Pedro Godoy, el amigo chileno de los
argentinos
Parece ser, según he escuchado aquí,
en Santiago de Chile, que hace unos años Alberto Methol Ferré le
dijo a Pedro Godoy, mi amigo y compañero de este lado del Ande, lo
siguiente:
- Pedro, imagínese un gran bol lleno
de leche, blanca, inmaculada, y una mosca, negra y ominosa, flotando
en el medio. ¿Se lo imaginó? Bueno, esa mosca es usted aquí, en
Chile.
Y esa es la más cruda descripción que
se puede hacer de Pedro. Desde hace más de cincuenta años se ha
dedicado a explicar, defender, sostener ante sus demasiadas veces
sordos compatriotas, la necesidad de la integración de Chile al
contexto latinoamericano, el estrechamiento de sus relaciones con la
Argentina y la solución definitiva de su absurdo y decimonónico
conflicto limítrofe con Bolivia -tema este que ha impedido durante
todo el siglo XX y lo que va del nuevo que el país altiplánico
tenga una salida al mar.
Ha sido un admirador del peronismo en un
país que, por derecha e izquierda, condenó al movimiento que no
entendía. Se enfrentó, en años mozos, con la dirección del
partido comunista que no comprendía estos pujos continentales.
Discutió con la Unidad Popular cuando el dogmatismo y el sectarismo
minaban la política de Salvador Allende. Y sufrió los embates del
golpe proimperialista de 1973. Todo ello no le ha impedido sostener
que el dictador Pinochet no fue derrotado por las fuerzas populares,
sino por los EE.UU., que consideraron peligrosa su continuidad y que
el actual sistema político chileno es producto de una brutal derrota
popular y no de una victoria.
Pedro tiene una juventud eterna. Está
atravesado por su pasión latinoamericanista y dedica cada minuto de
su vida, de su actividad docente e intelectual, a esa pasión. Es uno
de esos inoxidables, insumergibles que, bajo cualquier circunstancia,
cualquiera sean las condiciones políticas de su país, ha dado una
batalla política e intelectual para que la patria de O'Higgins
abandone su secular y reaccionario aislamiento, esa actitud de
isleños que describía con genio Methol Ferré. Este chileno de pura
cepa, enjuto, decidor, pletórico de refranes cervantinos, se levanta
cada día, desde su viaje iniciático a Buenos Aires en los inicios
de los '60, pensando cómo puede conmover la conciencia y el espíritu
de su compatriotas, como los puede provocar para correrlos de cien
años de ideología portalina y disolver el arraigado mito del Chile
amenazado por argentinos, peruanos y bolivianos que todavía es
doctrina en los estados mayores de su país y, lo que es aún peor,
en su dirigencia política. Y con ese objetivo en su conciencia
escribe infinidad de folletos, cartas a los grandes diarios de
Santiago y de las distintas regiones de su país, genera discípulos
en su concepción latinoamericanista, recibe a sus amigos argentinos
y bolivianos en su vieja y enorme casa, les ofrece lo mejor que Chile
tiene para comer y beber y los obliga -en obligación que se
convierte en placentera- a contar, a explicar, a informar sobre lo
que pasa más allá de esa gigantesca muralla en que la oligarquía
histórica de su país ha convertido a la hermosa Cordillera de los
Andes.
Es admirable Pedro Godoy. En una
sociedad clasista, racista y cipaya como es la chilena, en la que la
Concertación y la llamada derecha han desplegado los peores aspectos
de la herencia de Diego Portales, el frío y calculador almacenero
chileno del siglo XIX, este chileno de pura cepa ha logrado mantener
viva la llama que iluminó a O'Higgins, la lucidez continental de
Francisco Bilbao y la solidaridad con la Bolivia invadida, violada y
sometida en la guerra del Pacífico.
Mi anfitrión, el hombre que me
presenta gente y amigos en tierra chilena, es, entonces, un héroe de
los de nuevo tipo. De esos que, sin someterse, aguantaron con los
dientes apretados los terribles años de la reacción momia,
mantuvieron, no obstante, sus ideales integracionistas, y han llegado
a la nueva época con la espalda erguida y mucho que aportar a las
nuevas generaciones.
El profesor Pedro Godoy Perrin es ya un
patriota suramericano de estos nuevos tiempos de integración y
Patria Grande.
Es una gloria que pueda ver la época
que se avecina.
Santiago de Chile, 21 de agosto de 2012