En esta página publico los artículos escritos por mí en los últimos años, sobre política argentina, política latinoamericana y política internacional, que considero más interesantes y de actualidad. Visite mi blog con temas periodísticos y literarios http://jfernandezbaraibar.blogspot.com
23 de diciembre de 2017
11 de diciembre de 2017
1 de diciembre de 2017
27 de noviembre de 2017
En la senda de El Arpa Birmana
Posiblemente
el recuerdo más remoto que mi generación pueda tener sobre Birmania
son las dolorosas imágenes en blanco y negro de El Arpa Birmana, la
magistral película de Kon Ichikawa, que hablaba de la profunda
crisis que significó para el alma japonesa la derrota sufrida en la
Segunda Guerra Mundial. El soldado Mizushima, cuya función es tocar
el “saung” o arpa birmana en la banda de su regimiento,
convertido en un aspirante a monje, se propone la tarea de enterrar a
todos los soldados japoneses caídos en suelo birmano, antes de
volver al Japón, para cerrar, de alguna manera, la herida abierta
por la derrota. Pero muy poco, si algo, sabemos de Birmania, que ha
pasado a llamarse Myanmar u, oficialmente, Unión de Myanmar.
En
ese país de 50 millones de habitantes, donde conviven, a veces en
armonía, muchas veces en discordia, desde hace milenios distintos
grupos étnicos y lingüísticos, aterrizó esta mañana nuestro
compatriota, el Papa Francisco.
Poco
después que las tropas japonesas se rindieran ante los británicos,
los ocupantes coloniales de Birmania, el Imperio debió conceder la
independencia. En 1612, con la presencia de la Compañía Británica
de las Indias Orientales, la empresa saqueadora de las riquezas del
Extremo Oriente, los británicos reemplazaron a los portugueses en el
control comercial de la región, donde se mantuvieron bajo distintas
formas hasta 1948. En el interín, separaron la antigua provincia de
Arakán, en la costa occidental de Birmania y la unieron a su colonia
de Bengala Oriental, fomentando el traslado de bengalíes musulmanes
como trabajadores semiesclavos en la agricultura colonial de esa
provincia.
Las
distintas etnias birmanas, a diferencia de los bengalíes, han sido
tradicionalmente budistas de la rama llamada Theravada, que concede
una gran importancia a la vida monástica. Según algunas tradiciones
budistas de Myanmar, ya en el siglo III a.c., el Gautama fue visitado
por dos comerciantes de Okkala, el antiguo nombre de Rangún, la
vieja capital donde Francisco ha aterrizado. Siempre según las
fuentes birmanas, en Myanmar hay más de 400.000 monjes y 75.000
monjas, 6.000 viharas (escuelas) e innumerables pagodas. Alrededor de
1.000 viharas sirven como instituciones educativas para la comunidad
monástica. Algunos de los monasterios más grandes cuentan con más
de 1.000 monjes que estudian las escrituras budistas y realizan
prácticas de meditación. Más del 80 % de la población de Myanmar
es budista.
En estos
trasplantes poblacionales llevados a cabo por los británicos radica
uno de los principales conflictos con los que debe enfrentarse
Francisco, el de la minoría Rohingja que habita, justamente, la
antigua provincia de Arakán, hoy llamada Rakáin.
Se trata de más de 600.000 personas descendientes de los bengalíes
sunnitas traídos por los ingleses de la actual Bangladesh, la
antigua Bengala Oriental, enfrentados con el gobierno central desde
el inicio mismo de la vida independiente. Las tendencias separatistas
son muy grandes en todo el país y las potencias occidentales,
especialmente los EE.UU. se han montado sobre ellas para debilitar
las constitución de la nación myanmariana. Detrás del
enfrentamiento religioso -recuérdese que el budismo no es en sentido
estricto una religión- se mueven los grandes intereses occidentales
sobre un país rico en petróleo y gas y de una decisiva ubicación
geográfica, con fronteras con China y el Sudeste Asiático.
El
proceso independentista estuvo caracterizado por una retórica
socialista y de emancipación nacional y, en la actualidad, las
principales empresas son estatales, en un estado donde la presencia
del ejército es decisiva desde hace décadas.
Es
de destacar que el viaje de Francisco terminará en Bangladesh, el
otro punto del conflicto. País sobrepoblado y pobre, también ha
sido producto de la distribución de fronteras establecida por el
Imperio Británico. Baste recordar que hasta 1974, formaba parte de
Pakistán, pese a que 1.600 kilómetros separaban a este país de
esa provincia oriental. La independencia y creación de Bangladesh
fue el resultado de una cruenta guerra, en la que, obviamente, las
grandes potencias de la época, EE.UU., Reino Unido, la URSS, China y
hasta la India estuvieron involucradas. Fue gracias a la alianza con
la India que, finalmente, los bengalíes obtuvieron su independencia
de Pakistán.
Musulmanes
sunnitas desde el asentamiento del Islam en el siglo XI, como
resultado de la expansión turca, la población de más de 167
millones de personas contrasta con la relativamente menor población
de su vecino Myanmar.
Francisco
ha decidido viajar a las zonas calientes del globo, aquellas en donde
la paz y la vida humana están más amenazadas. Su concepto de la
periferia ha tomado el centro de su acción pastoral, que es
eminentemente política.
Si
el aprendiz de monje y ex soldado Mizushima intentó que no quedara
ningún cadáver japonés insepulto en tierra birmana, el Papa y ex
soldado de la Compañía de Jesús parece buscar, más
ambiciosamente, que no haya más cadáveres en aquellas periféricas
tierras.
24 de noviembre de 2017
17 de noviembre de 2017
11 de noviembre de 2017
El Apogeo de Mauricio Macri
Este es un artículo escrito para la publicación brasileña Caros Amigos.
Con la sensación
de haber sido un rotundo ganador en las elecciones legislativas del
mes de octubre, el presidente argentino Mauricio Macri convocó al
conjunto del poder económico e institucional de la Argentina al
Centro Cultural Kirchner, pudendamente llamado con sus siglas CCK,
para presentar lo que será su plan político y económico para los
dos años de mandato que le faltan cumplir.
Paradójicamente,
ese lugar, el Centro Cultural Kirchner, era el edificio central de la
Empresa de Correos, que quedó a cargo de la familia Macri al ser
privatizado, administración que lo llevó al concurso preventivo,
hasta que, en el 2003, en una de sus primeras medidas el presidente
Néstor Kirchner rescindió el contrato y finalmente renacionalizó.
Es necesario destacar que la administración privada quedó debiendo
al estado un monto de alrededor de U$S 3.500 millones que el
presidente Macri se encargó de condonar.
Ante un público
integrado por los CEOs de las grandes empresas imperialistas y
nacionales, por los dueños del oligopolio mediático, los
representantes de los intereses terreatenientes y exportadores, que
aplaudían entusiastamente, Macri anunció sus grandes reformas:
laboral, impositiva, previsional y política. El tan anunciado cambio
que su fuerza pregonaba y que los sectores más ortodoxos del
establishment neoliberal le reclamaban por fin se pondría en marcha.
La prensa adicta desplegó fotos y elogios, en los barrios cerrados
de la zona norte del Gran Buenos Aires se hablaba con euforia del
tantas veces anunciado fin del peronismo. Mauricio Macri gozaba del
cénit de su poder y ponía fin a un año de gobierno caracterizado
por grandes torpezas, anuncios de recuperación económica que no
ocurrían y disminución de una inflación que no hacía sino crecer,
a la par de una deuda externa considerada record en el mundo.
La derogación de
la actual Ley de Contrato de Trabajo, de la jornada de ocho horas, de
las horas extras, de los principios básicos del derecho laboral
podrían, por fin, ponerse en marcha para disminuir ese “costo
laboral” que, según el mundo empresarial, impide nuestra
competitividad en el mercado internacional. Un drástico recorte de
las jubilaciones, la creación de un fondo de despidos pagado por el
propio trabajador, el aumento de la edad jubilatoria y, hasta, el
retorno de las AFJP -los fondos de pensión estatizados por Cristina
Fernández de Kirchner- hacían las delicias del capital financiero
presente en la reunión. Una redistribución de los recursos
federales daría inició a una desfinanciación de las provincias del
interior del país y el voto electrónico aseguraría, fraude
mediante, un milenio de gobierno patronal.
El
país estaba en sus manos.
