29 de marzo de 2022

Una conversación entre Ramos y Perón de hace 55 años ilumina el presente.

Mi querida amiga Paula de Luque, que está filmando una película con el trasfondo de la década del '60 y el '70, me manda por Whatsapp una foto de una pàgina de un libro.

Me dice que está tomada de El Diario Secreto de Perón, de Enrique Pavón Pereyra. La foto indica página 219. Me cuenta que lo tomó de la biblioteca de Jorge Coscia – su compañero de muchos años, el padre de su hija – y que hoy a la mañana lo abrió al azar y esa página se le presentó con una claridad epifánica. Que Jorge Coscia, Jorge Abelardo Ramos y Perón le estaban proponiendo una especie de respuesta a la cuestión más aguda de estos días. Y me pedía que fuese el vocero de esa mística respuesta.

Este es el texto.


Se animó el palique, pleno de evocaciones y de presagios, cuando Ramos aventuró una pregunta; esta llevaba implícita una paradoja:

– ¿Se atrevería, General, a dar el nombre de un funcionario argentino que, en la práctica, haya superado tanto a los economistas como a los clásicos de la materia?

– ¿Superar a los Adam Smith, a los Lord Keynes?

– A todos ellos, separados o juntos.

El General respondió negativamente, sin disimular su perplejidad y buen humor.

– Pues ese nombre –aclaró Ramos – debería recordarse. Se trata del comisario Miguel Gamboa, quien en 1954 era jefe de Policía. Cuando usted ordenó, frente a la desenfrenada especulación reinante y a la estampida de los precios, que la policía asumiera la vigilancia de los costos de la canasta familiar, Gamboa – que sabía poco de leyes de mercado (salvo de los mercados y ferias porteñas)-- acumuló engrudo y fajas de clausura, y dispuso aplicar a todo empresario o comerciante mayorista o minorista que violase la lista de precios, penas de cárcel y cierre de locales, no redimibles por multa.

– ¿Y sabía usted – interrogó Perón a modo de comentario – que esa mafia de la intervención, aparte de multiplicar por ocho los precios de los artículos de primera necesidad, contabilizaba mil trescientos millones de dólares de ganancia anual, monto equivalente al presupuesto global de la comuna de Buenos Aires?

– ¡Si lo sabré! La fuerza extraeconómica del Estado – admitió Ramos – se manifestó así por primera vez. Y las tendencias especulativas y agiotistas de parte del sistema de comercialización, de la base a la cúpula, quedaron paralizadas durante el año y medio transcurrido entre la adopción de las medidas citadas y la caída del gobierno nacional, en septiembre del 55. ¿Quiere más, General? Las estadísticas y la memoria de quienes vivimos esa época indican que los precios no se movieron, las leyes de mercado se mandaron a guardar, etcétera, etcétera.

– Esto se pudo hacer – precisó Perón trasuntando satisfacción – porque existía la voluntad política de ejercer el poder del Estado.

En efecto, en el año 1967 Ramos visitó a Perón en Puerta de Hierro. En realidad, recién en ese momento se conocieron personalmente. Durante el gobierno del General, Ramos no había tenido la oportunidad de una entrevista personal con el presidente.

El relato de Pavón Pereyra pone en evidencia, a quienes conocimos personalmente a Ramos, toda su retórica, el uso del humor y de la hipérbole como recurso político, a la vez que su desprecio olímpico por los economistas liberales (y me atrevo a decir por los economistas académicos en general). Y en la última oración del fragmento, queda expuesta la claridad y el sentido político que Perón tenía sobre la política y sobre el Estado.

Cumplo con el mandato que Paula atribuye a nuestro querido amigo ausente. Èl también, Jorge, coincidiría con Ramos y con Perón.

Ah, y con el comisario Gamboa.


18 de marzo de 2022

¿Alcanza con Memoria, Verdad y Justicia?



El 24 de marzo de 1976 yo tenía 29 años. 46 años antes había ocurrido el primer golpe de estado cívico militar de nuestra historia, el del 6 de septiembre de 1930 que derrocó a Hipólito Yrigoyen.

Este año se cumple el mismo lapso de 46 años con el golpe cívico militar que derrocó a Isabel Perón.

Traigo esto a colación porque en mi memoria de aquella época el golpe contra Yrigoyen era algo muy alejado en el tiempo. Si esto era así en la memoria de un joven apasionado por la historia y la política, ¿qué se podía decir del común de la gente? Era algo que había ocurrido cuando los hombres usaban cuello palomita y bastón para ir a la Plaza de Mayo, cuando aún se usaban polainas para proteger los zapatos o, para ser precisos, los botines. No se conocían las zapatillas, los bermudas o las remeras. No existía el concepto de juventud y ningún hombre tuteaba a otro a partir de los veinte años. Los hijos imitaban el modo de vestir y la actitud de sus padres y no había ni guitarra eléctrica ni teclado electrónico. Ni siquiera había discos de 33 rpm.

