14 de junio de 2024

El Cuarto Reseteo

Se votó en el Senado Nacional el cuarto intento de reseteo del país creado entre el 4 de junio de 1943 – con la jornada liminar del 17 de Octubre – y el 16 de septiembre de 1955. Ese país se caracterizó por:

  • una industrialización, vía reemplazo de importaciones, impulsada y sostenida desde el Estado,

  • la utilización de la renta agraria como inversión estatal en ese proceso industrial,

  • una permanente ampliación del mercado interno,

  • un poderoso movimiento sindical, el más importante e influyente de Latinoamérica.

El Primer Reseteo


El primer reseteo fue la contrarrevolución cívico-militar llamada, paradojalmente, Revolución Libertadora. Sus principales efectos fueron el bombardeo a a Plaza de Mayo, el fusilamiento criminal de un general de la Nación y de ciudadanos indefensos, el encarcelamiento y la persecución de miles de dirigentes políticos y sindicales y el ostracismo durante 18 años del General Perón, así como el ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional. El impulso industrializador y democratizador del peronismo había sido tan fuerte que, aún bajo esas condiciones, no pudo ser detenido y la Argentina no volvió a ser ese “paraíso perdido” del país agroexportador anterior al año 1940. El ciclo que se inicia entonces se caracterizó por las tensiones generadas entre un país industrial, al que el frondizismo también expresaba y la cúpula gorila oligárquica de las FF.AA., como expresión de la Sociedad Rural y los grandes exportadores.

La proscripción del general Perón le puso a todo el ciclo la característica de su ilegitimidad despótica, que derivó en violencia política y en la radicalización y nacionalización de amplias franjas medias de la sociedad. El golpe del torpe general Juan Carlos Onganía, con la intervención de las universidades, las puso en las mismas condiciones que el conjunto del país. Los sectores medios de todo el país se radicalizaron a la vez que, en buena parte, se nacionalizaban, se acercaban al peronismo.

El ciclo terminó con un levantamiento del país que condujo al regreso del general Perón a la Argentina y su tercera reelección en 1973.

El Segundo Reseteo

El segundo fue el criminal Proceso, llamado con sarcasmo, de Reorganización Nacional iniciado con el golpe del 24 de marzo de 1976. Se encargó de hacer desaparecer y asesinar a 30.000 conciudadanos y entregar el poder económico a la vieja oligarquía agroexportadora y el capital financiero. Gran parte de su legislación económica nunca fue derogada, como, por ejemplo, su Ley de Entidades Financieras que continúa rigiendo. Intentó cumplimentar, en suma, los objetivos desnacionalizadores y desindustrializadores que los fusiladores de 1955 no habían podido realizar. Por esos caprichos de Clío, el período terminó con la Guerra de Malvinas, el enfrentamiento bélico más importante y justiciero llevado a cabo por nuestras Fuerzas Armadas desde la guerra de la Independencia. El ciclo que se inicia en 1983 estuvo signado por esa trascendente derrota nacional.

El Tercer Reseteo


El tercero fue llevado a cabo por un presidente de origen peronista, Carlos Saúl Menem, que realizó buena parte del programa que los dos anteriores momentos no pudieron realizar. Decidió la venta y entrega de las grandes empresas estatales, como YPF, Aerolíneas Argentinas, Correo, Aguas Sanitarias, Entel, Gas del Estado y los ferrocarriles. Disolvió organismos estatales como el INDER, la Junta Nacional de Granos y la de Carnes, entre otros. Dispuso, además, la paridad uno a uno con el dólar y produjo una violenta y vertiginosa desindustrialización del país. Este ciclo estuvo determinado, entre otras cosas, por el fin de la Guerra Fría y la disolución de la Unión Soviética, con el consecuente establecimiento de lo que se ha conocido como “unipolaridad”, la hegemonía mundial de una sola gran potencia, EE.UU. Puso al país bajo el consenso de Washington y su ministro de Relaciones Exteriores, Guido Di Tella, pudo hablar de las "relaciones carnales" con EE.UU. Como es sabido, ese período terminó con las movilizaciones del 19 y 20 de diciembre de 2001, la renuncia, primero, del ministro Cavallo y, al día siguiente, del presidente De la Rúa.

El menemismo, enfermedad senil del peronismo

El menemismo fue la expresión, brutal y oportunista, de ese agotamiento del impulso transformador del 17 de Octubre de 1945. No fue una cuestión de orden moral como el calificativo de traidor implica. Ya la reforma constitucional de 1994 dejó en evidencia los límites y la debilidad estratégica del peronismo de entonces a la nueva ofensiva de los sectores antinacionales. 

La provincialización de los recursos naturales y la creación de la Ciudad Autónoma, con amplia aceptación por parte del peronismo, dejó ver que la fortaleza del ideario nacional de ese movimiento ya no era lo que había sido. De ahí la amplia aceptación y el rápido reclutamiento de dirigentes y militantes que recibió el viraje neoliberal de Carlos Menem. En todo el país y en todas las instancias, incluidas las gremiales, las propuestas presidenciales y de su ministro de Economía recibieron un amplio apoyo. También es necesario decir que fue en las filas del movimiento sindical donde recibió la más tenaz resistencia y donde creció una fuerte oposición que se constituyó en el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA).

Pero el virus del neoliberalismo, ya no en su versión Martínez de Hoz, sino en su versión Domingo Cavallo, prendió en el seno de buena parte de la dirigencia justicialista de modo permanente. El monetarismo, la retracción del estado – sin disminuir su elefantiasis e inoperancia –, la privatización de empresas públicas – “Nada que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado” acuñó el fallido del ministro Dromi –, el seguidismo a los EE.UU., la libre importación de productos que el país fabrica y todos los lugares comunes del liberalismo económico, más una infinita avidez por los negocios particulares, se hicieron carne en dirigentes peronistas e, incluso, en votantes peronistas.

Es importante recordar que, en las elecciones del año 2003, el candidato que sacó más votos, aunque no alcanzaron para evitar el balotaje, fue Carlos Saúl Menem.

Pero eso no es todo. Los avatares políticos, económicos e institucionales del país terminaron dando por resultado una gigantesca y agigantada área metropolitana, con, obviamente, un gran peso electoral. Desde la breve presidencia de Eduardo Duhalde y a través de todas las presidencias que le sucedieron, buena parte de los recursos generados por las agroexportaciones volvieron al AMBA, y casi solo al AMBA, bajo la forma de subsidios al transporte, la electricidad y el gas y planes sociales.

Según pasan los años


Este Cuarto Reseteo del país industrial, con una amplia clase media y una clase obrera bien paga y de relativamente alta ocupación, con una política internacional soberana y un proyecto de integración latinoamericana, tiene algunas características propias y nuevas. En primer lugar, se da en un momento en que el escenario internacional está viviendo profundas modificaciones. Hay una guerra en el corazón de Europa, en su frontera con Rusia. Hay un genocidio en Palestina y una creciente oposición a Israel, tanto en Europa como en Asia, así como en buena parte de los sectores politizados norteamericanos. China es hoy una potencia política y económica a la par de EE.UU. y ha establecido una alianza estratégica con Rusia, a la vez que es uno de los motores de los BRICS, el acuerdo de las potencias emergentes, donde Brasil juega un papel principal.

