26 de julio de 2010

Se fue otro argentino oriental, el “profe” Luis Vignolo

Días atrás recibí un escueto mensaje electrónico. “Falleció mi padre” decía tan sólo su texto. Lo firmaba el compañero oriental Luis Vignolo hijo.

Luis Vignolo, el “Profe” como lo llamaba el inolvidable Alberto “Gato” Carbone, fue un patriota latinoamericano, oriental por nacimiento, argentino por afecto y residencia, y uno de los grandes intelectuales, periodistas y militantes de nuestra unidad latinoamericana. Amigo y cumpa de discusiones y whiskys de Tucho Methol Ferré, la vida de Vignolo es una buena paráfrasis del destino de un patriota continental en nuestro balcanizado continente, en la segunda mitad del siglo XX.

Luis Vignolo nació en Montevideo el 12 de julio de 1927. Su padre era constructor y eso le permitió conocer desde niño el olvidado interior de la “tacita de plata”, el Uruguay producto de la hegemonía del partido Colorado. En el Liceo Bauzá, donde hace la escuela secundaria, ingresó a la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), como representante de los estudiantes secundarios, cargo que previamente había logrado imponer. Y en la misma época ingresa en las Juventudes Libertarias –la organización juvenil anarquista- donde llegaría a ser alma mater y Secretario General. Me cuenta Luisito Vignolo, su desolado hijo, que de esa época conservó algunas de sus más entrañables amistades que lo acompañaron hasta el final. Tres veteranos anarquistas lo llamaban permanentemente en sus últimos días: Dante D'Ottone, Pablo Capanno y el "Coco" González Chiesa. El destacado médico Dante D'Ottone, con sus noventa y pico de años, estuvo en el velorio y algunos de los veteranos compañeros de armas decían, al verlo: ahí está el "Mariscal"...

Es de sus tiempos de anarquista que el sanducero Alberto Carbone, de inolvidable memoria en este lado del Plata, conoció a estos hombres.

Y fue la conducción de Luis Vignolo –según me cuenta su hijo - que las Juventudes Libertarias se convirtieron en la más poderosa organización anarquista del Uruguay a fines de los ’40 y comienzos de la siguiente década. Pero las peleas internas –caracterizadas por una fuerte impronta ideologista- terminan por agotarlo y se aleja de la organización. Pero llevaba consigo las reflexiones y escritos de Eliseo Reclus sobre la Guerra del Paraguay y los artículos de Barrett sobre la brutal explotación de los obrajes paraguayos. Encuentra Vignolo en sus orígenes familiares saravistas –sus tíos Montecoral y Coirolo habìan peleado en la revolución de 1904 y uno de sus tío abuelos era Rafael Zipitría, Comandante de la 16ª División del Ejército Revolucionario de ese año- un cauce nacional profundo a su afán libertario.

El padre de Luis Vignolo había sido blanco seguidor de Lorenzo Carnelli, en los años 20: una especie de izquierda del partido que terminó siendo expulsada, básicamente por acción de Luis Alberto de Herrera. No obstante ello, Vignolo, desde una perspectiva heterodoxa, que reunía en “una mezcla pampeadamente rara” –como ha escrito Homero Manzi- sus convicciones ácratas con su naciente admiración por el peronismo argentino y el MNR boliviano, se acercó al herrero-ruralismo que logra la victoria electoral en 1958. Sobre este período Methol Ferré nos dejó un escrito esclarecedor, “La crisis del Uruguay y el imperio británico”, que Peña Lillo editara en la célebre colección La Siringa.

Y para mantener sus ideales se convirtió en periodista. Alcanza con decir que fue uno de los periodistas más famosos y exitosos del Uruguay. Trabajó en el diario de Batlle y en el de los blancos. Fue justamente en El País donde se destaca. En una época en que el matutino no era el pasquín oligárquico pronorteamericano que hoy indigesta la cabeza de los uruguayos, Vignolo se convierte en el virtual director del diario. Simultáneamente es columnista de política internacional en el Canal 12, de la misma empresa que El País.

Deja, en 1964, este diario al que había convertido en un éxito de ventas para dirigir un proyecto político periodístico de Zelma Michelini, el diario Hechos al que también convirtió en un éxito de ventas, aunque el fracaso electoral de Michelini lo obligó a venderlo, con lo que Vignolo se aleja de la redacción.

Pasa a la Secretaría de Redacción del viejo diario El Debate, fundado por don Luis Alberto de Herrera, aunque ahora bajo la dirección política del “Toba” Gutiérrez Ruiz, el gran blanco latinoamericanista asesinado por la dictadura, y Diego Terra Carve. Se cuenta que algunos lingotes de oro “expropiados” por los Tupamaros a los Mailhos, y que el Toba había tomado en depósito, ayudaron a la financiación del matutino.

Posteriormente se vincula a Inter Press Service, la Agencia de Noticias internacionales italiana, la que inicialmente tenía su sede latinoamericana en Montevideo, en la casa de Methol Ferré, en la calle Brecha, frente al Templo Inglés, al que le alquilaban un piso de su casona. Luego la sede pasó a Buenos Aires y Vignolo se radicó entre nosotros.

