6 de marzo de 2011

Una biografía esencial para el siglo XXI

Abelardo Ramos

De los astrónomos salvajes a la Nación Latinoamericana

La Izquierda Nacional en la Argentina

Enzo Alberto Regali

Ediciones del Corredor Austral y Ferreyra Editor

2010, Córdoba

En los últimos años, a partir del inicio del siglo XXI, el nombre y las ideas de Jorge Abelardo Ramos han vuelto a circular, cada vez más profusamente, en la política argentina. La labor de un político e intelectual que escribió en la segunda mitad del siglo XX, bajo condiciones nacionales e internacionales completamente distintas a las de este siglo, ha vuelto a recorrer las páginas de opinión de los diarios, los discursos de los funcionarios y las discusiones de la militancia política. Hasta el diario La Nación, especialista en el fino arte de detectar amigos y enemigos, se hizo eco de este renacimiento llegando a atribuir a Ramos y sus ideas una influencia sobre el gobierno de Cristina que, aún como hipérbole, nos llena de satisfacción.

Posiblemente como reflejo de esa reaparición de Ramos acaba de salir el libro que estamos comentando. Se trata de un volumen de más de quinientas páginas, con un extenso e interesante aparato crítico, con una amplia bibliografía, en el que se presenta, por primera vez de manera sistemática, la vida de Ramos, la génesis de su pensamiento y, sobre todo, el desarrollo y la evolución de la Izquierda Nacional.

Su autor es un profesor nacido en Santa Fe, residente desde hace años en Córdoba y antiguo militante de las formaciones partidarias creadas por Ramos a lo largo de su activa vida política. Enzo Alberto Regali expone, después de una importante investigación y con gran profusión de fuentes bibliográficas y testimoniales, un tema que conoce por experiencia propia, del que ha sido parte activa y al que aborda con objetividad y pasión.

El libro “Abelardo Ramos” se estaba haciendo necesario en la política argentina. Fallecido en 1994, este hombre notable sufrió, como tantos otros patriotas, el olvido y hasta el juicio despectivo de los grandes medios, a los que, por otra parte, despreció olímpicamente. Los avatares de la política argentina posterior a la dictadura cívico-militar de Videla y Martínez de Hoz oscurecieron su influencia, confundieron su memoria, dejando la impresión de que su sistema de pensamiento y su legado político habían perdido actualidad. El siglo XXI cambió ese cuadro injusto. La crisis generalizada del sistema neoliberal y del Consenso de Washington, así como el acelerado proceso de integración del continente suramericano que comienza, justamente, a partir del nuevo siglo generaron nuevas condiciones en toda Latinoamérica y las originales ideas de Ramos volvieron por los fueros que le habían sido negados durante años.

Hay interesantes hallazgos en la investigación de Regali. La prehistoria de Jorge Abelardo Ramos y la difícil gestación de ese pensamiento en el seno de los minúsculos y cerrados grupos trotskistas de fines de la Década Infame encuentra aquí nuevos datos y una mayor luz. La relación política y personal con Aurelio Narvaja, el abogado santafesino dirigente del grupo Frente Obrero, con Alfredo Terzaga, el pensador cordobés o con Mauricio Prelooker, el economista porteño -a quien pudimos conocer al final de su vida en las cenas de la Oesterheld- está contada en la obra de Regali con nuevos matices y más rica información, así como las coincidencias y enfrentamientos con otros intelectuales de la época, como Liborio Justo y Héctor Raurich.

Regali pone también un justo equilibrio en la influencia que algunos de ellos tuvieron en la gestación del sistema de pensamiento que fue la Izquierda Nacional, balanceando algunas opiniones en boga que pretenden, sin basamento documental, menoscabar la participación de Jorge Abelardo Ramos en ese proceso.

