24 de marzo de 2024

Las preguntas de este 24 de marzo

Tenía miedo.

Tenía miedo de que el hastío hubiese vencido a la tenacidad, de que la desilusión y el olvido hubiesen vencido a la convicción y la memoria. Sentía ese malestar del espíritu, ese golpe traicionero de la sospecha y la duda, esa punzante mordida en el medio de la noche:

¿Y si no vienen todos los que han venido estos años? ¿Y si de verdad se agotó el impulso del 45, del 73, de Malvinas y el 83, del 2001? ¿Y si es cierto que la juventud argentina ha perdido toda esperanza en un país de grandes mayorías populares, de “dignidad arriba y regocijo abajo”?, como dijera Aparicio Saravia. ¿Y si las mentiras, las campañas intimidatorias, la negación de los crímenes ha comenzado a tener efecto sobre nuestros compatriotas? ¿Seremos capaces de volver a llenar el corazón político de la Argentina – la Plaza, la Avenida de Mayo, las Diagonales – como lo hemos hecho todos estos cuarenta años?

Hay muchos compañeros y compañeras con los que no me encontraré, me decía implacable la vocecita. Jorge Coscia, con quien fui tantas veces, mucho antes de que la noche de los “libercriminales” pusiera oscuridad y terror en la vida de la Patria, seguro que no iba a estar. Tampoco María Isabel, la madre de Guadalupe y Soledad. Ni Rolando, ni Dorio, ni Hugo Andrade, que descansa del otro lado del Ande. Pero seguro que Martín García va a estar como todos los años, me agregaba la vocecita para tranquilazarme. Y Gabriel y Néstor y Mariano y tantos otros viejos y nuevos compañeros de estos últimos veinte vibrantes años, tan iluminados y tumultuosos como lo fueron aquellos ya lejanos años previos a la muerte del General. Y seguramente Violeta también va a estar.

Me tomé el subte y fui para la Plaza, que hoy fue, nuevamente, el centro del Universo.

Los vagones venían repletos como en un subterráneo de Tokyo. Bajé, empujado por una multitud, en Avenida y 9 de Julio. La tarde era magnífica. Soleada, tibia, acogedora.

Y las calles estaban repletas de compatriotas de todos los barrios porteños, de todas las provincias, de humildes muchachas de Lugano y Pompeya y de rubias señoras de Palermo y Belgrano. De jóvenes con pelos de todos colores y señores, como yo, canosos y entrados en kilos. De una gigantesca columna con un gran cartel de la CGT y cientos de carteles de las organizaciones obreras.


Me encontré con la más multitudinaria y abigarrada manifestación que he visto en estos 40 años en que podemos elegir autoridades por medio del voto. No había un solo policía en todo ese inmenso espacio, en donde cientos de miles de hombres y mujeres expresaban de las más diversas maneras su compromiso permanente e irrenunciable a la Memoria, la Verdad y la Justicia. Reinaba el más perfecto orden que una sociedad de iguales y de compañeros puede darse a sí misma, sin la presencia, siempre provocativa, de la policía. Vi situaciones complejas, donde automóviles, a los que ninguna señal había advertido, se encontraban con una multitud marchando en sentido inverso y que el propio colectivo humano encontraba el orden para que se produjese un desplazamiento sin roces, sin ira, sin violencia, que permitía superar el incidente en segundos.

Y me encontré con amigos, muchos de ellos desconocidos para mí, que me saludaban por el nombre y me abrazaban, alegres, o me daban la mano fraternalmente.

Me encontré con una bella amiga, Lola, que me abrazó mientras me decía:

-- ¡Qué lindo encontrarte aquí, Julio!

Encontrar, encontrarse era la idea que pugnaba en la multitud, por sobre las consignas, los cantos, las banderolas. Y en el aire sonaba la alegría, el buen humor, la gentileza, el compañerismo más increíble en un país donde un malnacido gobierno nos intenta hacer, con disfraz democrático, lo que la dictadura cívico militar nos hizo hacer a fuerza de palos, muertes, torturas y desapariciones.

Volví a casa sin aquellas molestas preguntas.

No nos han vencido. El pueblo argentino está velando sus armas, las de la igualdad, la justicia social, la paz y la hermandad.

Solo espera que le llegue la hora.

24 de marzo de 2024


 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lindo texto Julio. La esperanza no muere. Enrique

Anónimo dijo...

Excelente texto y creo que a muchxs nos pasó lo mismo,el miedo de que este desgobierno haya calado muy fuerte.
Por suerte en este tema no

Anónimo dijo...

Qué maravilloso fue este día, yo también tenía miedo. Pero vi más jóvenes que en todos los otros 24, cuantas flores abrieron

Anónimo dijo...

Creo que todos experimentamos ese temor y que en todo el pais vivimos la alegria de disfrutar como se nutrian las columnas!!!SON 30.000!!!NUNCA MAS!!!(PUERTO MADRYN-CHUBUT)

Anónimo dijo...

Excelente, Julio. Lo que todos queríamos y temíamos que no se produjera, se hizo realidad.