14 de octubre de 2017

El Perón de la última etapa


Mauricio Macri afirmó, en el encuentro de las grandes empresas llamado por alguna razón IDEA, que le gusta el “Perón de la última etapa”. Como se sabe, todo lo que diga Mauricio Macri sobre Perón está viciado de oportunismo y no tiene que ver con sus convicciones, sino con lo que su asesor Durán Barba le dice que tiene que decir. Esa afirmación no es ni cierta, ni falsa. Quien se la sopló al oído lo hizo con la intención de oponer a ese “Perón de la última etapa” con los gobiernos de Nëstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner y, más exactamente, con la candidatura de esta última a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires.
Pero no es tanto la afirmación de Macri el motivo de estas líneas sino la reacción observada en distintos espacios, sedicentemente nacionales y populares, que con una curiosa interpretación, coincidieron con la provocación presidencial.
En efecto, pudo leerse en las redes sociales que no era de extrañar que el presidente de las grandes corporaciones gustase del Perón de López Rega y de Isabel, dando a entender que con esos dos datos se definía al “Perón de la última etapa”.
Vayamos por partes, como habría dicho Jack el Destripador.
Los tres últimos gobiernos peronistas, que sacaron al país de la crisis económica y estructural posiblemente más profunda desde el año 1890 se caracterizaron, entre otras cosas, por sumar al torrente popular a amplios sectores de una juventud de clase media formada en los prejuicios ideológicos, de izquierda y de derecha, contra el peronismo. Se trata de prejuicios que, por otra parte, ya en aquellos años (1973-76) habían jugado un papel delicuescente contra el tercer gobierno del General Perón. Toda simplificación es empobrecedora e incorrecta, pero aún a ese riego podríamos decir que hubo sectores, cuyos padres habían luchado contra Perón en el 55 porque no era Lenin, que lo habían votado en el 73 creyendo que era Lenin. Y en ambos casos, padres e hijos, estaban equivocados. Perón era, en el 55 y el 73, el jefe político de un movimiento nacional del liberación cuyo objetivo era la creación de un país industrial, autárquico, soberano, con justicia social e integrado a América Latina. Tanto en el año 1945, cuando los trabajadores lo arrancaron de la prisión, como en 1971, cuando el conjunto del pueblo argentino logró traerlo del exilio, Perón intentó unificar a los argentinos alrededor de las tres grandes banderas que caracterizaron a su movimiento: independencia económica, soberanía política y justicia social.
Pero podríamos agregar que ese anciano general que tuvimos el enorme honor de conocer personalmente se parecía más al de las jornadas del 17 de octubre, de la nacionalización de los ferrocarriles, de la creación de la Flota Mercante, de la promulgación del aguinaldo que al presidente de 1955, asediado por el estrangulamiento del sector externo, por las malas cosechas de trigo, por el enfrentamiento con la iglesia, con un gobierno que había perdido la vitalidad y el empuje de los años iniciales. El general que llegó a la residencia de Gaspar Campos había incorporado, en su exilio europeo, un arsenal de nuevas reflexiones, tanto doctrinarias como políticas, y llegaba, pese a la edad, con el ánimo dispuesto a unir a los argentinos, como el mismo lo expresó al llegar, “para la liberación, no para la dependencia”.
Lo definitorio del “Perón de la última etapa” no fue López Rega. Siempre había habido algún personaje de esas características en su cercanía. Apold o el diputado Visca formaron parte también de la legión de chupamedias y alcahuetes que pululaban en los pasillo gubernamentales. El vicepresidente Alberto Teissaire, después del 16 de septiembre de 1955, pasó a ser conocido como “el cantor de las cosas nuestras” -atributo que hizo famoso a Antonio Tormo-, por sus “confesiones” a las comisiones investigadoras del golpe cívico militar.
“El Perón de la última etapa” es el del Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, donde deja establecido en negro sobre blanco la naturaleza de la tarea a encarar:
Nuestra tarea común es la liberación. Liberación tiene muchos significados:
  • En lo político, configurar una nación sustancial, con capacidad suficiente de decisión nacional, y no una nación en apariencia que conserva los atributos formales del poder, pero no su esencia.
  • En lo económico, hemos de producir básicamente según las necesidades del pueblo y de la Nación, y teniendo también en cuenta las necesidades de nuestros hermanos de Latinoamérica y del mundo en su conjunto. Y, a partir de un sistema económico que hoy produce según el beneficio, hemos de armonizar ambos elementos para preservar recursos, lograr una real justicia distributiva, y mantener siempre viva la llama de la creatividad.
