31 de julio de 2018

¿Tiene hoy el peronismo una política de Defensa y hacia las FF.AA.? *



La sanción por parte del presidente Mauricio Macri de su decreto 683/18, que modifica, entre otras cosas, la prohibición de las FF.AA. para actuar en cuestiones de seguridad interna ha tenido, en mi opinión, dos efectos principales.

Uno de ellos era esperado y casi obvio: una inmensa mayoría de la ciudadanía y la casi totalidad del espectro político opositor, incluido el movimiento obrero, ha reaccionado rechazando de plano toda posibilidad de que las FF.AA. actúen en la seguridad interior, incluso como apoyo logístico a la gendarmería y la prefectura. El nefasto papel que los sectores económicos hegemónicos hicieron jugar a las FF.AA. durante la dictadura cívico-militar entre 1976 y 1983, con su carga luctuosa en la sociedad argentina y cuyas cicatrices no acaban de cerrarse, apareció como un espectro en la conciencia de los argentinos. El repudio a los crímenes de lesa humanidad, al terrorismo de Estado y a la conculcación de los más elementales derechos democráticos y constitucionales actuó como un sano reflejo condicionado en la sociedad argentina. Esa decisión presidencial, contrariamente a lo que piensa quien la tomó, no cuenta con el apoyo mayoritario de los argentinos, ni de sus instituciones políticas, gremiales y sociales representativas.

Ha habido una gran coincidencia en definir la naturaleza ideológica y política del decreto macrista. El Instituto Independencia, que reúne a un importante grupo de dirigentes y referentes peronistas que han actuado en distintas áreas en los gobiernos de Néstor y Cristina, publicó una declaración en la que afirmaba: La decisión se encuadra en la concepción ideológica que Macri y el gobierno de CEOs tienen del mundo y de nuestro país, una colonia de intereses transnacionales y una base de operaciones del capital financiero. La redefinición de las funciones de las FFAA es el correlato geoestratégico, en el campo militar, de la subordinación económica al capital financiero global”1. Palabras más, palabras menos, esa ha sido la definición acerca del carácter claudicante de la soberanía nacional que implica la reforma.

El otro efecto, en este caso más preocupante, es la constatación de que el peronismo, en las condiciones de la Argentina y el mundo de hoy, carece de una política de Defensa Nacional y, por lo tanto, sobre el papel de las FF.AA. sólida, debatida y asumida por el conjunto del movimiento. Y esto es particularmente grave en un movimiento cuyo inspirador, el Teniente General Juan Domingo Perón, no solo fue, obviamente un militar de notoria erudición estratégica e histórica, sino que fue, justamente el apoyo coincidente de la mayoría popular y de las FF.AA. el garante de los años más exitosos de su primero y segundo gobierno.

La cuestión en este caso, si se me permite, se agrava por el hecho de que las distintas expresiones peronistas suelen argumentar sobre el tema con citas de Perón, sin intentar en ningún momento confrontar ese bagaje doctrinario y teórico con la actualidad, con los nuevos escenarios mundiales, con la relación de fuerzas a escala global y con la propia sociedad argentina e, incluso, con los hombres y mujeres de uniforme -sí, hoy las FF.AA. también están formadas por mujeres-.
Durante más de cuarenta años se ha hecho hincapié, casi hasta el agotamiento, en la teoría de que lo que estos hombres -y mujeres- necesitaban era lecciones de DD.HH., reconocimiento y subordinación a las autoridades civiles democráticamente electas. Se llegó, durante nuestro gobierno, al extremo de poner como viceministra de Defensa a una antropóloga, como si los uniformados fuesen algún tipo de extraña civilización ajena a la sociedad argentina, como si se tratase de una lejana tribu de ritos, prácticas y costumbres totalmente desconocidas.

A su vez, a lo largo de estos cuarenta años, y con los diversos gobiernos, las FF.AA. sufrieron un proceso de empobrecimiento, por un lado, y desarme y obsolecencia, por el otro, careciendo, en general, de un claro objetivo estratégico.

Un proyecto de país y de Estado requiere un tipo determinado de FF.AA. Un país autocentrado y con voluntad soberana deberá contar, entonces, con FF.AA. al servicio de estos objetivos, como última instancia de la defensa de la soberanía e independencia nacional ante una amenaza externa y teniendo en cuenta que la Argentina cuenta con un territorio ocupado por una potencia europea. Esto es para los peronistas una verdad de perogrullo, pero es muy poco lo que esta afirmación y sus consecuencias han sido debatidas, tanto en las instancias internas del movimiento, como en el debate público y parlamentario.

