Mi amigo, el
sociólogo carioca Gilberto Filisberto Vasconcellos, me escribió en
agosto del 2011 lo que sigue:
“...variante
portuguesa, el Brasil es un enigma para los latinoamericanos.
Intelectualmente todos comemos gato por liebre. Muchas veces lo que
aquí es importante no llega a nuestros hermanos, y viceversa, porque
es el imperialismo quien se hace cargo y filtra los contactos
culturales y el turismo académico, programado por la burguesía
bandeirante, que siempre fue enemiga de la Patria Grande. No nos
olvidemos: el golpe del 64 es un golpe civil mentalizado en los
escritorios de la FIESP paulista”.
Pese a la intensidad que la relación con el Brasil ha tenido durante
estos últimos años, los últimos acontecimientos no dejan de estar
oscurecidos por esos filtros que introduce la prensa imperialista y
los comunicadores a su servicio. La niebla es aún más densa cuando
todo lo ocurrido se oculta detrás de la hipócrita campaña contra
la corrupción.
El 12 de mayo del año pasado asumió interinamente la presidencia de
la República del Brasil, el hasta ese momento vicepresidente Michel
Temer. La dos veces electa presidenta Dilma Roussef debió someterse
a un oprobioso juicio político, por una cuestión puramente técnica
-haber usado un dinero del presupuesto público asignado a una
específica cuenta de gasto para otro gasto. El 31 de agosto de ese
mismo año, Temer se convertía en presidente, al ser destituida la
presidenta legítima, sin que se le pudiese probar un sólo acto de
deshonestidad administrativa.
Michel Temer es un abogado paulista, de origen libanés, profesor de
Derecho Constitucional en la Universidad Católica de San Pablo y
presidente del PMDB, uno de los dos partidos creados por la dictadura
militar de 1964. Quizás sea necesario recordar que la dictadura
militar brasileña se caracterizó por el mantenimiento de ciertas
formalidades republicanas, como el funcionamiento del Congreso. Se
crearon dos partidos. Uno que representaba directamente a la
estructura política y social de la dictadura, el ARENA, y otro que
debía expresar a la oposición tolerada, el MBD.
El general Golbery do Couto e Silva fue un militar brasileño, nacido
en Río Grande do Sul, inspirador del golpe de 1964. Desde su cargo
de Jefe de la Casa Civil de la Presidencia de la República fue el
encargado de diseñar los nuevos partidos brasileños que
funcionarían en el restablecimiento de las garantías democráticas.
De su gestión nacieron el Partido Demócrata Social (PDS), sucesor
del oficialista ARENA, conocidos como “los tucanos”, y el Partido
del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD) de Ulysses Guimaraes,
continuador del MBD. Este es el partido que actualmente preside
Michel Temer.
Si “los tucanos” son la expresión acabada de la plutocracia
paulista, el MBD, en cambio, expresa ese gigantesco oceáno de los
sectores medios, profesionales y de servicios, dentistas y
propietarias de casas de modas, pastores evangélicos de enorme
capacidad de acumulación financiera y profesoras de escuelas
secundarias de ese vasto mundo que son los estados federales. Es una
gigantesca masa de maniobras sobre la que actúa el capital
financiero y el imperialismo y permite controlar el desborde popular
de un país con terribles desigualdades. Sus políticos son hombres
-muy pocas mujeres figuran en su lista de dirigentes- de una brutal
inescrupulosidad, de una incontrolable pulsión al ascenso social por
cualquier medio y de una hipocresía casi sin límites.
Pero, por otra parte, vivimos bajo el capitalismo, que es un sistema
que no se caracteriza por la moralidad de sus actos. Brasil tiene dos
grandes empresas privadas a escala global. Una de ellas es Odebrecht,
un conglomerado de la industria de la construcción con obras y
contratos en el mundo entero, sobre todo en América Latina. La otra
es JBS, una empresa de tratamiento y comercialización de carnes,
también a escala global y que ha ocupado el lugar que otrora
tuviera, por ejemplo, la Swift inglesa. Considerada la mayor empresa
del mundo en el rubro es la dueña de, por ejemplo, la productora de
nuestros populares Paty, las albóndigas aplastadas que comenzaron a
hacerse populares en la década del 60 del siglo pasado.
En realidad, lo que el tamaño de la empresa revela es el dinamismo
de la burguesía brasileña, en comparación al parasitismo
rentístico de nuestra oligarquía pampeana que, habiendo liderado la
producción cárnica fue incapaz de generar una industria derivada
que pusiera valor agregado a los tiernos pastos naturales de nuestra
pradera. Históricamente, la producción ganadera brasileña estaba
destinada al mercado interno y, por ello, no generó las condiciones
rentísticas que caracterizan nuestra producción agraria. Así fue
capaz de dar lugar a una burguesía basada en ese gigantesco mercado
y luego en condiciones de actuar internacionalmente. En realidad, el
papel de nuestros grandes ganaderos pampeanos lo cumplió en Brasil
la plantación cafetalera, integrada, esta sí, al mercado
internacional. El varguismo en los años 30 expresó el triunfo de
aquellos sectores contra los últimos mencionados.