Fue colaborador de la primera revista Nexo, que publicaron Methol Ferré, Ares Pons y Reyes Abadie. En 1964 publica el ensayo "Reencuentro con la tradición española en la pintura de Torres García", una visión de la historia de la cultura desde nuestra América. Este artículo constituye, según considera Luis Vignolo hijo, un acercamiento del autor a la religión católica en la que había sido educado por su madre y su abuela. Pero este acercamiento está signado por sus viejas convicciones anarquistas. Sólo el Concilio Vaticano II y el estado deliberativo que se produce en la vieja estructura romana lo conquistan para la fe. A partir de ello comienza a colaborar en la también célebre revista Vísperas que dirige Methol Ferré, una publicación católica, vinculada al CELAM, que pone como punto central de su visión teológica la unidad latinoamericana. El peronismo y la revolución peruana de Velazco Alvarado serían sus temas preferidos.

Militó en la formación del Frente Amplio y se convierte en el anónimo secretario de redacción del diario La Idea, sostenido por las fuerzas frentistas más vinculadas a los Tupamaros. Allí hizo la primera denuncia del plan de invasión preventiva al Uruguay por parte del ejército brasileño, el Plan 30 Horas, cuya existencia había filtrado un general argentino, en historia que Luis Vignolo hijo ha prometido contarme personalmente. Denunció duramente el fraude en las elecciones de 1971, fraude que ahora los documentos norteamericanos desclasificados reconocen. Puede agregarse a su biografía que uno de esos documentos desclasificados sostiene que los únicos tres medios de prensa por los que la embajada norteamericana se preocupaba eran: el semanario Marcha de Carlos Quijano, el diario El Popular del Partido Comunista, y el diario La Idea, dirigido desde las sombras por Luis Vignolo. Fue cerrado varias veces hasta que Pacheco Areco o el presidente fraudulento Juan Marìa Bordaberry terminan por clausurarlo. Y con ello, Vignolo vuelve a Buenos Aires y a Inter Press Service IPS donde se convierte en el Director para América Latina.

Luis Vignolo vivió en Argentina hasta 1991. Vuelve a Montevideo empujado por una de las últimas hiperinflaciones. Y la política de Menem, al que había votado como tantos de nosotros, _tenía nacionalidad uruguaya y argentina y votaba, por lo tanto, en las dos riberas del Plata- lo escandalizó y amargó profundamente.

En el 94 se suma junto con Tucho Methol Ferrè a las huestes blancas de Alberto Volonté, quien le rindió un merecido homenaje en el programa de Radio Espectador de Montevideo “En Perspectiva”, uno de los programas de radio más escuchados e de la radio uruguaya.

Está fue, en brevísima síntesis, la rica vida de este compatriota y compañero que acaba de dejarnos. Su mote de “El Profe” le venía de los tiempos en El País, gracias a un irascible obrero gráfico que lo veía permanentemente hablando con sus colegas más jóvenes: “Ahí está el Profe, otra vez hablando y no trabaja nunca”, habría dicho el iracundo linotipista, bautizando para siempre a nuestro amigo.

El Uruguay, por muy diversas razones, es un país donde las ideas sobre la unidad latinoamericana no entran con facilidad. Un agotado sentido de la excepcionalidad de sus condiciones materiales, una ideología nacional basada en la creencia de una esencialidad nacional uruguaya, una tendencia a actuar como engranaje local de una gran potencia extraña –el Reino Unido o EE.UU.- han generado formidables anticuerpos al saludable virus de la Patria Grande. Todos los intelectuales y políticos que pugnaron por la integración de la Cuenca del Plata predicaron, hasta ahora, en el desierto. Ferryra Aldunate, Gutiérrez Ruiz, Methol Ferré, Reyes Abadie y este Luis Vignolo que nos ha dejado, dedicaron su vida, y hasta la entregaron, a ese difícil empeño.

Luis Vignolo fue un amigo dilecto de los argentinos y un ferviente oriental amigo, como Herrera y Haedo, de Perón y el peronismo.

Estas líneas tienen el propósito de que el olvido no borre de nuestra frágil memoria la presencia, la acción y las ideas de un notable pensador, un solidario amigo de los perseguidos y un argentino oriental por decisión intelectual y política. Los argentinos le debemos un homenaje al Profe Luis Vignolo.

Buenos Aires. 26 de julio de 2010

Todas las precisiones biográficas de este artículo han sido producto de una comunicación personal con Luis Vignolo hijo. Es mi deseo no solamente honrar la memoria de su padre, sino hacer evidente el respeto, estima y amor filial del hijo del gran intelectual fallecido, quien, ante mi pedido, no vaciló en dedicar horas a su duelo para comunicarme una suscinta, pero completa, biografía personal y política de este gran uruguayo.

1 comentario:

PC dijo...

Hola mi nombre es Pablo Campos y te escribo para ver si es posible pedirte el mail de Luis Vignolo Hijo. la razon es que mi abuelo y luis vignolo hijo tengo entendido fueron amigos, y mi abuelo le ragalo un libro de una investigación que estoy intentando seguir el rastro. Desde ya muchas gracias mi mail es pabloc@franicsa.com.ar y mi abuelo era MArtin Julio Campos