Reflexionemos
juntos.
¿Es
importante la presencia de Rodríguez Larreta al lado del presidente
de la República, Alberto Fernández y del gobernador de la provincia
de Buenos Aires, Axel Kicillof?
En
mi opinión, altamente politizada, es lo más importante de la
jornada. Alberto Fernández, el presidente por el Frente de Todos
cuya vicepresidenta es Cristina Fernández de Kirchner, logra sentar
a su lado al administrador del principal distrito de la oposición,
la histórica ciudad de Buenos Aires, la ciudad que ni siquiera Juan
Domingo Perón logró ganar -ganó la elección a senador en 1973 un
tal Fernando de la Rúa-. Sentado a su lado, descarga su crítica,
contenida, pero filosa y clara, a la oposición que ha venido
bombardeando desde los medios y las redes sociales la política
contra la pandemia. Y ese jefe de gobierno habla durante largos
minutos tomando como referencia de sus palabras las dichas por el
presidente de la República.
Desde
una mirada estrictamente política, de análisis del poder, hoy
Alberto Fernández es el dirigente indiscutido del país, nadie con
poder político lo discute ni discute su liderazgo nacional.
¿Esto
da más poder a la gestión del intendente de la ciudad de
Buenos
Aires, pomposamente llamado Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma?
¿Esto soslaya la pelea política en el seno del distrito de la
Capital Federal? ¿Esto soslaya la crítica al carácter elitista de
las políticas públicas del Jefe de Gobierno de la CABA? ¿Disminuye
su responsabilidad en los brotes de la pandemia en geriáticos y en
las pocas villas de la orgullosa ciudad-estado?
En
mi humilde opinión, para nada.
Es
responsabilidad de quienes llevan adelante la política opositora en
la Ciudad convencer a la mayoría del electorado del desatino,
despilfarro de recursos y cosmética política que el PRO lleva
adelante desde hace años en el distrito. Es responsabilidad de los
políticos porteños opositores de establecer un correcto eje de
enfrentamiento con el oficialismo. No estoy seguro que el gobierno de
Rodríguez Larreta no haya hecho políticas de mejoras en, por lo
menos, algunas de las villas de la CABA. Y sí, es cierto, que esas
políticas no lograron generar una corriente mayoritaria a favor del
oficialismo en las últimas elecciones.
Pero
la presencia, en la conferencia de prensa de hoy, de las autoridades
de los dos distritos más castigados por la pandemia, implicó para
el gobierno de Alberto Fernández un reconocimiento político que no
se lograba en el país desde las jornadas del levantamiento
carapintada, más allá del juicio que el levantamiento y la política
alfonsinista nos merezca. En ese punto, todos saben mi opinión.
Pero,
lograr una imagen de unidad nacional ante una amenaza como la de la
pandemia y a la que debe sumarse la de la negociación de la deuda
externa es un capital político que Alberto Fernández ha logrado
acumular.
Ha
logrado dividir al partido político de la plutocracia argentina al
que derrotó hace cinco meses en una primera vuelta. Horacio
Rodríguez Larreta y, posiblemente, el radicalismo son hoy la
oposición democrática, negociadora, que acompaña el desafío
nacional. Macri y su pandilla, el monopolio mediático y el gorilismo
psiquiátrico han quedado expuestos como verdaderos lastres,
irresponsables y demenciales.
Todavía
está faltando un golpe de gracia a su poderío extra político, el
que se basa en la injusta y enorme capacidad económica de, tan solo,
doce mil ciudadanos. Esa oligarquía -dominio de pocos- es el único
escollo de nuestra democracia y nuestra consolidación como sociedad
industrial, moderna y dinámica.
Buenos
Aires, 9 de mayo de 2020
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