Mientras
tanto, el sistema judicial adicto, caracterizado por su alto grado
de corrupción e inepcia jurídica, se sacaba de encima a la jefa de
los Fiscales Federales, la doctora Gills Carbó, por el procedimiento
de hacerla renunciar amenazando a su hija. En efecto, después de
utilizar inútilmente todo tipo de presiones, el diario Clarín,
verdadero órgano de batalla del gobierno, publicó el número del
telefóno celular de la hija de la Fiscal, que de inmediato se llenó
de amenazas sobre su integridad física. Ese mismo día se decidía
quitar los fueros parlamentarios y detener arbitrariamente al ex
ministro de Planificación, Julio de Vido. Días después, le tocó
el turno al ex vicepresidente de la República Amado Boudou, con
argumentos que no resisten el menor análisis jurídico y acusaciones
que no pueden terminar sino con un sobreseimiento definitivo.
“Siempre
es más oscuro justo antes de que aparezca el día”
Pero
esa mañana, el momento del apogeo del poder de Macri, basado, según
sus cálculos en un 42% del electorado, comenzaba inexorablemente su
perigeo. El mundo real comenzaría a poner dificultades y
limitaciones a la ambición de crear una Argentina a imagen y
semejanza de los integrantes de los directorios de las 10 principales
empresas y bancos del país.
El
viaje a EE.UU, con el intento de destrabar la importación de
biodiesel y de limones, que se ha convertido en la cuadratura del
círculo de un gobierno con serias dificultades de financiación, fue
estéril y lleno de gestos de inútil complacencia con el país
anfitrión. Pocos días después de que la Argentina votase en contra
del bloqueo económico a Cuba, el presidente pidió a Donald Trump
que cortase la importación de petróleo venezolano y toda relación
comercial con el país suramericano. Mientras tanto, el gobierno
norteamericano volvía a enviar un embajador a Caracas y buscaba
restablecer algún modo más normal de relacionamiento, después del
fracaso estrepitoso de la oposición prohijada por los EE.UU. En esos
mismos días la firma Standard & Poors declaraba a la Argentina
como una de las cinco economías más frágiles del mundo, justamente
debido a su altísimo nivel de endeudamiento, junto con Turquía,
Pakistán, Egipto y Qatar.
Ya
de vuelta en el país, Macri tuvo dos nuevos e importantes traspiés
que hicieron evidente la fragilidad de su fortaleza. Una reunión con
los gobernadores provinciales, con los que discutiría una nueva
distribución de los recursos nacionales e impuestos a ciertos
productos de las economías regionales -un 20% de impuesto al vino,
por ejemplo- terminó en el más absoluto fracaso ante el rechazo
generalizado de la medida, incluso de parte de gobernadores de su
propio campo, como el de Mendoza, provincia vitivinícola por
excelencia. El malhumor presidencial terminó con una orden al
ministro de Hacienda de cancelar los impuestos anunciados.
Y
por la tarde vendría el golpe político más fuerte. La CGT, la
central obrera, conducida por un triunvirato formado por
representantes de los gremios más poderosos y negociadores, se
reunió formalmente para rechazar “de
plano”
la reforma laboral propuesta por el gobierno. Esa declaración
permitió, obviamente, que los gremios más dispuestos a un
enfrentamiento con el gobierno, como los empleados bancarios, dieran
rienda suelta a su oposición, incluso llamando a un paro de
actividades contra el proyecto de reforma laboral.
La
firme declaración sindical ha dado solidez a los sectores de la
oposición peronista que, con cierto grado importante de dispersión
y enfrentamiento interno, si bien ha resistido ciertos embates
gubernamentales, como el proyecto de voto electrónico, han
manifestado una relativa debilidad. Es de destacar que, en la nueva
composición de la Cámara de Diputados, se sumarán varios de origen
sindical y representativos de sus propias organizaciones. Con esa
unidad de criterio evidenciada en la CGT no habrá legislador de
origen peronista capaz de aprobar el proyecto tal cual viene del
Ejecutivo. La reforma laboral, corazón de la política macrista,
puede naufragar en el Congreso.
Pero
además, y esto ha sorpredido a propios y extraños, tanto el diario
La Nación, como Clarín han manifestado en sendos editoriales su
desagrado ante los procedimientos policiales con los que se detuvo a
De Vido y a Boudou. El columnista Carlos Pagni, un vocero del más
ferviente antikirchnerismo, llegó a afirmar que muchos miembros del
gobierno están en peores condiciones, para ser sujetos de una
detención policial, que los ex funcionarios kirchneristas. Esas
palabras cayeron como un rayo en una noche serena en un gobierno cuyo
ministro de Finanzas, Luis Caputo, figura en las listas de los
Paradise Papers como propietario de empresas fantasmas, vinculadas a
la parentela del propio presidente.
Como
afirmó el Libertador don José de San Martín, “los
argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir
la boca”.
Buenos Aires, 10 de noviembre de 2017.
9 de noviembre de 2017
2 de noviembre de 2017
27 de octubre de 2017
22 de octubre de 2017
20 de octubre de 2017
14 de octubre de 2017
El Perón de la última etapa
Mauricio Macri
afirmó, en el encuentro de las grandes empresas llamado por alguna
razón IDEA, que le gusta el “Perón de la última etapa”. Como
se sabe, todo lo que diga Mauricio Macri sobre Perón está viciado
de oportunismo y no tiene que ver con sus convicciones, sino con lo
que su asesor Durán Barba le dice que tiene que decir. Esa
afirmación no es ni cierta, ni falsa. Quien se la sopló al oído lo
hizo con la intención de oponer a ese “Perón de la última etapa”
con los gobiernos de Nëstor Kirchner y de Cristina Fernández de
Kirchner y, más exactamente, con la candidatura de esta última a
senadora nacional por la provincia de Buenos Aires.
Pero no es tanto
la afirmación de Macri el motivo de estas líneas sino la reacción
observada en distintos espacios, sedicentemente nacionales y
populares, que con una curiosa interpretación, coincidieron con la
provocación presidencial.
En efecto, pudo
leerse en las redes sociales que no era de extrañar que el
presidente de las grandes corporaciones gustase del Perón de López
Rega y de Isabel, dando a entender que con esos dos datos se definía
al “Perón de la última etapa”.
Vayamos por
partes, como habría dicho Jack el Destripador.
Los tres últimos
gobiernos peronistas, que sacaron al país de la crisis económica y
estructural posiblemente más profunda desde el año 1890 se
caracterizaron, entre otras cosas, por sumar al torrente popular a
amplios sectores de una juventud de clase media formada en los
prejuicios ideológicos, de izquierda y de derecha, contra el
peronismo. Se trata de prejuicios que, por otra parte, ya en aquellos
años (1973-76) habían jugado un papel delicuescente contra el
tercer gobierno del General Perón. Toda simplificación es
empobrecedora e incorrecta, pero aún a ese riego podríamos decir
que hubo sectores, cuyos padres habían luchado contra Perón en el
55 porque no era Lenin, que lo habían votado en el 73 creyendo que
era Lenin. Y en ambos casos, padres e hijos, estaban equivocados.
Perón era, en el 55 y el 73, el jefe político de un movimiento
nacional del liberación cuyo objetivo era la creación de un país
industrial, autárquico, soberano, con justicia social e integrado a
América Latina. Tanto en el año 1945, cuando los trabajadores lo
arrancaron de la prisión, como en 1971, cuando el conjunto del
pueblo argentino logró traerlo del exilio, Perón intentó unificar
a los argentinos alrededor de las tres grandes banderas que
caracterizaron a su movimiento: independencia económica, soberanía
política y justicia social.
Pero podríamos
agregar que ese anciano general que tuvimos el enorme honor de
conocer personalmente se parecía más al de las jornadas del 17 de
octubre, de la nacionalización de los ferrocarriles, de la creación
de la Flota Mercante, de la promulgación del aguinaldo que al
presidente de 1955, asediado por el estrangulamiento del sector
externo, por las malas cosechas de trigo, por el enfrentamiento con
la iglesia, con un gobierno que había perdido la vitalidad y el
empuje de los años iniciales. El general que llegó a la residencia
de Gaspar Campos había incorporado, en su exilio europeo, un arsenal
de nuevas reflexiones, tanto doctrinarias como políticas, y llegaba,
pese a la edad, con el ánimo dispuesto a unir a los argentinos, como
el mismo lo expresó al llegar, “para la liberación, no para la
dependencia”.
Lo definitorio del
“Perón de la última etapa” no fue López Rega. Siempre había
habido algún personaje de esas características en su cercanía.
Apold o el diputado Visca formaron parte también de la legión de
chupamedias y alcahuetes que pululaban en los pasillo
gubernamentales. El vicepresidente Alberto Teissaire, después del 16
de septiembre de 1955, pasó a ser conocido como “el cantor de las
cosas nuestras” -atributo que hizo famoso a Antonio Tormo-, por sus
“confesiones” a las comisiones investigadoras del golpe cívico
militar.