Este hecho se hace particularmente grave ante la evidencia de que el gobierno de Macri concibe a las FF.AA. como una especie de guardia nacional destinada a fortalecer la acción de las distintas fuerzas de seguridad, las que, a su vez, han sido notoria y onerosamente dotadas de material y equipamiento, junto con significativas mejoras salariales.
El peronismo tiene en su seno hombres y mujeres, civiles y militares, que se han dedicado a estudiar y analizar la cuestión de la Defensa y el pensamiento, no solo de Perón, sino de los grandes pensadores, militares y civiles, que elaboraron una doctrina nacional para nuestras FF.AA.
Estamos convencidos que en el 2019 nos tocará nuevamente hacernos cargo de un país esquilmado por estos duros cuatro años de interregno liberal y cipayo. Llegar al gobierno con una clara concepción acerca del papel, el lugar y las necesidades de nuestro Ejército, nuestra Aeronáutica y nuestra Marina es tan necesario como saber los mecanismos y alianzas necesarias para encarrilar nuevamente al país en el rumbo de la soberanía, la independencia, la justicia social y la unidad de la Patria Grande.

Buenos Aires, 30 de julio de 2018

* Publicada en la revista Movimiento
1http://www.independenciaideas.com/ffaa-o-guardia-nacional/

30 de julio de 2018

Soplar la Ceniza 33. López Obrador

Multilateralismo o gendarme global



Carlos Pérez Llana es uno de esos típicos embajadores argentinos llamados “de carrera”, no porque estén preparados para alguna exigente competencia de velocidad, sino porque han sabido abrirse paso en la selva de relamidos y perfumados intrigantes, de estólidos burócratas y cotilleos diversos que es “La Casa”, como todos ellos, y sólo ellos, llaman a nuestra Cancillería. Experto en el arte de hacerse el nudo de la corbata y en combinar la misma con el traje, así como en el uso de los cubiertos en recepciones protocolares, Pérez Llana suele expresar los más vulgares puntos de vista del establishment imperialista y de la banca internacional con la prosa plúmbea y soporífera de los editoriales de La Nación.
Justo hoy ha publicado en Clarín una nota que, bajo el título “Trump, el modelo europeo y ¿el fin del multilateralismo?”, pretende hacer creer a los lectores que el multilateralismo consiste enuna diplomacia de organismos internacionales, en una práctica de reglas y consensos, en acuerdos comerciales y en la cooperación en espacios más restringidos” y que la torpeza del vaquero millonario de Donald Trump ha venido a desbaratar tan fino como sutil entramado. En realidad, lo que el atildado ex embajador en París hace es un juego de birlibirloque por el cual la hegemonía del capital financiero en la escena mundial, a través de esos organismos, como la OMC, con los EE.UU. como policía mundial a su servicio es llamado multilateralismo, y el reconocimiento concreto del multilateralismo realizado por Donald Trump es llamado populismo.
Y digo que justo hoy ha publicado ese artículo, porque justo hoy el presidente Donald Trump ha hecho una declaración que nuevamente perturba, confunde y enrieda tanto a los defensores del status quo financiero global como a sus sedicentes críticos. Como ya circula en los medios, Trump ha invitado al presidente de Irán, Hassan Rohani, a sentarse a conversar sobre sus problemas comunes. Obviamente, sus palabras han caído como un balde frío despues de haber desconocido formalmente el acuerdo firmado por el presidente Obama y haber intercambiado todo tipo de amenazas.
El mecanismo es muy parecido al que se puso en práctica para llegar a la reunión con el presidente de Corea del Norte Kim Il-jong: aguzar el enfrentamiento, llegar al borde de la ruptura definitiva, dejar establecido que ambos contendientes son bravíos y firmes, para, desde ahí, sentarse a conversar de modo pacífico, dejando a los, hasta ese momento, aliados -la UE, es decir Francia y Alemania- con un palmo de narices. La gambeta le permite desmarcarse de unos aliados que, según su propia visión, han sido los únicos beneficiarios de la alianza, y terminar con el contrato de agencia de seguridad global de Soros y Bildenberg que, desde Reagan en adelante -con gobiernos republicanos y demócratas-, asumieron los EE.UU.
La propuesta de conversar lanzada al presidente de Irán ha vuelto a sorprender a quienes solo ven en Donald Trump los aspectos más exteriores, superficiales y frívolos de su accionar y de su personalidad política. No es que esos aspectos no existan, sino que no son significativos en todo este gigantesco replanteo del papel norteamericano en la política y la economía mundiales. La ruptura del pacto nuclear firmado por Obama, beneficiaba fundamentalmente a la UE, Rusia y China que podían volver a comprar el petróleo iraní. Trump parecería estar dispuesto a firmar otro acuerdo, pero independientemente de los intereses europeos, rusos o chinos. Eso es la multilateralidad, el sistema poligonal de distintas fuerzas e intereses, algunos enfrentados, algunos compartidos.

