En esta página publico los artículos escritos por mí en los últimos años, sobre política argentina, política latinoamericana y política internacional, que considero más interesantes y de actualidad. Visite mi blog con temas periodísticos y literarios http://jfernandezbaraibar.blogspot.com
26 de agosto de 2025
Segunda Crónica de Hopean Maa
El reino se conmovió. Desde todos los rincones, desde los condados más cercanos a las marcas más lejanas y pegadas a la frontera, se vertían todo tipo de rumores, acusaciones e historias. De golpe, la imagen y la fama de la bruja Arinak rodó por el piso. Ya nadie temía las oscuras mezclas de sus tortas o su legendario poder cartomántico. Los sobreprecios en hierbas mágicas como la salvia y la artemisa, que purifican la energía y potencian los hechizos, del muérdago, que conecta con la divinidad y el beleño, que trae el sueño y las imágenes del estupor y la locura, muy usadas en los males de los súbditos, produjeron una ola de indignación.
Cuando Yago Hispánico, el monje herético que administraba el Cofre de los Baldados, hizo conocer, en la plaza frente al palacio, los palimpsestos que demostraban el infame comercio, el palacio real se tambaleó.
El gnomo Yelim, habitualmente locuaz y coprolálico, se sumió en un perturbado silencio, solo roto para evocar sus herméticos y diabólicos saberes o para intentar torpes cuchufletas. Arinak, que habitualmente sumaba su dificultad para expresarse a no tener nada que decir, comenzó a hablar de todo tipo de cuestiones, a excepción de las que desvelaban a la multitud fuera del palacio.
Los hermanos del Palíndromo, que habían sumado sus intereses a los de Yelim y Arinak también estaban en la comidilla pública. Famosos por su codicia, estos selkies libaneses, aparecían como beneficiarios de los estragos con las hierbas mágicas.
La horda de sirvientes que abarrotaba los pasillos y las múltiples salas palaciegas intentó desmentir las noticias y rumores. Uno de los primeros fue el hechicero Wilhelm Frank, eterno habitante de esos pasillos. Ahí había logrado sobrevivir a todos los reyes y reinas que gobernaron Hopea Maa en los últimos 70 años, gracias al pacto demoníaco de su padre, El Verdugo de Junio. Frank tomó bajo sus hombros el papel de Chambelán y buscó acusar, sin mucho éxito, a los muchos enemigos de Yelim, como autores de la maledicencia.
La maga Pechos Bellos, que habitualmente acunaba a Yelim en sus delirios y que atesoraba, en sus graneros, los alimentos que escaseaban en la mesa de los humildes labradores, apareció en los palimpsestos de Hispánico como uno de los funcionarios del reino a quien había confiado sus secretos. Su silencio no ayudó a disipar las sospechas.
Quien sí salió en abierta defensa del honor de la bruja Arinak fue un pequeño y codicioso geniecillo árabe llamado Lujam Al Saghira . En el mercado y en todas las esquinas donde se solían reunir los súbditos, Lujam intentó explicar las incoherencias de las acusaciones y habladurías. Pero muy pocos prestaban ya atención a Lujam Al Saghira. Hacía más de cuatro lustros que mentía, propalando, tanto en la plaza como en el mercado, los bandos y proclamas de los monarcas a los que el pueblo temía.
Quien encaró la tormenta con un notable despliegue de tranquilidad y calma fue la Sacerdotisa de los Cuarteles, Bichacruel. Devota de la Religión de la Espada y la Capucha, la sacerdotisa había dedicado su juventud al cuidado de los sanguinarios Caballeros de la Picana, a quienes el reino, ante el regocijo del pueblo, había confinado a lejanas mazmorras y que se habían convertido ya en un ominoso recuerdo. Lejos de preocuparse, la sacerdotisa Bichacruel observaba con interés, y no sin cierta sorna, el espectáculo del gnomo y la bruja. En su imaginación se cocinaba la fantasía de ocupar ese lugar y realizar su único anhelo, abrir las mazmorras y dejar en libertad a los viejos criminales. Veía que todo ese escándalo de las hierbas mágicas, de los sobreprecios y los pagos misteriosos ayudaba a la pendiente de la pareja real y la acercaba al trono de Arribalasavia, como se conocía al sillón real.
