5 de marzo de 2018

Donald Trump y el lecho de Procusto de la razón financierizada



Leo casi estupefacto la enorme dificultad que tiene el pensamiento denominado de "izquierda" para entender y procesar el actual momento de la política mundial. Trump y el resonante éxito económico de su proteccionismo del siglo XXI, su lento repliegue de Medio Oriente, empezando por Siria, su duelo verbal y de bravuconadas con Kim Jong-un que termina en un acuerdo sin precedentes entre Corea del Norte y Corea del Sur, el abandono de Europa y su propuesta de que cada uno se pague su propia defensa, el elogio a la prolongación del mandato de Xi Ping,entre otros efectos, ha generado una ola de artículos y análisis que evidencian sorpresa e incomprensión. El fantasma de Procusto vuelve por las suyas.
Aunque parezca mentira, la hegemonía del capital financiero ha impregnado por completo el pensamiento occidental, incluso a sus críticos. Y EE.UU. es una sociedad cuyo estado -es decir, la burocracia estatal, política, diplomática, militar y administrativa- esta inficionada, impregnada por el modo de ver las cosas del capital financiero. Es más, ha sido el resultado de ese predominio del capital financiero sobre el capital productivo. El "liberalismo" político norteamericano expresa, en ese sentido, el pensamiento del capital financiero para las grandes masas. Hollywood es su centro de irradiación.
Leo un artículo "La Supuesta Dictadura de Donald Trump (https://elordenmundial.com/…/la-supuesta-dictadura-de-dona…/). El autor, un joven académico español izquierdista y hasta marxista, se desespera por encontrar categorías para el objeto de su estudio. Analiza todos los aspectos negativos de su héroe: racismo, sexismo, autoritarismo fascistoide, supuesta dejadez en la gestión, todo adornada con cuadros, mapas y estadísticas. Lo único que no analiza, lo que no entra de ninguna manera en el amplio panorama que presenta -y lo busqué con ahínco- es el giro que ha logrado darle a la economía norteamericana, el logro de hacer crecer la economía productiva, disminuir la desocupación, sin inflación. Y tampoco surge del análisis de su gestión el efecto de distensión, de búsqueda de nuevos acuerdos -aunque sea a los gritos y con amenazas apocalípticas- con la multipolaridad que caracteriza al escenario mundial.
Da la impresión de que Trump es el único que ha entendido -a su manera, bajo su personal y particular sistema de pensamiento- que EE.UU es una potencia en decadencia y que lentamente el centro del mundo se está corriendo del atlantismo británico-norteamericano a un continentalismo hausshofferiano euroasiático y que estima que lo único que puede hacer es acompañarlo de la manera más beneficiosa para su país. Y para hacerlo se ve obligado a soslayar, a sortear el establishment político que responde a los intereses de Wall Street.
Lo demás, si es o no un déspota, un autoritario bonapartista que amenaza la sobrevivencia del "gobierno del pueblo, para el pueblo, por el pueblo", según el discurso de Lincoln en Gettysburg, es tan solo un tema para un "paper" académico. No le interesa a nadie.
Buenos Aires, 5 de marzo de 2018

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