El 18 de diciembre, una semana después de asumido el nuevo gobierno liberal, publiqué en este blog:
“Como se ve, las diferencias no son tan solo entre un partido que favorece más a los ricos y otro que favorece más a los pobres. Imaginemos que hubiera un partido que sostiene el establecimiento de la esclavitud y la economía de plantación y otro que sostiene su abolición para poder desarrollar la mano de obra libre necesaria para un proceso industrial. Sería imposible pensar que esos partidos podrían alternar en el gobierno y que cada cuatro u ocho años se estableciese la esclavitud, para, en el siguiente recambio, abolirla.
Exactamente eso es lo que ocurre en la Argentina desde 1945. El período más largo en el que hemos podido gobernar ha sido este. Nunca pudimos, hasta ahora, superar los 12 años, si, un poco arbitrariamente, no incluimos el período que va de 1943 a 1945. Y como estamos viendo, no nos reemplaza un gobierno que intenta desde una perspectiva más conservadora, o más empresarial, o más dialoguista, o más, inclusive, pronorteamericana, corregir los errores, desvíos, incorrecciones y desajustes que se pudieron cometer. No. Nos reemplaza un gobierno que pretende restaurar la esclavitud, es decir, destruir toda la estructura defensiva, de carácter capitalista, autónoma y sobre la base del mercado interno y la integración latinoamericana, considerada como una potencial ampliación del mercado interno. Nos reemplaza un gobierno cuyo objetivo es no dejar rastro alguno de estos doce años en la estructura del estado y, de ser posible, en la memoria de nuestro pueblo”.
Aldo Ferrer publicó lo que creo ha sido su artículo póstumo en Le Monde Diplomatique de marzo de 2016 con el título “El regreso del neoliberalismo”.
En él podemos leer:
“En las economías industriales avanzadas también se registra la alternancia, que a veces incluye cambios de rumbo radicales. Por ejemplo, el que tuvo lugar, hacia 1980, entre los modelos keynesiano y neoliberal a partir de los triunfos electorales de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thtcher en Gran Bretaña. En esas economías la alternancia afecta principalmente la distribución del ingreso y el nivel de actividad. La estructura productiva diversificada y compleja, el papel esencial de la ciencia y la tecnología y la posición en el mercado mundial no se ven esencialmente comprometidos. En Argentina, en cambio, se pone en juego la totalidad del modelo de desarrollo e inserción internacional, la distribución de la riqueza y el ingreso y los equilibrios macroeconómicos.
En nuestro país, la alternancia refleja la dificultad para construir un proyecto de desarrollo hegemónico viable y de largo plazo” (la negrita es nuestra).
Con distintas palabras, con un estilo más sosegado y académico el maestro que se acaba de ir coincidía en el análisis.
En 1963, Ferrer escribió “La Economía Argentina” -libro que en nuestras lecturas juveniles alternaba con “La Historia de la Revolución Rusa “ de León Trotsky y “La hora de los pueblos” de Perón, para intentar dar una síntesis espiritual de aquellos años-. Uno de los aportes centrales que allí formula, en curiosa coincidencia con la Izquierda Nacional, es que la clase propietaria del suelo en nuestro país no respondía a los incentivos económicos para el aumento de su productividad, es decir no actuaba como una burguesía, sino como una clase rentista. Desde aquellos lejanos días celebro estos acuerdos tácitos, que dividen el campo nacional del antinacional.
Buenos Aires, 9 de marzo de 2016
“Como se ve, las diferencias no son tan solo entre un partido que favorece más a los ricos y otro que favorece más a los pobres. Imaginemos que hubiera un partido que sostiene el establecimiento de la esclavitud y la economía de plantación y otro que sostiene su abolición para poder desarrollar la mano de obra libre necesaria para un proceso industrial. Sería imposible pensar que esos partidos podrían alternar en el gobierno y que cada cuatro u ocho años se estableciese la esclavitud, para, en el siguiente recambio, abolirla.
Exactamente eso es lo que ocurre en la Argentina desde 1945. El período más largo en el que hemos podido gobernar ha sido este. Nunca pudimos, hasta ahora, superar los 12 años, si, un poco arbitrariamente, no incluimos el período que va de 1943 a 1945. Y como estamos viendo, no nos reemplaza un gobierno que intenta desde una perspectiva más conservadora, o más empresarial, o más dialoguista, o más, inclusive, pronorteamericana, corregir los errores, desvíos, incorrecciones y desajustes que se pudieron cometer. No. Nos reemplaza un gobierno que pretende restaurar la esclavitud, es decir, destruir toda la estructura defensiva, de carácter capitalista, autónoma y sobre la base del mercado interno y la integración latinoamericana, considerada como una potencial ampliación del mercado interno. Nos reemplaza un gobierno cuyo objetivo es no dejar rastro alguno de estos doce años en la estructura del estado y, de ser posible, en la memoria de nuestro pueblo”.
Aldo Ferrer publicó lo que creo ha sido su artículo póstumo en Le Monde Diplomatique de marzo de 2016 con el título “El regreso del neoliberalismo”.
En él podemos leer:
“En las economías industriales avanzadas también se registra la alternancia, que a veces incluye cambios de rumbo radicales. Por ejemplo, el que tuvo lugar, hacia 1980, entre los modelos keynesiano y neoliberal a partir de los triunfos electorales de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thtcher en Gran Bretaña. En esas economías la alternancia afecta principalmente la distribución del ingreso y el nivel de actividad. La estructura productiva diversificada y compleja, el papel esencial de la ciencia y la tecnología y la posición en el mercado mundial no se ven esencialmente comprometidos. En Argentina, en cambio, se pone en juego la totalidad del modelo de desarrollo e inserción internacional, la distribución de la riqueza y el ingreso y los equilibrios macroeconómicos.
En nuestro país, la alternancia refleja la dificultad para construir un proyecto de desarrollo hegemónico viable y de largo plazo” (la negrita es nuestra).
Con distintas palabras, con un estilo más sosegado y académico el maestro que se acaba de ir coincidía en el análisis.
En 1963, Ferrer escribió “La Economía Argentina” -libro que en nuestras lecturas juveniles alternaba con “La Historia de la Revolución Rusa “ de León Trotsky y “La hora de los pueblos” de Perón, para intentar dar una síntesis espiritual de aquellos años-. Uno de los aportes centrales que allí formula, en curiosa coincidencia con la Izquierda Nacional, es que la clase propietaria del suelo en nuestro país no respondía a los incentivos económicos para el aumento de su productividad, es decir no actuaba como una burguesía, sino como una clase rentista. Desde aquellos lejanos días celebro estos acuerdos tácitos, que dividen el campo nacional del antinacional.
Buenos Aires, 9 de marzo de 2016
1 comentario:
El viernes asistí a un charla que dió Gabriel MARIOTTO y sintetizó todo en esto: hoy hay una clarísima división; todo aquel que coincide con NO PAGAR a los buitres es COMPAÑERO venga de donde venga y todo aquel que hable de PAGAR es el enemigo así haya estado al lado nuestro desde hace 20 años hasta hace 5 minutos.
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