16 de agosto de 2025

El mal llamado "reparto de Ucrania"

Tanto en la prensa regiminosa como entre publicaciones de nuestro sector político, se habla del “reparto de Ucrania” y se intenta comparar los posibles acuerdos entre Putin y Trump con “los acuerdos de Yalta” y el llamado “reparto del mundo”, posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Personalmente no estoy de acuerdo con el concepto, por lo menos en lo que concierne a los intereses rusos manifestados hasta el momento. Lo que Rusia pretende es el reconocimiento a lo decidido por los pueblos de Donbas y Donetsk de integrarse a la Federación Rusa y el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk, que reconocía la autonomía de ambas regiones y la realización de elecciones supervisadas por la OSCE, por un lado. Y por el otro, la no incorporación de Ucrania a la OTAN. En junio de 2021, la OTAN reafirmó que Ucrania podría ser miembro en el futuro, lo que Rusia interpretó como una provocación. En diciembre de ese mismo año, Rusia exigió garantías por escrito de que la OTAN detendría su expansión hacia el este, pero la alianza occidental rechazó el pedido. Mientras tanto, el estado ucraniano, ya en manos de Zelensky, enviaba al ejército a reprimir a las población de las regiones rusoparlantes.

Por todo ello, el 21 de febrero de 2022, Rusia reconoció la independencia de estas regiones y envió tropas para defenderlas de la agresión gubernamental. Y ante la negativa del gobierno ucraniano, sostenido por una OTAN que contaba con el pleno apoyo de los EE.UU., el 24 de febrero lanza la ofensiva sobre Ucrania.

Rusia, a través de su presidente Putin, pretende el reconocimiento de las regiones rusoparlantes que ya han manifestado su voluntad de integración, como son Donetz, Donbas y Crimea como integrantes de la Federación y, posiblemente, se agregue a ello el de las regiones de Lugansk, Zaporija y Jersón, lo que constituye la costa ucraniana en el Mar de Azov y la entrada al Mar Negro. Tambien exige la desmilitarización de Ucrania, la prohibición de incorporarse a la OTAN y su neutralidad. Esto implica, obviamente, la caída del régimen de Zelensky y lo que Moscú llama la “desnazificación”, es decir el procesamiento y la puesta fuera de la ley de todos los grupos y personas que reivindican el papel de Stafan Bandera y el nazismo en Ucrania durante la Segunda Guerra.

No hay aquí reparto alguno. Crimea ha sido históricamente rusa. Las poblaciones mencionadas son rusoparlantes y el gobierno ruso busca volver a una situación anterior al llamado Euromaidan, una revuelta financiada por Soros que volteó al gobierno de Víctor Yanukovich, que expresaba a los sectores ucranianos orientales que buscaban continuar la histórica colaboración con Rusia.




En resumen, lo que pretende Putin, y a través de él, Rusia es detener el avance de la OTAN –que hoy ha perdido la membresía de EE.UU. o, por lo menos, su financiamiento– hacia el Este, asegurar que Ucrania no se convierta en una base misilística que amenace la seguridad rusa –como se pretendía antes del 24 de febrero de 2022– y garantizar la incorporación de las regiones rusoparlantes a la Federación.

No tiene ningún otro interés en ningún otro país. Solo la seguridad de que la OTAN, con un regreso de los demócratas a la presidencia yanqui, no busque expandir su frontera hacia el este e intentar balcanizar a Rusia.

Lo que los EE.UU. pretendan de todo este conflicto queda bajo su exclusiva responsabilidad. Posiblemente sea algo más que el Premio Nobel de la Paz para su presidente.

Buenos Aires, 16 de agosto de 2025