17 de abril de 2025

El Barón de Rio Branco y el primer A.B.C.


La concepción diplomática conocida como A.B.C. es brasileña y concretamente de José María da Silva Paranhos Junior, el Barón de Río Branco, fundador de la política exterior del Brasil y creador del moderno Itamaraty. Dado el desconocimiento que en nuestro país impera sobre las cosas del Brasil, similar posiblemente al que en aquel país existe sobre nuestras cosas, se hace necesario, habida cuenta de la importancia y trascendencia del personaje, una breve reseña sobre el mismo.

Junto con Rui Barbosa, el inspirador de la constitución de la república de los plantadores, y con Joaquim Nabuco, el apóstol de la abolición de la esclavitud, el Barón de Río Branco integra el grupo de estadistas que introdujo al Brasil en el nuevo siglo. Liberal en lo económico y conservador y monárquico en lo político, pertenecía a una familia de linaje pero sin peculio, de la aristocracia imperial de Bahía. Su padre, el Vizconde de Rio Branco, a quien ya vimos en Montevideo al final de la guerra del Paraguay, llegó a ser, dentro de una larga carrera en la administración, jefe de gabinete durante cuatro años, el más largo y exitoso de la monarquía de Pedro II. Es este gabinete el que promulga, en 1871, la Ley de Vientre Libre, comienzo del fin de la ignominiosa esclavitud, que se había convertido ya en un factor de atraso económico. Según un biógrafo1, tanto el vizconde como el barón “vivieron siempre como servidores del Estado. Ninguno de ellos tenía relación directa con los grandes propietarios esclavistas”2. El vizconde era un veterano en la política del Río de la Plata, ya que integró, en distintos cargos hasta ser el jefe, la legación diplomática en Montevideo en varias oportunidades. La última de ellas fue poco antes del inicio de la Guerra de la Triple Alianza. Después de la guerra vuelve a Montevideo, esta vez acompañado de su hijo, quien se desempeñó como su secretario. La tarea del vizconde fue, entonces, negociar con sus aliados los resultados de aquella carnicería, labor en que ya los encontramos más arriba.

Una vez recibido de abogado y después de un breve y desilusionante paso por la Cámara, como diputado por el Matto Grosso, el joven Jose Maria da Silva Paranhos Junior abandona la política para pasar a la diplomacia, y obtiene del presidente del Consejo de Ministros, el marqués de Caxias, su nombramiento como cónsul general en Liverpool, en 1876. Nunca más actuará en el país, hasta que, en 1902, el presidente Rodríguez Alves lo nombra Ministro de Asuntos Extranjeros. Su actividad como diplomático y la resolución positiva, para el punto de vista brasileño, de resonantes conflictos le habían otorgado una enorme popularidad que conservó hasta su muerte. Hombre de una vasta cultura universal, era un profundo conocedor de su país. “Lo que del Brasil sabía era enorme, como que había leído todo cuanto se había escrito al respecto: historia, geografía, flora, fauna. Había recorrido bibliotecas enteras en Europa y América”, dice de él el diplomático argentino José María Cantilo3. Como todos los militares y políticos brasileños de su época, y hasta ya entrado el siglo XX, era un profundo admirador de Augusto Comte y su positivismo4, convicción a la que unía sin contradicciones su declarado monarquismo. En el retrato que, a su muerte, hace el relativamente crítico historiador pernambucano Manuel de Oliveira Lima, leemos: “Su personalidad dominante se destacaba de la colectividad para fundirse en la entidad abstracta a la que él, tan bien y tan eficazmente, sirvió toda la vida, al punto de, sin guerras, exclusivamente por los medios pacíficos de la negociación y el arbitraje, haber aumentado tan considerablemente la superficie nacional – lo que a poquísimos personajes históricos, a un resumidísimo número de privilegiados, le ha sido dado”5.

El prestigio y seguramente los éxitos que la política de Itamaraty ha obtenido a lo largo de los años se deben, sin duda, a la acción del Barón de Rio Branco. Su labor como canciller entre 1902 y 1912, se hizo bajo tres presidentes, Rodrigues Alves, Affonso Pena y Hermes de Fonseca. “Pero al mismo tiempo que declinaban sus fuerzas, comenzaba a desaparecer no sólo el mundo internacional del Barón, sino también el Brasil fuerte, próspero y prestigioso que le había permitido realizar, sin solución de continuidad, su obra diplomática. Las presidencias de Rodrigues Alves y Affonso Pena marcarán el punto más alto de la República Vieja”6. En medio de una crisis política y militar, que incluye el bombardeo a Bahía, murió a los 66 años el Barón de Rio Branco. No dejó testamento alguno, pues sus bienes eran escasos.

Dejando de lado la política territorial, que escapa a los propósitos de este trabajo7, la política exterior de Rio Branco tuvo dos ejes: la relación con los EE.UU. y el llamado A.B.C., la política de relaciones con Argentina y Chile8.

1 Manuel de Oliveira Lima, O Barão do Rio Branco, Editorial Instituto Nacional do Livro, Río de Janeiro.

2 “Desde el período monárquico, el reclutamiento de la burocracia civil y militar del Imperio se hizo mediante la selección de personas pertenecientes a familias venidas a menos”. Cardoso, Fernando Henrique, Ideologías de la burguesía industrial en sociedades dependientes (Argentina y Brasil), pág. 113, Siglo XXI Editores S.A., 1976, México.

3 Cantilo, José María, Recuerdos de mi vida diplomática, Buenos Aires, 1935.

4 V. Ramos, Jorge Abelardo, op. cit., tomo 2, “El positivismo en América Latina”, pág. 70.

5 Oliveira Lima, Manuel, op. cit.

6 Ricupero, Rubens, op. cit., pág. 123.

7 “En una palabra: gracias a José María da Silva Paranhos, Brasil incorporará a su patrimonio, sin disparar un tiro ni generar irredentismos peligrosos, nada menos que 600.000 kilómetros cuadrados ¡dos veces la provincia de Buenos Aires! Con él, Brasil alcanzó las colosales dimensiones que hoy posee y dio pie al orgulloso dicho O Brasil sempre saiu vencedor. Habría que agregar que siempre tuvo a mano un Rio Branco”. Scenna, Miguel Angel, Argentina–Brasil, Cuatro Siglos de Rivalidad, Revista Todo es Historia, Nº 79, pág. 79 y ss., Buenos Aires, diciembre de 1973. Pese al absurdo título –Argentina no tiene cuatro siglos de historia– este ensayo presenta una muy completa exposición de los encuentros y desencuentros entre Brasil y las provincias del Plata.

8 “Ya construí el mapa del Brasil. Ahora mi programa es contribuir a la unión y la amistad entre los países sudamericanos”. Citado por Cárcano, Ramón J, Mis primeros ochenta años, Buenos Aires, 1943.

No hay comentarios.: