Con una
declaración que oscurece más que lo que aclara los cancilleres de
Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay han suspendido la membresía de
la República Bolivariana de Venezuela al Mercosur.
El Mercosur nació,
como dijo Madeleine Allbright, cuando los EE.UU. estaban distraídos
por la crisis del derrumbe soviético y el nuevo mapa de Europa
Oriental. Si bien campeaban, entonces, los dictados del Consenso de
Washington que impregnaron, en parte, su creación, el Mercosur
materializó el más importante proyecto geopolítico suramericano,
planteado ya por Juan Domingo Perón en los años '50 del siglo
pasado: la alianza estratégica de Brasil y Argentina, más los
países de la Cuenca del Plata.
Con la llegada del
nuevo siglo y la aparición de gobiernos populares, nacionalistas e
integracionistas, el Mercosur, con obvias dificultades, se convirtió
en el gran pivote geopolítico de construcción de un gran espacio
continental. La prédica bolivariana del presidente Hugo Chávez
Frías y su firme decisión de integrar el bloque dotaron al Mercosur
de la presencia de la principal potencia petrolera de la región y
una de las más importantes del mundo, a la vez que generaron un
creciente intercambio de bienes y personas, políticas sociales y
culturales que alentaron la construcción de una ciudadanía
suramericana, de un acercamiento entre nuestros países como no había
ocurrido desde los tiempos de las Guerras de la Independencia.
La presencia de
Venezuela estableció un lazo entre las tres grandes cuencas
suramericanas: la del Plata, la del Amazonas y la del Orinoco, a la
vez que proyectó los ideales del Libertador Simón Bolívar, que se
desplegaron sobre el mundo andino, hacia los países de la costa
Atlántica. Como se vio en la IV Cumbre de las Américas, realizada
en Mar del Plata en el año 2005, esa alianza tuvo la fortaleza
suficiente como para echar por tierra el proyecto imperialista del
ALCA, en el que los EE.UU. venían trabajando desde los tiempos de
Bill Clinton.
La decisión de
estos cuatro gobiernos, uno de ellos de muy dudosa legitimidad
democrática, significa una herida mortal a este proyecto, a la vez
que un verdadero suicidio para los cuatro países. En momentos en que
la política de los EE.UU. se reorienta hacia un neoaislacionismo
económico, que ha convertido en historia el Tratado Trans Pacífico
(TTP) y amenaza con congelar el Tratado del Pacífico, los gobiernos
de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay intentan hacer los deberes
que supone -hoy la futura política internacional y regional yanqui
es un verdadero misterio- le exigen los EE.UU.
Para Argentina, el
enfriamiento de la relación con Venezuela, más allá de los
aspectos políticos o ideológicos, es un pésimo negocio. Nuestro
país se encuentra atribulado por problemas energéticos, económicos
y financieros que el inepto e ideologizado gobierno de Mauricio Macri
no ha hecho sino empeorar día a día. Por otra parte, hace gala de
un cinismo e hipocresía sin límites al acusar a Venezuela de
incumplimiento de las exigencias relativas a los Derechos Humanos que
rigen en el bloque. Las Naciones Unidas, la OEA, en la voz de su
Secretario General, Human Right Watch y hasta el primer ministro de
Canadá, Justin Trudeau, han exigido la libertad de la dirigente
social jujeña, Milagro Sala, arbitrariamente detenida por el
gobernador de su provincia con la aquiescencia del gobierno central.
El gobierno de la
República Bolivariana de Venezuela ha decidido resistir la
caprichosa decisión que, según afirma, ni siquiera le ha sido
formalmente comunicada. Es obvio que es lo que le corresponde y está
en su pleno derecho, máxime cuando el presidente Maduro ejerce como
presidente pro témpore del bloque. Pero es también evidente que
todo este tironeo que han provocado los cuatro países del sur y las
declaraciones en uno y otro sentido que sobrevendrán, van a limar la
construcción del proyecto más trascendente de integración de todos
los tiempos.
Para los
argentinos, para los intereses argentinos, la participación de
Venezuela es de extrema importancia, así como la consolidación y
profundización del bloque regional. Mientras la Unasur pone en
marcha el anhelado y necesario Banco del Sur, estos gobiernos
ignorantes del giro que ha tomado el mundo y sin armas para
enfrentarlo, están dinamitando nuestro futuro.
Desde Argentina,
los sectores políticos comprometidos con la independencia nacional,
la soberanía popular, la justicia social y la construcción de la
Patria Grande daremos las batallas que sean necesarias para mantener
este proyecto esencial para una digna inserción de nuestros pueblos
en el mundo que se avecina.
Buenos Aires, 2 de
diciembre de 2016
Publicada en Misión Verdad http://misionverdad.com/trama-global/una-punalada-trapera-al-mercosur
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