Esas grandes y exitosas empresas han repartido coimas, prebendas y
sobornos en el mundo entero. Así funciona el mundo y no son su
propietarios, accionistas o beneficiarios los destinados a cambiarlo.
Pero el capital financiero, sabemos, es altamente moralista. Marx lo
describe así: “La
aristocracia financiera, tanto en sus métodos de adquisición, como
en sus placeres, no es más que el renacimiento del lumpen
proletariado en las cumbres de la sociedad burguesa”. El
lumpen proletariado es, en la terminología alemana de la época,
sinónimo de hampa, bajo fondo. Y esos hampones lanzan una hipócrita
campaña de moral pública y honestidad, con la intención de
recuperar el poder que consideran haber perdido con las presidencias
de Lula y Dilma. Y ponen al frente a uno de ellos, a un político
venal y corrupto, con la tarea de moralizar el Estado, es decir
desarticularlo de manera tal que el hampa financiera se haga cargo
definitivamente del mismo.
Y
así comienza la segunda etapa del copamiento mafioso del estado
brasileño.
El
repudio que causaron las políticas neoliberales, de ajuste y caída
del salario y la ocupación en la sociedad brasileña no hicieron
otra cosa que agigantar la figura del jefe del Partido de los
Trabajadores a quien ha sido imposible, tal como a Dilma, vincular a
ningún negocio espurio o ventaja indebida a raíz de su cargo
público. El período de Temer vence en un año y todas las
investigaciones demuestran que su triunfo electoral sería
inevitable. Un gobierno desprestigiado, un gabinete oscuro y
sospechado, con los presidentes de ambas cámaras procesados por
corrupción, y una población en abierta, aunque sorda y contenida,
rebeldía frente al escamoteo institucional llevaba al país a un
retorno del hombre que eliminó el hambre del inmenso pobrerío.
O
Globo, el monopolio mediático más grande de América Latina, con
una influencia y poder al lado del cual el Grupo
Clarín es uno de los siete enanitos, decide lanzarse contra Temer
con la misma frialdad y osadía que se lanzó contra Dilma. Los
hermanos Joesley y Wesley Batista, los dueños de JBS, antes de
radicarse en los EEUU, habían entregado al Superior Tribunal Federal
de Brasil una grabación en la que el presidente en ejercicio, Michel
Temer, autoriza el pago de una enorme suma de dinero al ex presidente
de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, preso por corrupción,
para que apague el ventilador y deje de hacer denuncias.
Simultáneamente
con la publicación de la grabación anuncia que el presidente Temer
renunciará a su cargo.
La
crisis se ha desatado. Pero ¿para qué?
La
clave nos la dio Leonel Brizola Neto, en la entrevista que le hicimos
en Radio Gráfica, junto con Gabriel Fernández y Jorge Thierbach. El
nieto del dirigente nacional del Partido Democrático Trabalhista y
heredero de la tradición getulista en Brasil nos explicó, mientras
participaba del acto masivo que se realizaba en ese momento en la
Plaza Candelaria de Río de Janeiro, lo siguiente:
- La intención de O Globo es obligar a la renuncia de Temer.
- Ante la situación de procesados que ostentan los presidentes de ambas Cámaras, que son sus sucesores institucionales, el poder debe pasar de manera provisional al presidente del Supremo Tribunal Federal, Carmen Lucia Antunez Rocha.
- A partir de ese momento comienza a funcionar lo establecido por el Art. 81, inciso 1 de la Constitución Nacional: “Produciéndose las vacantes (de presidente y vice) en los dos últimos años del período presidencial, la elección para ambos cargos será hecha treinta días después de producida la última vacante, por el Congreso Nacional, en la forma de la ley.
Es decir, lo que se busca es el nombramiento de un nuevo presidente
por parte del Congreso, cuyos integrantes, en una gran medida, están
amenazados por el sistema mediático debido a su participación en
las cobranzas del particular sistema jubilatorio formado por coimas y
sobornos.
En suma, lo que O Globo lanzó no es otra cosa que un golpe, dentro
del golpe iniciado hace un año con la asunción interina de Temer.
De ahí que la exigencia de las manifestaciones populares que han
comenzado a producirse en Brasil sea “Elecciones Directas Ya”,
objetivo que no es fácil, porque para ello el Congreso debería
enmendar la Constitución.
En suma, el ataque contra el corrompido presidente Temer tiene como
objetivo profundizar la política que ha llevado adelante Temer y
generar condiciones que eviten el triunfo de Lula o, si se pudiera,
posterguen indefinidamente esas elecciones.
De la capacidad de movilización de los brasileños, especialmente
del PT, y de la presión que se pueda hacer sobre el Congreso,
dependen en gran parte la continuidad del sistema democrático en el
Brasil. Por ahora, los militares, muy escaldados con el golpe del 64,
parecería que no quieren lola.
Buenos Aires, 19 de mayo de 2017
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