11 de noviembre de 2017

El Apogeo de Mauricio Macri

Este es un artículo escrito para la publicación brasileña Caros Amigos.

Con la sensación de haber sido un rotundo ganador en las elecciones legislativas del mes de octubre, el presidente argentino Mauricio Macri convocó al conjunto del poder económico e institucional de la Argentina al Centro Cultural Kirchner, pudendamente llamado con sus siglas CCK, para presentar lo que será su plan político y económico para los dos años de mandato que le faltan cumplir.
Paradójicamente, ese lugar, el Centro Cultural Kirchner, era el edificio central de la Empresa de Correos, que quedó a cargo de la familia Macri al ser privatizado, administración que lo llevó al concurso preventivo, hasta que, en el 2003, en una de sus primeras medidas el presidente Néstor Kirchner rescindió el contrato y finalmente renacionalizó. Es necesario destacar que la administración privada quedó debiendo al estado un monto de alrededor de U$S 3.500 millones que el presidente Macri se encargó de condonar.
Ante un público integrado por los CEOs de las grandes empresas imperialistas y nacionales, por los dueños del oligopolio mediático, los representantes de los intereses terreatenientes y exportadores, que aplaudían entusiastamente, Macri anunció sus grandes reformas: laboral, impositiva, previsional y política. El tan anunciado cambio que su fuerza pregonaba y que los sectores más ortodoxos del establishment neoliberal le reclamaban por fin se pondría en marcha. La prensa adicta desplegó fotos y elogios, en los barrios cerrados de la zona norte del Gran Buenos Aires se hablaba con euforia del tantas veces anunciado fin del peronismo. Mauricio Macri gozaba del cénit de su poder y ponía fin a un año de gobierno caracterizado por grandes torpezas, anuncios de recuperación económica que no ocurrían y disminución de una inflación que no hacía sino crecer, a la par de una deuda externa considerada record en el mundo.
La derogación de la actual Ley de Contrato de Trabajo, de la jornada de ocho horas, de las horas extras, de los principios básicos del derecho laboral podrían, por fin, ponerse en marcha para disminuir ese “costo laboral” que, según el mundo empresarial, impide nuestra competitividad en el mercado internacional. Un drástico recorte de las jubilaciones, la creación de un fondo de despidos pagado por el propio trabajador, el aumento de la edad jubilatoria y, hasta, el retorno de las AFJP -los fondos de pensión estatizados por Cristina Fernández de Kirchner- hacían las delicias del capital financiero presente en la reunión. Una redistribución de los recursos federales daría inició a una desfinanciación de las provincias del interior del país y el voto electrónico aseguraría, fraude mediante, un milenio de gobierno patronal.
El país estaba en sus manos.
Mientras tanto, el sistema judicial adicto, caracterizado por su alto grado de corrupción e inepcia jurídica, se sacaba de encima a la jefa de los Fiscales Federales, la doctora Gills Carbó, por el procedimiento de hacerla renunciar amenazando a su hija. En efecto, después de utilizar inútilmente todo tipo de presiones, el diario Clarín, verdadero órgano de batalla del gobierno, publicó el número del telefóno celular de la hija de la Fiscal, que de inmediato se llenó de amenazas sobre su integridad física. Ese mismo día se decidía quitar los fueros parlamentarios y detener arbitrariamente al ex ministro de Planificación, Julio de Vido. Días después, le tocó el turno al ex vicepresidente de la República Amado Boudou, con argumentos que no resisten el menor análisis jurídico y acusaciones que no pueden terminar sino con un sobreseimiento definitivo.
Siempre es más oscuro justo antes de que aparezca el día
Pero esa mañana, el momento del apogeo del poder de Macri, basado, según sus cálculos en un 42% del electorado, comenzaba inexorablemente su perigeo. El mundo real comenzaría a poner dificultades y limitaciones a la ambición de crear una Argentina a imagen y semejanza de los integrantes de los directorios de las 10 principales empresas y bancos del país.
El viaje a EE.UU, con el intento de destrabar la importación de biodiesel y de limones, que se ha convertido en la cuadratura del círculo de un gobierno con serias dificultades de financiación, fue estéril y lleno de gestos de inútil complacencia con el país anfitrión. Pocos días después de que la Argentina votase en contra del bloqueo económico a Cuba, el presidente pidió a Donald Trump que cortase la importación de petróleo venezolano y toda relación comercial con el país suramericano. Mientras tanto, el gobierno norteamericano volvía a enviar un embajador a Caracas y buscaba restablecer algún modo más normal de relacionamiento, después del fracaso estrepitoso de la oposición prohijada por los EE.UU. En esos mismos días la firma Standard & Poors declaraba a la Argentina como una de las cinco economías más frágiles del mundo, justamente debido a su altísimo nivel de endeudamiento, junto con Turquía, Pakistán, Egipto y Qatar.
Ya de vuelta en el país, Macri tuvo dos nuevos e importantes traspiés que hicieron evidente la fragilidad de su fortaleza. Una reunión con los gobernadores provinciales, con los que discutiría una nueva distribución de los recursos nacionales e impuestos a ciertos productos de las economías regionales -un 20% de impuesto al vino, por ejemplo- terminó en el más absoluto fracaso ante el rechazo generalizado de la medida, incluso de parte de gobernadores de su propio campo, como el de Mendoza, provincia vitivinícola por excelencia. El malhumor presidencial terminó con una orden al ministro de Hacienda de cancelar los impuestos anunciados.
Y por la tarde vendría el golpe político más fuerte. La CGT, la central obrera, conducida por un triunvirato formado por representantes de los gremios más poderosos y negociadores, se reunió formalmente para rechazar “de plano” la reforma laboral propuesta por el gobierno. Esa declaración permitió, obviamente, que los gremios más dispuestos a un enfrentamiento con el gobierno, como los empleados bancarios, dieran rienda suelta a su oposición, incluso llamando a un paro de actividades contra el proyecto de reforma laboral.
La firme declaración sindical ha dado solidez a los sectores de la oposición peronista que, con cierto grado importante de dispersión y enfrentamiento interno, si bien ha resistido ciertos embates gubernamentales, como el proyecto de voto electrónico, han manifestado una relativa debilidad. Es de destacar que, en la nueva composición de la Cámara de Diputados, se sumarán varios de origen sindical y representativos de sus propias organizaciones. Con esa unidad de criterio evidenciada en la CGT no habrá legislador de origen peronista capaz de aprobar el proyecto tal cual viene del Ejecutivo. La reforma laboral, corazón de la política macrista, puede naufragar en el Congreso.
Pero además, y esto ha sorpredido a propios y extraños, tanto el diario La Nación, como Clarín han manifestado en sendos editoriales su desagrado ante los procedimientos policiales con los que se detuvo a De Vido y a Boudou. El columnista Carlos Pagni, un vocero del más ferviente antikirchnerismo, llegó a afirmar que muchos miembros del gobierno están en peores condiciones, para ser sujetos de una detención policial, que los ex funcionarios kirchneristas. Esas palabras cayeron como un rayo en una noche serena en un gobierno cuyo ministro de Finanzas, Luis Caputo, figura en las listas de los Paradise Papers como propietario de empresas fantasmas, vinculadas a la parentela del propio presidente.
Como afirmó el Libertador don José de San Martín, “los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca”.

Buenos Aires, 10 de noviembre de 2017.

2 comentarios:

Vanevic dijo...

Excelente análisis de la realidad política y social de nuestra Argentina.

Patricia Pastor dijo...

Muy bueno Julio, la claridad siempre te destaca..