30 de junio de 2007



El Retorno de la Bruja

Su paso por la política argentina fue un resultado, como tantas otras desgracias que azotaron al país, de la dictadura cívico militar de naturaleza oligárquica e imperialista que sufrimos a partir de 1976, conocida como “el Proceso”.
El nombramiento en la CONADEP, creada por Raúl Alfonsín en 1983, convirtió a la profesora de francés y Educación Democrática Rosa Graciela Castagnola de Fernández Meijide en una figura de injustificada repercusión política. Previamente la crueldad ciega y torpe de los esbirros de la dictadura habían secuestrado y hecho desaparecer, posiblemente por un error, a su hijo Pablo de 17 años.
Desde la actividad en defensa de los Derechos Humanos se perfilaron claramente sus atributos políticos: una adscripción fiel a los postulados demoliberales impuestos en el país por la Revolución Libertadora, un antiperonismo rampante, una gran ignorancia y un mal genio y autoritarismo que, de inmediato, la hizo merecedora del mote de “La Bruja”.

En 1991 junto a Chacho Álvarez, quien, rota por completo su vinculación con el peronismo, se había convertido en un adalid del “progresismo” porteño, la profesora, ya desaparecido el itálico Castagnola, Graciela Fernández Meijide aparece como fundadora del FREDEJUSO y se postula a la diputación por la ciudad de Buenos Aires, sin salir electa.

No obstante, quien sale electo en dichos comicios fue otro candidato del FREDEJUSO, esta vez a concejal porteño. En efecto, Aníbal Ibarra, un joven ex fiscal del juicio a la Junta Militar, accede al Concejo Deliberante y comienza la carrera que terminaría dramáticamente con el humo tóxico de Cromagnon.

El Frente del Sur, creado en 1992 para presentar a Pino Solanas a la senaduría de la Ciudad de Buenos Aires, tenía, como se sabe, dos sectores claramente diferenciados. Por un lado, el partido Encuentro Popular de Luis Brunati, uno de los diputados peronistas rebeldes al giro de Menem, el Partido de la Izquierda Nacional de Jorge Enea Spilimbergo y, en cierta medida, el Partido del Trabajo y el Pueblo –sigla legal del Partido Comunista Revolucionario de Otto Vargas- expresaban una línea de aproximación al movimiento de masas antimenemista, a los sectores más combativos de la CGT, que luego constituirían el MTA, y, en general, hacia los postulados nacionales, democráticos y antiimperialistas que habían caracterizado al peronismo. Por el otro, el partido Comunista, sectores del partido Intransigente, el Partido Humanista y diversos amigos personales de Pino Solanas, como Manuel Gaggero, Alcira Argumedo, Eduardo Jozami y Horacio González sostenían una tendencia progresista, democratista y alejada de las expresiones combativas de la CGT, un punto de vista en el que la oposición a Menem estaba muy mezclada con los prejuicios antiperonistas gorilas de la clase media porteña.

Pasadas las elecciones, el FREDEJUSO y, sobre todo, la extraña fascinación que Álvarez tenía sobre los progresistas de todo pelaje, logra que el Frente del Sur, ya sin la participación del Partido de la Izquierda Nacional, se incorpore a un nuevo Frente Grande. Las elecciones del año 93 llevan a “Graciela”, junto con Álvarez, a la Cámara de Diputados de la Nación.

Desde el parlamento y su bancada progresista, la señora Fernández Meijide comienza a convertirse en una especie de módica Pasionaria contra los excesos de corrupción y mal gusto del gobierno de Menem, sin que su voz se escuchara en temas como las privatizaciones o el esquema cambiario, que ya había comenzado a hacer agua.

El año 1994 la verá convertida en constituyente nacional. Desde su escaño seguirá las directivas de Chacho Álvarez, quien es ya un decidido defensor de la política económica del gobierno. Las críticas verbales al Pacto de Olivos no le alcanzaron a la profesora para retirarse de la convención, como sí lo hizo un miembro de su bancada, el obispo de Neuquén, don Jaime de Nevares.

De ahí en más no vendrían más que triunfos para ella. Terminada la nueva constitución que crea la autonomía de la Capital Federal, participa del encuentro de la Confitería El Molino, donde comienza a gestarse lo que sería posteriormente la Alianza.

Desde la lista del FREPASO, el nuevo frente formado con Bordón, fue electa senadora por la Capital Federal. Luego triunfaría sobre, nada menos que, Chiche Duhalde en las elecciones legislativas, triunfo que la llevaría a presentarse nada menos que a gobernadora de la provincia de Buenos Aires.

Al inicio de esta campaña comienza a viajar para proyectar su imagen en el exterior. Uno de esos viajes la lleva a los EE.UU. gobernado entonces por Bill Clinton. Fue, justamente, a la vuelta de este viaje donde tuvo lugar la más importante expresión política de la profesora Graciela Fernández Meijide. “Clinton es del palo” dijo a los desconcertados periodistas, para referirse al tipo de relaciones que pensaba haber logrado establecer con el gobierno que por la época bombardeaba Yugoslavia. Y la expresión la pinta a la perfección. Esta pobre señora pensaba –y nada hace suponer que no lo siga pensando- que ella -y a los que ella representa- y Bill Clinton, el jefe del superimperialismo, el representante de la plutocracia mundial, el general en jefe del más grande ejército de la historia humana, pertenecen a la misma pandilla, al mismo lado, al mismo partido, que es el de la gente buena. La profesora jamás hubiera dicho que Bush o Nixon eran “del palo”. No. Ellos son agresivos, imperialistas, racistas, cowboys malos y feos. Pero el joven, sonriente, rubio, lindo y demócrata Clinton, claro que es “del palo”.

Sus días políticos terminaron antes que terminara el miserable gobierno encabezado por de la Rúa. Nombrada por éste, como ministra de Desarrollo Social tuvo que renunciar, en el 2001, pero mucho antes de diciembre, por nombrar como interventor del PAMI a su cuñado Angel Tonietto, o sea por nepotismo y corrupción, las únicas críticas que formulara al gobierno de Menem.

La noche la tragó, las jornadas del 19 y 20 de diciembre la sepultaron en el olvido y nadie, o casi nadie, se acordaba ya de “Graciela”.

Y, entonces, estos recuerdos, ¿a propósito de qué?

Es que hoy la prensa hablaba de ella, como en la canción de Joaquín Sabina.

En una librería de la calle Florida, la “Bruja” Fernández Meijide presentó un libro al que ella o la editorial han llamado “La Ilusión – El fracaso de la Alianza vista por dentro”. En compañía de Alfonsín y algunos otros políticos en situación de retiro, la profesora de Educación Democrática desempolvó sus viejas admoniciones. Como en las pasadas épocas de su paso por el estrellato, sostuvo que el Gobierno incurre en un “incumplimiento” de la Constitución de 1994, cuando “se lesionan las instituciones, se margina al Congreso con un exceso de decretos de necesidad y urgencia, y cuando no se respeta al Poder Judicial a través de los cambios en el Consejo de la Magistratura”.

Y aprovechó la más inmediata coyuntura, para sostener que “siempre se dice que la gente vota con el bolsillo y que no se le puede ganar a un gobierno en tiempos de bonanza económica, pero ahora se acaba de demostrar en dos lugares (por la Capital y Tierra del Fuego) que no es tan así cuando la gente tiene la prevención de que algo no anda bien en el plano institucional”.

Sus maestros, Zuretti y Peñaloza, autores inolvidables de los manuales de Educación Democrática de toda una generación no podrían sino estar felices de su discípula.

Buenos Aires, 28 de junio de 2007.

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