El
presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás
Maduro, después de haber superado, a pura fuerza de política, las
violentas jornadas lanzadas por la oposición, vuelve a enfrentarse a
una nueva elección, esta vez por la primera magistratura del país.
En
el interín, el país sigue enfrentado a una aguda crisis
económico-financiera que, pese a los numerosos errores que se le
puedan señalar en esa área, es el resultado del asedio
imperialista, que tiene en EE.UU. y España su estado mayor. Esta
crisis, si bien nunca puso en peligro las necesidades elementales de
los venezolanos, a los que el Estado beneficia con distintas
políticas alimentarias, ha generado un sin número de dificultades
cotidianas -gran inflación, depreciación de la moneda, colas
bancarias, colapso de los cajeros automáticos, carencia de
circulante, mercado negro de divisas- y ha empujado al exilio a una
enorme cantidad de venezolanos. Posiblemente la cifra de dos millones
que da la oposición sea exagerada, pero es cierto que la presencia
de emigrados venezolanos se ha hecho evidente en toda Latinoamérica,
incluída la Argentina. Se trata de ciudadanos y ciudadanas jóvenes
pertenecientes, en general, a la clase media y , incluso media alta,
con buena formación escolar y, en muchos casos, con títulos
universitarios, para quienes la vida en su país se ha vuelto
insostenible y se han lanzado a la búsqueda de nuevos horizontes.
Muchos de ellos prefieren no hablar de política, declaran
simplemente que “la vaina allá está muy difícil” y han logrado
emplearse en supermercados, restaurantes y otros servicios. Hay
también una emigración definidamente “escuálida”, es decir,
opositora militante al chavismo y suele estar representada por
hombres y mujeres de una más holgada posición económica.
Estas
dificultades económicas llevaron al gobierno venezolano a crear una
cripto moneda o moneda digital, el Petro, cuyo respaldo son las
riquezas en petróleo, oro, piedras preciosas y minerales que tiene
el país, lo que le permitiría efectuar las importaciones necesarias
para el normal funcionamiento de su economía, hoy trabada por la
confiscación financiera de sus dólares en el exterior. Es decir,
Venezuela está imposibilitada de operar con los dólares que percibe
de sus exportaciones petroleras y, por lo tanto, con enormes
dificultades para importar. En un país en el que tradicionalmente la
inmensa mayoría de las mercaderías de consumo diario son importadas
-recordemos el síndrome de Holanda- esta situación se torna
catastrófica.
A
todo esto, la oposición -una de las fuerzas políticas más torpes y
crasas de América Latina- se encuentra en su permanente estado de
división y con propuestas que, en muchos casos, lindan con el
ridículo.
Así
se ha creado un llamado “Tribunal Supremo de Justicia Legítima”,
integrado por sedicentes juristas de prestigio, y que, desde Bogotá,
pretende fungir como una especie de Corte Suprema en el exilio. Esta
verdadera “corte de los milagros” ha lanzado, vía Twitter, una
serie de acusaciones contra el presidente Maduro, amenazando con
realizarle un juicio político y destituirlo.
Y
para reafirmar su voluntad jurisdiccional, la “corte” envía el
siguiente tweet al presidente Nicolás Maduro, pretendiendo darle
carácter de notificación oficial:
Como
se ve, el patetismo infantil de esta “corte” no puede ser mayor.
Estos payasos, en una, reunión relámpago y en obvia ausencia del
“acusado” y de su representante legal, decidieron el “inmediato”
encarcelamiento de Maduro y dejan que la Asamblea Nacional, aquella
que ganó la oposición y fue inhabilitada por desacato, se
“pronuncie” sobre este “dictamen”, emitido en Colombia1.
Los
sectores ultras de la oposición -conducidos por Antonio Ledezma, el
fugado de la prisión domiciliaria y autodenominado “presidente de
la transición”, el anciano Diego Arría y la señora María Corina
Machado, una “niña bien” egresada de ingeniera en la
Universidad Católica- agrupados en “Soy Venezuela”, ponen al
otro partido Un Nuevo Tiempo, que, con Omar Barbosa, conduce el
parlamento desacatado, en la situación de darle entidad a esas
decisiones ridículas, violando la Constitución y el sentido común.
Como
dice la agencia Misión Verdad: “Declarar
la remoción del cargo del Presidente y “ordenar” su
encarcelamiento por un “juicio” realizado en el extranjero por
“magistrados” sin facultades, pasaría a la historia de la
República como un adefesio con el que pocos quieren lidiar y que
además puede devenir en responsabilidades penales para los
parlamentarios ejecutores”.
Mientras
tanto, el ex suboficial del Ejército y antiguo miembro del
Movimiento V República, creado por Hugo Chávez al principio de su
gestión, Henri Falcón, continúa su campaña presidencial, para
enfrentar a Nicolás Maduro y el PSUV, en las elecciones de este año.
La posibilidad de ocupar espacios políticos en los distintos estados
es su principal motor, ante un eventual desgaste del PSUV y de
Maduro. Sus miembros en el parlamento también se encuentran
tensionados entre las posibilidades electorales y ceder a las
pretensiones de los dirigentes que actúan desde el extranjero, con
payasadas como la que hemos comentado, o, directamente, con amenazas
de intervención yanqui.
Es
sobre la base de esta “corte” de pacotilla que los gobiernos de
Santos y Macri expresaron sus denuncias contra el gobierno venezolano
en la última Cumbre de Lima.
El
principal peligro que amenazaría la continuidad del gobierno de
Maduro es sólo la intervención militar extranjera. Sobre ella se
montan todas las expectativas y provocaciones de la oposición, la
que intenta, por todos los medios, de convencerse a sí mismos de su
inminencia.
Las
Fuerzas Armadas Bolivarianas, el principal reaseguro del chavismo
junto con una cada vez mayor organización popular, se han mantenido
unidas y firmes en su apoyo al gobierno popular. Pese a sus amenazas
y bravuconadas, EE.UU. no está en condiciones políticas de meterse
en el lodazal que significaría una intervención militar en
Venezuela, con excelentes relaciones diplomáticas y comerciales
tanto con Rusia como con China. Y una intervención colombiana,
fogoneada por la presencia militar norteamericana en el país,
tampoco parece un mecanismo viable.
Con
enormes dificultades económicas, con un asedio asfixiante del
imperialismo y el capital financiero, el laberinto venezolano
parecería resolverse, una vez más, saliendo por arriba, por la
política.
Buenos
Aires, 16 de abril de 2018
1 comentario:
Excelente análisis,Julio,y muy esclarecedor sobre la realidad de nuestros hermanos venezolanos.
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