fue el primer representante argentino en el FMI, en 1955, después del derrocamiento del general Perón, y ministro de Economía de la llamada Revolución Argentina, bajo la presidencia de facto del General Juan Carlos Onganía. Su ministerio produjo una gran extranjerización del sistema bancario argentino.
2Roberto Alemann fue dos veces ministro de Economía. La primera en 1961, bajo la presidencia de Arturo Frondizi y como resultado de la presión militar. La segunda durante la dictadura cívico militar, en la presidencia de facto de Leopoldo Galtieri.
3Alvaro Alsogaray fue ministro de Industria durante la Revolución Libertadora, ministro de Economía del presidente Arturo Frondizi y, luego, del presidente José María Guido, en ambos casos respaldado por la cúpula liberal del Ejército. Finalmente fue embajador en los EE.UU. durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía.
4Julio César Cueto Rúa fue un abogado de formación liberal, ministro de Industria y Comercio con la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu, dirigente de la Unión de Partidos de Centro (conservador liberal) y del Partido Demócrata de la Capital Federal. Fue conjuez de la Corte Suprema y director de la revista Análisis, una revista económica de orientación liberal.
5Roberto Verrier, ministro de Economía de la Revolución Libertadora.
6Las personas que menciona Arturo Jauretche, en su texto, eran los principales gurúes liberales de la época, principios de la década del 60.
7En ambos casos Jauretche se refiere a dos libros de cocina de la época. El Arte de la Mesa, de doña Lola, seudónimo de Dolores Clotilde Pietranera, y El Libro de Doña Petrona, de Petrona Carrizo de Gandulfo, fueron los dos libros de cocina más frecuentados y conocidos durante varias décadas.

1 comentario:

Lic. Faustino Velasco dijo...

Me tomo el atrevimiento de sintetizar lo que para mí es lo más importante:

- La restauración del estado nacional;

- Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales;

- El problema que tenemos por delante no es un problema técnico: es un problema de mentalidad.

Y sobre todo la reaparición de la juventud; voy a la anécdota: en una de las tantas marchas me encuentro con una amiga de uno de mis hijos (30 años) de esas chicas que, por las vueltas de la vida, sola la peleó mucho para sobrevivir y hoy está haciendo un terciario. '¿Qué hacés acá?' (ella conoce mi militancia) y me responde 'Mirá nunca me metí en nada, de política entiendo poco pero esto me gusta mucho y hay que apoyarlo y defenderlo'.
Nosotros estamos 'quemados' de ideología, lucha y análisis pero ¡que valiosa esa 'ingenuidad' de salir a la calle porque se siente incluida! se siente protegida, se siente que le dan bola.

Volvió el sentimiento de PATRIA, cantar el himno, el orgullo de sentirse ARGENTINO.