La fecha del 6 de septiembre era recordada por un grupo de ancianos dirigentes radicales que se reunían en el cementerio de La Recoleta, daban unos soporíferos discursos de anticuada retórica y se iban a su casa.

La pregunta que me surge es si, para las nuevas generaciones, la fecha del 24 de marzo no tiene la misma distancia histórica, la misma antigüedad, el mismo tufillo de cosa arcaica, pasada de moda, de otro siglo. La masividad y presencia juvenil de las manifestaciones que se realizan en esa fecha dan la impresión de que no es así, de que la conmemoración de ese día nefasto y el repudio que esa conmemoración expresa siguen teniendo plena vigencia en las generaciones posteriores.

Pero temo que si a la idea de Memoria, Verdad y Justicia no se le agregan componentes políticos que actualicen el sentido de ese repudio, la fecha termine siendo un mero acto litúrgico. Quiero decir con esto que el programa del 24 de marzo de 1976 sigue teniendo poderosas expresiones políticas con base electoral, que la desindustrialización del país como proyecto puramente agroexportador sigue vigente y que el golpe de estado, los asesinatos y desapariciones no tuvieron otro objetivo que imponer ese proyecto devastador. Tan devastador fue que aún siguen vigentes muchas de las decisiones estructurales que impuso la dictadura: la ley de entidades financieras, la ley de inversiones extranjeras, el Código Aduanero, entre otras.

La oposición argentina, hoy, no expresa otra cosa que la actualización, en las condiciones del nuevo siglo, del programa del capital financiero y el sistema agroexportador que impuso el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 a sangre y a fuego.

Buenos Aires, 18 de marzo de 2022.

13 de marzo de 2022

La UCR es un caparazón vacío

La Unión Cívica Radical es nada más que una caparazón. Adentro hay tan solo moluscos cuya única identidad es el antiperonismo. Eso fue evidente en el debate parlamentario. Ni uno solo de los numerosos diputados “radicales” que hablaron en la extensa sesión, ni uno solo, fue capaz de mencionar al ideario histórico de su partido, a sus próceres, al papel que alguno de ellos puede haber asumido en momentos históricos similares. No hubo una sola referencia a cuál es o debería ser el papel que la UCR debe jugar en momentos decisivos para el destino del paìs, cuáles son los intereses sociales que representa o expresa, qué dicta el ideario de Leandro Alem, de Hipólito Yrigoyen, de Amadeo Sabattini, de Moisés Lebensohn o, por lo menos, de Raúl Alfonsín.

Y esto es así porque puedo asegurar que ninguno, ni uno solo de esos diputados tiene la menor idea de todo esto. El radicalismo es, en los pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires y del país, la manera concreta como un joven abogado hijo de un chacarero o de un dentista, que ha estudiado en la universidad, medianamente rubio y blanquito, se puede dedicar a la política sin confundirse con esa plebecía de las orillas, de humilde color -uso aquí una expresión acuñada con sarcasmo por Ernesto Palacio-, pedigüeña y protestona que se junta en el peronismo.

La Unión Cívica Radical que conoció la historia política argentina se clausuró en las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001. En las fogatas y las barricadas de aquellas jornadas desapareció ese partido y su pasado, sus revoluciones cívico militares para conquistar el voto secreto, universal y obligatorio, su democratización de la política y el poder en la Argentina, su incorporación de los millones de inmigrantes a la vida política nacional, su rechazo a la Sociedad de las Naciones, su nacionalismo defensivo, su pasión democrática se convirtieron en cenizas que el viento arrojó a las aguas del Río de la Plata.


Quienes quedaron con la caparazón ya no eran radicales. Eran unas pocas vestales liberales, impregnadas de cavallismo, privatizaciones, ajuste a jubilados, maestros y empleados públicos, cuyo único ideal era definirse tajantemente como antiperonistas orgánicos, es decir, lisa y llanamente gorilas.

De ahí el vacío conceptual de sus expresiones parlamentarias, su oquedad sustancial, su carencia de pasado como realización y de futuro como proyecto. Los radicales de Yrigoyen, de Sabattini, de Lebensohn, de Alfonsín y, si me apuran, hasta de Balbín e Illia, se quedaron sin partido. No son tan solo antiperonistas, hay muchos con un legado y una historia que quieren orgullosamente asumir y ofrecer a la construcción de una Argentina del siglo XXI.

En la UCR, como en esas grandes caracolas marinas que uno se lleva al oído, hay un murmullo, pero adentro no hay absolutamente nada más que gorilas bramando su odio de clase.

6 de marzo de 2022

¿Estamos ante un nuevo sistema internacional?