No hay en América Latina, como sí lo había en 1976 o en 1989, una mayoría de gobiernos dóciles a los EE.UU. Sin que ello signifique un enfrentamiento con el país imperialista, los gobiernos de México, Guatemala, Cuba, Nicaragua, Honduras, Venezuela, Colombia, Brasil, Bolivia, Chile y, me atrevo a decir, El Salvador y, posiblemente, Uruguay en breve, tienen o tendrán gobiernos de amplia representación popular, con propuestas autonómicas e industrialistas, y que mantienen frente a los EE.UU. una política de independencia. El camino elegido por la Argentina ha sido, como resultado de una crisis básicamente política, totalmente opuesto al de la mayoría del continente y en una versión radicalizada y perversa.

En segundo lugar, y esto sí constituye una dificultad, estimo que todo esto ocurre ante ese agotamiento del peronismo que se ha mencionado más arriba. Cuando digo agotamiento del peronismo no me refiero a la identidad política del pueblo argentino o a la caducidad de sus grandes banderas. Me refiero a que los instrumentos políticos y económicos que caracterizaron a nuestro gran movimiento histórico, concebidas y generadas en las condiciones del país y del mundo de 1950, la contundencia de las grandes transformaciones realizadas en aquellos doce años, están llegando a su fin de ciclo. La Argentina no es la misma. Los 15.893.827 habitantes que éramos en 1947 se han convertido en 46.044.703 habitantes, casi triplicándose. El comercio internacional de nuestra agroproducción y el manejo de los excedentes por parte del Estado permitía – y lo siguió permitiendo durante varias décadas – los recursos para nuestra industrialización, el crecimiento de nuestro mercado interno, con altos salarios y baja desocupación e inversiones estatales y privadas en la Rama 1.

La crisis económica que vive Argentina desde, digamos, 2011 y la consecuente inflación constituyen la expresión más clara de que aquellos instrumentos habían perdido su eficacia inicial, lo que de alguna manera había comenzado a insinuarse a partir de 1953, con el déficit en la balanza de pagos, el Congreso de la Productividad, los contratos con la Standard Oil y otros proyectos de la época.

Recordemos para las nuevas generaciones, que muy posiblemente lo ignoran, que el “Congreso Nacional de la Productividad y el Bienestar Social” fue una convocatoria del Presidente Perón, para elaborar un plan de acción que respondiera a la nueva situación planteada por el aumento de la inflación. Se llevó a cabo entre el 21 y 31 de marzo de 1955, solo siente meses antes del golpe liberal y tuvo como protagonistas a la CGT, cuyo Secretario General era Eduardo Vuletich, y a la CGE, presidida por José Ber Gelbard. La política de sustitución de importaciones sobre la base de los excedentes del comercio internacional y la renta agraria comenzaba a agotarse y su manifestación inmediata fue la aparición de la inflación. La crisis, agravada por la sequía de 1951-1952, demostró la necesidad de cambios estructurales ante el agotamiento de los mecanismos implementados hasta ese momento.Si bien el Congreso no llegó a ninguna decisión importante debido a la resistencia de los representantes del movimiento obrero, entre los objetivos del mismo estaba remover los principales obstáculos al aumento de la productividad: principalmente el ausentismo y la labor de las comisiones internas; también se planteaba la autorización para rotar al personal entre diversas funciones al margen del sistema de categorías, establecido en los convenios colectivos.

Los contratos con la Standard Oil – en cuyo directorio se sentaba nada menos que Spruille Braden –, firmados también en 1955, manifestaban también ciertos límites alcanzados por los instrumentos peronistas para la industrialización del país. YPF, pese al gigantesco crecimiento de su producción petrolera, no terminaba de satisfacer la demanda energética del país, en pleno despliegue industrial y de consumo. Aunque hubo alguna resistencia de parte de algunos diputados peronistas, la oposición antiperonista utilizó el hecho para atacar al gobierno por entreguista. Arturo Frondizi escribe en 1954 “Política y Petróleo”, una crítica implícita a esos contratos. Solo cinco años después, ya como presidente, firmaría contratos mucho más costosos con varias empresas norteamericanas.

En suma, lo que aquí queríamos exponer es que los mecanismos instrumentales del peronismo en sus objetivos industriales y de altos salarios ya había comenzado a experimentar un agotamiento en el momento de su derrocamiento.

El neofederalismo

Con la excepción de Néstor Kirchner, desde Fernando de la Rúa - Chacho Álvarez hasta Milei - Villarruel, se han sucedido presidentes de claro origen en el AMBA, incluyendo a la propia Cristina Fernández de Kirchner. En Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Corrientes el peronismo ha estado dividido entre dirigentes que pertenecen al establishment agroexportador y un kirchnerismo casi contestario y muy ligado a las preocupaciones políticas e ideológicas que se discuten en el AMBA. El “neofederalismo” que ha generado esta situación tiene características meramente defensivas y locales. Lejos de tener una definición general sobre el tipo de país que se pretende – industrial, soberano, integrado a la región o agro- y minero-exportador, sometido a la política exterior norteamericana y enfrentado con sus vecinos soberanistas –, se conforma con intentar capitalizar localmente los beneficios de la Constitución del 94 respecto a los recursos naturales y encontrar una rápida modernización de sus provincias, sin considerar el carácter mismo de esa modernización – soberana o dependiente –. Fue muy sintomático para este entendimiento la defensa hecha en un reportaje televisivo por la senadora jujeña peronista, Carolina Moisés, al Régimen de Inversiones para Grandes Inversores (RIGI): “En Jujuy hay recursos pero falta financiamiento, y el RIGI podría abrir una oportunidad para el NOA para atraer grandes inversiones que generarían empleo genuino y serían un multiplicador económico”. Y agregó: “Como peronista necesito reconstruir el vínculo con los jujeños y jujeñas, desde el punto que hoy la sociedad nos demanda”. No le estoy dando la razón a la senadora, pero entiendo claramente que su punto de vista pone en evidencia un grave problema al que su fuerza política a nivel nacional no ha logrado ni siquiera enfrentar. Estoy convencido que las provincias se expresaron contra una política que las dejó afuera. Lo hicieron de la peor manera, pero nadie les ofreció una mejor.

Jorge Enea Spilimbergo me dijo, en una de esas largas e inolvidables conversaciones, que el último verdadero federal había sido José Gervasio Artigas y que, después de su derrota, el federalismo se había vuelto un movimiento meramente defensivo, sin un verdadero proyecto nacional. Hoy da la impresión de haberse convertido en un localismo bastante estrecho y egoísta. Los gobernadores (con sus honrosas excepciones) parecen y actúan como intendentes del conurbano, para quienes, y esto es lógico, lo más importante es la situación del alumbrado, barrido y limpieza de su comuna. El litio, el oro, el cobre, el petróleo y el gas no son cuestiones meramente comunales. En ellas está en juego el destino de la Argentina.