“El Perón de la
última etapa” es el del Modelo Argentino para el Proyecto
Nacional, donde deja establecido en negro sobre blanco la naturaleza
de la tarea a encarar:
“Nuestra
tarea común es la liberación. Liberación tiene muchos
significados:
- En lo político, configurar una nación sustancial, con capacidad suficiente de decisión nacional, y no una nación en apariencia que conserva los atributos formales del poder, pero no su esencia.
- En lo económico, hemos de producir básicamente según las necesidades del pueblo y de la Nación, y teniendo también en cuenta las necesidades de nuestros hermanos de Latinoamérica y del mundo en su conjunto. Y, a partir de un sistema económico que hoy produce según el beneficio, hemos de armonizar ambos elementos para preservar recursos, lograr una real justicia distributiva, y mantener siempre viva la llama de la creatividad.
- En lo socio-cultural, queremos una comunidad que tome lo mejor del mundo del espíritu, del mundo de las ideas y del mundo de los sentidos, y que agregue a ello todo lo que nos es propio, autóctono, para desarrollar un profundo nacionalismo cultural, como antes expresé. Tal será la única forma de preservar nuestra identidad y nuestra auto-identificación. Argentina, como cultura, tiene una sola manera de identificarse: Argentina. Y para la fase continentalista en la que vivimos y universalista hacia la cual vamos, abierta nuestra cultura a la comunicación con todas las culturas del mundo, tenemos que recordar siempre que Argentina es el hogar.
- La lucha por la liberación es, en gran medida, lucha también por los recursos y la preservación ecológica, y en ella estamos empeñados. Los pueblos del Tercer Mundo albergan las grandes reservas de materias primas, particularmente las agotables. Pasó la época en que podían tomarse riquezas por la fuerza, con el argumento de la lucha política entre países o entre ideologías.
- Tenemos que trabajar para hacer también del Tercer Mundo una comunidad organizada. Esta es la hora de los pueblos y concebimos que, en ella, debe concretarse la unión de la humanidad.
- En lo científico-tecnológico, se reconoce el núcleo del problema de la liberación. Sin base científico-tecnológica propia y suficiente, la liberación se hace también imposible. La liberación del mundo en desarrollo exige que este conocimiento sea libremente internacionalizado sin ningún costo para él. Hemos de luchar por conseguirlo; y tenemos para esta lucha que recordar las esencias: todo conocimiento viene de Dios”.
Es el Perón que incorpora al programa de la Argentina justa, libre y
soberana las reivindicaciones de un ecologismo tercermundista, de
protección de nuestros recursos naturales y su explotación al
servicio de la grandeza de la nación y el bienestar del pueblo. Es
el Perón de la propuesta de integración continental para la que los
tiempos habían madurado desde aquel temprano llamado de la década
del '50.
Sabemos que el presidente Macri ignora este “Perón de la última
etapa”, al que sus amigos gorilas, con los mismos apellidos e
intereses, combatieron con denuedo hasta el último momento de su
augusta vida. “Las fuerzas del orden –pero del orden nuevo,
del orden revolucionario, del orden del cambio en profundidad– han
de imponerse sobre las fuerzas del desorden entre las que se
incluyen, por cierto, las del viejo orden de la explotación de las
naciones por el imperialismo, y la explotación de los hombres por
quienes son sus hermanos y debieran comportarse como tales”,
dijo “el Perón de la última etapa”, ante el Congreso de la
Nación el 1° de Mayo de 1974. No es este, como se ve, el programa
expuesto ante los millonarios de IDEA.
Lo que nos preocupa es que desde nuestro campo se ignore también a
este “Perón de la última etapa” y se pretenda confundir su
memoria. Afirmar que la presencia de López Rega caracteriza y define
al período final de Perón es sumarse a los silbidos de los que,
aquel 1° de Mayo de 1974, quisieron disputarle el liderazgo de su
movimiento y quedaron aprisionados en el juego de pinzas que el
imperialismo y la oligarquía local impusieron sobre el pueblo
argentino.
El legado de Perón, su pensamiento y acción de gobierno, no es un
bien mostrenco del que cualquiera se apropia. Macri sencillamente
miente cuando dice lo que dice. Los nuestros se equivocan cuando
ignoran qué fue ese “Perón de la última etapa”.
Buenos
Aires, 14 de octubre de 2017.
23 de septiembre de 2017
La Novia del Desierto
Si uno lee hoy las desangeladas críticas de Página 12 o de La Nación a La Novia del Desierto, seguramente no concurrirá a verla este soleado fin de semana. Los críticos cinematográficos son la encarnación misma del eunuco al que se refiere George Steiner cuando escribe: "Al mirar hacia atrás, el crítico ve la sombra de un eunuco. ¿Quién sería crítico, si pudiera ser escritor?". Su preocupación es distinta a la del director o a la del espectador. Su preocupación es lo más cercano al solipsismo tal como lo define la RAE: Forma radical de subjetivismo según la cual solo existe o solo puede ser conocido el propio yo.
Contrariamente a la sombra de estos eunucos, Steiner dixit, yo voy a empezar mi comentario diciendo: no dejen de ir a ver La Novia del Desierto. Es una hermosa, simple, sencilla película que se merece la mejor respuesta de su público, a poco que se encuentren, película y público. La sombra de los eunucos impiden este rendez vous.
La Novia del Desierto es una pequeña historia de gente pobre, de mediana edad y sin glamour, tal como somos la inmensa mayoría de los habitantes de este valle de lágrimas. Los pobres, de mediana edad y sin glamour son, en este caso, dos actores gigantescos, millonarios en sensibilidad y expresión, Paulina García, una chilena mágica en su interpretación de medios tonos, de silencios, de represión, de chileno pobre acostumbrado a no mirar a los ojos del patrón, y Claudio Rissi, para quien agoté los adjetivos que tenía a disposición. Su Gringo es cercano, reconocible, es ese fletero de la vuelta de casa, ese mozo veterano y sabio que nos conversa en el el bodegón del barrio, ese plomero mal vestido y de pantalón flojo que destapa el desagüe del lavadero.
Y es el paisaje seco, áspero, con el aroma de la jarilla, que golpea y conmueve a la urbana Teresa. Y es el santuario de la Difunta Correa, sus exvotos, sus ofrendas, ese abigarrado mundo de creencias y pequeños negocios. Desierto y santuario son la escenografía natural y cultura de un encuentro de dos almas en pena, dos olvidados de la mano de Dios, que se encuentran y vuelven a ser felices.
Es una historia chiquita. Como tu historia, como la mía.
Vayan a verla. Las directoras son dos chicas jóvenes hasta el escándalo, entusiasmadas con su obra y su trabajo, que, como aquellas películas que solíamos hacer con Jorge Coscia, tiene, a falta de dinero, una larguísima lista de agradecimientos. La película respira el aliento de Mirta de Liniers a Estambul, de El General y la Fiebre. Es el cine que mejor nos sale, porque lo hacemos con el corazón y la voluntad.
Vayan a verla.
14 de septiembre de 2017
La entrevista de Cristina con Novaresio
Es
imposible saber, media hora después de finalizado, la importancia
que la entrevista de Cristina con Novaresio puede tener en la opinión
pública que no nos ha votado y que podría hacerlo. Lo que si creo
que se puede afirmar es que fue una entrevista necesaria para todo
los que pertenecemos al campo nacional, simpaticemos o no con
Cristina, su gestión, su estilo, su carácter y su personalidad.
Dejo de lado cualquier comentario sobre el papel jugado por el
periodista, porque no viene al caso y porque forma parte de las
condiciones objetivas de la entrevista.
La foto de la jornada. CFK y Haddad |
Fue
necesaria y fue positiva porque se pudo ver a una CFK más
descontracturada y cercana que de costumbre, con una voz y un modo de
expresión más reposado y menos apodíctico. Tuvo algunas
expresiones de una gran importancia política.
En
primer lugar, como lo suponíamos, el aclarar que la candidatura la
asumió como una iniciativa colectiva y no como una iniciativa
personal, que su deseo no era presentarse.
En
segundo lugar, su manifestación clara y fuerte de que su candidatura
no será motivo de división del peronismo en el 2019, que se así
fuera se apartaría de toda aspiración presidencial.
En
tercer lugar, su definición, también fuerte y clara, de que es
peronista, que pertenece al peronismo y su negativa a discutir sobre
derechas e izquierdas en el seno del movimiento nacional.
También
ha sido importante el reconocimiento del error de algunas cadenas
presidenciales, en las que confesó primaba una situación de ánimo
que no correspondía y que podía ser mal entendida aún por los
propios.
