Acabo
de leer comparativamente dos discursos de apertura del ciclo
legislativo. La del presidente Macri y la del gobernador Insfrán. Lo
mismo hice el año pasado y lo pueden encontrar en mi blog.
Pero
lo particular en la versión de este año es, a mi modo de ver, que
Macri se ha asumido como una especie de intendente de la Argentina.
Todo el contenido de su discurso es el de un alcalde pueblerino que
recomienda a sus vecinos usar el cinturón de seguridad, no manejar
si han bebido, respetar a los esforzados servidores públicos que
velan por su seguridad y ser corteses con los visitantes para que se
lleven un buen recuerdo y vuelvan, mientras les informa que ahora
pueden pagar el ABL por homebanking.
Anteriormente
postié que es un discurso dirigido al nivel 0 de la politización y
que, en ese sentido, es eficaz. Un amigo me advirtió, con acierto,
en otra red que ese nivel 0 de politización tampoco escucha o lee
discursos presidenciales.
Me
da la impresión que el discurso es un intento vano en presentar al
presidente como un estadista que está por encima de los
enfrentamientos y miserias de la política, desvelado por hacerle la
vida más fácil al ciudadano -siempre considerado individualmente,
aislado de su situación social concreta, de su pertenencia a una
determinada clase, sector o comunidad-, a una especie de habitante
abstracto de un country club. Eso ya la había hecho el año pasado,
peroa ocurre que las circunstancias son muy distintas.
Este
mensaje municipal se da en medio de un mundo altamente convulsionado,
donde los centros imperialistas adoptan un proteccionismo defensivo,
los organismos comerciales levantados en nombre del libre comercio
fracasan en sus reuniones y la multipolaridad modifica las relaciones
de fuerzas nacidas después de la caída del muro de Berlín. El
mensaje del alcalde, que lamenta la muerte de 44 militares muertos
posiblemente por un ataque de una potencia extranjera, se da en un
país que tiene ocupada una parte de su territorio por Gran Bretaña,
el Atlántico Sur en manos de potencias extraterritoriales frente a
las cuales carecemos de fuerzas de defensa. Pero además, se da en un
país que, a partir de diciembre del año pasado, comenzó a
cuestionar abierta y confrontativamente a un gobierno al que, hasta
ese momento, había tratado con respeto y hasta le había hecho ganar
las elecciones legislativas.
“Es
el bimestre más importante de la historia”, “Los salarios le
ganaron a la inflación”,
“Pudimos
evitar una crisis que se venía encima” y la inefable “Ese
crecimiento invisible sucedió” hoy son, para la inmensa
mayoría de los argentinos, saraza, camelo, sanata sin consistencia
alguno ni contacto con la dura realidad del desempleo, el aumento de
precios y tarifas, el cierre de puestos de trabajo y la miseria que
ha vuelto a llenar las calles de mendigos sin techo ni comida.
Los
escribas pagos, los chupamacris profesionales intentarán presentar
la impostura como el discurso sereno de un estadista que habla cara a
cara con cada uno de sus compatriotas. El intento durará lo que
duran esas imposturas. La inmensa mayoría ya se ha dado cuenta que
el rey está desnudo. Solo falta tener claro quien será el que surza
y se vista con la capa que este mentecato rompió en girones.
Buenos
Aires, 1° de marzo de 2018
2 comentarios:
Por suerte y gracias al blog de Abel Fernández me vuelvo a encontrar con Julio Fernández Baraibar. Parece que es cosa entre fernándeces.
Tiene su mérito eso de analizar una alpargata, cosa lisita e igual por ambos lados. Ha conseguido sacar jugo de una piedra.
Saludos
Lizardo Sánchez, Córdoba
Estimado Lizardo, un gusto saber que siempre estás ahí. Un abrazo.
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