En el otro lado del reino, en la torre de La Cautiva, en el Condado de Achse, en la Santa Orden de Caballería Púrpura se imponía una justificada esperanza. Tanto el Duque Sergei, como el Marqués de la Fermosa Curva celebraban también las desventuras palaciegas. Se aproximaba un día en la que todos los súbditos podrían hacer conocer su opinión, como lo hacían cada dos años, en fechas ya determinadas por el Calendario de la Urna. La deserción de conocidos lenguaraces de Yelim y Anirak no hacían sino alimentar su expectativa.
24 de agosto de 2025
Primera Crónica de Hopean Maa
Érase una vez un reino gobernado por un gnomo perverso, llamado Yelim, totalmente manejado por su hermana, una bruja fea y maligna, experta en misteriosas reposterías con las que dominaba a quienes se animaban a probar sus tortas y budines. Su nombre era Arinak y todos en el reino lo pronunciaban en voz muy baja, sabedores que su sonido tenía el poder de convocar a las fuerzas infernales.
Los ministros que conformaban la Corte del rey enano eran un par de ogros, conocidos por su inconmensurable ambición de dinero, de un apetito voraz que satisfacían con ancianos desfallecientes y niños enfermos. Había algunos ministros que rara vez salían de los oscuros cubiles donde realizaban sus malas artes, preparando polvos mágicos que confundían la opinión y el recto razonamiento de los habitantes del reino.
Otros ministros eran conocidos por disfrazarse de guerreros y realizar sucias prácticas, como danzas procaces y hechizos, que debilitaban la fortaleza y el valor de los soldados del reino. El ministro que tenía la responsabilidad de velar por la salud de los súbditos era un feo y desagradable hechicero que repartía, despiadado, un letal menjunje que mataba a quienes, ignorantes de sus efectos, lo consumían creyendo que aliviaba sus dolores. Había una ministra, encargada de cuidar de la alimentación y bienestar de los campesinos más alejados de las riquezas de la capital del reino, que acumulaba alimentos en sus graneros y dejaba que se pudriesen, mientras miles de súbditos pobres agonizaban de hambre.
El pequeño y maléfico rey tenía siempre a su lado un enorme mastín que tenía la diabólica capacidad de tornarse invisible ante la presencia de extraños. Era a este cancerbero a quien Yelim le confiaba sus más íntimos pensamientos y deseos. Además de su hermana, la bruja Arinak, rodeaban al déspota canijo unos oscuros seres, sin rostro. Eran los siniestros trolls, traídos de los bosques escandinavos, donde habían vivido durante siglos. Con una apariencia casi humana, estos seres eran tan malignos como estúpidos. Se ocultaban con sobrenombres ridículos, solían reunirse con Yemil algunos noches, donde se dormitaban escuchando viejas óperas italianas.
Yelim había logrado llegar al trono de su reino gracias a las oscuras maniobras del mago Yrkam. Este era un antiguo rey, resentido con sus súbditos, que, en las noches, solía transformarse en un enorme gato negro y visitaba a los banqueros y prestamistas del reino, a quienes amenazaba con revelar sus más íntimos secretos.
Había sido, justamente, el mago Yrkam quien había confinado a la antigua reina Kerstin en una pequeña torre, obligada a llevar en su delicado tobillo, acostumbrado a finas pulseras de plata labrada, una enorme bola de renegrido ébano. El lugar, merced a las maldades del retaco soberano se había convertido, con el paso de los días, en un lugar de peregrinación de los súbditos que añoraban los días de miel y leche del reinado de Kerstin. Algunas tardes, antes de la oración, la vieja reina se asomaba al ventanuco de la torre y saludaba a los peregrinos, quienes regresaban a sus chozas felices y esperanzados. Desde su encierro, escribía poemas satíricos sobre Yelim, sobre Arinak, burlándose de los esbirros que la habían sentenciado.
Dos caballeros pugnaban por derrocar al pérfido Yelim, encerrar a Arinak y poder así volver a llenar los estómagos de los campesinos y los pequeños comerciantes, que sufrían los delirios de las estrafalarias teorías que se aplicaban en el reino.