Creo
que su llamado a un gran diálogo público para expresar claramente
el proyecto de país que cada sector pretende es una propuesta que
deberá ser desarrollada y ampliada. Más allá de la naturaleza
histórica de la famosa grieta, el país, la opinión pública y la
sociedad hoy manifiestan un cierto hartazgo de las políticas
confrontativas. El discurso de la cultura del encuentro que propone
Francisco desde Roma, y que tuvo su manifestación masiva en la
visita a Colombia, es, me parece, un gran marco de referencia para
esa propuesta.
Por
otro lado, quedó en evidencia la pobreza de la crítica a su
gobierno. El tema de la corrupción fue magníficamente contestado y
terminó en el único momento de quiebre emocional de la nota. Ni
hablar con lo referido a la carta de intenciones con Irán. La mera
enunciación de ese tema dejó constancia de la inconsistencia dolosa
de la acusación.
Creo
que una opinión pública que ha sufrido la constante demonización
de Cristina ha tenido y tiene oportunidad de relativizar sus
convicciones, fundadas básicamente en una pertinaz, perversa y
mezquina campaña mediática, y ha mostrado una mujer muy inteligente
-la más inteligente de la escena política argentina, por lejos-, la
sinceridad de sus convicciones y su entrega a ellas.
Los
que la apreciamos lo seguimos haciendo, incluso con mayor énfasis,
ante la necesidad del triunfo en noviembre. Los que la odian la
seguirán odiando también con mayor énfasis, ante la dificultad que
encuentra el destruirla.
Pero
hay, estoy convencido, una amplia franja de hombres y mujeres
honestas y sinceras que han sido arrastrados por el odio impartido
desde el poder económico y mediático. Muchos de esos compatriotas
hoy se han sentido interrogados por la entereza de esta mujer que
desde hace dos años se enfrenta diariamente sola, armada con su
inteligencia, con la profundidad de sus convicciones y la seguridad
de ser amada por millones de compatriotas de Argentina y Suramérica,
a la más poderosa coalición de intereses económicos locales e
internacionales, un monopolio mediático sin frenos ni vacilaciones,
un miserable sistema de partidos políticos a su servicio y todo el
aparato de un estado que la quiere meter presa, sin haber cometido un
solo delito, para sacarla de la escena política y, con ello,
intentar derrotar el proyecto de país soberano, industrial, justo e
integrado al continente. Esa amplia franja de compatriotas honestos
es la destinataria de este mensaje.
Buenos
Aires. 14 de septiembre de 2017
13 de septiembre de 2017
El Papa en Colombia
Francisco
vino a ratificar la paz del continente,
exigir
la verdad, bregar por la justicia y llamar al encuentro
Entre
el 6 y el 10 de septiembre, Jorge Bergoglio, el sacerdote jesuíta
argentino y jefe de la Iglesia Católica con el nombre de Francisco,
estuvo en Colombia. Días antes de su llegada a tierra suramericana,
sostuvimos en una declaración del Instituto Independencia:
“Entendemos
que el viaje de Francisco, el apóstol de la paz entre los pueblos,
tiene como objetivo consolidar esa paz alcanzada por los colombianos,
con la ayuda de otros países de la región. Pero también advertir
al mundo que este continente quiere la paz para siempre y que la
misma no podrá ser violada por la presencia de ejércitos
extranjeros, de provocadores mercenarios o agentes de la disolución
nacional”.
Cuando
ya han pasado algunos días, y pese al poco eco que despertó en el
cada vez más degradado periodismo comercial argentino, el viaje
papal cumplió ampliamente con esas expectativas y se amplió hacia
otros frentes, donde reiteró su mensaje de justicia, de fraternidad
y de respeto a “la
casa común”,
nuestro planeta.
Posiblemente
los dos lugares más significativos hayan sido Villavicencio, la
capital del departamento de Meta, en los llanos orientales y casi en
el centro mismo del país, y en Cartagena de Indias, el puerto sobre
el Caribe que fuera centro del comercio esclavista bajo la dominación
española, una ciudad en la que la presencia africana, fuerte en toda
Colombia, se acentúa e impregna su cultura.
Después
de escuchar, en Villavicencio, el dramático testimonio de dos
mujeres cuyas vidas fueron atravesadas y modificadas para siempre por
la violencia y de una muchacha que a los 16 años es obligada a
ingresar a un grupo paramilitar de los llamados Grupos de
Autodefensa y de un hombre ex integrante de las FARC, Francisco tuvo
uno de sus discursos centrales: “Es
la hora para desactivar los odios y renunciar a las venganzas y
abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la
creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”.
La justicia, la verdad y el encuentro fraterno fueron las claves de
su mensaje a lo largo de toda su visita.
En
la misma Villavicencio, 2.000 colombianos, miembros de las 102 etnias
originarias que hay en el país, viajaron más de 15 horas para
entregarle a Francisco -en una calle de honor formada por la Guardia
Indígena- un acta en la que denuncian el despojo histórico de sus
territorios ancestrales, la violación sistemática de los derechos
de sus pueblos y el detrimento que sufre la madre tierra por la
descontrolada explotación a la que es sometida. El documento
contenía también un pedido de audiencia para continuar en Roma la
discusión de medidas concretas en favor de estos reclamos..
Dos
artistas colombianos figuraron en los discursos y mensajes de
Francisco. El viejo profesor de letras no pudo soslayar al premio
Nóbel colombiano, Gabriel García Márquez, y citó precisamente un
párrafo de su discurso de recepción del galardón sueco: “es
posible una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda
decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto
el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a
cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda
oportunidad sobre la tierra”.
En otra reunión con los obispos locales, el Papa volvió a recordar
a Gabo: “No
imaginaba que era más fácil empezar una guerra que terminarla”.
Francisco
citó también al cantante pop Juanes, un artista colombiano
internacionalmente conocido. Durante la homilía de una misa, el
Papa dijo: “Un
compatriota de ustedes lo canta con belleza: 'los árboles están
llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está
marrón, mezcla de sangre con la tierra'".
La estrofa pertenece a Minas
Tierras,
una canción compuesta por Juanse luego de conocer a 35
sobrevivientes de minas antipersonales.
Sus
discursos en Cartagena fueron los que posiblemente encerraron el
carácter más amplio y continental de su visita colombiana.
“Desde
este lugar, quiero asegurar mi oración por cada uno de los países
de Latinoamérica, y de manera especial por la vecina Venezuela.
Expreso mi cercanía a cada uno de los hijos e hijas de esa amada
nación, como también a los que han encontrado en esta tierra
colombiana un lugar de acogida. Desde esta ciudad, sede de los
Derechos Dumanos, hago un llamamiento para que se rechace todo tipo
de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la
grave crisis que se está viviendo y afecta a todos, especialmente a
los más pobres y desfavorecidos de la sociedad”.
Asimismo,
aprovechó la estancia en el viejo puerto esclavista para redondear
su concepto sobre la paz. Dijo allí :
“Además, siempre es rico incorporar en nuestros procesos de paz la
experiencia de sectores que, en muchas ocasiones, han sido
invisibilizados, para que sean precisamente las comunidades quienes
coloreen los procesos de memoria colectiva. El autor principal, el
sujeto histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es
una clase, una fracción, un grupo, una élite. Toda la gente y su
cultura. No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o
una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento
colectivo. Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto
social y cultural. A nosotros, cristianos, se nos exige
generar «desde abajo» generar un cambio cultural: a la cultura de
la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida y del
encuentro. Nos lo decía ya ese escritor tan de ustedes y tan de
todos: «Este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con
plata, sino con una educación para la paz, construida con amor sobre
los escombros de un país enardecido donde nos levantamos temprano
para seguirnos matándonos los unos a los otros, una legítima
revolución de paz que canalice hacia la vida la inmensa energía
creadora que durante casi dos siglos hemos usado para destruirnos y
que reivindique y enaltezca el predominio de la imaginación»”.
Terminaba nuevamente con
palabras del autor de Cien Años de Soledad.
“Hago
un llamado para que se busquen los modos para terminar con el
narcotráfico que lo único que hace es sembrar muerte por doquier,
truncando tantas esperanzas y destruyendo tantas familias. Pienso
también en otros dramas como en la devastación de los recursos
naturales y en la contaminación, en la tragedia de la explotación
laboral, pienso en el blanqueo ilícito del dinero así como la
especulación financiera, que a menudo asume rasgos perjudiciales y
demoledores para enteros sistemas económicos y sociales, exponiendo
a la pobreza a millones de hombres y mujeres; pienso en la
prostitución que cada día cosecha víctimas inocentes, sobre todo
entre los más jóvenes, robándoles el futuro; pienso en la
abominable trata de seres humanos, en los delitos y abusos contra los
menores, en la esclavitud que todavía difunde su horror en muchas
partes del mundo, en la tragedia frecuentemente desatendida de los
emigrantes con los que se especula indignamente en la ilegalidad», e
incluso también se especula en una «aséptica legalidad» pacifista
que no tiene en cuenta la carne del hermano, la carne de Cristo”.
