14 de marzo de 2007

Este es el texto de mi participación en la mesa redonda organizada por el Centro Cultural Paco Urondo, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, el 25 de octubre de 2006. También participaron de la mesa el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, dr. Hugo Trinchero, el embajador de la República de Bolivia en Argentina, Roger Ortiz Mercado, y el embajador de la República Bolivariana de Venezuela en nuestro país, Roger Capella Mateo.

Dr. Julio Fernández Baraibar: Buenas noches amigas y amigos, señoras, señores.
Verdaderamente es un placer y, de alguna manera, una profunda satisfacción política estar esta noche en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires participando de una mesa que está integrada, entre otros, por dos embajadores de dos grandes provincias de nuestra Patria Grande: Bolivia y Venezuela. Y es una satisfacción política percibir que la Facultad de Filosofía y Letras, de alguna manera, se plantea debatir, discutir y sumarse a la discusión de lo que quizás sea el tema político más importante de nuestro continente y de cada uno de sus países, el de la Unidad Latinoamericana. Es mi más profunda convicción, inspirado en las enseñanzas de dos grandes argentinos que de alguna manera determinaron mi visión política de la realidad -me refiero a los conceptos y la acción política de Jorge Abelardo Ramos y a las reflexiones y a la ciclópea tarea realizada por el Gral. Juan Domingo Perón- que no hay nada para nuestra generación más importante que el tema de la Unidad Latinoamericana. Todas nuestra políticas, todas nuestras discusiones, todos nuestros enfrentamientos, todas nuestras diferencias deben quedar subsumidas, a mi entender, en este proyecto. No hay nada más importante para nuestra generación que el proyecto, la tarea y la labor política por la unidad de la Patria Grande.
Los que militamos en el movimiento nacional argentino, los que hemos formado parte de ese gran movimiento liberador que las masas argentinas iniciaron el 17 de octubre de 1945, sabemos que el proyecto de la Unidad Latinoamericana es una necesidad que se plantea a nuestros países y a nuestros pueblos, frente al impresionante desarrollo hegemónico del imperialismo norteamericano, como una manera de equilibrar defensivamente la descomunal diferencia de fuerzas que existe entre ese gran poder saqueador mundial y nuestros pequeños fragmentados y debilitados estados nacionales.
Pero sabemos también que este proyecto hacia el futuro tiene una viabilidad y una posibilidad de desarrollo que está fundamentado en el profundo pasado de nuestros pueblos y de nuestras naciones. Si la Europa, ensangrentada durante siglos por guerras que sacrificaron millones de vidas humanas, en la que francos y germanos, franceses y alemanes regaron con sus vidas los campos de batalla de todo el continente, ha logrado establecer una forma de unidad política continental haciendo desaparecer la enorme dificultad que significan las decenas de lenguas distintas que se hablan en el continente, la dificultad que significa viajar 150 kilómetros y tener que cambiar de lengua porque ya la que uno hablaba 150 kilómetros atrás no sirve más; si se ha logrado remontar esas enormes dificultades históricas, lingüísticas, de desarrollo económico, ¿cómo no va a ser posible la unidad de nuestros países, la unidad en la Patria Grande de la vieja heredad hispanoamericana, cuando nos une un pasado que, lejos de estar fragmentado y ensangrentado por la vida de miles de compatriotas enfrentados con guerras fraticidas, está cimentado en una unidad de lucha común durante todos los primeros veinte años del siglo XIX. América Latina, como proyecto de unidad nacional, es, a mi modo de ver, posible fundamentalmente porque estuvimos unidos en el pasado, porque San Martín, porque Bolívar, porque O’Higgins, porque Sucre, porque Abreu de Lima, todos ellos luchaban hermanados en una misma causa que tenía un enemigo común: el colonialismo español y el despotismo europeo. Es en esta unidad de principio, en esta unidad de inicio, donde se encuentra la fuerza más trascendente del proyecto de Unidad Latinoamericana que, desde hace unos quince años, hemos comenzado a caminar los sudamericanos de una manera casi irreversible. El Mercosur es, en ese sentido, y desde la incorporación de Venezuela al mismo en jornadas históricas que tuvieron sede en nuestra patria, en el corazón de nuestra Argentina, en la Córdoba mediterránea, el proyecto más sólido, más importante y de mayor capacidad de realización que se ha enfrentado generación alguna de sudamericanos.
El establecimiento de un Mercosur que supera el mero acuerdo comercial, que se plantea formas novedosas de unión política, de unión estratégica, de desarrollo científico tecnológico común y que hasta es capaz de sentarse a discutir la posibilidad de la organización de una sola fuerza armada de todo el continente, estableciendo un eje estratégico político-militar y contribuye a que el continente se convierta en una unidad política definitiva, ese Mercosur es el paso más ambicioso que generación alguna de sudamericanos haya realizado desde las jornadas fundadoras de la lucha por la Independencia. Es sobre este tema que nos sentimos enormemente orgullosos de poder debatir y aportar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, con el peso que para nosotros, los argentinos, tiene la Facultad de Filosofía y Letras y la Universidad de Buenos Aires, sabiendo además la repercusión que esta institución tiene en todo el espacio académico continental. Sobre esto es que hemos invitado a nuestros oradores de hoy y quiero terminar con un pequeño texto del Gral. Juan Domingo Perón que tiene, a mi modo de ver, tintes y luces proféticas, habida cuenta que fue escrito alrededor de 1951. Decía el General Perón en un artículo publicado en el diario "Democracia" bajo el seudónimo de Descartes, que era su seudónimo periodístico:
"El signo de la Cruz del Sur puede ser la insignia de triunfo de los penates de la América del hemisferio austral. Ni Argentina ni Brasil ni Chile aisladas pueden soñar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza. Unidos forman, sin embargo, la más formidable unidad a caballo sobre los dos océanos de la civilización moderna. Así podrán intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una base operativa polifacética, con inicial impulso indetenible. Desde esa base podría construirse hacia el norte la confederación sudamericana, unificando en esa unión a todos los pueblos de raíz latina. ¿Cómo? –se pregunta el General- Sería lo de menos si realmente estamos decididos a hacerlo. Unidos seremos inconquistables; separados, indefendibles. Si no estamos a la altura de nuestra misión, hombres y pueblos sufriremos el destino de los mediocres".
Creo que estas palabras del General Perón de hace más de cincuenta años tienen una actualidad como si hubieran sido publicadas en el Clarín de esta mañana. A estas palabras apelo y en el sentido de esta propuesta de Perón es que los argentinos tenemos un papel irrenunciable que cumplir en este proyecto de Unidad Sudamericana que el Mercosur ha iniciado, creo, de manera irreversible.
Muchas gracias.