Ha escrito Claudio Scaletta, con acierto y en este mismo sentido: "Si en algo fueron exitosas las tres experiencias neoliberales que antecedieron a la presente, fue precisamente en el establecimiento de transformaciones estructurales difícilmente reversibles. La dictadura realizó la reforma financiera y comenzó la sujeción por deudas, el menemismo desarmó los restos del Estado de Bienestar, profundizó el endeudamiento y, en conjunto con el radicalismo, concretó una reforma constitucional que profundizó la fragmentación del poder del Estado Nación en una suerte de nueva federación de Estados provinciales, una trampa de la que será extremadamente difícil salir, sino imposible. Finalmente, el rol histórico del macrismo, su gran legado, fue reendeudarse con el exterior y traer de vuelta al FMI, todo con el apoyo a la gobernabilidad de la “oposición responsable”".

El reseteo del movimiento nacional

Si se insiste en un cuestionamiento meramente moral, apelando al calificativo de “traidor”, muy poco se podrá avanzar en la superación de esta difícil coyuntura. Esto no se soluciona echando dirigentes del Partido Justicialista, institución que, por otra parte, nunca ha tenido un carácter muy estructurado e indiscutible. No es el Partido Comunista Chino. Ni siquiera es el PSOE, para dar un ejemplo más relajado. Nuestro último candidato presidencial fue y es el principal dirigente de otro partido desde hace once años.

Tampoco pasa por las vociferantes propuestas del ex secretario de Comercio y homónimo de célebre actor mexicano, Mario Guillermo Moreno, dividiendo abstracta e ideológicamente, entre “peronistas” y “progresistas”, mientras se aferra a una caricatura del peronismo digna del ya fallecido dibujante Landrú, bastante gorila por cierto. Ni el peronismo histórico fue como lo presenta, ni se puede entrar al futuro retrocediendo.

La ampliación y diversificación de nuestras exportaciones; la discusión, con la más amplia participación del movimiento obrero, sobre una nueva legislación laboral; el papel de las inversiones extranjeras directas en un plan de desarrollo productivo orientado por el Estado nacional y del equilibrio fiscal; una política realista ante el fenómeno endémico de la inflación en nuestra economía y una superación no coyuntural de las restricciones externas son algunas de los tópicos a plantear para volver a ofrecer una alternativa electoral con posibilidades de éxito.

Entiendo, como decía al principio de esta reflexión que se ha hecho demasiado larga, que lo que el movimiento nacional requiere es una introspección y una discusión que actualice su instrumental económico, que replantee un sano federalismo que desconcentre la importancia del AMBA y que ratifique y profundice su política exterior, muy bien desarrollada por el gobierno de Alberto Fernández. En todo esto debería jugar un papel central la CGT y el movimiento obrero en su conjunto. En este dramático momento que vivimos ha asumido un papel aglutinador y programático como no ocurría desde los viejos tiempos de Saúl Ubaldini.

Un vigoroso reseteo del gran movimiento nacional argentino dará, seguramente, como resultado un apagón definitivo al cuarto reseteo de la Patria, propuesto por el capital financiero, el capital extranjero y la gran concentración agroexportadora.

Buenos Aires, 14 de junio de 2024

16 de abril de 2024

La propuesta programática de la CGT


La semana pasada la CGT dio a conocer un documento de 13 páginas denominado “Agenda para un Nuevo Contrato Social – Argentina, hacia un país con Desarrollo, Producción y Trabajo”. El documento constituye el primer intento de actualización programática del movimiento nacional, después de la derrota electoral del año 2023, significativamente presentado por las organizaciones que representan gremialmente a la clase trabajadora.

La mera descripción del mismo manifiesta su importancia y trascendencia política. Pese a ello no han aparecido en los medios de comunicación (desde la prensa gráfica a las redes y publicaciones digitales) comentarios o análisis que se hagan eco del planteo del movimiento obrero.

Trataremos de subsanar esa deficiencia.

El documento se inicia con una legítima reafirmación de “nuestro derecho a participar en la discusión y el diseño de la sociedad a la que aspiramos”. En una Argentina donde nuestro futuro parecería depender tan solo de la voluntad plutocrática, de las necesidades del capital financiero y de la ampliación de la tasa de ganancia del empresariado transnacionalizado, plantear el derecho de la clase trabajadora a participar en la discusión política y económica tiene un efecto altamente transgresor. El objetivo, sostienene el documento, es “avanzar hacia una agenda de diálogo para una Argentina del Desarrollo, la Producción y el Trabajo, solidaria, inclusiva y con igualdad de oportunidades”.

Y a partir de allí presenta sus propuestas programáticas, divididas en 17 capítulos: Trabajo, Educación, Salud, Política Industrial, Seguridad Social, Política Internacional, Defensa Nacional, Política Energética, Protección del Medio Ambiente, Transporte, Sistema Financiero, Reforma Tributaria, Comercio Exterior e Interior, Coparticipación Federal, Combate a la Pobreza e Indigencia, Seguridad y Vivienda. Como se ve un programa de gobierno completo.

No vamos a tocar acá cada uno de esos capítulos por razones de espacio y brevedad periodística, sino aquellos que, por su naturaleza o por su autoría, merecen una especial atención.

El primer capítulo, Trabajo, tiene una relevancia especial ya que es la opinión del sector objeto de esa política, por un lado, y se trata de un tema –la llamada reforma laboral- que el gobierno plutocrático ha convertido en nave insignia.

El documento afirma: “… avanzar hacia una legislación laboral adecuada a las características de la sociedad actual con sus nuevos derechos, que contemple los paradigmas tecnológicos y la capacitación técnica que demanda, afirmando a su vez los Convenio Colectivos por actividad como herramienta indispensable para ese cambio. Un régimen laboral moderno que no lesione los derechos conquistados por los trabajadores argentinos”.

En primer lugar, el movimiento obrero no rechaza discutir una legislación laboral que, como resultado de diversos adelantos tecnológicos, de nuevas situaciones laborales, de la aparición y normalización del trabajo en la casa (el llamado home office), etc. ha quedado parcialmente envejecida. Y al hacerlo se planta en la discusión poniendo las condiciones imprescindibles para que esa modernización legislativa no signifique mayores márgenes de explotación y un empeoramiento de las condiciones de los trabajadores: “Un régimen laboral moderno que no lesione los derechos conquistados por los trabajadores argentinos”. La garantía de ello es, a juicio de la central obrera, el libre funcionamiento de los Convenios Colectivos por actividad.

He leído por ahí una crítica a este punto, con el peregrino argumento de que le reconoce al gobierno la necesidad de una “reforma laboral”. Es por lo menos curiosa la crítica, habida cuenta de que algo parecido expuso la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en su carta del mes de febrero de este año, sin que en su propuesta se mencionase la participación de los trabajadores en esa discusión y creo ser el único que mencionó críticamente esa ausencia.1

Otro punto importante en el tema Trabajo es el de las inspecciones de los lugares de trabajo. Sobre eso se sostiene: “Reforma del sistema integrado de inspección a fin de garantizar avances en materia de precariedad e incumplimientos laborales. Considerar a las organizaciones sindicales como estructura de participación en materia inspectora, en caso de que se las faculte legalmente”. En un estado donde alternativamente rigen criterios políticos que tienden a soslayar los derechos de los trabajadores, la presencia del movimiento obrero en el poder de policía laboral resulta necesaria e inevitable.