Uno era Maksimaalne, hijo de Kerstin, quien nunca había logrado validar el título de príncipe heredero. Maksimaalne vivía en un condado vecino a la capital del reino, cuyo soberano era Achse, quien unía al manejo de la espada y la lanza, un profundo conocimiento en los Saberes Materiales, la ciencia oculta que le permitiría conjurar y expulsar a los hechiceros que habían sumido al reino en la pobreza.
Tanto Maksimaalne como Achse querían liberar a la cautiva de la torre. Mientras el primero se apoyaba en la Santa Orden de Caballería Púrpura, conocida como La Púrpura, el segundo gobernaba su condado ayudando a los campesinos más humildes, entre quienes sus hombres predicaban la misteriosa idea del Derecho al Futuro. Pero las pujas entre La Púrpura y los hombres del Conde se hacían cada vez más tensas, a punto que una de las doncellas que rodeaban a Maksimaalne acusó a una de las princesas del conde Achse de tener tratos con una viejísima bruja conocida como La Dama del Vertedero.
Así las cosas, hasta que un día corrió por el reino, como un reguero de pólvora, el relato de que Arinak cobraba por sus hechizos y pociones y que ricos comerciantes de mirra y mandrágora acudían a sus aposentos con bolsas de oro para llevarse valiosos derechos de comercialización.
Continuará
16 de agosto de 2025
El mal llamado "reparto de Ucrania"
Personalmente no estoy de acuerdo con el concepto, por lo menos en lo que concierne a los intereses rusos manifestados hasta el momento. Lo que Rusia pretende es el reconocimiento a lo decidido por los pueblos de Donbas y Donetsk de integrarse a la Federación Rusa y el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk, que reconocía la autonomía de ambas regiones y la realización de elecciones supervisadas por la OSCE, por un lado. Y por el otro, la no incorporación de Ucrania a la OTAN. En junio de 2021, la OTAN reafirmó que Ucrania podría ser miembro en el futuro, lo que Rusia interpretó como una provocación. En diciembre de ese mismo año, Rusia exigió garantías por escrito de que la OTAN detendría su expansión hacia el este, pero la alianza occidental rechazó el pedido. Mientras tanto, el estado ucraniano, ya en manos de Zelensky, enviaba al ejército a reprimir a las población de las regiones rusoparlantes.
Por todo ello, el 21 de febrero de 2022, Rusia reconoció la independencia de estas regiones y envió tropas para defenderlas de la agresión gubernamental. Y ante la negativa del gobierno ucraniano, sostenido por una OTAN que contaba con el pleno apoyo de los EE.UU., el 24 de febrero lanza la ofensiva sobre Ucrania.
Rusia, a través de su presidente Putin, pretende el reconocimiento de las regiones rusoparlantes que ya han manifestado su voluntad de integración, como son Donetz, Donbas y Crimea como integrantes de la Federación y, posiblemente, se agregue a ello el de las regiones de Lugansk, Zaporija y Jersón, lo que constituye la costa ucraniana en el Mar de Azov y la entrada al Mar Negro. Tambien exige la desmilitarización de Ucrania, la prohibición de incorporarse a la OTAN y su neutralidad. Esto implica, obviamente, la caída del régimen de Zelensky y lo que Moscú llama la “desnazificación”, es decir el procesamiento y la puesta fuera de la ley de todos los grupos y personas que reivindican el papel de Stafan Bandera y el nazismo en Ucrania durante la Segunda Guerra.
No hay aquí reparto alguno. Crimea ha sido históricamente rusa. Las poblaciones mencionadas son rusoparlantes y el gobierno ruso busca volver a una situación anterior al llamado Euromaidan, una revuelta financiada por Soros que volteó al gobierno de Víctor Yanukovich, que expresaba a los sectores ucranianos orientales que buscaban continuar la histórica colaboración con Rusia.
En resumen, lo que pretende Putin, y a través de él, Rusia es detener el avance de la OTAN –que hoy ha perdido la membresía de EE.UU. o, por lo menos, su financiamiento– hacia el Este, asegurar que Ucrania no se convierta en una base misilística que amenace la seguridad rusa –como se pretendía antes del 24 de febrero de 2022– y garantizar la incorporación de las regiones rusoparlantes a la Federación.