El
editorialista de La Nación, prosopéyico y engolado como ha sido
diariamente durante 147 años, intentó traducir el viaje papal en la
menguada clave de su interés local, comparando una guerra civil de
más de 50 años de duración, con los conatos guerrilleros de
nuestro país entre los años 1969-1976 y, curiosamente, la
actualidad.
Francisco,
por el contrario, ratificó, con su presencia y su palabra, el
mensaje que ha caracterizado todo su pontificado: justicia,
solidaridad con los más débiles, denuncia de un sistema que produce
descarte de los hombres y destrucción de la gran nave común. Y en
este caso en especial, ratificar la paz en la que quiere vivir
nuestro continente de orquídeas y tucanes.
Buenos
Aires, 13 de septiembre de 2017
3 de agosto de 2017
Y el laberinto tenía una salida por arriba
En mayo de este
año analizamos el impacto que la propuesta del presidente
venezolano Nicolás Maduro, de proponer una Convención
Constituyente, había producido en el convulsionado panorama político
de su país. En aquella nota
intentamos describir la naturaleza y el modus operandi de las
llamadas guarimbas. Sosteníamos:
“En
realidad, lo que ocurre es que un sector de la oposición que expresa
a los sectores altos y altos medios de la sociedad venezolana
pretende generar una situación de anarquía que 'justifique' una
intervención extranjera, es decir norteamericana. Lo curioso de esta
supuesta rebelión es que tiene lugar tan solo en los barrios en los
que viven los sectores más acomodados de las ciudades. Es en esos,
sus propios, barrios, donde jóvenes bien alimentados, munidos de
máscaras antigases, camisetas y jeans de marca y los rostros
cubiertos con pañuelos, salen casi a diario a quemar gomas, tensar
alambres que cruzan la calzada a la altura de un motociclista,
incendiar palmeras, mientras en el resto de la ciudad la gente vive
su vida habitual. Es como sí, en Buenos Aires -para dar un ejemplo-
se produjeran piquetes -guarimbas, les llaman en Venezuela- en la
zona de la Recoleta y Barrio Norte, mientras en el resto de la
ciudad, Barracas, Chacarita, Constitución, Mataderos, Flores, reina
la más absoluta tranquilidad”.
La
conocida artista popular Cecilia Todd ratificó, días atrás, en un
mensaje de voz, este hecho, resaltando que la vida continuaba como de
costumbre en las zonas del oeste de Caracas, mientras la población
del este -los barrios ricos- estaban sometidos a la violencia
terrorista de estas guarimbas.
En
los últimos meses, esas guarimbas han ido aumentando su violencia,
que incluye morteros, explosivos y armas de fuego de distinta índole.
Se hizo cada vez más evidente la presencia en las mismas de
elementos mercenarios, sobre todo en la región fronteriza con
Colombia. Y como preveíamos en aquella nota, el llamado a una
constituyente tomó completamente por sorpresa a una oposición torpe
y soberbia, que viene anunciando la inminente caída del presidente
Maduro desde hace más de dos años, así como en vida del Comandante
Hugo Chávez anunciaba la inminencia de la muerte del chavismo.
Los
argentinos hemos conocido esos anuncios fúnebres en distintas
ocasiones, en el pasado y en el presente. Pero se trataba, en
general, de gobiernos que ya no estaban en el poder. La oposición
venezolana, formada por partidos que hace 25 años ignoraban la
existencia de esa enorme masa de venezolanos “tierrúos”, que no
figuraban ni en los censos, que carecían de documento de identidad,
que no votaban, que eran trasparentes, jamás entendió el fenómeno
chavista. Me he cansado de repetir en cuanta oportunidad he tenido
que el chavismo no fue una revolución social. Fue, desde esta
óptica, una revolución “física”: hizo opaco lo que hasta
entonces era transparente. Logró que la luz se reflejase en esos
millones de hombres y mujeres invisibles y los convirtió en
presencia activa, ruidosa y, sobre todo, consumidora y votante. Esa
incorporación social de millones de compatriotas y la
democratización -es decir, el reparto en las capas más humildes de
la sociedad- de la renta petrolera, a través de lo que llamó las
“misiones”, más obras de infraestructura, vivienda y transporte,
le dio al chavismo una imbatible base social, que guarda en su
memoria histórica la marginación, la pobreza y la ignorancia en que
los partidos de la vieja Cuarta República la condenaron.
La
oposición, tomada de sorpresa por el llamado a una constituyente,
respondió con una farsa electoral en la que no logró movilizar más
que a un pequeño sector de la ciudadanía, en cantidades imprecisas,
ya que no tuvo mejor idea que quemar todas las actas inmediatamente
después de realizado el seudo comicio.
Obviamente,
el conjunto de la prensa norteamericana, europea y latinoamericana
-cuya unanimidad y sordidez constituye ya un escenario orwelliano- se
ha encargado de presentar a la opinión pública una situación en la
que los terroristas encapuchados, munidos de bombas, morteros y armas
de fuego, que han quemado vivos a venezolanos desarmados e
indefensos, por la sospecha de ser chavistas, son jóvenes idealistas
y hambrientos luchando por el pan y la libertad. A su vez, y eso lo
hemos podido ver hasta el hartazgo en nuestra degradada televisión que el gobierno de Maduro, que no ha hecho otra cosa que intentar
defender la legalidad, dentro de criterios de prudencia y moderación, es definido apodícticamente como una feroz dictadura. No obsta a ello el hecho de que esa
“dictadura” llame a elecciones, convoque a marchas
multitudinarias y sea reconocida por una parte mayoritaria de la
comunidad internacional.
El
gobierno de Nicolás Maduro ha podido, es posible, cometer muchos
errores y algunos desatinos. Es cierto que ni Nicolás Maduro ni Hugo
Chávez pudieron hacer realidad la vieja propuesta de don Arturo
Uslar Pietri de “sembrar el petróleo”, es decir convertir los
excedentes generados por la exportación petrolera en
inversión productiva que diversifique la economía venezolana y
logre su paulatina industrialización. El petróleo, como reza la
publicidad contra la drogadicción, es “una camino de ida”. La
ensoñación que produce contar con una mercancía cuya realización
permite comprar todas las otras mercancías posibles -el llamado
síndrome de Holanda- es de un poder corrosivo tal que ha sido capaz
de poner en jaque la producción industrial de un país que fue una
de las cunas del desarrollo capitalista de Occidente. Como se sabe,
el síndrome de Holanda se llamó al fenómeno por el cual, a poco
del descubrimiento de yacimientos en el Mar del Norte, en ese país comenzó a
decaer la producción industrial y a aumentar la importación de esa
misma producción. Si eso ocurrió en la tierra de la Phillips,
imagine el lector el efecto delicuescente que la aparición de una
economía petrolera pudo tener en un país agrario, poco poblado, de
población mayoritariamente campesina, con escaso desarrollo urbano e
industrial, como era Venezuela en los años 20 del siglo pasado. El
gran intelectual Mariano Picón Salas ha contado en algunos de sus
libros el impacto y las transformaciones que sufrió la población
caraqueña en los años 30 con la aparición de las grandes empresas
petroleras norteamericanas e inglesas en aquellos años del gobierno
de Juan Vicente Gómez. Venezuela dejó de tener agricultura y
ganadería propias. Hubo un gigantesco desplazamiento de la población
desde las zonas rurales al norte urbanizado. El resultado es que más
del 85 % de la población reside en la franja costera que va de Zulia
a Barcelona.
Mientras
la política de Chávez logró mantener un alto precio internacional
del petróleo, los excedentes permitieron mejorar la vida de los
venezolanos más postergados, pero fue muy difícil, sino imposible,
convertir la burguesía compradora -vinculada al negocio petrolero y
a la importación- en una burguesía industrial que, con el apoyo del
estado, fuese capaz de poner en marcha un proceso de
industrialización, de diversificación productiva y de soberanía
alimentaria. La caída de los precios del petróleo, inmediatamente
después del fallecimiento del líder venezolano, más el carácter
monopólico del sistema de distribución y las maniobras de
agio llevaron a una crisis de abastecimiento de
alimentos que el gobierno de Maduro pudo capear generando un sistema
estatal de distribución con eje en los sectores más vulnerables.
