Este libro hacía
falta. Quienes comenzamos nuestra militancia política a fines de la
década del '60 del siglo pasado -militancia que afortunadamente
hemos podido continuar, en el nuevo siglo, con las mismas banderas,
la misma convicción y firmeza, aunque quizás con menos resuello-
teníamos necesidad de un estudio histórico documentado de uno de
los momentos cruciales de aquellos años.
Por razones
políticas, de concepción ideológica y de valoración de la
política de masas, quien esto escribe se alejó muy joven de las
propuestas que entonces se formulaban con ahínco acerca de “la
lucha armada” y de las teorías que entonces llegaban desde Cuba,
de la mano de la admiración al martirio del Che Guevara. Proveniente
de las filas del catolicismo postconciliar, me aparté tempranamente
de un camino que me pareció políticamente errado e inconducente y
desde una alternativa que privilegiaba la política y la lucha de
masas, discutí privada y públicamente con las propuestas
“guerrilleras” que, desde el marxismo y el peronismo, ilusionaban
a nuestros, entonces juveniles, contemporáneos. Desde la Izquierda
Nacional -de Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo-
criticamos tanto al ERP como a Montoneros, convencidos que ese camino
terminaba necesariamente en una masacre de las fuerzas populares y,
en el caso de Montoneros, en un enfrentamiento con quien expresó
hasta su muerte la voluntad popular: el General Juan Domingo Perón.
De ahí que la
aparición de la JP Lealtad fue recibida por nuestro sector con
alegría y entusiasmo. Pude estar presente en el palco montado bajo
la Casa Rosada aquella tarde en que el por tercera vez presidente de
los argentinos, con una furia que se le veía en el rostro, calificó
de “imberbes” a quienes, desde la Plaza de Mayo, entonaban
insultantes cánticos contra Perón y su esposa. Y fui testigo del
abandono de la Plaza por parte de esos sectores.
El libro “La
Lealtad, los Montoneros que se quedaron con Perón” (de Aldo
Duzdevich, Norberto Raffoul y Rodolfo Beltramini, Sudamericana, 2015)
ilumina el duro camino que aquellos jóvenes recorrieron para evitar
lo que fue inevitable: que la conducción de la organización armada
pretendiese reemplazar al anciano líder en la conducción del
movimiento nacional. Pretensión que tuvo, como corolario a una suma
de nefastos errores de concepción, el asesinato cobarde del
Secretario General de la CGT, José Ignacio Rucci.
Ahí podemos leer,
con gran profusión documental, los intensos debates, las sórdidas
roscas y maniobras que precedieron a ese día terrible. Y también
encontramos la pasión revolucionaria, las profundas convicciones
humanistas e igualitarias que llevaron a gran parte de una generación
-la mía- a dedicar su vida a la militancia política en el seno de
la fuerza que desde hace más de 70 años expresa los ideales de
independencia, soberanía y justicia del pueblo argentino.
Algunas de las
cosas que en él se cuentan las sabíamos desde entonces de primera
mano. Muchas otras no, ya que se producían en el seno de una difícil
situación de semiclandestinidad y de enfrentamientos diversos. Y el
libro permite recordar a unas y conocer las otras, poniendo una
necesaria luz a ese momento de nuestra vida política.
El renacimiento de
la lucha política generado durante los gobiernos peronistas de
Néstor y Cristina trajo aparejado un renacimiento de una visión
idílica de aquellas organizaciones armadas y su dirección. Las
nuevas generaciones, que no conocieron aquellos hechos, corren el
riesgo de idealizar el accionar de aquellos grupos, como respuesta a
la criminal visión impuesta por la dictadura cívico militar y su
“guerra sucia” contra el pueblo argentino. El libro, sus
testimonios, la génesis del enfrentamiento en el seno de Montoneros,
aporta otra interpretación más completa y equilibrada sobre
aquellas jornadas y pone realismo a una idealización que, como tal,
no puede sino generar confusión y nuevos desvaríos. Desde su mismo
título, los autores ponen el correcto eje de todo intento
hermenéutico de las decisiones políticas en la Argentina desde
1945.
“La Lealtad”
es una lectura imprescindible tanto para quienes se acerquen por
primera vez a la acción política en el seno del movimiento
nacional, como para quienes se den a la tarea de escribir la historia
de aquellos años.
Buenos Aires, 17
de octubre de 2016
3 comentarios:
Siempre volvemos a la misma maliciosa teoria de que MONTONERO mato aL COMPAÑERO RUCCI ,jamas MONTONERO tuvo una actitud asesina con un leal compañero los asesinos de RUCCI fueron la TRIPLE A comandada por la basura de LOPEZ REGA eso es asi no busquen otra cosa ,es como lo estoy contando ,el pueblo lo tiene que saber
Entre peron y los militares genocidas no hay deferencia, vino viejo y defendiendo un sistema nazi, peron dejo a una gallega y a un brujo matando gente, peron sin Eva fue una maldición, fue milico hasta la muerte y cómplice de los que lo dejaron volver.
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