No tiene ningún otro interés en ningún otro país. Solo la seguridad de que la OTAN, con un regreso de los demócratas a la presidencia yanqui, no busque expandir su frontera hacia el este e intentar balcanizar a Rusia.
Buenos Aires, 16 de agosto de 2025
31 de julio de 2025
Se rompió el frente del 2023
Ayer, en un breve posteo en las redes, escribí:
“La escisión de Schiaretti, Pullaro, Llaryora, Frigerio y Torres es la señal de que el frente oligárquico del balotaje 2023 ha comenzado a romperse. El sector conservador del interior se abre. El gobierno se convierte en un gobierno exclusivamente porteño y expresión directa del capital financiero. Ha vuelto Mitre al siglo XXI”.
Como hubo varios comentarios que invitaban a un intercambio, voy a ampliar y contestar algunos interrogantes.
Este lamentable gobierno presidido por un marginal de confusas ideas religiosas y económicas, con la asistencia técnica y terapéutica de su hermana mayor, es el resultado de un frente político y social implícito en el balotaje del 2023. El conjunto de las clases dominantes tradicionales de la Argentina semicolonial encontraron en la candidatura de Milei la posibilidad de asumir el poder político del país, derrotando al candidato del frente que, pese a sus vacilaciones y debilidades, expresaba al movimiento nacional.
Ese frente antinacional expresaba a la gran burguesía transnacional –identificada en la figura de Paolo Rocca–, a los exportadores, al capital financiero nacional y extranjero, a la gran burguesía inmobiliaria y a los dueños de los grandes medios, concentrado básicamente en la ciudad de Buenos Aires. También a las clases dominantes en las provincias, vinculadas a la producción agraria y extractiva, la burguesía comercial provinciana, los grandes propietarios y los sectores medios dependientes de aquellos, sectores que, de existir, votarían por un partido conservador. Todo este complejo de sectores sociales se había expresado en las fórmulas del macrismo a nivel nacional y en distintas expresiones políticas provinciales, que van desde el radicalismo hasta candidatos de anterior vinculación con el peronismo.
Obviamente que esta enumeración no pretende afirmar que sólo quienes forman parte de esos sectores votaron al mileísmo. Sin un indefinido y extendido voto en las clases populares, no hubiera sido posible su victoria en el balotaje. Pero, pese a ese voto, LLA no expresa, no representa objetivamente esos intereses, como, a poco de andar, se hizo evidente. Por qué esos sectores populares votaron semejante candidato y semejante programa es un tema de suma importancia, pero ajeno al de estas reflexiones. La paulatina desindustrialización de la Argentina y el proceso de desindicalización y marginalidad de las capas populares es parte de la respuesta.
Durante el período que va desde el 10 de diciembre de 2023 a junio de 2025, ese bloque político y social apoyo irrestrictamente, en el Congreso, todas las medidas propuestas por el Ejecutivo, en especial las leyes que dieron al presidente la suma del poder público. No le importó a esas conducciones políticas, sobre todo de las provincias, que el estado nacional desfinanciara por completo, tanto la obra pública, como las arcas provinciales, al no liquidar la coparticipación federal. La caída brutal de la actividad productiva y comercial fue, durante este período, atemperada por los beneficios de la puesta en marcha de la conocida bicicleta financiera, ahora rebautizada como “carry trade”. El dólar barato mantuvo, durante el período, un espejismo de solvencia, de viajes al exterior y “deme dos”. Claudio Scaletta lo ha escrito con mayor precisión:
“El razonamiento de las elites locales es lineal: Estado igual impuestos. En consecuencia, menos Estado es menos impuestos. Quizá a la porción más ilustrada de las elites económicas les repugnen Milei, su estilo y su troupe, pero todos coinciden, satisfechos, orondos y sin privaciones, que el shock anti Estado era un 'reseteo necesario', algo que debía hacerse. A la vez, la teoría de Milei como el mal necesario va de la mano de la ilusión del advenimiento futuro de una derecha más civilizada, que incluso hasta podría ser encarnada por un peronismo 'domado' que asuma las premisas del supuesto nuevo consenso fiscalista”1.
