2 de abril de 2021

Jorge Abelardo Ramos y la Gesta de Malvinas

La revista Tercera Posición, del Partido Justicialista de la ciudad de La Plata, me invitó a escribir, con motivo del 2 de Abril, una nota sobre el punto de vista de Jorge Abelardo Ramos sobre la Guerra de Malvinas y sus consecuencias políticas. Hoy salió publicado.

Iniciar y consumar la recuperación de las Malvinas fue una victoria política y estratégica en sí misma (ya que rompió la inmovilidad de un siglo y medio) y la rendición de Puerto Argentino constituyó una derrota táctica, pero que no alteró el significado global de la guerra y su positivo valor histórico. Justamente la idea de que la guerra fue perdida es la que manipula el Servicio Secreto Británico y los 'partidos políticos de la rendición incondicional', que parasitan en la Argentina” Jorge Abelardo Ramos (Prólogo al Informe de lord Franks, 1° de marzo de 1985).

Posiblemente la interpretación que Jorge Abelardo Ramos efectuara el 2 de abril y la firme actitud por él asumida en aquellas jornadas hayan sido uno de los factores que más contribuyeron para que la Reconquista de nuestro territorio usurpado y la breve guerra que sobrevino obtuviese en la conciencia pública argentina y en el movimiento nacional su justa trascendencia histórica. Vale la pena, quizás, a 39 años de aquellos días, recordar la osadía intelectual que significó esta interpretación.

El mundo de 1982 era un mundo cruzado, a lo largo y a lo ancho, por la tensión generada por lo que se llamó la Guerra Fría: el enfrentamiento político militar no cruento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Como se sabe era incruento en cuanto a las dos grandes potencias, pero tenía manifestaciones militares y cruentas en el mundo periférico, es decir, en el mundo que no estaba integrado ni por Estados Unidos, la URSS, Inglaterra o Europa.

América Latina estaba dominada, entonces, por dictaduras militares o por gobiernos que tenían un grado de relación política y económica muy importante con Estados Unidos. La Argentina estaba gobernada por los militares que habían dado el golpe de Estado en 1976. El Uruguay estaba bajo una dictadura militar que había comenzado antes de 1976 y terminaría varios años después que la nuestra. La Guerra de Malvinas fue una especie de rayo en una noche serena: inesperadamente un militar del Sur de voz ronca y altanera, hasta ese momento aliado estratégico de los EE.UU. en la lucha “contra el comunismo”, enfrentaba bélicamente a una de las grandes potencias militares y navales del mundo. Esto sorprendió de una manera impactante. Era algo que no se esperaba, que no entraba dentro de las previsiones y las posibilidades, puesto que ese gobierno estaba sumamente comprometido con las políticas imperialistas, militares y agresivas que los Estados Unidos llevaban adelante en América Latina, sobre todo en Centroamérica.

De modo tal que la idea misma de que ese gobierno enfrentase por, lo que algunos llamaban, unos peñascos pelados sobre el Atlántico Sur, al principal socio militar y económico de los Estados Unidos no entraba dentro de ninguna profecía. Y, sinceramente, lo que caracteriza a nuestros países es nuestra inesperabilidad. Si en algún momento los latinoamericanos hemos avanzado, hemos logrado espacios, es cuando hemos sido inesperados. Cuando nos esperan, perdemos.

En el medio de una opinión pública casi estupefacta, de una brutal propaganda inglesa y donde la mayoría de las corrientes políticas denunciaban el acto de la reconquista malvinense, Jorge Abelardo Ramos escribía en aquellas horas:

Se trata de los mismos sectores democráticos que a partir del 2 de abril se niegan a aceptar el carácter heroico de la gesta, se obstinan en pagar la deuda externa a la banca inglesa y tienden una cortina de humo sobre este grandioso acontecimiento del siglo XX. Han reemplazado todo análisis sobre el imperialismo invasor por una insustancial palabrería pacifista (impregnada hasta el tuétano dé anglofilia) dirigida a los comicios. Son los apóstoles vacíos de la democracia formal. Ayer reverenciaban a Roosevelt y a Churchill. Hoy lo hacen con Mitterrand, Felipe González y otros escandinavos. Todos ellos son representantes del colonialismo europeo, bloqueadores de la Argentina durante la guerra con Gran Bretaña. De este modo, la guerra de Malvinas, como lo afirma burlonamente la señora Thatcher, habría sido la lucha de la democracia inglesa contra la dictadura argentina. Quien esto escribe ha sufrido varios procesos y detenciones a manos de este régimen que agoniza. No tengo benevolencia hacia Galtieri ni hacia ninguno de sus colegas anteriores o posteriores. Pero comprendo muy bien a la partidocracia sucesora de Saturnino Rodríguez Peña (aquel que ayudó a escapar al general Beresford, cuando la primera invasión inglesa). No falta entre ellos quienes proponen el día 2 de abril como día de luto”1.

Ramos encontró en esas jornadas que todo su sistema interpretativo acerca del papel de las FF.AA. en nuestro movimiento de liberación se condensaba en un hecho que cambiaba radicalmente el tradicional sistema de alianzas, enfrentaba a las FF.AA., que hasta entonces venían cumpliendo un sangriento papel de gendarme de los intereses oligárquico-imperialistas, con el enemigo histórico de la Argentina -el Reino Unido- y abría el cauce a un torrente de sentimientos patrióticos latinoamericanos cuyo resultado era impredecible, pero que modificaba sustancialmente el escenario de la política argentina e internacional. Y se lanzó a una ciclópea campaña de esclarecimiento sobre la naturaleza patriótica de esa Reconquista y a intentar explotar a favor de los intereses populares el estallido que la recuperación de Malvinas y el enfrentamiento bélico con el Reino Unido habían generado. Mientras que los viejos partidos y no pocos dirigentes peronistas oscilaban entre el lagrimeo y la impotencia, Ramos dio al 2 de abril su verdadera significación: el país histórico que aún latía bajo la feroz represión oligárquica había vuelto por sus fueros y sus reivindicaciones más preciadas.

Supon comprender, mejor que nadie, el capricho con el que Clío, la musa de la historia, abría las compuertas del futuro y luchó hasta el final mismo de la Guerra e, incluso, mucho después, por un triunfo de los intereses argentinos que, entendía, se complementaban con las aspiraciones del conjunto de los pueblos al sur del Río Grande.

Sus argumentos, entonces altamente polémicos, constituyen hoy una parte sustancial de la indoblegable conciencia nacional sobre nuestra soberanía austral. Las Malvinas son argentinas y el “Colorado” Ramos reinvindicó, como pocos, nuestra obligación y nuestro derecho a defenderlas por todos los medios.

2 de abril de 2021

1https://abelardoramos.com.ar/malvinas-y-el-pacifismo-anglofilo/

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