5 de enero de 2025

Nuevas músicas y nuevos poemas, cargados de historia


En 1970 yo tenía 23 años. Ya militaba desde hacía un par de año y había comenzado mi formación política. Había leído a Perón, Jauretche, Ramos, Hernández Arregui, Marx, Lenin y Trotsky, después de haber leído a Emmanuel Mounier, León Bloy, Henri de Lubac y Theillard de Chardin, ya que mi primer encuentro con la política y la cultura fue a través del catolicismo “postconciliar”, como se decía en aquella época.

Para ese yo de entonces, la Revolución del Parque, ocurrida en 1890, es decir ochenta años antes, tenía una lejanía y un arcaísmo inalcanzable. No existía, entonces, ni el auto, ni el avión, ni el teléfono -invento que, por otra parte, no era fácil de obtener en la Argentina de 1970-. El gran adelanto lo constituía el telégrafo, un artefacto que, para usarlo, había que conocer un nuevo alfabeto y traducir el mensaje al mismo. Para un muchachito de 23 años, 1890 era un mundo donde los hombres usaban bastón y polainas por simple coquetería, las mujeres usaban largas y amplias faldas, sus blusas tenían largas mangas que impedían ver sus brazos y las de clase alta se ponían grandes sombreros con adornos. Todos ellos movían en carruajes tirados por caballos que descargaban en las calles toneladas de bosta y hectolitros de orina por año. El imaginario de un jovencito de 23 años, en 1970, veía la Revolución del Parque tan solo como un hecho histórico al que sólo una sofisticada interpretación podía vincularlo a su presente de minifaldas, bikinis, vaqueros, viajes en avión, tocadiscos Winco, radio a transistores, Mayo Francés, amor libre, hoteles alojamiento.

El año 1947, año en que ese joven había nacido, con la nacionalización de los ferrocarriles, con la declaración de la Independencia Económica, era sentido como algo más cercano, no obstante lo cual era una fecha a la cual no estaba vinculado más que por su nacimiento. La música de 1947 le parecía arcaica y vetusta. Bing Crosby o Alberto Castillo, Antonio Tormo o Maurice Chevalier le podían gusta o no, pero definitivamente no era algo que le perteneciese. Palito Ortega o The Mammas and the Pappas, Los Gatos o The Rolling Stones eran sentidos como más cercanos y representativos. Ya se podía ir al centro sin necesidad de llevar saco y corbata. Los mocasines habían reemplazado los zapatos abotinados de su padre y se volvían a usar los pantalones oxford que habían tenido su cuarto de hora en los años '20, tan lejanos como los '90 del siglo pasado.

¿Y a qué viene este ejercicio de memoria?



Responde al intento de ponernos en la cabeza de un joven de 23 años, hoy, en enero de 2025. Ese joven tiene con el 17 de octubre de 1945 la misma distancia en años que aquel muchacho de 1970 con la Revolución del Parque. También para él aquellos hombres y aquellas mujeres son lejanas y arcaicas. No conocían el fax ni la computadora, escasamente podían imaginarse que el hombre pudiese llegar a la luna, nunca habían visto la televisión y la heladera recién comenzaba a ser un artefacto inevitable en los hogares. Los 80 años que pasaron entre 1945 y 2025 han sido de una impresionante aceleración tecnológica y científica, que ha permitido la transmisión instantánea de la información y la creación de las falsas noticias que embarullan la percepción de la realidad. Para un muchacho o muchacha de 23 años, la idea de que levantaron los puentes para que no llegaran los trabajadores a la ciudad le suena legendaria y, hasta romántica, pero, de alguna manera, irreal o mítica.

Ese argentino o argentina de 23 años nació en el 2002. Incluso las jornadas del 2001 ocurrieron en un tiempo anterior a su nacimiento. Carecen de la vivencia sensorial de la gente golpeando las puertas de los bancos o de los motociclistas enfrentando a la policía en Plaza de Mayo. Es algo heroico y épico pero que conoce tan solo por relatos. No se imagina un mundo donde no se pudiese pagar con una tarjeta o un QR, donde solo existía el efectivo. Es como para mí el 17 de Octubre de 1945. Y ni siquiera le parece propia la asunción presidencial de Néstor Kirchner y el período que ahí se inició. Hasta donde le alcanza su memoria personal la Argentina es un país donde cada dos años se vota y se eligen diputados, gobernadores y presidentes. La guerra de Vietnam, que impregnó nuestra juventud, ni siquiera es un tema, de la misma manera que la caída de Salvador Allende o la muerte del Che Guevara en la sierra boliviana.

Si no tenemos esto en cuenta, si no intentamos ponernos en la cabeza de quienes ya han comenzado a ser protagonistas de la historia política argentina, difícilmente encontraremos el lenguaje con el cual transmitir la herencia de luchas, de victorias y derrotas del pueblo argentino en el intento de construir un país soberano y justo, con una economía que sea capaz de satisfacer sus necesidades de trabajo, estudio y bienestar. No podremos, en suma, contar con los argentinos y argentinas dispuestos a continuar la lucha por nuestra liberación. El pasado determina y condiciona el presente, pero el futuro debemos construirlo mirando hacia adelante.

De ahí la necesidad de nuevas músicas y nuevos poemas, cargados de historia, que sean capaces de desplegar la generosidad y el arrojo de las nuevas generaciones.

5 de enero de 2025.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Verdade. Es difícil pero es necessário o por lo menos intentar compreender la visión histórica que tienen del país lo jovenes de hoy desde su perspectiva. La lejania de los hechos históricos nacionales o la alienación de la realidad actual provocada por el desconocimiento de la história se debe a vários factores. Pero, hay que buscar como y por donde motivar y movilizar estas generaciones de llamada era digital. El hambre, la frustación de ambiciones personales, falta de perspectivas dignas de trabajo etc no basta. Un amigo mio militante de PT con edad de 50 años y pico me dice que la cosa pasa por la cultura.

Anónimo dijo...

Julio, ese desafío es indudable Pero pasa con cada generación Nosotros tuvimos que analizar hechos de un pasado pertinente, tal como deberían hacer las nuevas generaciones. Pero el problema real es que los atractores de entonces, las utopías reinantes ( la revolución) hoy no están más Para pelear hace falta una ilusión y vivimos en occidente un mundo sin perspectivas Abrirán un nuevo horizonte los Brics? O se harán realidad las pavorosas predicciones del tecno feudalismo?