Desde hace un mes o mes y medio el espejismo ha comenzado a manifestar su carácter engañoso. Las elecciones de entretiempo se están realizando en un creciente clima de inestabilidad monetaria y de debacle económica. Cierres y suspensiones en grandes empresas, retiro del país de empresas extranjeras, ineficacia absoluta de la ley RIGI que volcaría sobre la economía ingentes inversiones extranjeras, desocupación creciente y paulatino aumento del dólar, pese al sostén político del FMI son los síntomas de un diagnóstico que los argentinos conocen: “esto se esta yendo a la mierda”.
Todo esto ha tenido un efecto delicuescente en el bloque del balotaje del 2023. Y comienzan a flamear las rojas banderas del federalismo. Alguna vez Jorge Enea Spilimbergo me dijo que después de la derrota de José Gervasio Artigas, el federalismo no volvió a tener un proyecto de país y se convirtió en meramente defensivo de sus autonomías provinciales, ante el saqueo porteño. El hecho es que, finalmente, no fue estrictamente un caudillo federal quien logró la federalización del puerto y la ciudad de Buenos Aires, una victoria estratégica del viejo federalismo provinciano, sino un general a cargo de un ejército nacional.
Saben además, porque ninguno de ellos es zonzo, que una rápida pérdida de poder del monigote programado en el hotel Libertador, requiere de instancias institucionales capaces de abarajar el trapecio que, eventualmente, puede quedar vacío en medio de su pirueta.
Esto es lo que quise decir, con más síntesis, en aquel posteo.
Buenos Aires, 31 de julio de 2023
18 de junio de 2025
Una canción de 80 años
Una vez más fui a Plaza de Mayo y me crucé con viejos amigos, con amigos que me saludaban sin que yo supiera con precisión quiénes eran y con mi hija Guadalupe y mis nietos Gaspar y Violeta. Otra vez esa sensación de estar viviendo momentos que la historia recordará, momentos que pueden ser el fin de algo o el principio de algo nuevo. O, quizás, ambas cosas.
Comencé a caminar por la Avenida de Mayo a la altura de San José. Detrás mío avanzaba una columna sindical, con su enorme cartelón, sus altavoces y sus redoblantes. Y de pronto empiezo a escuchar, una y otra vez, la vieja canción de los gitanos andaluces, que Dimitri Shostakovich convirtió en leit motiv del Vals No 2, inspirado, quizás, por alguno de los miles de españolitos que poblaron la URSS después de la Guerra Civil:
“Yo te daré,
te daré niña hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que empieza con P:
¡Perón!”
Se me puso la piel de gallina y un nudo en la garganta.
80 años que los argentinos de a pie venimos cantando esa vieja gitanería y en la Avenida de Mayo, para más datos. Muy pocos, posiblemente, recuerden en Egipto quien fue Gamal Abdel Nasser y, mucho menos, corean su nombre en sus manifestaciones populares. Seguramente que tampoco en Indonesia el nombre de Sukarno forma parte de un canto político popular. O el del Mariscal Tito, entre los serbios, los croatas, los bosnios, los montenegrinos y los herzegovinos. O en Ghana el de Kwame Nkrumah o el de Jomo Kenyatta en Kenia. O más cercanamente, el de Víctor Paz Estenssoro en Bolivia o el de Rómulo Betancourt en Venezuela.
Hay tan solo, creo, tres nombres de aquella década del cuarenta, cuando finalizó la carnicería europea y asiática, que han sobrevivido y mantienen el mismo eco en el seno de su pueblo: el de Mao Tse Dong, el de Ho Chi Minh y el de Juan Domingo Perón.
Todo eso se me vino a la cabeza al escuchar la vieja canción.
Pero tanto el chino, como el vietnamita habían triunfado en toda la línea. Habían logrado expulsar al colonialismo extranjero, había logrado expropiar a los grandes terratenientes y a las clases vinculadas a la explotación colonial y habían puesto a sus países de pie para enfrentar y crear un nuevo futuro soberano, digno y justo.