En Educación, además de ratificar el carácter democrático de la educación pública, la CGT asume también aquí nuevos derechos surgidos de la lucha popular a lo largo de los últimos 40 años: “… respetando la interculturalidad, la igualdad de oportunidades y la equidad de género”. Que el movimiento obrero se ponga a la cabeza no solo de la defensa de sus afiliados, sino también de las reivindicaciones democráticas del conjunto de la ciudadanía, no hace sino resaltar el papel decisivo que las organizaciones obreras tienen en la restauración de la Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

Es en materia de Política Industrial donde la propuesta cegetista adquiere una significativa puntualización del eje central de nuestro retroceso:

“Desarrollo de nuestras industrias estratégicas. Modernización y ampliación de nuestra matriz productiva (hoy fuertemente primarizada y extranjerizada) con innovación tecnológica integral”. (…)

“Fortalecer el desarrollo agropecuario, agroindustrial y ganadero de vanguardia, productivo y sustentable”.

Esto pone a la CGT a la cabeza de un programa industrializador, modernizador y de innovación tecnológica, sin descuidar al sector agrario, al que incorpora al esfuerzo industrial. Pero no termina ahí la propuesta que, insisto, es el punto nodal de nuestro futuro:

“Un nuevo marco de fomento para la actividad pesquera, bajo criterios de pesca responsable y sustentable, con decidido combate a la evasión fiscal, la baja registración y la alta precarización laboral”.

Minería: ampliación de opciones de inversión, con explotación equilibrada dentro de los parámetros ambientales internacionalmente aceptados, con fiscalización estatal”.

Investigación en las industrias del futuro: biotecnología, nanotecnología, genómica, inteligencia artificial y economía del conocimiento”.

Con una superficie marítima superior a los 6 millones y medio de kilómetros cuadrados, la precariedad de la industria pesquera argentina es uno de los síntomas de su estancamiento. Y esa precariedad se despliega sobre los trabajadores del sector, cuestión de la que la propuesta cegetista se hace cargo.

Ocurre igual con la minería, que se ha convertido casi en una mala palabra para algunos sectores. Un programa de reindustrialización debe implicar necesariamente el desarrollo minero, tanto para el propio proceso de industrial como para la también necesaria diversificación de nuestras exportaciones.

Y, por supuesto, la puesta en funciones productivas de nuestra gran capacidad científico-tecnológica a través de todas esas industrias que el documento caracteriza como “del futuro”, aunque cada día son más del imperioso presente.

Pese a que el documento, como he dicho, se despliega a lo largo de 17 capítulos, todos ellos de gran precisión y coherencia, quiero terminar con la mención de dos ítems de los que la CGT, con todo derecho, también se hace cargo: Política Internacional y Defensa Nacional.

La Política Internacional propuesta por el movimiento obrero comienza con una serie de puntos que deberían ser una política de estado.

“Integración internacional basada en la multilateralidad”. El movimiento obrero argentino asume la herencia de la política tercerista del peronismo en las condiciones de la configuración presente del mundo y sus sistema de fuerzas y poderes. La multilateralidad es hoy un sinónimo de paz mundial y de crecimiento y desarrollo independiente de los pueblos y las naciones.

“Aumentar el intercambio comercial y tecnológico con todos los bloques económicos afines, con acuerdos estratégicos”. Esto, que forma parte esencial de una política nacional soberana y que, por otra parte, ha sido característico del peronismo, parecería haber empalidecido en los tiempos que corren. La CGT lo pone en el centro de su programa asumiendo las mejores tradiciones nacionales en materia de política exterior.

“Estrategia de Defensa Nacional, orientada a la defensa de la soberanía continental y nuestros recursos naturales”. Su sola lectura exime de todo comentario, aunque en la Argentina de Milei eso sea un tema tabú.

Y por último, la CGT plantea en esta materia un tema decisivo. “El MERCOSUR como bloque económico prioritario”. Y sobre esto tiene mucho que aportar el movimiento obrero. Las relaciones y contactos entre el movimiento sindical de cada uno de los países del Mercosur, así como la tendencia a homogeneizar las condiciones laborales en los distintos miembros, son tareas que desde hace tiempo la CGT y los distintos gremios han venido conversando.

Como resultado de estos criterios la CGT ofrece los siguientes puntos en materia de Defensa Nacional:

“Revitalizar nuestra industria nacional de defensa, incorporando e invirtiendo en tecnología y equipamiento”.

“Programa de inversión y fortalecimiento de nuestras Fuerzas Armadas, consistente con un programa estratégico de defensa nacional”

“Priorizar el resguardo de nuestros recursos naturales, integridad territorial y custodia de nuestra soberanía”.

“Malvinas como como causa nacional, con su proyección geopolítica sobre el Atlántico Sur y sobre el territorio antártico”.

“Impulso activo de investigaciones, proyectos y bases –prioritariamente las anteriores a la firma del Tratado Antártico- incorporando mejoras logísticas y técnicas”.

“Ushuaia como puerta de entrada a las Antártida”.

Como se puede observar, la CGT se pone al hombro un verdadero programa de recuperación nacional de las FF.AA. y de la Defensa. No hay aquí meras reivindicaciones económicas gremiales. Hay un programa de transformación de este presente de estancamiento y retroceso de nuestra economía y del sistema de derechos sociales conquistados, que implica a todos las áreas de gobierno.

Es por lo menos extraño, que esta propuesta programática no haya tenido la repercusión y el eco por parte de la política que se merece. La CGT, el histórico movimiento obrero organizado se ha puesto a la cabeza de la oposición política, económica y social del régimen plutocrático y propone una alternativa que debería ser bandera de lucha en las sucesivas elecciones. Pero, además, con la masividad de sus organizaciones ofrece una base social de sostén y defensa de esas políticas.

Es imperioso que el conjunto de la militancia peronista y nacional lea, conozca, discuta y difunda esta propuesta. Es mentira que no sepamos qué hacer. Se trata solo de animarnos a hacerlo.

Buenos Aires, 15 de abril de 2024.

1 10. Resulta ineludible discutir seriamente un plan de actualización laboral que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales surgidas a la luz de los avances tecnológicos y de una pandemia que trastocó todos y cada uno de los ámbitos de la vida de las personas. Teletrabajo y plataformas digitales, que intermedian entre oferta y demanda, son algunas de las modalidades que se deben amparar normativamente. Sin embargo, las formas de contratación laboral ya incluidas en nuestro sistema legal también deben ser revisadas, mediante la actualización de los convenios colectivos de trabajo -muchos de los cuales datan de décadas atrás- teniendo en cuenta las nuevas realidades antes mencionadas. Estas actualizaciones deben respetar los derechos conquistados por los trabajadores, pero también deben realizarse bajo el concepto de que una vez consagrados, los derechos acarrean obligaciones que deben cumplirse. De lo contrario, el ejercicio de un derecho sin el cumplimiento de sus obligaciones correlativas, no es más ni menos que un privilegio. (Carta de CFK, del 14 de febrero de 2024)

24 de marzo de 2024

Las preguntas de este 24 de marzo

Tenía miedo.