En
lo político, la situación llevó a una mayor participación de las
Fuerzas Armadas en la gestión de gobierno, lo que dio a la
administración una mayor eficacia y permitió consolidar el apoyo
popular con que siempre contó el chavismo.
El
triunfo electoral de la oposición en las elecciones legislativas le
dio a la misma el control de la Asamblea Popular y, junto con ella,
la ilusión de generar una situación de doble poder que fuese capaz
de dividir -con apoyo del imperialismo- a las FF.AA. Ante la
intransigencia de los militares en su lealtad chavista, los
dirigentes de la oposición se convirtieron en lo que don Arturo
Jauretche llamó la División “Animemosnos y Vayan”, y miles de
jóvenes bien alimentados, criados en el odio profundo a Chávez y
los chavistas y a todos los venezolanos “pata al suelo”, se
lanzaron a tomar las calles de sus propios barrios. Es curioso, y la
prensa se ha encargado de ocultarlo, que la mayoría de las víctimas
que esos enfrentamientos han producido son de ciudadanos ajenos a los
hechos, chavistas y miembros de las fuerzas de seguridad, mientras
que entre las víctimas fatales de los guarimberos terroristas se
cuentan los reiterados casos de accidentes producidos con sus propias
armas.
Los
más de ocho millones de votos del domingo 30 de julio, en las
difíciles condiciones de hostigamiento en que se realizaron las
elecciones, dejaron demostrado a quienes lo quieran ver, a los
hombres y mujeres de buena voluntad, que el pueblo y el gobierno
venezolanos quieren la paz y la institucionalidad.
El
propio gobierno de los EE.UU. morigeró su crítica y su repudio al
acto electoral, a la vez que archivó su amenaza de suspender las
compras de petróleo. La asociación de productores, refinadores y
distribuidores de petróleo y derivados de los EE.UU. advirtieron a
su presidente que un bloqueo norteamericano paralizaría el
suministro de combustible al propio país, ya que sus refinerías
están adaptadas al crudo venezolano y cualquier cambio los obligaría
a costosas y, sobre todo, largas modificaciones a la infraestructura
existente.
A
su vez, tanto Rusia como China han advertido su rechazo a cualquier
ingerencia extraña en la política venezolana y, en estos días, se
realiza un operativo naval en la zona del Caribe con la participación
de portaaviones rusos y chinos, junto con la marina venezolana.
El
secretario general de la OEA, el ex canciller uruguayo Luis Almagro,
pretendió resucitar el viejo papel de “ministerio de colonias de
los EE.UU.” de la organización -mote con el que la caracterizara
el Che Guevara- y el ilegítimo gobierno de Temer en Brasil y el
impopular gobierno de Mauricio Macri en la Argentina pretenden
convertirse en los adalides de la lucha por la democracia en
Venezuela. La cumbre del Mercosur en Mendoza dio por el suelo con la
intención de expulsar a Venezuela de su seno, gracias a la negativa
del presidente uruguayo de sumarse, así como así, a la trapisonda de
los neoliberales.
Por
otra parte, sectores claves en la oposición a Maduro como el
bancario y bursátil, se han visto obligados a desanimar a los
revoltosos, ante las pérdidas que todas esas jornadas han producido
en sus negocios y las reprimendas que han recibido de sus casas
matrices. Tampoco verían con mucho agrado la suspensión de las
compras petroleras a Venezuela por parte de los EE.UU., habida cuenta
que son parte beneficiada en esas transacciones. El dios Mamón, como
se sabe, no se guía tanto por principios, sino por resultados.
A
tres días de las elecciones no han vuelto a producirse guarimbas en
Venezuela y ya los partidos más tradicionales de la oposición, como
Acción Democrática, han anunciado su participación en los comicios
legislativos y estaduales del próximo año.
Al
parecer, el viejo consejo de Marechal de que “de todo laberinto se
sale por arriba” ha vuelto a dar resultado.
Buenos
Aires, 3 de agosto de 2017
28 de mayo de 2017
Cuidado con el neomoralismo anticorrupción
Samuel Pinheiro
Guimarães es, en mi opinión, una de las cabezas estratégicas más
importantes que dispone Brasil.
Diplomático formado en Itamaraty, posiblemente la mejor cancillería de América Latina, Pinheiro Guimarães es un convencido defensor de la alianza estratégica entre su país y el nuestro, un crítico a la hegemonía norteamericana y una pluma aguda e informada.
Diplomático formado en Itamaraty, posiblemente la mejor cancillería de América Latina, Pinheiro Guimarães es un convencido defensor de la alianza estratégica entre su país y el nuestro, un crítico a la hegemonía norteamericana y una pluma aguda e informada.
Este artículo que
puede leerse completo aquí,
expone bajo el título de Brasil no está solo en el mundo,
una implacable visión acerca de el peligroso momento que atraviesa
su patria.
“1 La
victoria ideológica, económica y tecnológica estadounidense sobre
la Unión Soviética, la adhesión rusa al capitalismo, la adhesión
de la República Popular China al sistema de instituciones
,económicas liderado por Estados Unidos y la apertura china
controlada por las multinacionales llevaron a la consolidación de la
hegemonía político-imperial de Estados Unidos.
2 Las
directrices de la política hegemónica estadounidense son:
- Promover los principios de la economía neoliberal, mediante acuerdos bilaterales y la imposición de las organizaciones multilaterales.
- Mantener el liderazgo tecnológico y controlar la difusión de la tecnología.
- Inducir al desarme y provocar una adhesión “forzada” de los países periféricos al sistema militar de Estados Unidos.
- Inducir a que se adopten regímenes democráticos liberales, pero selectivamente, no para todos los estados.
- Garantizar la apertura al control externo de los medios.
3 El tamaño,
las características de su población y su mercado interno; el
territorio y los recursos naturales (potenciado por los más
recientes descubrimientos de nuevos yacimientos petrolíferos); su
ubicación geográfica; el espíritu empresarial del Estado y del
sector privado (BNDES, Petrobras, Vale do Rio Doce, Embraer), y la
capacidad tecnológica en áreas de punta (energía nuclear, Embrapa,
etcétera) han convertido a Brasil en un área de acción prioritaria
para la política exterior de Estados Unidos, que viene articulando:
- Un apoyo a la redemocratización política controlada por las clases hegemónicas de Brasil.
- Lucha ideológica y mediática contra la política de desarrollo económico e industrial.
- Apoyo a determinados movimientos sociales (ONG, etcétera).
- Represalias contra las políticas nacionales de desarrollo (nuclear, informático, espacial).
- Lucha ideológica para la implementación de las reglas del Consenso de Washington.
- Disciplina fiscal, reducción del gasto público, reforma tributaria.
- Apertura comercial, inversión extranjera sin restricciones, privatizaciones, desregulación económica y laboral, derechos de propiedad intelectual.
4 La
implementación, entusiasta y excesiva, de medidas económicas,
políticas y militares —difundidas por parte del mundo académico,
medios de comunicación y funcionarios de Estados Unidos—, durante
los gobiernos de Fernando Collor y Fernando Henrique Cardoso, en un
entorno de subdesarrollo —caracterizado por enormes disparidades
sociales, fragilidad relativa de las empresas de capital nacional,
vulnerabilidad externa de la sociedad—, contribuyó al fracaso de
esas políticas, que llevaron a una agudización de la concentración
del ingreso, el deterioro de la infraestructura y el aumento de la
violencia social. La impopularidad de este modelo permitió la
victoria de los movimientos políticos progresistas, que destronaron
del poder a los gobiernos de Menem, Batlle, Carlos Andrés Pérez,
Fernando Henrique Cardoso, Sánchez de Lozada y Carlos Mesa.
5 La elección
de Lula puso en riesgo el objetivo de Estados Unidos de implementar
políticas neoliberales en toda América Latina.
6 La
articulación política y económica de
Lula/Kirchner/Lugo/Correa/Evo/Chávez reforzó la necesidad, para
Estados Unidos, de una reacción estratégica.
7 Estados
Unidos, en cooperación con aliados internos en cada uno de estos
países, inició campañas de desestabilización política.
8 En Brasil
dicha campaña se inició con el proceso conocido como mensalão y
con la aceptación por parte de la Justicia de la “doctrina del
dominio del hecho”, aplicada contra José Dirceu, de manera
ejemplar, en tanto posible sucesor de Lula.
9 A pesar de la
campaña contra Lula y contra el PT, los índices de popularidad de
ambos llegaron a niveles récord, y permitieron la elección de Dilma
Rousseff.
10 El gobierno
de Rousseff, sin capacidad política, adhirió gradualmente al
programa neoliberal de ajuste fiscal y de achicamiento del Estado.