¿Cuándo se ha visto a una Superpotencia preparar sus límites, promoviendo y no reprimiendo el surgimiento de un Concierto de Potencias? Pero si no lo hace, su hegemonía, al no poder por sí inventar el “orden mundial”, puede sí generar un “largo interregno” sin orden internacional con desórdenes crecientes. Tal el dilema que abre el siglo XXI.
Alberto Methol Ferré, Los Estado Continentales y el Mercosur


A principio del siglo, cuando en la Argentina aún no habían ocurrido las jornadas del 19 y 20 de diciembre, y gobernaba abúlicamente Fernando de la Rúa, el profeta de la Banda Oriental nos alertaba sobre lo que vendría.

Lo que estamos viendo en estas semanas es, en mi opinión, la coronación de una nueva distribución del poder mundial.

Se está pariendo un nuevo orden internacional, un mundo con distintos y diversos polos. Un mundo donde la voluntad criminal del capital financiero y los EE.UU. no son ya el único y unívoco poder. Un mundo más sinfónico y polivocal. Un mundo que necesita nuestra unidad continental y en el que nosotros necesitaremos imperiosamente esa unidad continental.

Perón decía que la política es la política internacional. El fin del imperio americano, que comenzó a fines de la Segunda Guerra Mundial, y se consolidó en 1989, nos traerá a los pueblos periféricos -o semicoloniales, como les decíamos antes- un escenario mundial que dará mayor facilidad a nuestros intentos de generar una economía autónoma, de justicia social. Pero es imprescindible la unidad de América Latina o, por lo menos, de Suramérica. Individualmente, ninguno de nuestros países tiene destino. Ni siquiera Brasil, que es el más grande.

Básicamente mi opinión, y la de muchos analistas tanto argentinos como europeos, es que la crisis ucraniana, por un lado, y la exigua respuesta militar de la OTAN, por el otro, han generado un quiebre en el sistema hegemónico mundial, que no es otra cosa que la cristalización en hechos del poder alcanzado por varios países que cuestionan la unipolaridad yanqui: Rusia, China, India, Irán, Turquía, etc. Es decir, estamos convencidos de que existe desde hace ya varios años una multipolaridad de hecho, que ha sido resistida ferozmente por la Superpotencia, para usar las palabras de Methol Ferré, y ha producido este “largo interregno” iniciado, más o menos, con el siglo. Si bien los protagonistas concretos de la polìtica internacional han actuado en un espacio multipolar, la conducta de los EE.UU. ha sido de resistencia y hostilidad permanente a esa multipolaridad de hecho.

EE.UU. se ha quedado sin respuesta. Rusia, que, por supuesto, nadie piensa que es socialista o algo por el estilo, se ha acercado aún más a China, generando un gran poder continental ante el poder marítimo de EE.UU. y UK. El conflicto, en mi opinión, finaliza en algunos días. La morralla nazi de los grupos ucranianos no puede aguantar y el ejército ucraniano, me parece, no ha aparecido en toda su magnitud, porque no quiere enfrentar abiertamente a Rusia.

Europa ha quedado pegada a los EE.UU., y queda por ver qué va a hacer Alemania, que es el único país de Europa occidental con algún tipo de capacidad.

Es evidente que se enfrentan, además, dos concepciones del capitalismo. Por un lado, un capitalismo con hegemonía del capital financiero, improductivo y desindustrializador, y por el otro una forma mixta de capitalismo privado y capitalismo estatal planificado, en muchos casos con control obrero, pero que pone el centro en la producción de mercancías. Hoy ese modo de producción está en desarrollo y avance. Europa y EE.UU. agonizan en el desierto improductivo del capital financiero.

Este es el momento ideal para nuestros países y, en especial, para la Argentina. China, lo hemos dicho antes, puede ocupar el lugar que el Reino Unido ocupó durante la “belle epoque” oligárquica. Nuestras economías son complementarias, pero son muy disímiles nuestra dimensión geográfica, económica, poblacional y militar. Si bien, cuando hubo en aquellos años dorados, alguna cabeza con fervor patriótico, la relación de semicolonia privilegiada nos permitió lanzar la doctrina Drago, en defensa de la Venezuela sitiada, o el “América para la humanidad” de Roque Sáenz Peña, para detener a la doctrina Monroe, esa relación, y la particular estructura social argentina, trabaron la posibilidad de un desarrollo industrial basado en nuestras exportaciones, y toda esa riqueza se diluyó en gastos suntuarios.

La economía china, hasta ahora, no es una economía de naturaleza imperialista. Tampoco es una potencia colonialista. Pero esta no es ninguna garantía. Está y estará en las manos y la voluntad nacional de los argentinos convertir esa complementariedad en mayor soberanía, en mayor industrialización, en una diversificación de nuestras exportaciones, en más trabajo y mejores salarios.

El pesimismo que se ha enquistado en nuestra filas es absurdo y solo sirve al enemigo. El pesimismo es bombardeo estratégico enemigo.

Buenos Aires, 6 de marzo de 2022