Tenía miedo de que el hastío hubiese vencido a la tenacidad, de que la desilusión y el olvido hubiesen vencido a la convicción y la memoria. Sentía ese malestar del espíritu, ese golpe traicionero de la sospecha y la duda, esa punzante mordida en el medio de la noche:

¿Y si no vienen todos los que han venido estos años? ¿Y si de verdad se agotó el impulso del 45, del 73, de Malvinas y el 83, del 2001? ¿Y si es cierto que la juventud argentina ha perdido toda esperanza en un país de grandes mayorías populares, de “dignidad arriba y regocijo abajo”?, como dijera Aparicio Saravia. ¿Y si las mentiras, las campañas intimidatorias, la negación de los crímenes ha comenzado a tener efecto sobre nuestros compatriotas? ¿Seremos capaces de volver a llenar el corazón político de la Argentina – la Plaza, la Avenida de Mayo, las Diagonales – como lo hemos hecho todos estos cuarenta años?

Hay muchos compañeros y compañeras con los que no me encontraré, me decía implacable la vocecita. Jorge Coscia, con quien fui tantas veces, mucho antes de que la noche de los “libercriminales” pusiera oscuridad y terror en la vida de la Patria, seguro que no iba a estar. Tampoco María Isabel, la madre de Guadalupe y Soledad. Ni Rolando, ni Dorio, ni Hugo Andrade, que descansa del otro lado del Ande. Pero seguro que Martín García va a estar como todos los años, me agregaba la vocecita para tranquilazarme. Y Gabriel y Néstor y Mariano y tantos otros viejos y nuevos compañeros de estos últimos veinte vibrantes años, tan iluminados y tumultuosos como lo fueron aquellos ya lejanos años previos a la muerte del General. Y seguramente Violeta también va a estar.

Me tomé el subte y fui para la Plaza, que hoy fue, nuevamente, el centro del Universo.

Los vagones venían repletos como en un subterráneo de Tokyo. Bajé, empujado por una multitud, en Avenida y 9 de Julio. La tarde era magnífica. Soleada, tibia, acogedora.

Y las calles estaban repletas de compatriotas de todos los barrios porteños, de todas las provincias, de humildes muchachas de Lugano y Pompeya y de rubias señoras de Palermo y Belgrano. De jóvenes con pelos de todos colores y señores, como yo, canosos y entrados en kilos. De una gigantesca columna con un gran cartel de la CGT y cientos de carteles de las organizaciones obreras.


Me encontré con la más multitudinaria y abigarrada manifestación que he visto en estos 40 años en que podemos elegir autoridades por medio del voto. No había un solo policía en todo ese inmenso espacio, en donde cientos de miles de hombres y mujeres expresaban de las más diversas maneras su compromiso permanente e irrenunciable a la Memoria, la Verdad y la Justicia. Reinaba el más perfecto orden que una sociedad de iguales y de compañeros puede darse a sí misma, sin la presencia, siempre provocativa, de la policía. Vi situaciones complejas, donde automóviles, a los que ninguna señal había advertido, se encontraban con una multitud marchando en sentido inverso y que el propio colectivo humano encontraba el orden para que se produjese un desplazamiento sin roces, sin ira, sin violencia, que permitía superar el incidente en segundos.

Y me encontré con amigos, muchos de ellos desconocidos para mí, que me saludaban por el nombre y me abrazaban, alegres, o me daban la mano fraternalmente.

Me encontré con una bella amiga, Lola, que me abrazó mientras me decía:

-- ¡Qué lindo encontrarte aquí, Julio!

Encontrar, encontrarse era la idea que pugnaba en la multitud, por sobre las consignas, los cantos, las banderolas. Y en el aire sonaba la alegría, el buen humor, la gentileza, el compañerismo más increíble en un país donde un malnacido gobierno nos intenta hacer, con disfraz democrático, lo que la dictadura cívico militar nos hizo hacer a fuerza de palos, muertes, torturas y desapariciones.

Volví a casa sin aquellas molestas preguntas.

No nos han vencido. El pueblo argentino está velando sus armas, las de la igualdad, la justicia social, la paz y la hermandad.

Solo espera que le llegue la hora.

24 de marzo de 2024


 

29 de febrero de 2024

Nuevas alianzas, nuevas tareas, nuevos objetivos

Como dijo Cantinflas (y aquí Gerardo Sofovich le hizo decir a Alberto Irizar sin mencionar la anterior autoría): “Antes de hablar, quisiera decir unas palabras”.

Aquí van.

Lo que los argentinos estamos viviendo es, lisa y llanamente, una contrarrevolución. Las fuerzas de la reacción, es decir la coalición de agroexportadores, grandes productores agrarios, el capital imperialista, el gran capital argentino transnacionalizado, bajo la dirección del capital financiero, ha tomado el poder político del estado nacional y se dispone, en la medida de lo posible, a disolver toda resistencia nacional a su dictadura. Los estados nacionales, tal como han sido conocidos desde su constitución al inicio de la Edad Moderna, son el último obstáculo para la completa hegemonía de la expresión más parasitaria y voraz del capitalismo, el capital financiero.

Es esta etapa aún más brutal en sus objetivos que la dictadura de Videla y Martínez de Hoz y sus sucesores. Aquella, pese a sus criminales métodos, estaba limitada en sus objetivos por un elemental nacionalismo militar que le permitió, por ejemplo, lograr el ciclo completo del uranio enriquecido para nuestras centrales nucleares o que, paradójicamente, cerró su ciclo con una guerra de histórica reivindicación nacional, la Guerra de Malvinas.

Esta etapa no tiene ninguno de esos frenos inhibitorios. Al frente del Poder Ejecutivo hay una persona que carece de toda noción de Patria, de pertenencia a una comunidad nacional, a un acerbo histórico, cultural, artístico común. Vive en las estrechas y arbitrarias leyes de un video-juego manejado desde Silicon Valley, solloza ante símbolos religiosos y culturales extraños, habla como un autoproclamado profeta en la reunión de los hombres más ricos del planeta y se emociona ante un expresidente proteccionista, antiglobalizador y enfrentado a Wall Street, defendiendo, en su reunión, el libre comercio, la globalización y los principios que rigen a Wall Street.

Los resultados inmediatos

Milei es presidente porque el conjunto del PRO, tanto el de Macri, como el de Bullrich o el de Larreta, lo votó en el balotaje. En realidad, la puja entre Macri y Bullrich (Larreta quedó totalmente fuera de juego con el resultado de las PASO) era sobre la manera en que uno u otro podían hacerse cargo de ese gobierno. El propio Macri definió el rejunte libertario de Milei como “un partido fácilmente infiltrable” y se dio el lujo de citar al presidente electo a su propia casa para discutir la formación de un gabinete. Bullrich, con menos llegada a la cúpula del establishment, eligió un camino más melifluo y sinuoso, poniéndose a disposición de Milei, lo que obtuvo reiterados elogios del libertario, que se sentía “apampado”[1] por la posición en que la elección lo había dejado: ser Presidente de la República.

El terrorífico e inútil plan de ajuste lanzado por la dupla Milei – Caputo, sumado a una, involuntaria o voluntaria, incapacidad de administración del aparato del estado ha generado, además de una inflación que supera la de Venezuela -- un país con una economía bloqueada por la principal superpotencia occidental --, un total desbarajuste del sistema político institucional de la Argentina. A ello debe sumarse la caída del consumo de alimentos y de remedios, por la inaccesibilidad de los precios y la total ausencia de control estatal,

·         Se han roto el sistema previsional (una pérdida del 28% de los haberes) y los servicios de la obra social de los jubilados (el ANSES), mientras se pretende convertir a los jubilados por las moratorias en receptores de un plan social.

·         Se ha desfinanciado totalmente el sistema educativo público del país, a la vez que se ha encarecido astronómicamente la educación privada (pudorosamente llamada pública de gestión privada).

·         Se ha desfinanciado a las provincias, llegando, en algunos casos, a una abierta provocación.

·         Se ha clausurado la obra pública.

·         Se ha quebrado el pacto federal que, desde 1853, ha sido el eje de nuestra organización nacional.

·         Se ha intentado soslayar la función del Poder Legislativo y se ha promulgado un DNU cuyos alcances políticos, económicos e institucionales aún no han llegado a establecerse.

La magnitud de los objetivos que esta contrarrevolución se propone son tan magnos y letales que la primera reacción institucional – después de la gigantesca reacción social protagonizada por el movimiento obrero el 24 de enero de 2024 – de la República de 1984 (que aunque manca y coja, es una continuidad de la de 1880) ha sido la rebeldía de las provincias gobernadas por el partido del establishment económico liberal, el PRO.

El movimiento obrero, por primera vez desde los tiempos de la CGT liderada por Saúl Ubaldini, ha ocupado el centro de la escena política, convirtiéndose en la cabeza de la oposición social, de los sectores sociales enfrentados a este proyecto y a los cuales este proyecto condena a la marginalidad. La sucesión de conflictos parciales derivados de la discusión salarial en las paritarias, el cierre de fuentes de trabajo, la caída del consumo y de la producción industrial se han agudizado en estos últimos 30 días. Otro paro general de la CGT -seguramente también con movilización- ya ha sido virtualmente establecido y faltaría solo ponerle fecha.

Pero, a su vez, el PRO, que aparecería como socio del gobierno de Milei, está sufriendo una fuertísima crisis interna, con una virtual ruptura entre el sector, minoritario, liderado por la ministra de Seguridad y el sector mayoritario – que tiene mayor cantidad de gobernaciones, intendencias y miembros del poder Legislativo – liderado por Mauricio Macri, con quien el presidente mantiene una sorda hostilidad, correspondida, a fuer de verdad, por el expresidente.

La desfinanciación del sistema federal, a través de la negativa a enviar los fondos de la coparticipación federal y la oscura maniobra usurera con la provincia de Chubut permitió que Mauricio Macri, jefe político del gobernador Ignacio Torres, maquinase un enfrentamiento que el chubutense supo presentar, en su discurso ante el poder Legislativo provincial, con habilidad y con poderosos argumentos. Y quien salió a enfrentar a Torres, con lenguaje y argumentos propios de un viejo comisario de provincia, no fue otra que Patricia Bullrich, ex candidata presidencial de PRO. “En Chubut no vive nadie, hay nada más que un millón de guanacos” disparó en La Nación+, ante la mirada bovina de los dos paniaguados que la entrevistaban.

Rato después, el gobernador Axel Kicillof, en una conferencia de prensa, expuso la situación de su provincia y se solidarizó con lo dicho por Ignacio Torres. Una por una, las provincias patagónicas primero y el resto de las provincias, después, se sumaron a lo denunciado. Hasta los más remisos, como Pullaro, de Santa Fe, o Frigerio, de Entre Ríos, formaron parte del reclamo.

En el caso de Kicillof, digno es de destacarlo, el gobernador tuvo una prudente respuesta a la pregunta sobre la posibilidad de emitir dinero propio. Sin descartar ninguna medida, advirtió del peligro balcanizador que ese tipo de decisiones implicaban y puso en prioridad la unidad del estado nacional argentino.

Pero el conjunto de los gobernadores de UxP han dejado que el enfrentamiento lo lleve adelante Torres, mientras su actitud se basa en bombardear, en la medida de sus posibilidades legislativas, el DNU en ambas cámaras del Congreso.

Las intenciones de Macri

A esta altura resulta evidente que Mauricio Macri es el motor impulsor de estos reclamos provinciales y de algunas renuncias de funcionarios de segundo rango en el gobierno nacional. En la medida que su plan inicial de “infiltrar” el gobierno de Milei le resultó difícil y viendo el deterioro de la imagen presidencial como consecuencia de su obstinación opuesta a la negociación política, comenzó a acercarse a una solución que implicase el alejamiento del presidente, por renuncia, por juicio político o lo que fuere, y su reemplazo por la vicepresidente Victoria Villarruel, una señora conservadora y representante gremial de los ancianos militares sentenciados y presos con largas condenas. La carencia de un equipo político por parte de la hija y sobrina de militares represores y condenados por sus graves crímenes ilusiona a Macri, deseoso de poner sus Dietrich, Iguacel y demás secuaces en el gobierno.

Esta alternativa que, insisto, Macri mira con delectación tiene tantas dificultades como las que tiene la presidencia de Milei.

La política llevada a cabo por este gobierno hacia las FF.AA. no ha podido ser más nefasta para ellas. Desde la situación salarial, donde un comisario gana más que un general, hasta la genuflexión al Reino Unido por parte del presidente y su canciller, la ínclita señora Mondino, y la claudicación explícita al reclamo de soberanía de Malvinas no le han dado mucho aliento a Milei en el seno de las FF.AA. Por otra parte, existe en ellas un rechazo profundo a involucrarse en asuntos de seguridad interna, como puede ser la lucha contra el narcotráfico. Son conscientes que un cambio en la relación de fuerzas, que saben inestable, los puede poner nuevamente en el banquillo de los acusados. Además, la experiencia en otros países respecto al involucramiento militar contra el narcotráfico ha tenido más éxito en complicar a sectores de las instituciones militares con el mismo, que en su erradicación.

Un gobierno de Villarruel, con un repudiado Macri manejando los hilos, sería un gobierno altamente irrepresentativo y de una legitimidad muy debilitada. El consabido salir de Guatemala, para caer en Guatepeor.

En concreto, por ahora Milei ha logrado dividir al PRO, es decir, al partido que le permitió ganar las elecciones.

El peronismo se mantiene unido

La coalición encabezada por el peronismo, por su parte, ha mantenido su unidad, solo conmovida por la claudicación del gobernador tucumano, Osvaldo Jaldo. La frágil situación económica de la provincia, la debilidad estructural de la industria azucarera y la amenaza – que seguramente se convertirá en una realidad ya que es parte del núcleo ideológico de Milei – de importarla, lo que dejaría a la provincia en estado de vaciamiento económico, han sido las razones determinantes, aunque no justificatorias, de una deserción repudiada por el conjunto del movimiento nacional.

La representación política de la oposición está haciendo su trabajo en el lugar en donde debe hacerlo: en los gobiernos y municipalidades a su cargo y en el Congreso Nacional. La CGT y el conjunto del movimiento obrero y los movimientos sociales – los trabajadores sin salario – son el centro de la movilización y la fuerza popular que ha permitido y permitirá sostener y fortalecer las posiciones parlamentarias y la lucha de las provincias.

