14 de septiembre de 2006

Chile y Argentina se abrazan en la Patria Grande

Para la columna de opinión de Crónica

Contra toda la maquinaria de prensa y desprestigio que movilizan los intereses políticos imperialistas, opuestos al proceso de unificación e integración que hoy vive nuestro continente, la política latinoamericana del presidente Néstor Kirchner obtuvo hoy un resonante triunfo en Mendoza.

El encuentro entre la presidente de Chile, Michele Bachelet, y su par argentino, logró el restablecimiento de un gran proyecto integrador inaugurado en 1910 y que, desde el año 1984, había dejado de funcionar definitivamente, el Tren Trasandino.

Las relaciones con Chile, en el marco de la actual política suramericana, tienen, para la Argentina –y para el Mercosur, por otra parte- una importancia trascendental. No sólo por compartir ambos países la más extensa de las fronteras, que ha significado permanentes conflictos a lo largo de ciento cincuenta años, sino porque la política exterior chilena y su clase dirigente han mantenido, desde los tiempos del ministro Diego Portales, en la tercera década del siglo XIX, una gran resistencia a toda política integracionista, así como una insular desconfianza hacia sus vecinos.

La nacionalización de los hidrocarburos llevada a cabo por el gobierno de Evo Morales en Bolivia y el consecuente aumento del precio del gas que la Argentina importa de aquel país trajo aparejada una complicación en las relaciones de nuestro país con Chile. Como se sabe, la intención de los actuales gobernantes bolivianos ha sido utilizar la necesidad que de sus recursos energéticos tiene el país trasandino como instrumento de presión diplomática para arrancar de Santiago su ansiada salida al mar, perdida como consecuencia de la Guerra del Pacífico a fines del siglo XIX. La decisión del presidente Néstor Kirchner de reconocer el necesario aumento del precio del gas boliviano –como expresión de la soberanía de Bolivia sobre sus recursos- y de trasladar ese aumento exclusivamente a las exportaciones de gas a Chile, crearon una situación de tensión entre ambas cancillerías, que fue aprovechada periodísticamente por los sectores que pretenden hacer naufragar el actual proceso de integración regional y volver a la política de las grandes multinacionales que caracterizó a los años ’80.

La firma del acuerdo que pone en marcha el relanzamiento del Tren Trasandino, con una licitación internacional para obras del orden de los 200 millones de dólares, ha puesto fin a estas maniobras. La presidente Bachelet manifestó la voluntad integracionista de su gobierno y recordó la acción común de San Martín y O’Higgins en esa misma provincia de Mendoza. Y el presidente Kirchner, en un cuidado discurso, recordó el sentido que había tenido en 1910 la inauguración de esta vía férrea, presentó su cierre como una derrota de la integración y destacó la importancia que su reapertura tiene en esta nueva etapa de la Unión Suramericana.
Mal que le pese a los interesados críticos, Chile y Argentina se abrazan también en la Patria Grande.

Buenos Aires, 12 de septiembre de 2006.