Resulta también muy interesante la permanente referencia que el autor hace acerca de los hechos políticos tanto nacionales como internacionales que determinaron las condiciones concretas de estas reflexiones y decisiones políticas. Explica también, con datos novedosos, la cercana relación que existió entre Ramos y Jauretche en los años cincuenta, así como la inicial cercanía e influencia de ambos en el pensamiento de Juan José Hernández Arregui. Lo que las páginas de Regali traslucen no es sólo la biografía intelectual de un hombre, sino un fresco de toda una época: desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlín y la implosión de la URSS.

Desarrolla, para los lectores que no conocen su obra, los libros principales de Jorge Abelardo Ramos. Así, “América Latina, un país”, Crisis y Resurrección de la Literatura Argentina”, Revolución y Contrarrevolución en la Argentina” e “Historia de la Nación Latinoamericana” son analizados y presentados en cada uno de sus rasgos esenciales, destacando los aportes que los mismos significaron para la creación de un pensamiento nacional liberador latinoamericano.

Pero no se queda en los libros. Regali hace una muy interesante historia, con documentos de la época, sobre la creación de los distintos partidos y movimientos que a los largo de cuarenta años encabezó Ramos. Se mete en los a veces crípticos vericuetos de las discusiones, peleas y rupturas que vivieron esos partidos y realiza una sana crítica -que el tiempo transcurrido hace cada vez más necesaria- de muchos de los argumentos usados por tirios y troyanos en su momento.

Compartimos con Regali que lo principal del legado ramista lo constituye su luminosa concepción de la Nación Latinoamericana, quizás la propuesta más radical de todas las que elaboró a lo largo de su rica vida. También rescata con eficacia el planteo histórico de Ramos que toma al artiguismo y al posterior federalismo del interior como el eje de una interpretación que confronta con la del tradicional revisionismo histórico, destacando en esto la coincidencia con el historiador académico, y también víctima del olvido a sabiendas, Antonio J. Pérez Amuchástegui.

Sobre el final, Enzo Regali arriesga una interpretación – que seguramente abre una discusión imposible de zanjar- sobre las razones y motivos que llevaron a Ramos a persistir en su apoyo al presidente Carlos Menem. Regali opina que el conjunto del peronismo y, sobre todo, su electorado avalaba la decisión menemista y que el compromiso vital e intransigente de Ramos con el movimiento nacional nacido en el '45 lo conminaba a esa actitud.

Sobre esto se seguirá, con seguridad, escribiendo y proponiendo interpretaciones, condenas y elogios. Hay algo innegable, por cierto, en la interpretación de Regali. El mundo que Ramos y los que nos acercamos a él, a partir de los años '60, conocimos había llegado a su fin. El fracaso estructural de la URSS, su conversión casi incruenta al capitalismo, la desaparición del mundo originado en Octubre de 1917 terminó con un período de la humanidad. La victoria final del socialismo, un hecho que era indiscutible en los años '70, se había convertido en una profecía incumplida. El capitalismo, a través de una prodigiosa transformación científico-tecnológica, adquirió un nuevo impulso que, en los países semicoloniales, se convirtió en una nueva forma de dominación imperialista a través de los organismos internacionales de crédito y el capital financiero.

Si ello autoriza a echar por la borda la totalidad del sistema de pensamiento revolucionario heredado de los siglos XIX y XX y declarar muerta para siempre la posibilidad de una sociedad postcapitalista con control social sobre la producción y autogestión obrera son temas que han quedado abiertos para la discusión del nuevo siglo.

Pero la idea -y la necesidad- de construir una gran nación continental, con desarrollo económico y signada por formas avanzadas de justicia social, a la que Ramos dedicó la mayor parte de su vida, es en la actualidad la principal tarea para las nuevas generaciones. Jorge Abelardo Ramos supo preverlo con lustros de anticipación.

Regali expone con interés esta cuestión decisiva. Su libro es de lectura obligada para la nueva juventud que accede a la política, en condiciones muy distintas a las que se vivían en 1994, cuando Jorge Abelardo Ramos nos dejó para siempre.

6 de marzo de 2011.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

En 1989?

Julio Fernández Baraibar dijo...

Un chispoteo que he corregido.