Por otra parte, el aliado al que la propuesta de diálogo con Irán debe dejar muy preocupado es, obviamente, a Israel. Una Siria pacificada, en la que el gobierno ha logrado recuperar la casi totalidad de su territorio atacado por mercenarios sostenidos por la CIA y Arabia Saudita, con la ayuda de Rusia y el visto bueno de EE.UU, y un Irán que se sienta a conversar con el presidente norteamericano tal como ya lo hicieron Xi Ping, Kim Il-jong y Vladimir Putin, dejaría al principal enemigo de la paz en Medio Oriente en una estremecedora soledad y en un amenazante aislamiento.
Si, como creemos, están dadas las condiciones para un encuentro futuro entre Trump y López Obrador, el nuevo presidente mexicano aún no asumido, es hora de que los gobiernos nacionalistas latinoamericanos -incluído Cuba- comiencen a pensar la política internacional y su relación con EE.UU. en términos distintos a los heredados de la Guerra Fría y del unilateralismo yanqui. Nadie dice que sería un camino fácil, pero sorprende que Trump no deje conforme ni a esos gobiernos ni a los distintos gobiernos liberales y pro norteamericanos de Perú, Ecuador, Chile, Brasil, Colombia y Argentina. Quizás algo de osadía y transgresión ideológica podría ayudar a salir del laberinto.
Buenos Aires, 30 de agosto de 2018

13 de julio de 2018

Soplar la Ceniza 31. Las crisis políticas de Italia y España y el rumbo ...

Objetos de cristal y porcelana


El próximo 14 de julio se cumplirán 100 años del nacimiento del duende que, en la segunda mitad del siglo XX, convirtió el cine, su cine, en un buceo en las simas inmensurables del alma humana: el hijo del pastor luterano de Uppsala, Ingmar Bergman. Ya he escrito algo sobre lo que sus filmes han significado, tanto en la cultura universal, como en la región mucho más reducida de lo personal.
Pero hoy celebramos ese centenario en la Sala Lugones del Teatro General San Martín. Ahí estuvimos, en una función organizada por la Embajada de Suecia y la Cinemateca Argentina, para ver su primera película, su irrupción avasalladora en la historia universal: “Sommmaren med Monika”, Un verano con Mónica.
Era el año 1953. Bergman era un hombre joven de 35 años con una importante carrera en la dirección teatral, un célebre guión que no pudo dirigir, “Hets”, y un par de películas. Bergman era, como digo, un hombre joven y su preocupación estaba cerca de los hombres y mujeres jóvenes de una Suecia que no era, aún, el publicitado edén de la sociedad de bienestar con que se haría famosa años después. Era una sociedad rígidamente estamental, donde los humildes tenían la obligación de saber cuál era su lugar, con explotación patronal, con abuso contra las mujeres, sobre todo jóvenes y pobres, con hacinamiento urbano, con castigos corporales y represión sexual. Y “Un verano con Mónica” -la he vuelto a ver después de más de cuarenta años- es simplemente la historia de dos jóvenes con malos trabajos, como muy bien explica el propio Bergman en un reportaje, ya en su vejez, que la programación tuvo el buen gusto de presentar.
Hay en ese Bergman juvenil una llama de protesta, una identificación con los más jóvenes, los más pobres, los más vulnerables. Y hay, ya desarrollado, esa capacidad demiúrgica de ser implacable con la fragilidad, la escasa persistencia, la fugacidad y el abismo del sentimiento humano. No tiene compasión el hijo del pastor luterano. Ama tiernamente a sus criaturas, pero no las considera perfectas, ni mucho menos admirables. Son maravillosas cuando se dejan llevar por la dulce embriaguez de ese verano salvaje en el archipiélago -el desnudo de la muchacha obrera Harriet Andersson fue uno de los grandes escándalos conversados en voz baja por los adultos, durante mi niñez-. Son despreciables, miserables y egoístas cuando la pasión se acaba, el verano termina y comienza el largo y oscuro parentesis del invierno septentrional.

En esta oportunidad encontré algo que no había visto hace cuarenta años, quizás porque no conocía entonces el idioma que me dio el exilio: al final, cuando Harry Lund vuelve, con su hermosa hijita en brazos al viejo barrio obrero ,se refleja en un espejo que es del taller donde había trabajado antes de conocer a Mónica y de donde se arrancó para pasar ese verano apocalíptico. Alrededor del espejo puede leerse “Glass och porslin varu”, objetos de cristal y porcelana.
Eso hemos sido, para el centenario maestro, los seres humanos, objetos de cristal y porcelana, frágiles y quebradizos.
Buenos Aires, 13 de julio de 2018
https://archive.org/details/BergmanUnVeranoConMonica