12 de mayo de 2018

Una elección por la paz y la ratificación del rumbo de Hugo Chávez



El próximo domingo 20 de mayo se realizarán, en Venezuela, elecciones para elegir Presidente de la República, diputados en los Consejos Legislativos estaduales y miembros de los Concejos Municipales. Las elecciones han sido el resultado de un intenso proceso de negociación con distintos sectores de la oposición al oficialismo chavista, negociación de la que se autoexcluyeron los dirigentes y partidos que conformaban la MUD y que, en su gran mayoría, se han exilado en Colombia, desde donde lanzan pedidos de intervención militar contra el gobierno. Los argentinos memoriosos recordarán, sin duda, los llamados realizados, en 1951, por el abogado Walter Beveraggi Allende, un notorio y declarado antisemita, solicitando, desde Montevideo, la intervención militar norteamericana contra el gobierno de Juan Domingo Perón. La indignidad manifiesta de la proclama motivó que el Congreso de la Nación le quitara al provocador su ciudadanía argentina, lo que significó el primero y único caso de medida semejante contra una persona nacida en el país.
Venezuela enfrenta estas elecciones en una difícil y complicada situación económica. Más allá de ciertos errores que puedan haberse realizado en materia de política económica desde el gobierno nacional, el país está siendo atacado económicamente por agencias imperialistas, con la complicidad de sectores de su burguesía compradora. El congelamiento de sus depósitos en bancos extranjeros, la imposibilidad consiguiente de realizar las transferencias necesarias para el pago de sus importaciones -Venezuela ha tenido tradicionalmente una gran dependencia del sector externo para sus consumos más elementales-, una permanente y orquestada campaña financiera contra el bolívar, la moneda nacional, y a favor del dólar, ha depreciado la divisa venezolana y ha significado permanentes problemas en la entrega de dinero efectivo en los cajeros y ventanillas bancarias. Simultáneamente, las dificultades en la importación han generado escasez en los remedios, importados en su gran mayoría, con el consecuente desabastecimiento en farmacias y centros de salud.
El gobierno de Nicolás Maduro ha logrado, en ese marco, mantener, con un esfuerzo organizativo y económico muy grande, un continuo abastecimiento de alimentos indispensables a su población, a la vez que, con una intensa prédica, se ha logrado aumentar la propia producción agrícola, cosa que no se había logrado ni aún bajo la prosperidad de los gobiernos del comandante Hugo Chávez.
A su vez, con la ayuda técnica de Rusia, Maduro lanzó semanas atrás un dinero virtual, el Petro, destinado a solucionar en el plazo mediato, sus dificultades de pagos internacionales. Sobre la tecnología de Blockchain, han creado una moneda virtual o electrónica, cuyo respaldo son los recursos naturales de Venezuela. Para Rusia, por su parte, el experimento adquiere la función de una prueba piloto para una eventual implementación ulterior que desplazaría al dólar como medio internacional de pago.
La agencia Misión Verdad, desde Caracas, ha publicado recientemente:
Esta es la única elección de la historia de Venezuela en que una de las partes (el fascismo proempresarial) sabe que va a perder y no está dispuesto tan siquiera a intentar capturar unos votos, como lo hicieron cuando enfrentaron a Chávez y como lo hicieron cuando lograron la mayoría parlamentaria en 2015. La maquinaria electoral con sello adeco y financiamiento transnacional que suele activarse en este tipo de eventos está desmovilizada. Esos elementos, que renunciaron a capitalizar electoralmente las rabias e inconformidades de la población, y ni tan siquiera serán capaces de intentarlo, andan invirtiendo tiempo y energía en otras tareas; por ejemplo, en la búsqueda y negociación de otro tipo de fuerzas, distintas a la electoral, para intentar un derrocamiento violento del Gobierno de Venezuela”.
Henri Falcón, un antiguo colaborador de los tiempos iniciales del chavismo, es el principal candidato opositor, al que la oposición en el “exilio”, principalmente en Colombia, ha boicoteado sistemáticamente, sin ofrecer alternativa alguna.
La periodista argentina Stella Calloni ha denunciado en estos días un plan militar tendiente a derrocar al presidente Maduro con la intervención de una fuerza militar integrada por Colombia, Panamá y Brasil, conducida por los EE.UU. En mi opinión, más allá de lo que algunos sectores del aparato de defensa norteamericano piensen, el presidente Trump, cada vez que se ha tocado el tema, ha proferido sus consabidos improperios pero no ha tomado medida alguna en el sentido solicitado por la oposición belicista.
Las encuestas predicen un triunfo de Maduro en las elecciones presidenciales y una normal distribución de cargos en las Legislaturas estaduales y los concejos municipales. Pero el suspenso está puesto en la reacción de los grupos golpistas y prointervencionistas que han boicoteado la elección.
Todo ello lo podré observar personalmente, ya que el gobierno venezolano me ha invitado a presenciar los comicios en carácter de veedor internacional, por lo que, desde el sábado 19 estaré en tierra venezolana.
Es de destacar que Maduro sigue contando con el apoyo de dos sectores esenciales: por un lado, la unidad de las Fuerzas Armadas Bolivarianas alrededor del proyecto y programa enunciado por Hugo Chávez y de la legalidad institucional de Venezuela. Y por el otro, un sólido apoyo, pese a las enormes dificultades de una inmensa mayoría de la sociedad, tanto en sectores populares como en sectores medios, dotados de una singular conciencia política que les ha permitido entender la gravedad de la hora y lo que está en juego.
Hay que dejarlo claro: un triunfo de los partidos de la MUD en el exilio significará inevitablemente un espantoso baño de sangre y una salvaje revancha sobre los venezolanos de pata al suelo.

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