11 La
incapacidad de articulación política y movilización social
facilitó el desarrollo y el éxito del proceso de impeachment contra
Dilma.
12 Por su
parte, la Operación Lava Jato (coordinada entre el departamento de
Justicia estadounidense y agencias de inteligencia como la NSA, la
CIA y el FBI) puso en riesgo el orden jurídico y propagó el odio en
la sociedad brasileña mediante procedimientos ilegales como las
detenciones arbitrarias, las delaciones de criminales confesos, la
desestimación del principio de presunción de inocencia y la
manipulación de la opinión pública contra las personas delatadas.
Todo esto se llevó adelante con la complicidad de la Corte Suprema y
sirvió como instrumento de ataque al PT y a la candidatura de Lula.
13 La gradual
autonomía y el fanatismo moralista del equipo de fiscales de
Curitiba derivó en denuncias contra otros políticos, en especial
del PMDB y del PSDB.
14 La
característica de “radicales libres” y el conflicto con el
procurador general dieron lugar a la investigación contra Temer por
parte de la Policía Federal (también radical) y, como la
Procuraduría General, aliados principalmente del PSDB contra el
PMDB.
15 Los
objetivos básicos de las clases hegemónicas brasileñas, en
estrecha articulación con las clases hegemónicas estadounidenses,
son:
- Consolidar legislativamente, preferentemente en la Constitución, las políticas neoliberales del Consenso de Washington.
- Reducir la posibilidad de victoria de Lula en 2018 y la victoria de los candidatos progresistas en las elecciones para el Congreso.
- Impedir que el nuevo gobierno revea las reformas conservadoras, en especial la Enmienda Constitucional 95 (nuevo régimen fiscal).
- Reducir la capacidad de acción, externa e interna, del Estado brasileño.
- Destruir la política sudamericana de formación de un bloque regional y la inclusión en el Consejo de Seguridad de la ONU.
- Integrar a Brasil a la economía estadounidense y garantizar la aplicación obligatoria en Brasil de las políticas económicas neoliberales.
- Impedir la industrialización de Brasil por parte de empresas de capital brasileño.
- Consolidar un programa económico ultraneoliberal a través de compromisos internacionales, empezando por la adhesión de Brasil a la OCDE.
16 Michel
Temer, por imprudencia, puso en riesgo la credibilidad del proceso de
aprobación legislativa de dicho programa, al dejarse grabar por la
Policía Federal en conversaciones de carácter ilícito.
17 Para las
clases hegemónicas, claramente minoritarias, ahora se trata de
sustituir “funcionarios”, empezando por Temer, y poner al frente
de este proceso de reformas a otros “funcionarios” menos
involucrados en el sistema tradicional de adquisición y control del
poder político (segundas cajas, compra de votos, propinas a partidos
y personas, etcétera).
18 La decisión
de sacar a Michel Temer por causa de esas grabaciones difíciles de
refutar ya fue tomada por las clases hegemónicas, tal como lo revela
la editorial de primera página del diario O Globo y, por lo tanto,
de todo el sistema de comunicación Globo.
19 Las
posiciones de Folha de São Paulo y de Estado de São Paulo reflejan
todavía cierta ausencia de consenso, pero no se comparan en términos
de impacto con la posición que ya adoptó Globo.
20 Las clases
hegemónicas todavía no decidieron cómo se procesará la
sustitución de Michel Temer.
21 Para las
clases hegemónicas, la cuestión política esencial es evitar las
elecciones directas anticipadas. Por lo tanto:
- El proceso en el Tribunal Supremo sería demasiado largo y permitiría la movilización popular.
- La decisión del Tribunal Electoral conduciría a elecciones directas.
- La solución más viable y más oportuna sería negociar la renuncia con Temer, la “recompensa” que recibiría por servicios prestados y también su inmunidad.
22 Tampoco se
ha resuelto todavía el asunto de la sucesión de Temer; el PSDB está
preparado para asumir el poder y el PMDB para resistir.
23 En
elecciones indirectas los candidatos más probables serían Tasso
Jereissati, del PSDB, y Nelson Jobim, del PMDB.
24 Los
objetivos estratégicos de las clases hegemónicas, que orientan y
controlan a sus “funcionarios” en el sistema político, siguen
siendo los mismos: acelerar las “reformas” ultraneoliberales.
desmoralizar a Lula y al PT, y construir un candidato “gestor” y
apolítico, como João Doria, para 2018.
25 La operación
de la Procuraduría General y de la Policía Federal dejó fuera de
competencia a un candidato más “político” como Aécio Neves (en
la práctica, Serra ya no está en carrera y Alckmin será “apartado”
por Doria).
26 Las clases
hegemónicas dan por descontado que Lula, incluso ganando en
elecciones directas, estará maniatado por la enmienda constitucional
95.
27 Cuanto antes
Michel Temer deje el poder, peor será para la oposición, ya que su
salida acelerará la aprobación de “reformas”.
28 Por lo
tanto, lo que interesa ahora es demorar la salida de Temer, como
forma de obstaculizar y retrasar la posible aprobación de las
reformas.
29 La lucha por
elecciones directas es crucial para movilizar activistas y dar a
conocer los efectos de estas reformas.
30 El realismo:
la caída inmediata de Temer es funcional a los intereses de las
clases hegemónicas, como ya sucedió con la salida de Eduardo Cunha
de la presidencia de la Cámara de Diputados”.
Agrego a este
clarísimo informe de situación la campaña de desprestigio,
vinculada a la hipócrita campaña contra la corrupción, contra las
dos más grandes empresas brasileñas que operan a escala global:
Odebrecht y JBS, el gigante de las carnes. Estas dos empresas, como,
en otro campo, la argentina Techint, constituyen el más alto
exponente de nuestro capitalismo periférico. Dentro de la actividad
privada y diferenciadas de las grandes empresas estatales, como
Petrobrás o YPF -aunque con un destino atado a la suerte de ellas-,
estos grandes grupos lograron convertir el trabajo de su propio país
en un capital capaz de actuar en el altamente competitivo mercado
mundial.
Las clases
hegemónicas -para usar la terminología de Pinheiro Guimarães-,
vinculadas al predominio norteamericano y guiadas por el capital
financiero, saben que el capitalismo funciona en el mundo entero con
una alta dosis de corrupción, compra de voluntades, comisiones,
blanqueado de dinero, paraísos fiscales y demás creaciones
benéficas. Todos sabemos que toda la actividad política en toda
América Latina y en todas las carpas se financia con estas
inevitables grietas con las que funciona el sistema.
La hipocresía de
unos políticos moralistas sostenidos en el capital financiero, el
interés compuesto y la usura internacional -verdaderos apóstoles de
la virtud- han encontrado la forma de sacarse de encima a los
partidos políticos populares y a su dirigencia, con las denuncias de
corrupción. Pero también de sacar del tablero las pocas empresas
que han logrado proyectarse en el mercado internacional de grandes
proyectos estructurales, de alta tecnología y valor agregado.
La propuesta de
Pinheiro Guimarães de no dejarse arrastrar, en aras de esta ola de
neomoralismo cínico, a una demasiado temprana renuncia de Temer, que
solo favorece a los sectores políticos cuyo objetivo es postrar al
Brasil y, por ende, a la Argentina y al resto de Suramérica.
Buenos Aires 28 de
mayo de 2017
19 de mayo de 2017
O Globo contra Temer: Un nuevo golpe financiero en el golpe brasileño
Mi amigo, el
sociólogo carioca Gilberto Filisberto Vasconcellos, me escribió en
agosto del 2011 lo que sigue:
“...variante
portuguesa, el Brasil es un enigma para los latinoamericanos.
Intelectualmente todos comemos gato por liebre. Muchas veces lo que
aquí es importante no llega a nuestros hermanos, y viceversa, porque
es el imperialismo quien se hace cargo y filtra los contactos
culturales y el turismo académico, programado por la burguesía
bandeirante, que siempre fue enemiga de la Patria Grande. No nos
olvidemos: el golpe del 64 es un golpe civil mentalizado en los
escritorios de la FIESP paulista”.
Pese a la intensidad que la relación con el Brasil ha tenido durante
estos últimos años, los últimos acontecimientos no dejan de estar
oscurecidos por esos filtros que introduce la prensa imperialista y
los comunicadores a su servicio. La niebla es aún más densa cuando
todo lo ocurrido se oculta detrás de la hipócrita campaña contra
la corrupción.
