20 de enero de 2020

Para qué votamos a este gobierno


Uno lee gente en las redes -suele ocultarse tras un seudónimo- que considera tibio reformismo socialdemócrata a un gobierno de un mes, que aún no ha llenado la grilla de funcionarios, tiene que pagar una deuda monstruosa, con provincias en quiebra y rodeado de gobiernos hostiles.
De alguna manera, la discusión está planteada en esos términos: ¿para qué votamos a este gobierno? Y la respuesta no es, ni puede ser, una respuesta científica como quien responde a la pregunta "cuánto es 7 por 9", donde solo cabe una respuesta correcta.
La respuesta es política y se base únicamente en apreciaciones. En mi opinión, el triunfo electoral por un 48 % de los votos a la fórmula F y F se debió, en gran parte al terrible fracaso de la política económica de MM, a la descontrolada inflación, al deterioro del nivel de vida popular, al cierre de miles de pequeñas y medianas empresas y a la consecuente desocupación. Es decir, se votó mayoritariamente contra una posible reelección de MM y sus políticas. Esto implica que no se votó por un programa económico determinado, que ni siquiera fue explicitado puntualmente en la campaña, sino para sacar de la Casa Rosada a un gobierno que la mayoría del electorado consideraba insoportable.
Sólo un relativamente pequeño número de electores votaron por propuestas del tipo aumento de las retenciones, nacionalización del comercio exterior, nacionalización de los depósitos bancarios o medidas semejantes. No discutimos acá la validez o necesidad de ese tipo de medidas, sino lo que se votó. A punto tal no se votó ese rango de medidas que el candidato presidencial fue Alberto Fernández y no CFK, quien de una u otra manera podría ser relacionada con un programa de esas características. Y fue Alberto Fernández porque, justamente, CFK consideró que su propia candidatura no lograría el número suficiente para ganar en primera vuelta, descontando que en un balotaje sería perdedora.
Esa decisión no fue simplemente táctica, fue una decisión estratégica. Implicó un cambio de concepto general que significaba el desarrollo de una política que lograse implicar un amplio conjunto de sector
es políticos con distintos grados de enfrentamiento al bloque del macrismo.
El gobierno esta llevando a cabo, con enormes dificultades, su compromiso electoral. Soluciones urgentes a los sectores socialmente más castigados y vulnerables, evitar la declaración de un default de la piratesca deuda externa -el default en lo inmediato no haría sino multiplicar el número de vulnerables, sin traerle una solución-, negociar en esas condiciones con los acreedores, intentar con los mecanismos a su alcance, es decir por métodos consensuados, detener la inflación y generar nuevamente las condiciones para un crecimiento del mercado interno, como dinamizador de la economía real.
Todo esto, rodeado de gobiernos hostiles, con un frente político variopinto y disímil, con una debilidad enorme del estado nacional, sin FF.AA. y con una clase dominante miserable y cortoplacista que solo quiere que no le toquen la parte del león que se ha venido llevando todos estos cuatro años.
Quien no comprenda la dificultad profunda e insalvable del momento y lance consignas tremendistas y abstractas, sin los mecanismos políticos para llevarlas a cabo, solamente contribuye -por decirlo livianamente- a hacer aún más difícil el fortalecimiento político de un gobierno, al que un pequeño sector financiero y agrario se lo quieren llevar puesto.

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