El nuestro no lo había logrado. Vez tras vez, como hoy, la contrarrevolución oligárquica, financiera e imperialista lo había derrotado. Pero, vez tras vez, su nombre, en lugar de empalidecerse hasta desaparecer, como aquellos ejemplos nombrados, se agranda en los momentos críticos y se convierte en bandera, en agitación, en desafío al futuro y lo sigue haciendo 80 años después:
una cosa que empieza con P:
¡Perón!”
Respiré hondo y continué la marcha hacia la Plaza de Mayo. Me encuentro con Guadalupe, Gaspar y Violeta, junto con algunas amigas. Gaspar y yo seguimos caminando y en algún lugar nos encontramos con José Luis Castiñeira de Dios. Hacía tiempo que no lo veía. Estas movilizaciones son importantes para encontrarnos y saber que todavía andamos entre gritos y pancartas, como lo hemos hecho toda la vida.
– ¿Cuántas veces con esta hemos venido hasta aquí? – me pregunta José Luis.
– Y espero que sigamos viniendo muchas más – le respondí.
Y le conté mi experiencia reciente con la vieja canción. Y su respuesta me dejó anonadado.
– Pensar – me dice – que en 1945 Mao comenzó a construir la China de hoy. Mirá como estamos nosotros y mirá como están ellos.
Por eso estábamos hoy todos en la calle.
Porque pensamos lo mismo sin vernos durante años.
Porque todos teníamos en nuestras cabezas y en nuestro corazón las imágenes del 17 de octubre, donde todo empezó: cuando un pueblo como este, como el de hoy, con sus obreros sindicalizados y sus movimientos sociales de trabajadores en cooperativa, de mujeres de los barrios más humildes, mostrando orgullosas las pecheras de sus organizaciones y mujeres estudiantes y empleadas y abogadas y médicas y enfermeras y psicólogas y arquitectas, y veteranos luchadores y jóvenes convencidos de que tienen un derecho al futuro, salió a la calle a enfrentar a los que habían proscripto y encarcelado a su principal dirigente, la que en sus dos presidencias le reconoció derechos y supo ofrecerle una vida mejor.
Tuve la sensación de que algo estaba terminando y algo estaba comenzando nuevamente.
18 de junio de 2025.
29 de mayo de 2025
Carola Chávez
Sería el año 1999 o 2000. Era antes del estallido popular del 2001. La política era somnífera. Gobernaba lánguidamente la Argentina un presidente artereosclerótico, con el mismo ministro de economía de los 10 años anteriores. La oposición era expresada por Eduardo Duhalde, gobernador de la Provincia de Buenos Aires y su economista Remes Lenicov. En el horizonte no se veía ninguna salida al triste y opaco escenario.
Un año antes, el amigo Néstor Gorojovsky había creado una lista de discusión por mail. Se llamaba Reconquista Popular. Para los millenials, las listas de discusión por mail ocupaban el lugar que hoy tienen los grupos de Whatsapp o las redes sociales. Alguien creaba una lista de discusión sobre un tema específico. La lista estaba alojada en un servidor de correo que gestionaba la distribución de mensajes. Había un administrador de la lista (o "moderador") que era el encargado de configurar la lista, añadir o eliminar suscriptores, y en algunos casos, aprobar los mensajes antes de que se distribuyeran a toda la lista. A través de este mecanismo se intercambiaba información o se enviaban reflexiones y puntos de vista que podían ser contestados por cualquier miembro de la lista. De esa manera se armaban muy interesante discusiones que no tenían el límite de palabras que hoy tienen las redes. Muchos artículos que publiqué en aquellos años tenían como origen las discusiones en la Lista Reconquista Popular, que tenía suscriptores en Argentina, en varias ciudades de América Latina y en Nueva York, Los Ángeles, Londres y Hong Kong. La lista fue un oasis en el medio de la sequedad intelectual y política de esos años.
En 1999 había asumido como presidente de la República de Venezuela Hugo Chávez Frías, quien en 1993, a poco de salir de la prisión por el intento de insurrección del año anterior, había visitado nuestro local en la calle Salta y Chile y nos había hablado durante una hora larga sobre su propuesta política latinoamericana. La marcha del gobierno de Chávez era permanente motivo de discusión en la lista.