El partido Justicialista, bajo esta nueva realidad, se encamina a su reorganización. Es necesario el surgimiento de nuevas alianzas, de nuevas sociedades y de una nueva representatividad. Ya hemos perdido demasiadas elecciones. El peronismo debe alentar la conformación de un nuevo movimiento nacional que exprese las nuevas realidades sociales de la Argentina, pero también las impostergables tareas que permitan el despegue de la totalidad de nuestras fuerzas productivas.

Si en doce años – un período más largo que el de Perón entre 1945 y 1955 – no pudimos terminar con algunas de las instituciones impuestas por la dictadura y Martínez de Hoz, como la ley de Entidades Financieras, no pudimos romper los límites del “stop and go” del proceso de industrialización y no pudimos diversificar nuestras exportaciones, quitándole al negocio agroexportador su capacidad de chantaje sobre las arcas nacionales, nuestro objetivo para el próximo período debe ser reindustrializar a pleno el país, poner valor agregado a todo lo que se pueda, aumentar y diversificar las exportaciones, incorporando sectores que hasta ahora permanecen dormidos o congelados. Es el deber de esta generación de argentinos explotar toda la riqueza argentina que haya para explotar. No hay razones naturales para el desempleo en la Argentina. Nuestra capacidad productiva es, en cierto modo, infinita. El nuevo mundo de la multipolaridad nos está obligando a hacerlo.
Es imperioso terminar el ciclo de las contrarrevoluciones sin haber hecho ninguna revolución. El Papa Francisco tiró algunas ideas en su mensaje a la reunión de los jueces, comenzando por la de la legitimidad de un gobierno:
“No alcanza con la legitimidad de origen, el ejercicio también tiene que ser legítimo. De qué sirve tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas”.

“El Estado es hoy más importante que nunca y está llamado a ejercer el papel central de redistribución y justicia social”.

“Les pido firmeza y decisión frente a los modelos deshumanizantes y violentos”

Buenos Aires, 28 de febrero de 2024.



[1]    “Apampado” es un término acuñado por Arturo Jauretche, refiriéndose al estado de ánimo de los chacareros en la lujosa oficina de los consignatarios y escribanos del régimen agroexportador: una mezcla de estólida admiración y desconcierto.

16 de febrero de 2024

Quién fue Juan de Mariana

Juan de Mariana fue un jesuita contemporáneo de Lope de Vega y de Francisco de Quevedo, o sea del Siglo de Oro Español.

Era hijo natural del deán de Talavera de la Reina, un pequeño pueblo castellano y una mujer del lugar. Deán era, en el caso del padre de Juan de Mariana, el sacerdote que preside una “colegiata”, esto es un templo católico que, sin ser catedral, tiene un colegio que lo administra.

Vale la pena mencionar que el Concilio de Trento (1545-1563) aún no había establecido el celibato sacerdotal que caracteriza todavía hoy al catolicismo.

Es considerado el Padre de la Historia de España por su libro Historiae de rebus Hispaniae libri XX. Fue un filósofo tomista y llegó a enseñar en La Sorbona. Es el antecedente inmediato al pensamiento de Francisco Suárez y su iusnaturalismo que, con el Victoria y Belarmino, dieron lugar a la concepción del derecho a la resistencia a un poder injusto.

Fue uno de los primeros en denunciar la disminución del peso de la moneda y la inflación para financiar los gastos del estado.

Su pensamiento, en realidad, corresponde al surgimiento de ideas burguesas en el seno de la España de Felipe II, ideas que, merced al parasitismo de la estructura de los Habsburgos y la nobleza hispana, nunca lograron imponerse. Tal es así, que sus ideas llegaron a influir en la Revolución Francesa, a punto de que, según afirma Florence Gaulthier, los aristócratas contrarrevolucionarios llamaban “marianos” a los sostenedores de la Revolución, justamente por el teólogo de Talavera de la Reina. Y agrega la historiadora francesa que el nombre de Marianne como personificación de la República Francesa derivaría del jesuita de Mariana[1].

Este nombre, digno de todo respeto y homenaje, ha sido usurpado por un grupo de neoliberales españoles vinculados al capital financiero peninsular para crear un Instituto epónimo, que goza del aprecio del hombre de doble apellido de LLA, el diputado Alberto Benegas Lynch, un caballero que atrasa 500 años, habida cuenta que nuestro jesuita de Talavera de la Reina falleció en 1624. Por su intermedio, los neoliberales monárquicos de allá, premiarán al loco de la motosierra. El responsable de una inflación del 46% en dos meses recibirá una estatuilla del cura que denunciaba a Felipe II por su devaluación del peso de la moneda.

Buenos Aires, 16 de febrero de 2024



[1] https://www.sinpermiso.info/textos/de-juan-de-mariana-a-robespierre-entrevista

15 de febrero de 2024

El documento de Cristina

La expresidenta ha dado a conocer un extenso documento, lleno de tecnicismos, a efectos de hacer saber su punto de vista personal sobre el actual momento económico caracterizado, desde el título, como Argentina en su tercera crisis de deuda.

Vamos a intentar aquí, desde la perspectiva del movimiento nacional, un análisis político de los aciertos y de los, en nuestra opinión, desafortunados errores que encierra el informe de Cristina Fernández de Kirchner.

El misterio de la inflación

Dados los tiempos que corren, el documento se inicia con una cita de un intelectual argentino que ha servido, últimamente, tanto para un fregado como para un barrido, por parte de ambos lados de la grieta: Juan Bautista Alberdi. Jorge Abelardo Ramos ha descripto la tensión moral del intelectual que ha vuelto al país a los 70 años y, como diputado nacional, debe votar la nacionalización del puerto y la ciudad de Buenos Aires:

“La violencia que Tejedor y Mitre desatan en Buenos Aires contra Avellaneda y Roca aterroriza a Alberdi. Llegado el momento, el diputado avergonzará al pensador. Alberdi flaqueará y votará contra la federalización, como Vicente G. Quesada, bajo la intimidación porteña. El pobre y gran viejo será débil (hablamos del hombre con más coraje intelectual de su tiempo), pero el roquismo comprenderá su actitud; consumada la federalización Alberdi será nombrado presidente de la Comisión bonaerense que elegirá nuevo gobernador de la provincia, en reemplazo del derrotado Tejedor”1.

Gran parte del documento se dedica a explicar las tres grandes crisis de deuda externa sufrida por la Argentina desde 1983: la del final del gobierno de Alfonsín, la de de la Rúa en 2001 y la generada a partir del gobierno de Mauricio Macri. Cristina Fernández de Kirchner define correctamente al nuevo gobierno:

“El nuevo Presidente se declara libertario, anarco capitalista, enemigo del Estado, seguidor de la escuela económica austríaca -corriente de pensamiento que no aplica en ninguna parte del mundo-, su propuesta central durante la campaña electoral fue ajuste y dolarización y sostiene que la principal causa de la inflación es la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal. Califica al gobierno de la convertibilidad, a Carlos Menem y a Domingo Cavallo como el mejor gobierno, el mejor Presidente y el mejor Ministro de Economía de la historia y pretende reeditar privatizaciones, aperturas indiscriminadas y desregulaciones sin reparar que el mundo que recibió a Carlos Menem como presidente nada tiene que ver con el actual”.