El 12 de mayo del año pasado asumió interinamente la presidencia de
la República del Brasil, el hasta ese momento vicepresidente Michel
Temer. La dos veces electa presidenta Dilma Roussef debió someterse
a un oprobioso juicio político, por una cuestión puramente técnica
-haber usado un dinero del presupuesto público asignado a una
específica cuenta de gasto para otro gasto. El 31 de agosto de ese
mismo año, Temer se convertía en presidente, al ser destituida la
presidenta legítima, sin que se le pudiese probar un sólo acto de
deshonestidad administrativa.
Michel Temer es un abogado paulista, de origen libanés, profesor de
Derecho Constitucional en la Universidad Católica de San Pablo y
presidente del PMDB, uno de los dos partidos creados por la dictadura
militar de 1964. Quizás sea necesario recordar que la dictadura
militar brasileña se caracterizó por el mantenimiento de ciertas
formalidades republicanas, como el funcionamiento del Congreso. Se
crearon dos partidos. Uno que representaba directamente a la
estructura política y social de la dictadura, el ARENA, y otro que
debía expresar a la oposición tolerada, el MBD.
El general Golbery do Couto e Silva fue un militar brasileño, nacido
en Río Grande do Sul, inspirador del golpe de 1964. Desde su cargo
de Jefe de la Casa Civil de la Presidencia de la República fue el
encargado de diseñar los nuevos partidos brasileños que
funcionarían en el restablecimiento de las garantías democráticas.
De su gestión nacieron el Partido Demócrata Social (PDS), sucesor
del oficialista ARENA, conocidos como “los tucanos”, y el Partido
del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD) de Ulysses Guimaraes,
continuador del MBD. Este es el partido que actualmente preside
Michel Temer.
Si “los tucanos” son la expresión acabada de la plutocracia
paulista, el MBD, en cambio, expresa ese gigantesco oceáno de los
sectores medios, profesionales y de servicios, dentistas y
propietarias de casas de modas, pastores evangélicos de enorme
capacidad de acumulación financiera y profesoras de escuelas
secundarias de ese vasto mundo que son los estados federales. Es una
gigantesca masa de maniobras sobre la que actúa el capital
financiero y el imperialismo y permite controlar el desborde popular
de un país con terribles desigualdades. Sus políticos son hombres
-muy pocas mujeres figuran en su lista de dirigentes- de una brutal
inescrupulosidad, de una incontrolable pulsión al ascenso social por
cualquier medio y de una hipocresía casi sin límites.
Pero, por otra parte, vivimos bajo el capitalismo, que es un sistema
que no se caracteriza por la moralidad de sus actos. Brasil tiene dos
grandes empresas privadas a escala global. Una de ellas es Odebrecht,
un conglomerado de la industria de la construcción con obras y
contratos en el mundo entero, sobre todo en América Latina. La otra
es JBS, una empresa de tratamiento y comercialización de carnes,
también a escala global y que ha ocupado el lugar que otrora
tuviera, por ejemplo, la Swift inglesa. Considerada la mayor empresa
del mundo en el rubro es la dueña de, por ejemplo, la productora de
nuestros populares Paty, las albóndigas aplastadas que comenzaron a
hacerse populares en la década del 60 del siglo pasado.
En realidad, lo que el tamaño de la empresa revela es el dinamismo
de la burguesía brasileña, en comparación al parasitismo
rentístico de nuestra oligarquía pampeana que, habiendo liderado la
producción cárnica fue incapaz de generar una industria derivada
que pusiera valor agregado a los tiernos pastos naturales de nuestra
pradera. Históricamente, la producción ganadera brasileña estaba
destinada al mercado interno y, por ello, no generó las condiciones
rentísticas que caracterizan nuestra producción agraria. Así fue
capaz de dar lugar a una burguesía basada en ese gigantesco mercado
y luego en condiciones de actuar internacionalmente. En realidad, el
papel de nuestros grandes ganaderos pampeanos lo cumplió en Brasil
la plantación cafetalera, integrada, esta sí, al mercado
internacional. El varguismo en los años 30 expresó el triunfo de
aquellos sectores contra los últimos mencionados.
Esas grandes y exitosas empresas han repartido coimas, prebendas y
sobornos en el mundo entero. Así funciona el mundo y no son su
propietarios, accionistas o beneficiarios los destinados a cambiarlo.
Pero el capital financiero, sabemos, es altamente moralista. Marx lo
describe así: “La
aristocracia financiera, tanto en sus métodos de adquisición, como
en sus placeres, no es más que el renacimiento del lumpen
proletariado en las cumbres de la sociedad burguesa”. El
lumpen proletariado es, en la terminología alemana de la época,
sinónimo de hampa, bajo fondo. Y esos hampones lanzan una hipócrita
campaña de moral pública y honestidad, con la intención de
recuperar el poder que consideran haber perdido con las presidencias
de Lula y Dilma. Y ponen al frente a uno de ellos, a un político
venal y corrupto, con la tarea de moralizar el Estado, es decir
desarticularlo de manera tal que el hampa financiera se haga cargo
definitivamente del mismo.
Y
así comienza la segunda etapa del copamiento mafioso del estado
brasileño.
El
repudio que causaron las políticas neoliberales, de ajuste y caída
del salario y la ocupación en la sociedad brasileña no hicieron
otra cosa que agigantar la figura del jefe del Partido de los
Trabajadores a quien ha sido imposible, tal como a Dilma, vincular a
ningún negocio espurio o ventaja indebida a raíz de su cargo
público. El período de Temer vence en un año y todas las
investigaciones demuestran que su triunfo electoral sería
inevitable. Un gobierno desprestigiado, un gabinete oscuro y
sospechado, con los presidentes de ambas cámaras procesados por
corrupción, y una población en abierta, aunque sorda y contenida,
rebeldía frente al escamoteo institucional llevaba al país a un
retorno del hombre que eliminó el hambre del inmenso pobrerío.
O
Globo, el monopolio mediático más grande de América Latina, con
una influencia y poder al lado del cual el Grupo
Clarín es uno de los siete enanitos, decide lanzarse contra Temer
con la misma frialdad y osadía que se lanzó contra Dilma. Los
hermanos Joesley y Wesley Batista, los dueños de JBS, antes de
radicarse en los EEUU, habían entregado al Superior Tribunal Federal
de Brasil una grabación en la que el presidente en ejercicio, Michel
Temer, autoriza el pago de una enorme suma de dinero al ex presidente
de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, preso por corrupción,
para que apague el ventilador y deje de hacer denuncias.
Simultáneamente
con la publicación de la grabación anuncia que el presidente Temer
renunciará a su cargo.
La
crisis se ha desatado. Pero ¿para qué?
La
clave nos la dio Leonel Brizola Neto, en la entrevista que le hicimos
en Radio Gráfica, junto con Gabriel Fernández y Jorge Thierbach. El
nieto del dirigente nacional del Partido Democrático Trabalhista y
heredero de la tradición getulista en Brasil nos explicó, mientras
participaba del acto masivo que se realizaba en ese momento en la
Plaza Candelaria de Río de Janeiro, lo siguiente:
- La intención de O Globo es obligar a la renuncia de Temer.
- Ante la situación de procesados que ostentan los presidentes de ambas Cámaras, que son sus sucesores institucionales, el poder debe pasar de manera provisional al presidente del Supremo Tribunal Federal, Carmen Lucia Antunez Rocha.
- A partir de ese momento comienza a funcionar lo establecido por el Art. 81, inciso 1 de la Constitución Nacional: “Produciéndose las vacantes (de presidente y vice) en los dos últimos años del período presidencial, la elección para ambos cargos será hecha treinta días después de producida la última vacante, por el Congreso Nacional, en la forma de la ley.
Es decir, lo que se busca es el nombramiento de un nuevo presidente
por parte del Congreso, cuyos integrantes, en una gran medida, están
amenazados por el sistema mediático debido a su participación en
las cobranzas del particular sistema jubilatorio formado por coimas y
sobornos.
En suma, lo que O Globo lanzó no es otra cosa que un golpe, dentro
del golpe iniciado hace un año con la asunción interina de Temer.
De ahí que la exigencia de las manifestaciones populares que han
comenzado a producirse en Brasil sea “Elecciones Directas Ya”,
objetivo que no es fácil, porque para ello el Congreso debería
enmendar la Constitución.
En suma, el ataque contra el corrompido presidente Temer tiene como
objetivo profundizar la política que ha llevado adelante Temer y
generar condiciones que eviten el triunfo de Lula o, si se pudiera,
posterguen indefinidamente esas elecciones.
De la capacidad de movilización de los brasileños, especialmente
del PT, y de la presión que se pueda hacer sobre el Congreso,
dependen en gran parte la continuidad del sistema democrático en el
Brasil. Por ahora, los militares, muy escaldados con el golpe del 64,
parecería que no quieren lola.
Buenos Aires, 19 de mayo de 2017
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