Posiblemente en algún momento del 2001 se une a la lista una muchacha venezolana, en sus treinta y algo años. Decía ser hija de un profesor de economía de la Universidad Central de Venezuela, que había sido criada entre Caracas y Miami, ya que en la Cuarta República los profesores universitarios gozaban de un alto status. Había contado que se había ido a vivir a Barcelona, con su marido -un artista plástico- y que tenía una pequeña hija. Que había vuelto de visita a su país y que la aparición del chavismo la había entusiasmado tanto que habían abandonado su tranquila residencia catalana y se había vuelto a su patria. Dijo llamarse Carola Chávez, confesó no tener mucha, si alguna, experiencia política anterior, que por primera vez en su vida le había aparecido ese deseo de comprometerse y actuar y participar de eso que había puesto de pie a su gente y que producía una reacción alérgica a muchos de sus antiguos amigos y amigas.
Poco a poco, Carola comenzó a saber quién era o había sido Juan Domingo Perón, descubrió lo que había significado y aún significaba para el pueblo llano de la Argentina, se enteró de las cosas que había escrito un tipo para ella totalmente desconocido, Arturo Jauretche o Scalabrini Ortiz. Le hablamos de Jorge Abelardo Ramos y de Jorge Enea Spilimbergo y le hicimos conocer sus escritos. Aquella Carola tenía algo muy particular: un extraordinario, intuitivo y espontáneo modo de escribir y describir a su gente, a los que pertenecían a su mismo sector social, a esos que el Comandante Chávez, en un discurso público, caracterizó para siempre como “escuálidos”.
Con Carola Chávez tuvimos una corresponsalía directa del llamado “carmonazo”, el golpe de estado militar que desalojó por unos días al presidente Chávez de su cargo. Y de primera mano nos contaba sobre el retorno del comandante a Miraflores y, sobre todo, de las reacciones, expresiones e impresiones de los escuálidos.
Y nos contó que se había ido a vivir con su chamo artista y la chamita a la Isla Margarita, al estado llamado, con una alta dosis de clasicismo, Nueva Esparta. Sus escritos comenzaron a llegar a la prensa de Caracas, su nombre comenzó a ser conocido entre los sectores politizados, hasta que un día, para su infinita sorpresa, el mismísimo comandante la llamó para pedirle que fuese ella la que lo acompañase en su campaña electoral para contar todo lo que pasara, con esa chispa y esas “vainas” que ella usaba en sus publicaciones. Y Carola, que nunca había abandonado la cocina de su casa para hacer política, se encontró en el centro mismo del chavismo y con el prestigio de una especie de rockstar. Ahora, nos contaba, se codeaba con ministros que la saludaban con respeto y, algunos hasta con envidia.
Y ahí estaba Carola, la venezolana que sabía quién había sido Arturo Jauretche, que entendía que era el peronismo, cómo había interpretado la historia latinoamericana Jorge Abelardo Ramos y por qué Hugo Chávez Frías saluda marcialmente al busto de Juan Domingo Perón en el salón de los bustos presidenciales, cada vez que entraba a la Casa Rosada. Y, aunque parezca mentira, no eran muchos los chavistas que entendían ese gesto. Aún pesaba, y quizás aún pesa, en parte de la intelligentzia venezolana la vieja idea del carácter fascista del peronismo.
Han pasado los años. Lejos quedaron las listas de discusión por mail. Ya van 20 años desde aquella cumbre americana en Mar del Plata, cuando, entre la astucia de Néstor Kirchner y la torrencial palabra de Hugo Chávez, embarullaron a George W. Bush.
Y Carola sigue creciendo, junto con su amistad con la Argentina. Hoy puede exhibir el triunfo del chavismo en su Isla Margarita, en esa Nueva Esparta, de pelícanos y playas doradas, después de haber sido derrotado en 2021.
Cuando en estas tierras del sur vuelvan a flamear las banderas de Bolívar y San Martín, de Perón y de Chávez, la querida Carola nos volverá a visitar y nos volverá a regalar su sonrisa y su cariño.
29 de mayo de 2025.