30 de diciembre de 2005

El Mercosur ha llegado al Caribe

 Buenos Aires, 14 de diciembre de 2005. 
 Publicado en Patria y Pueblo 
Año 3 N° 11, Diciembre 2005
Desde hace tiempo venimos sosteniendo y explicando aquella tesis central del pensamiento continentalista del general Juan Domingo Perón, tesis que ha sido, en general, ignorada o silenciada por amplios sectores de la dirigencia peronista. Se trata de la idea fundacional de que sólo una alianza estratégica entre Argentina y Brasil podía establecer un núcleo geopolítico, económico y poblacional capaz de atraer como un inmenso planeta al conjunto de los estados del continente a un proceso de integración.
La reciente incorporación de Venezuela al Mercosur ratifica esta tesis y revitaliza el proyecto nacido en Asunción del Paraguay hace catorce años.
La Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado americanos, realizada en Mar del Plata, había dejado establecida la existencia de una profunda coincidencia en política internacional por parte de los gobiernos argentino y brasileño, coincidencia que se fortaleció con la presencia del jefe de estado venezolano, Hugo Chávez. A partir de ese momento, en el cual el jefe de la superpotencia imperialista fracasó en su prepotente intento de imponer el ALCA por la firmeza manifestada por el bloque Mercosur-Venezuela, se inició una serie de encuentros entre los presidentes de Argentina, Brasil y Venezuela. La inmediata reunión de Néstor Kirchner con Hugo Chávez, en Venezuela, permitió la firma de decisivos acuerdos comerciales e inició las conversaciones sobre la posibilidad de que los petrodólares venezolanos se constituyesen en un mecanismo financiero continental. La firma de un acuerdo para la construcción de un gasoducto que atravesará todo el continente constituye el proyecto más ambicioso que nuestros pueblos se hayan planteado en toda su historia.
Con una diferencia de días, se encuentran, en Puerto Iguazú, Lula y Kirchner. El resultado de la misma fue la ratificación del acuerdo mercosureño y el acuerdo definitivo para la posterior incorporación de Venezuela al mismo. Celebrando un nuevo aniversario del Acta de Iguazú, que en 1985, dio inicio al proceso de creación del Mercosur, el presidente brasileño fue claro al exponer algunos de los problemas comerciales sufridos por el acuerdo: “Nuestra integración no puede significar una especialización donde un país crezca en materia industrial y el otro en el papel de proveedor de bienes agropecuarios”. Especial significación adquirirían unas semanas después las declaraciones que ambos mandatarios formularon con respecto a “abogar conjuntamente, en lo referente a los organismos internacionales de crédito, para evitar la imposición de condiciones que afecten la capacidad de los gobiernos de promover políticas de crecimiento, empleo digno e inclusión social”.
Por fin, en Montevideo, Venezuela se integra definitivamente al Mercosur. La incorporación no puede ser vista, por quienes luchamos por la unificación estratégica, política, económica y militar de Latinoamérica, sino como una significativa y trascendental victoria. Desde el punto de vista geopolítico, la presencia venezolana termina por integrar las cuencas del Orinoco, del Amazonas y del Plata y establece un balcón en el mare nostrum norteamericano –el Mar Caribe-. Se suma a uno de los más importantes productores de petróleo del mundo y crea un nuevo miembro que equilibra los permanente tironeos y celos entre Brasil y Argentina. Por otra parte, al integrarse al Mercosur, Venezuela encuentra un poderoso sistema institucional capaz de balancear las descaradas provocaciones militares y el aislamiento al que lo pretende someter EE.UU. (aislamiento que fue la principal y más dura arma que ha tenido que sufrir Cuba). El Mercosur se constituye en el más importante –desde el punto de vista territorial, poblacional, económico y de recursos- bloque político en el seno de la OEA y da impulso a la Confederación Suramericana de Naciones creada hace un año en el Cuzco.
Brasil y Argentina, de manera coordinada y conjunta, han decidido cancelar sus deudas con el Fondo Monetario Internacional, y como lo ha declarado oficialmente el presidente argentino, con el apoyo de la República Bolivariana de Venezuela. Este hecho trascendental ha sido el producto, entre otras cosas, de las coincidencias y logros alcanzados en el proceso de unificación continental.
Quedan a este nuevo Mercosur algunas tareas impostergables. Una de ellas es mejorar y hacer más cómoda la participación tanto de Uruguay como de Paraguay, países para los cuales la integración debe significar la posibilidad de una industrialización independiente y de mejores condiciones de vida para sus pueblos. La otra es ayudar a la liberación de Bolivia y los bolivianos del yugo imperialista, incorporarla completamente en su seno y favorecer una política energética que reivindique la soberanía boliviana sobre sus recursos naturales. Las elecciones del domingo 18 de diciembre en el país del altiplano serán, sin duda, definitorias para este futuro.
Por Julio Fernández Baraibar

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