17 de octubre de 2008


Los Muchachos Peronistas

Son Juan Molina, Juancito, y Armando Ponce, el Negro. Tienen más de 70 años, pero nacieron a la historia hace cincuenta y cuatro, el 17 de Octubre de 1945 y su nacimiento es testimoniado por esta foto.

Ese día estuvieron en la plaza de Mayo, exigieron la libertad del coronel Perón y refrescaron sus pies cansados en el agua de la fuente. Son los dos protagonistas aún vivos del testimonio fotográfico más importante de la historia social argentina del siglo XX: la que documenta la escena fundadora del más avanzado momento de nuestra liberación nacional y social.

Como la del niño del levantamiento del ghetto de Varsovia, como la del miliciano republicano congelado en el momento de caer muerto en la trinchera de la guerra Civil Española, como la de la niña vietnamita desnuda que corre desesperada con el cuerpo quemado por el napalm yanqui, la anónima y hermosa foto de esos hombres y mujeres jóvenes con “las patas en la fuente”, como inmortalizara el gran Leonidas Lamborghini, sintetiza y expresa la naturaleza social y el sentido democrático del momento histórico en que fue tomada. Y esa tarde y esa foto signó para siempre la vida de Juancito y el Negro. Fueron, de ahí en más, peronistas.

Cuando sobre la Argentina arreciaba con toda su furia el vendaval del neoliberalismo encabezado por Menem y Cavallo, en los años en que los patriotas éramos despreciados por “habernos quedado en el 45” estos “muchachos peronistas” fueron entrevistados por Clarín para hablar de aquel gobierno.

Juan Molina, el que trató a Evita, el preso de la revolución “libertadora”, el dirigente sindical de la Resistencia, fue corto y claro: “Ha rifado al movimiento obrero y ha olvidado a los pobres y los humildes”.

Armando Ponce, el otro soldado anónimo del 17 de octubre, se extendió aún más: “Dio un giro hacia el neoliberalismo. Dilapidó el ahorro de muchas generaciones con las privatizaciones. Y su peor error fue olvidarse de la justicia social”.

Aquí están expresadas, con crudeza y sin eufemismos, las razones por las cuales el pueblo argentino ha repudiado a Menem, quien hoy fatiga los pasillos de los tribunales. Pese a las piruetas bufonescas con que intenta ocultar su infamia, el pueblo del 45 nunca perdió el rumbo aprendido en aquellos lejanos años.

“Nunca se lo vamos a perdonar”, terminó diciendo Armando Ponce. Y esa sentencia pesará sobre la conciencia del traidor.

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