El punto central de su análisis discute con los economistas liberales la causa de nuestra inflación. Ha sido y es un permanente leit motiv de los liberales que la inflación es causada exclusiva, central y fundamentalmente por la emisión “descontrolada” y el déficit fiscal de un Estado que, según ellos, gasta por encima de sus ingresos. De inmediato comparan la economía de un país inserto en una economía global con la administración de un hogar.

El documento acierta en este punto al poner, de modo un tanto monocausal, a la falta de dólares como causa material y eficiente de nuestra inflación. Digo un tanto monocausal porque, si bien ese es el principal motivo a él se agrega una serie de otras causales coadyuvantes que complican el escenario.

“Lo que tensiona y detona realmente la economía de nuestro país es el déficit en la balanza de pagos que significa, nada más ni nada menos, que la Argentina se empieza a quedar sin dólares.

Ya sea por déficit en la cuenta corriente, cuando las exportaciones no alcanzan a cubrir las importaciones o su saldo es muy exiguo, o por la cuenta capital, cuando se produce su apertura indiscriminada permitiendo el ingreso de capitales especulativos que realizan maniobras de “carr trade” y se terminan llevando más dólares de los que ingresaron al país”.

Sin autocrítica

Lo que se extraña en el documento, habida cuenta de todo lo que ha pasado desde el 2008 a la fecha es alguna sombra de autocrítica, algún juicio reparatorio de los errores que, más o menos, a partir de esa fecha se cometieron sistemáticamente desde el gobierno, tanto en lo económico como en lo político. ¿Por qué se dejó de crecer desde aquellos años? ¿Por qué un dólar bajo permitió un erróneo distribucionismo que financiaba viajes y compras en el exterior? ¿Desde cuándo nuestra economía estaba en condiciones de que empleados administrativos públicos o privados realizasen viajes a Miami o a Europa dilapidando dólares que el mismo mecanismo del “stop and go” hacía imprescindibles para un nuevo crecimiento industrial?

Y aquí aparece otro de los, en mi opinión, errores en el análisis de CFK: el bimonetarismo. Este fenómeno es el resultado, la consecuencia de, justamente, esa escasez de dólares y no su causa.

El otro punto en cuestión es la pertinacia en la crítica a Alberto y al manejo de la deuda que realizó junto con su ministro Guzmán. Esa negociación fue la mejor que se podía llevar a cabo en las condiciones de enorme debilidad financiera que se encontraba la Argentina. Toda la retórica acerca de su cuestionamiento, que puede tener un sólido basamento moral, carece de todo realismo político. El desplante realizado por la vicepresidenta, a través de la provocación del entonces jefe del bloque del FpV, su hijo Máximo Kirchner, de prosperar convertía al gobierno y al país en un proscripto financiero. El FMI no es un conjunto de poderosos acreedores privados. Es el conjunto de la comunidad internacional, incluída China, que nos condenaba al ostracismo y a la pérdida total de crédito. Alberto, de no hacerlo, caía en medio de un descomunal desastre económico.

¿Es Milei un presidente fuerte? 

Por último, y muy correctamente, el documento presenta las consecuencia nefastas para el futuro del país de la posible dolarización que propone, como eje de su programa, el presidente Milei.

En su análisis, que parecería escrito antes de la debacle de la ley Ómnibus, la expresidenta presenta a un Milei fuerte y decidido a llevar adelante su criminal misión. Pero la verdad es que el poder del presidente, a tan solo dos meses de su asunción, se ha debilitado estratégicamente. La CGT, los sindicatos y los movimientos sociales han asumido la representación del conjunto de los sectores populares condenados al hambre y la desocupación y han ocupado el centro de la oposición social al gobierno. Los socios de último momento de La Libertad Avanza tienen más el aspecto de aves carroñeras que de enfermeros de emergencia. La oposición política, aún con dificultades, ha cumplido con su tarea en el parlamento y los apoyos gubernamentales, que parecían sólidos, comienzas a vaporizarse.

Cuando aún no han terminado de desarrollarse las nefastas y liquidadoras consecuencias de su política sobre el conjunto de la clase trabajadora y la clase media de ingresos fijos, sobre las pymes, la ocupación y los salarios, el presidente del 56 % ha sufrido un deterioro que solo puede profundizarse. Macri o Bullrich no son ambulancias. Son una infección intrahospitalaria en un enfermo grave.

Propuestas extemporáneas

Y de yapa, el documento agrega programáticamente una reforma laboral, quince días después de que la CGT y su movilización diera base social al derrumbe de la ley Ómnibus.

“10. Resulta ineludible discutir seriamente un plan de actualización laboral (en negrita en el original) que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales surgidas a la luz de los avances tecnológicos y de un pandemia que trastocó todos y cada uno de los ámbitos de la vida de las personas”.

¿Es hoy el momento de hablar eufemísticamente de una reforma laboral, que es lo que de hecho significa la propuesta? ¿Se ha conversado con el movimiento obrero, con sus dirigentes gremiales, con sus especialistas, sobre este punto? Toda la propuesta tiene el tufillo de una concepción desde arriba, sin consulta de los interesados, en un momento en el que lo principal no es ofrecer propuestas programáticas, que serán motivo de congresos y de ofertas electorales en el momento adecuado. El momento exige estrechar filas y sostener con firmeza lo que hicieron nuestros representantes en el Congreso: la más rotunda y clara oposición a una reforma laboral. Y hasta diría, hablar de la necesaria reforma patronal que clama el particular momento en que vive el mundo.

También plantea la posibilidad de incorporación de capital privado a algunas empresas estatales, cuando eso también estaba en la ley rechazada.

“12. También queremos discutir la integración de la empresas del estado (en negrita en el original) tanto por vía de la participación del capital privado como de las provincias, en el caso de que sus recursos estén afectados a la explotación económica de aquellas, como así su cotización en bolsa para agrega valor y eficiencia bajo la forma de una asociación pública y privada virtuosa”.

Es, por cierto, una propuesta que puede discutirse. Pero no es el momento, habida cuenta que, justamente, la ley Ómnibus rechazada lo planteaba en su mamotrético articulado.

Son dos errores tácticos. El primero ratifica su distancia y desconfianza al movimiento obrero.

El segundo debilita la posición contra las privatizaciones.

Todo el documento, por otra parte, parece dirigido especialmente al sector que se encolumna detrás de la expresidenta y no al movimiento nacional en su conjunto, que espera propuestas estratégicas y tácticas, aspira a que el movimiento nacional exprese desde la totalidad de su compleja composición qué hacer y cómo enfrentar la difícil coyuntura por la que atraviesa el país.

Buenos Aires, 14 de febrero de 2024

1 Jorge Abelardo Ramos, Revolución y Contrarrevolución en la Argentina, tomo 2, Del Patriciado a la Oligarquía, Edición del Senado de la Nación, Buenos Aires, 2006, pág. 164.