  • En lo socio-cultural, queremos una comunidad que tome lo mejor del mundo del espíritu, del mundo de las ideas y del mundo de los sentidos, y que agregue a ello todo lo que nos es propio, autóctono, para desarrollar un profundo nacionalismo cultural, como antes expresé. Tal será la única forma de preservar nuestra identidad y nuestra auto-identificación. Argentina, como cultura, tiene una sola manera de identificarse: Argentina. Y para la fase continentalista en la que vivimos y universalista hacia la cual vamos, abierta nuestra cultura a la comunicación con todas las culturas del mundo, tenemos que recordar siempre que Argentina es el hogar.
  • La lucha por la liberación es, en gran medida, lucha también por los recursos y la preservación ecológica, y en ella estamos empeñados. Los pueblos del Tercer Mundo albergan las grandes reservas de materias primas, particularmente las agotables. Pasó la época en que podían tomarse riquezas por la fuerza, con el argumento de la lucha política entre países o entre ideologías.
  • Tenemos que trabajar para hacer también del Tercer Mundo una comunidad organizada. Esta es la hora de los pueblos y concebimos que, en ella, debe concretarse la unión de la humanidad.
  • En lo científico-tecnológico, se reconoce el núcleo del problema de la liberación. Sin base científico-tecnológica propia y suficiente, la liberación se hace también imposible. La liberación del mundo en desarrollo exige que este conocimiento sea libremente internacionalizado sin ningún costo para él. Hemos de luchar por conseguirlo; y tenemos para esta lucha que recordar las esencias: todo conocimiento viene de Dios”.
Es el Perón que incorpora al programa de la Argentina justa, libre y soberana las reivindicaciones de un ecologismo tercermundista, de protección de nuestros recursos naturales y su explotación al servicio de la grandeza de la nación y el bienestar del pueblo. Es el Perón de la propuesta de integración continental para la que los tiempos habían madurado desde aquel temprano llamado de la década del '50.
Sabemos que el presidente Macri ignora este “Perón de la última etapa”, al que sus amigos gorilas, con los mismos apellidos e intereses, combatieron con denuedo hasta el último momento de su augusta vida. “Las fuerzas del orden –pero del orden nuevo, del orden revolucionario, del orden del cambio en profundidad– han de imponerse sobre las fuerzas del desorden entre las que se incluyen, por cierto, las del viejo orden de la explotación de las naciones por el imperialismo, y la explotación de los hombres por quienes son sus hermanos y debieran comportarse como tales”, dijo “el Perón de la última etapa”, ante el Congreso de la Nación el 1° de Mayo de 1974. No es este, como se ve, el programa expuesto ante los millonarios de IDEA.
Lo que nos preocupa es que desde nuestro campo se ignore también a este “Perón de la última etapa” y se pretenda confundir su memoria. Afirmar que la presencia de López Rega caracteriza y define al período final de Perón es sumarse a los silbidos de los que, aquel 1° de Mayo de 1974, quisieron disputarle el liderazgo de su movimiento y quedaron aprisionados en el juego de pinzas que el imperialismo y la oligarquía local impusieron sobre el pueblo argentino.
El legado de Perón, su pensamiento y acción de gobierno, no es un bien mostrenco del que cualquiera se apropia. Macri sencillamente miente cuando dice lo que dice. Los nuestros se equivocan cuando ignoran qué fue ese “Perón de la última etapa”.

Buenos Aires, 14 de octubre de 2017.

4 comentarios:

Claudio dijo...

Es coherente Mauricio . los incautos muy pocos claros políticamente siempre subestiman a la derecha criolla aliada a europa central desde Colon a nuestros días. Los gatos ta estaban en la asamblea de 1813

Unknown dijo...

Excelente Julio, es como decis, molesta y entristece los que se dicen estar en el campo nacional y compren tamaña estafa política

Daniel Di Giacinti dijo...

Excelente! ya está compartido en el sitio de la Fundación..abrazo!

Unknown dijo...

Mi genersl no se hace la pacificacion nacional llevando alambres de fardo en los bolsillos ni se adoctrina a niños en las escuelas ni por cada uno de nosotros..... fue sobrepasado por ordas asesinas de la izquierda asesina seria bueno que escucharan a grabois estando en las antipodas de mi pensamiento es coherente cuando habla de la utopia de la revolucion humanista