9 de mayo de 2020

La oposición ha quedado definitivamente dividida



Reflexionemos juntos.
¿Es importante la presencia de Rodríguez Larreta al lado del presidente de la República, Alberto Fernández y del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof?
En mi opinión, altamente politizada, es lo más importante de la jornada. Alberto Fernández, el presidente por el Frente de Todos cuya vicepresidenta es Cristina Fernández de Kirchner, logra sentar a su lado al administrador del principal distrito de la oposición, la histórica ciudad de Buenos Aires, la ciudad que ni siquiera Juan Domingo Perón logró ganar -ganó la elección a senador en 1973 un tal Fernando de la Rúa-. Sentado a su lado, descarga su crítica, contenida, pero filosa y clara, a la oposición que ha venido bombardeando desde los medios y las redes sociales la política contra la pandemia. Y ese jefe de gobierno habla durante largos minutos tomando como referencia de sus palabras las dichas por el presidente de la República.
Desde una mirada estrictamente política, de análisis del poder, hoy Alberto Fernández es el dirigente indiscutido del país, nadie con poder político lo discute ni discute su liderazgo nacional.
¿Esto da más poder a la gestión del intendente de la ciudad de
Buenos Aires, pomposamente llamado Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma? ¿Esto soslaya la pelea política en el seno del distrito de la Capital Federal? ¿Esto soslaya la crítica al carácter elitista de las políticas públicas del Jefe de Gobierno de la CABA? ¿Disminuye su responsabilidad en los brotes de la pandemia en geriáticos y en las pocas villas de la orgullosa ciudad-estado?
En mi humilde opinión, para nada.
Es responsabilidad de quienes llevan adelante la política opositora en la Ciudad convencer a la mayoría del electorado del desatino, despilfarro de recursos y cosmética política que el PRO lleva adelante desde hace años en el distrito. Es responsabilidad de los políticos porteños opositores de establecer un correcto eje de enfrentamiento con el oficialismo. No estoy seguro que el gobierno de Rodríguez Larreta no haya hecho políticas de mejoras en, por lo menos, algunas de las villas de la CABA. Y sí, es cierto, que esas políticas no lograron generar una corriente mayoritaria a favor del oficialismo en las últimas elecciones.
Pero la presencia, en la conferencia de prensa de hoy, de las autoridades de los dos distritos más castigados por la pandemia, implicó para el gobierno de Alberto Fernández un reconocimiento político que no se lograba en el país desde las jornadas del levantamiento carapintada, más allá del juicio que el levantamiento y la política alfonsinista nos merezca. En ese punto, todos saben mi opinión.
Pero, lograr una imagen de unidad nacional ante una amenaza como la de la pandemia y a la que debe sumarse la de la negociación de la deuda externa es un capital político que Alberto Fernández ha logrado acumular.
Ha logrado dividir al partido político de la plutocracia argentina al que derrotó hace cinco meses en una primera vuelta. Horacio Rodríguez Larreta y, posiblemente, el radicalismo son hoy la oposición democrática, negociadora, que acompaña el desafío nacional. Macri y su pandilla, el monopolio mediático y el gorilismo psiquiátrico han quedado expuestos como verdaderos lastres, irresponsables y demenciales.
Todavía está faltando un golpe de gracia a su poderío extra político, el que se basa en la injusta y enorme capacidad económica de, tan solo, doce mil ciudadanos. Esa oligarquía -dominio de pocos- es el único escollo de nuestra democracia y nuestra consolidación como sociedad industrial, moderna y dinámica.
Buenos Aires, 9 de mayo de 2020

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